En esta ocasión, la reflexión del grupo de México en el Mundo se centró en tres temas: política exterior tanto en EUA como en México, las plataformas de política exterior de las candidatas Claudia Sheimbaum y Xóchitl Gálvez, y el seguimiento del conflicto en Gaza y en Ucrania.
#Tablerointernacional: Marzo
En esta ocasión, la reflexión del grupo de México en el Mundo se centró en tres temas: política exterior tanto en EUA como en México, las plataformas de política exterior de las candidatas Claudia Sheimbaum y Xóchitl Gálvez, y el seguimiento del conflicto en Gaza y en Ucrania.
Texto de Isidro Morales, Susana Chacón & Guadalupe González 21/03/24
En este tablero internacional, les presentamos algunas reflexiones del grupo de México en el Mundo que han sido preocupación de este último mes. En primer lugar, el tema de las elecciones y la política exterior tanto en EUA como en México. Además, presentamos las plataformas de política exterior de las candidatas Claudia Sheimbaum y Xóchitl Gálvez. En esta ocasión, cerramos el tablero con el seguimiento del conflicto en Gaza y en Ucrania.
Elecciones y política exterior
En relación con el peso de lo internacional en las elecciones y las campañas presidenciales de este año, el contraste entre México y Estados Unidos no podía ser mayor. Mientras que en nuestro país priva la desatención hacia el exterior y el foco del debate electoral está puesto en la larga agenda de problemas internos sin mayores alusiones a los factores internacionales que acotan la manera de enfrentarlos, en Estados Unidos la política exterior y la seguridad nacional están al centro de las campañas. Incluso, cuestiones como la ayuda militar a Ucrania, el respaldo a Israel en su guerra contra Hamás, las tensiones con Rusia, la amenaza China, la migración y la seguridad fronteriza bien podrían llegar a definir el resultado de una contienda tan reñida como la que se resolverá el próximo noviembre.
Esta disparidad de miradas es un factor de alarma para México que debería llamar la atención de las dos principales candidatas a la presidencia puesto que las preocupaciones internacionales que dominan la agenda electoral estadounidense atañen y afectan directa o indirectamente a nuestro país. No solo es que México se ha convertido en un tema electoral para Estados Unidos, hay muchas otras razones por las que las plataformas electorales y las propuestas de campaña en México deberían tomar muy en serio la política exterior.
Entre ellas destacamos solo dos para ilustrar el argumento de que el país requiere articular una estrategia de política exterior de largo aliento. En primer lugar, la gran oportunidad histórica que representa para México aprovechar el proceso de relocalización de la producción global, por su condición de economía abierta integrada al espacio de América del Norte y su situación geopolítica bioceánica y de país frontera entre el Norte y el Sur de las Américas.
En segundo lugar, son momentos de transformaciones mundiales profundas por la rivalidad hegemónica entre Estados Unidos y China, la erosión del multilateralismo y la ralentización de la globalización que cambian por completo la lógica de la política y la economía internacionales. Está el reto inmediato de atemperar los riesgos asociados a la prolongación de los conflictos en Ucrania y Medio Oriente, el aumento del proteccionismo, el endurecimiento de las políticas antiinmigración y el cierre intermitente de fronteras terrestres y marítimas con costos humanitarios, sociales y económicos para nuestro país. A lo que se suma el desafío del deterioro ambiental y la disrupción del cambio tecnológico. Un complejo tablero global de oportunidades y riesgos sin precedentes. ¿Cuál es la visión internacional de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez y qué ruta de navegación proponen para sortear las turbulentas aguas de un orden mundial en plena transición?
100 pasos para la transformación: todo por armar en política exterior
La agenda de las mesas y foros sobre política exterior que se llevaron a cabo en el marco de los Diálogos por la transformación refleja una visión estrecha de las relaciones con el exterior dominada por el tema de la migración. Tres de los cuatro enunciados de la convocatoria (migrantes latinoamericanos y caribeños en México, movilidad humana, prioridades de política exterior y mexicanos en el exterior) se refieren a aspectos distintos del fenómeno migratorio y si los asuntos económicos internacionales más relevantes como la relocalización y el T-MEC se analizaron en las mesas sobre desarrollo, en la propuesta electoral de la candidata oficial no hay lineamientos para una política exterior en materia económica, comercial o financiera.
La propuesta de política exterior de Claudia Sheinbaum como candidata del oficialismo refleja la dificultad para encontrar un equilibrio entre el compromiso de dar continuidad al proyecto de la 4T y la imperiosa necesidad de introducir cambios y ajustes mayores a fin de responder a un contexto internacional cambiante plagado de incertidumbres y frente al cual el gobierno de AMLO no delineó una ruta de navegación de mediano o largo plazo. La política exterior lopezobradorista ha tenido un papel secundario en la agenda gubernamental por el desinterés presidencial y con la mirada volcada hacia adentro más que al exterior.
La sección sobre relaciones exteriores del documento 100 pasos para la Transformación se titula “Principios de nuestra política exterior” y retoma como punto de partida el mantra del oficialismo de una política exterior cuya brújula son los principios constitucionales. Sin embargo, lo hace de manera sesgada, pues solo menciona tres de ellos (autodeterminación, no intervención y solución pacífica de controversias) y omite los cinco restantes (proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza, igualdad jurídica de los estados, paz y seguridad internacionales, cooperación para el desarrollo, y protección y promoción de los derechos humanos) todos ellos de suma relevancia en las circunstancias actuales.
Al igual que en el resto de la plataforma, se identifica el primer piso o logros de la Cuarta Transformación sobre los cuales la candidata de Morena pretende construir un “segundo piso”. En materia de política exterior se destacan tres logros: 1) la recuperación de la CELAC y el fortalecimiento de los lazos con América Latina en particular en materia de salud y autosuficiencia sanitaria; 2) la cooperación internacional para la movilidad humana sobre la base de un cambio de paradigma en la gestión migratoria para atender las causas de raíz y acciones como los acuerdos de Palenque, los programas de cooperación “Sembrando vida” y “Jóvenes construyendo el futuro” y la cooperación bilateral con Estados Unidos para el incremento de visas para mexicanos y la agilización de entradas para transmigrantes por México; 3) la estrategia legal y diplomática bilateral y multilateral contra el Tráfico de Armas enfocada en la responsabilidad de las empresas armamentistas.
Hay desbalances e imprecisiones en la enumeración de los logros de la diplomacia lopezobradorista. Por un lado, no se incluye en los países beneficiarios de los programas emblemáticos de cooperación a los países del llamado Triángulo del Norte que son prioritarios y si a Colombia, Ecuador, Haití y Venezuela y, por el otro, se atribuye como éxito de la diplomacia mexicana el enfoque multilateral adoptado por la Declaración de los Ángeles, cuando en realidad el núcleo negociador de países estuvo conformado por Estados Unidos, Costa Rica y Panamá y el presidente se negó a asistir a la IX Cumbre de las Américas en 2022 en protesta por la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela. También hay un descuido en la matriz de datos e indicadores de avances donde se repiten datos, se incluye información de temas ajenos y no están claros los criterios con los que seleccionó la información.
Es interesante observar que en el legado de logros no se haya incluido uno de los sellos narrativos más importantes de la diplomacia de la 4T que es la adopción de una Política Exterior Feminista y su compromiso con la igualdad de género. Resulta asombroso que siendo una candidata mujer no haya retomado la perspectiva de género como una prioridad de su visión internacional. Llama poderosamente la atención que una plataforma de izquierda que se presenta como la continuación de un gobierno progresista no incluya en su propuesta de política exterior ninguna referencia explícita a la Agenda 2030 ni a los graves problemas de financiamiento para el desarrollo que enfrentan los países del Sur Global. Una omisión no menor dado que el próximo gobierno tendrá la enorme responsabilidad de cerrar la brecha de cumplimiento y rendir cuentas con las metas que se propuso en materia de desarrollo sostenible.
El documento carece de elementos mínimos de diagnóstico sobre las tendencias mundiales y regionales que más afectan a México o sobre el estado de las relaciones bilaterales con países clave. No hay ni una palabra sobre los procesos de reforma de la arquitectura multilateral comercial o financiera ni sobre Europa, Asia, África y Medio Oriente y tampoco sobre las guerras en Ucrania y Franja de Gaza, la carrera armamentista, la erosión democrática, el proteccionismo, las crisis humanitarias o la transición tecnológica. Con Estados Unidos, la propuesta es “coordinación sí, subordinación no” y frente a la relocalización “impulso a la inversión extranjera sí”, “pero no queremos que vengan las empresas con bajos salarios para las mexicanas y mexicanos”.
La agenda internacional propuesta es sumamente acotada tanto en términos geográficos como temáticos e institucionales. Las únicas regiones de las que se habla son América Latina y el Caribe y América del Norte, se menciona a Estados Unidos y a nueve países latinoamericanos y caribeños que participaron en la Cumbre de Palenque, pero quedan fuera otros tan importantes como Canadá, España, China, India e incluso Brasil. Se enfatiza el papel constructivo de México en la solución de “los grandes desafíos regionales” en unos cuantos temas como seguridad, salud y migración y dar prioridad a la participación en solo cuatro organismos multilaterales: la Asamblea General de la ONU, la COP, el G20 y la CELA. Brillan por su ausencia las instituciones de Bretton Woods, la OMC, la OCDE, la OEA, la Alianza del Pacífico, la UE y el TIPAT además del Sur Global, los BRICS+ o un eventual proceso de reforma del Consejo de Seguridad.
En cuanto a las propuestas y acciones de gobierno, se establecen las siguientes cuatro prioridades: crear mecanismos de participación multisectorial y de coordinación interinstitucional, fortalecer el liderazgo internacional de México fincado en el ámbito regional, institucionalizar la gestión regional de la movilidad humana y fortalecer las capacidades de la cancillería. Si bien estos planteamientos resultan pertinentes, están formulados de manera tan general que caen en lugares comunes sin definiciones concretas en cuanto al tipo de acciones, políticas o cambios específicos para concretarlos o llevarlos a cabo. El lenguaje denota tensiones entre la aspiración de desplegar un liderazgo internacional y la falta de visión global además de cierto tinte soberanista que desentona con la realidad de una economía tan abierta como la mexicana.
La plataforma de política exterior de Claudia Sheimbaum es un esbozo de piezas sueltas sin diagnóstico ni definiciones sobre la identidad, el lugar y el papel internacional de México. Falta identificar las oportunidades y los riesgos, delinear los objetivos y los instrumentos y, sobre todo, dibujar un mapa amplio y completo de la compleja realidad global. Todo está por armar y la pregunta es si tiene el tiempo y el interés para hacerlo y sacar ventaja de contar en su equipo con un excanciller y un exembajador ante las Naciones Unidas.
Política exterior para la coalición fuerza y corazón por México
Como señalamos líneas arriba, la política exterior y la presencia de México en el mundo no ha sido prioridad para el gobierno actual. La nueva administración que comienza este 2024 tiene la oportunidad de replantear la presencia internacional del país en forma estratégica y con una visión de mediano y largo plazos.
La propuesta presentada por la Coalición Fuerza y Corazón por México, con su candidata a la presidencia, Xóchitl Gálvez, se plantea en ese sentido y es un importante punto de partida de lo que se puede hacer en y con el ámbito externo. En un documento que contiene propuestas para seis políticas públicas generales con 48 páginas, las cinco últimas son dedicadas a política exterior. El programa se conforma de seis ejes temáticos que buscan acabar con el desdibujamiento del papel de México en el Mundo:
- Multilateralismo y Responsabilidad Global
El mundo se encuentra en medio de graves problemas internacionales que van desde dos grandes guerras como la invasión de Rusia a Ucrania y la de Israel, Palestina y la región del Medio Oriente, hasta la violación de derechos humanos, el papel del crimen organizado internacional, el cambio climático y sus consecuencias y los riesgos de las democracias que requieren de una clara actividad multilateral y compromisos internacionales.
En este aspecto, el documento propone fortalecer las relaciones internacionales de México para impulsar el desarrollo y la prosperidad al mismo tiempo de participar con responsabilidad en los diferentes organismos multilaterales, formales e informales, con el fin de responder a los retos del siglo XXI y a la construcción de nuevos organismos y reformar los actuales.
- Diplomacia y Cooperación Internacional
Proponen actuar con base en los principios de política exterior y a partir del diálogo, la cooperación y respeto mutuo, buscando alianzas estratégicas para el crecimiento económico, social y tecnológico del país.
Piensan desarrollar una política exterior acorde a la realidad del país que aproveche su ventaja geográfica y sus vínculos con aliados estratégicos, en especial en América del Norte, Europa, Latinoamérica y también con Asia. Para esto, es necesario fortalecer a la Cancillería y al Servicio Exterior de Carrera que tanto se ha visto dañado durante este sexenio.
Mencionan que es también urgente que se acote la existencia de un muro militar en las fronteras norte y sur del país ya que esto limita el desempeño de una política exterior estratégica. Para cada región se presentan propuestas específicas acordes con los intereses nacionales que van desde el desarrollo de redes energéticas, informáticas y de infraestructura hasta la concreción de acuerdos bilaterales y multilaterales que no se han continuaron este sexenio, como es el caso con Europa, República Dominicana y Corea, entre otros.
- Migración y relaciones con Estados Unidos
Los temas de migración y seguridad son los de mayor preocupación en la relación México-Estados Unidos. Es importante promover la corresponsabilidad en estos temas dado que afectan a ambos países. Se propone instrumentar, en América del Norte, una política exterior integral, económica, social y cultural, así como replantear decisiones bilaterales en materia migratoria y de seguridad y evitar acciones unilaterales por parte de EUA.
- Economía y comercio internacional
Se habla de forma muy general de la necesidad de atraer inversiones y aprovechar el mercado de Norteamérica para el desarrollo e industrialización del país. Sugieren que se establezca una Red Eléctrica Regional, basada en energías limpias, en que integre Canadá, Estados Unidos, México, Centroamérica y Colombia. Además, buscarán, con la política exterior, favorecer la transición energética con el fin de cumplir con los compromisos en América del Norte y en Europa.
- Seguridad y defensa
Se propone trabajar con los países vecinos para reducir los riesgos del crimen organizado, la migración irregular y cualquier amenaza transfronteriza.
En los foros globales proponen ser activos en la defensa de la democracia y los derechos humanos en dónde se presenten problemas. Combatir el terrorismo y cualquier amenaza global y contribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.
- Desarrollo Sostenible y cambio climático
Buscarán promover cooperación internacional para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, proteger ecosistemas y a las comunidades vulnerables a los efectos del cambio climático.
Piensan fortalecer también la participación en foros como la COP, la CMNUCC y la Agenda 2030 y tomar las medidas necesarias para cumplir con los compromisos internacionales adquiridos. Además buscarán apoyar la transferencia de tecnología y conocimientos para mitigar los efectos del cambio climático en los países más desprotegidos.
Se observa que estos seis ejes temáticos son un excelente punto de partida para formular una política exterior estratégica. Ahora bien, el contexto internacional y los problemas bilaterales que vamos a enfrentar estos dos próximos años obligan a tener propuestas concretas en temas urgentes. Entre los más importantes tenemos el proceso electoral en Estados Unidos. México será tema y muy negativo, en las campañas tanto republicana como demócrata. Se requiere claridad para poder contestar a los ataques que habrán hasta las elecciones de noviembre.
Por otra parte, es importante contar con escenarios de cómo actuar después del resultado. Muy diferentes serán los impactos para México de la reelección de Biden o de la posible victoria de Trump, empezando por el hecho de que nuestra próxima presidente será mujer y él no le da crédito alguno a las mujeres.
En el escenario de la guerra comercial entre Estado Unidos y China, es necesaria una estrategia para que no nos afecte la relación bilateral. Los estadounidenses nos ven como un problema de Seguridad Nacional dado el acercamiento con China.
Se debe tener consciencia de que en la próxima revisión del T-MEC, la situación no será favorable para México. Tanto los estadounidenses como los canadienses están muy molestos por la falta de cumplimiento de reglas por parte del gobierno mexicano. En especial por el tema de falta de energías limpias pero también por el número de componentes chinos en los productos que entran a sus países. El nivel de presión puede ser tal que se habla de una posible expulsión de México del Tratado.
Por otra parte, recordemos que en materia de seguridad ya nos sacaron del Comando Norte por lo que nos ven también como un problema de seguridad tanto en materia de migración, seguridad, violencia y crimen organizado. Nos dejaron en el Comando Sur como a cualquier otro país centroamericano. Lo anterior nos obliga a replantear los términos de la negociación.
Hasta aquí algunas de las inminentes alertas que se tendrán que enfrentar en política exterior para el grupo que gane las elecciones, a partir del 2 de junio. No son escenarios fáciles ni lejanos. De ahí la necesidad de tener ya posibles soluciones.
Ucrania y Gaza: conflictos prolongados sin salidas que se vislumbren
A poco más de dos años de la invasión de Rusia a Ucrania, y a poco más de cinco meses del ataque de Hamás a Israel y la represalia masiva desplegada por el gobierno de Netanyahu en Gaza, el elemento común de ambos conflictos parece ser su prolongación y, eventualmente su peligrosa extensión más allá de los países y actores directamente involucrados. Por ahora, no se vislumbra ni tregua ni armisticio posible en ninguno de los frentes, y la prolongación de los mismos encierra más incertidumbres que soluciones posibles.
A estas alturas, la contraofensiva lanzada por el gobierno de Zelenski desde agosto de 2022 para recuperar las provincias ocupadas han tenido resultados modestos, aunque han logrado al menos frenar el avance de las fuerzas invasoras, que ocupan una quinta parte del territorio ucraniano, si se incluye a Crimea y las cuatro provincias que se mantienen bajo control ruso – Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia. Si bien el ejército ruso mostró que no tuvo la capacidad para tomar, como calculaba, la ciudad de Kiev y doblegar o destituir al gobierno de Zelenski, Ucrania ha mostrado también que, a pesar del apoyo moral de la comunidad internacional y de los recursos financieros y militares recibidos por países clave de la OTAN, no ha logrado recuperar el territorio ocupado por las fuerzas invasoras.
Pese a ello ni el gobierno de Zelenski, ni el de Putin, parecen vislumbrar un plan de paz. De hacerlo, Zelenski se pondría en una posición de debilidad ante su adversario por lo que tendría que reconocer que parte del territorio ocupado, si no es que la totalidad del mismo, pasaría del lado ruso. Para sus aliados de la OTAN, sobre todo los Estados Unidos, Francia, Alemania e Inglaterra, aceptar la partición de Ucrania mandaría un peligroso mensaje para otros países limítrofes o cercanos a la frontera rusa, como las tres repúblicas bálticas y Moldavia, y alentaría a otras potencias revisionistas a redefinir sus fronteras territoriales. Todo parece indicar que el conflicto se prolongará con desenlaces poco claros.
Lo mismo sucede en Gaza. A pesar de que las bajas de la población gazatí ya rondan los 30,000, que los civiles desplazados suman más de un millón y medio (de una población de poco más de dos millones), y que las precarias condiciones de vida han provocado una verdadera crisis humanitaria, Netanyahu parece estar determinado a continuar con sus ataques con el fin de liberar a los 136 rehenes que aún retiene Hamás, así como de liquidar a todos sus dirigentes clave. Al igual que en el teatro europeo, la confrontación en el Medio Oriente ha obligado a los países del bloque occidental a tomar una posición ante el conflicto, apoyando financiera y militarmente a Israel, pero impulsando la ayuda humanitaria a los gazatíes. La mediación de Egipto y Qatar en la negociación sobre treguas e intercambios de rehenes ha resultado crucial para mantener un punto de comunicación entre las partes beligerantes, en un momento en que Joe Biden aún no se ha pronunciado por un cese al fuego en la región, a pesar del voto favorable que dicha propuesta recibió por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas y de las movilizaciones y críticas internas desplegadas en su propio país.
En ambos conflictos, lo que está en juego es la recuperación y soberanía sobre territorios ocupados. Las provincias orientales y sureñas que colindan con el Mar Negro en el caso de Ucrania, y los territorios palestinos (Cisjordania y Gaza) que, de acuerdo con las resoluciones históricas de las Naciones Unidas, deberían conformar el estado palestino. Dado que ni Putin ni Netanyahu están dispuestos a negociar agravios territoriales, lo más probable es que ambos conflictos se mantengan en el impasse en el que se encuentran.
Sin embargo, mantener el estado de guerra en ambos teatros, sin hojas de ruta claras para lograr una solución pacífica, encierra la peligrosa posibilidad de ser escalados y arrastrar a otros países y actores al campo de batalla. Un escenario de esta naturaleza tendría consecuencias muy graves para la estabilidad y la paz mundiales. De hecho, en el caso de la guerra en Gaza, otras milicias cuyos centros de operación se encuentran en Líbano y Siria, y que reciben apoyo militar de Irán, ya están involucradas. A partir de enero de este año, las milicias hutíes ubicadas en Yemen, y que ya habían tenido confrontaciones con Arabia Saudita, empezaron a atacar la entrada al mar Rojo de buques que transportan bienes estratégicos y que provienen del o se dirigen hacia el Canal de Suez. Por su parte, el presidente francés Emanuel Macron, que hasta hace poco había intentado mediar entre Rusia y Ucrania, a finales del mes pasado ha empezado a insinuar que su país podría enviar tropas para romper el impasse en Ucrania. Aunque semejante posición pareciera tener un blanco más de política interna que externa —obligar a la ultraderecha francesa, liderada por Marine Le Pen, a deslindarse de Putin, cuyos seguidores parecen admirar— el giro deja entrever algo que quizás se discute tras bambalinas en las reuniones de la OTAN; a saber, que solo una contraofensiva mayor en la que participen soldados extranjeros, podría forzar una expulsión del ejército ruso de los territorios ocupados. De lo contrario, y ante la politización creciente en las legislaturas occidentales por mantener la ayuda financiera y militar hacia Ucrania, Zelenski tendrá que negociar, tarde o temprano, en condiciones de debilidad con Moscú. EP
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