Claudia Sheinbaum debe construir puentes con las fuerzas productivas, oposición y sociedad civil para formular una política exterior de Estado. Sin equilibrios y contrapesos, la economía mexicana sufrirá. La relación con EUA es clave: es urgente un giro positivo antes de la elección en 2025.
Texto de Roberta Lajous 18/06/24
Claudia Sheinbaum debe construir puentes con las fuerzas productivas, oposición y sociedad civil para formular una política exterior de Estado. Sin equilibrios y contrapesos, la economía mexicana sufrirá. La relación con EUA es clave: es urgente un giro positivo antes de la elección en 2025.
Claudia Sheinbaum prometió construir un segundo piso de la política exterior del actual gobierno pero, ante los escasos resultados del primero, sería mejor tender puentes con las fuerzas productivas, la oposición política y la sociedad civil para formular una política exterior de Estado. La aprobación del Plan C en septiembre, con buenos o malos modales, no cayó bien a los mercados, un indicador de la desconfianza sobre el deterioro del estado de derecho en México. La economía mexicana, una de las más abiertas del mundo, con un comercio internacional que representa el 88% del producto nacional bruto, entrará en problemas si se eliminan equilibrios y contrapesos al poder ejecutivo. México tenía una economía cerrada en los tiempos del partido hegemónico y no puede regresar al pasado sin crear un grave desajuste a la integración económica con sus socios de América del Norte.
De manera coincidente, Canadá y México hicieron a un lado sus políticas proteccionistas en la década de 1980. Justo cuando cayó el Muro de Berlín vislumbraron que la construcción de la Unión Europea y la apertura del Este los dejaría sin el equilibrio que aportaba el viejo continente a sus relaciones con Estados Unidos. Por ello, ambos países dieron un giro histórico y optaron por la negociación de un Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos. Apostaron por la integración económica regional como política de Estado que, hasta el momento, ha sido firme a pesar de cambios de gobierno en los tres países.
La globalización acelerada trajo mayor riqueza, sacó a millones de la pobreza y aumentó el consumo mundial. Sin embargo, provocó que algunas regiones del mundo se vieran más favorecidas que otras y, que dentro de cada país, los beneficios no se distribuyeran equitativamente. Surgieron electorados inconformes que se quedaron rezagados con el surgimiento de China en la economía mundial. La campaña de Donald Trump a la presidencia en 2016 recogió el resentimiento de los perdedores de la globalización y el candidato atizó contra México, los mexicanos y el TLCAN, al que llamó el peor tratado comercial.
Una vez en la presidencia Trump no pudo denunciar el TLCAN, porque sus asesores le hicieron ver que sería un suicidio electoral hacerlo, debido al alto nivel de integración entre las tres economías. Se requirió gran destreza diplomática de México, que Canadá secundó, para firmar en 2018 el T-MEC. Sin embargo, el gobierno de AMLO acumuló controversias dentro del tratado por su visión anticuada sobre la soberanía energética y alimentaria que exasperan a nuestros socios. Si Trump regresa a la presidencia, en enero de 2025, no tendrá la paciencia del presidente Biden para tratar con México. Biden ha sido cuidadoso porque necesita la cooperación de México para detener la creciente migración. No obstante, en plena campaña electoral, el propio Biden acaba de emitir una orden ejecutiva para cerrar la frontera si aumenta la migración. Mientras tanto Trump y los legisladores republicanos amenazan con medidas unilaterales —inclusive militares— contra México por el aumento de la migración y del contrabando de fentanilo.
“Sin embargo, el gobierno de AMLO acumuló controversias dentro del tratado por su visión anticuada sobre la soberanía energética y alimentaria que exasperan a nuestros socios”.
El equipo de transición de Sheinbaum requiere dar un giro positivo a la relación bilateral con Estados Unidos, la más importante para México, a fin de asegurar un buen comienzo con quien ocupe la Casa Blanca en enero de 2025. De lo contrario, la revisión del T-MEC en 2026 será muy atropellada. Existe el peligro de darle al traste, si México no garantiza que los contratos de inversión sean respaldados por la ley. Solo la continuidad de la interdependencia nos puede salvar de las acciones arbitrarias y será menos asimétrica conforme crezca nuestra economía.
Gane Biden o gane Trump ninguno de los dos podrá ser reelecto, así que México perderá la carta de negociación más poderosa que tuvo AMLO en su mandato: tratar de detener la migración. Apenas estamos a tiempo para iniciar un diálogo para atender el problema migratorio en sus orígenes —la falta de democracia, estado de derecho y, por lo tanto, de crecimiento económico— y evitar que recaiga todo el peso de los desplazamientos humanos sobre nuestra frontera. ¿Si el presidente Zedillo pudo sentar a la mesa —entre otros— a Cuba y los EUA para un diálogo regional sobre migración, por qué Claudia Sheinbaum no lo intenta para octubre, antes de las elecciones de noviembre? Puede tener buenos aliados con los mandatarios recién electos en Guatemala y Panamá.
La política industrial del presidente Biden promueve la integración económica de América del Norte y otorga facilidades para el retorno de la producción industrial hacia la región de la cual México forma parte. Los recientes aranceles que impuso Estados Unidos a China confirman la oportunidad para México y Canadá de sustituir esas importaciones. La mención al proceso de relocalización —nearshoring— fue frecuente en la pasada campaña presidencial de México, pero no basta con construir polos de desarrollo y parques industriales. Se requiere también un clima favorable para la inversión con educación de calidad, agua, energías limpias, comunicaciones e internet, en un contexto de seguridad y predictibilidad. México no está recibiendo la inversión que podría recibir por el nearshoring, porque se está dirigiendo a destinos más atractivos para el inversionista en Asia o, inclusive, en América Latina.
México debe promover una nueva imagen en los EUA y recuperar las alianzas que alguna vez tuvo en diversos sectores de la sociedad y de la geografía estadounidense. Hemos perdido amigos y aliados en el congreso por falta de atención y por el avance del crimen organizado. Tiene que mejorar la seguridad y el combate al crímen organizado en México, pero también se requiere de mayor cabildeo ante viejos y nuevos interlocutores. Es una tarea urgente mejorar la imagen de México si queremos recibir más inversión y más turismo, pero se cerraron los organismos de promoción del gobierno y se castigó al servicio exterior mexicano, en lugar de darle los recursos para desempeñar esa labor.
“Es una tarea urgente mejorar la imagen de México si queremos recibir más inversión y más turismo”.
Los gobiernos recientes descuidaron a nuestra comunidad en Estados Unidos que es parte de la nación mexicana. No se atendió de manera satisfactoria el voto en el extranjero y existe gran frustración entre nuestro paisanos que no pudieron votar. Habrá que hacer una evaluación y prever los cambios legislativos necesarios para satisfacer una legítima. Se reconoce a los mexicanos en el exterior por el envío de remesas, la fuente más importante de divisas en las comunidades más pobres, pero se les limita sus derechos políticos. Ellos son los mejores representantes de México en el extranjero.
Con la integración de México al G-20, en 2008, asumimos el liderazgo que ello implica. En su reunión en Río de Janeiro, en noviembre próximo, se podrá presentar la posición de México en temas prioritarios de la agenda como la transición energética, el desarrollo “justo y sostenible” y la reforma de las instituciones multilaterales. También se podrán reconstruir las relaciones con los principales países de América Latina, sin sesgos ideológicos. América Latina y el Caribe son nuestro entorno cultural y socioeconómico con mayor crecimiento a través de diversos mecanismos. El más dinámico es la Alianza del Pacífico. Requerimos el acompañamiento regional en cualquier iniciativa en los foros mundiales, por lo cual urge acabar los pleitos con Perú y Ecuador.
La pausa con España nos separó de la comunidad iberoamericana pero, sobre todo, de la Unión Europea, nuestro segundo socio comercial. No fue posible durante el gobierno de AMLO actualizar el tratado comercial que ya estaba negociado con los 27 países. Es una prioridad retomar la relación con Madrid, segundo inversionista en nuestro país y nuestra mejor puerta a Europa.
“No fue posible durante el gobierno de AMLO actualizar el tratado comercial que ya estaba negociado con los 27 países”.
La relación con China merece especial atención por la magnitud de nuestro déficit comercial y por la necesidad de coordinar la estrategia de comercio e inversión hacia ese país con nuestros socios de América del Norte, si el T-MEC ha de continuar vigente.
México debería promover la agenda verde en la COP-29 a celebrarse en Azerbaiyán el próximo noviembre. No hay causa más importante ni más urgente, pero se requiere dejar de priorizar las energías fósiles, para tener credibilidad como promotor de las limpias, requisito para cumplir con las metas en la reducción de gases tóxicos.
En síntesis, el próximo gobierno necesita hacer cambios en sus primeros 100 días para vincular mejor a México con el exterior. EP
