El segundo semestre de 2023, España ejercerá la presidencia de la Unión Europea. Previo al ejercicio, España tendrá elecciones municipales, en mayo, y nacionales, en noviembre o diciembre a más tardar, justo durante su presidencia. Las municipales serán un indicador del rendimiento electoral del partido en el gobierno (Partido Socialista Obrero Español) a nivel local, y le darán oportunidad al gobierno nacional de ajustar sus políticas un semestre antes de la gran elección que determinará la permanencia de Pedro Sánchez en la presidencia. No será la primera ni la última vez que un gobierno enfrenta elecciones durante la presidencia europea. Francia lo hizo en el primer semestre de 2022 cuando celebró elecciones presidenciales, en las que, por cierto, Emmanuel Macron se reeligió. La continuidad que dan los servicios civiles de carrera en Europa, les permite correr el riesgo de tener elecciones y arriesgar un cambio de gobierno, pero también de lucirse previo a los comicios en el ejercicio del liderazgo regional para cosechar más votos.

Sánchez ha declarado que buscará recuperar la presencia europea en América Latina y el Caribe durante el ejercicio de la presidencia española, y ha propuesto la celebración de una Cumbre Unión Europea-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), pospuesta desde 2015. Está echando toda la carne al asador. Como parte de la preparación, en agosto de 2022, Sánchez realizó una visita a Colombia, Ecuador y Honduras, en donde, más allá de la agenda bilateral, empezó a retomar el diálogo político con los nuevos gobiernos de la región en vistas a la Cumbre. Está pendiente en los próximos meses fortalecer el dialogo con Brasil por el liderazgo regional que se ha propuesto ejercer Luiz Inácio Lula da Silva, después del vacío que dejó Jair Bolsonaro.

El ingreso de España y Portugal a la Unión Europea, en 1986, significó, en política exterior, un acercamiento con América Latina y el Caribe. Fueron ambos países peninsulares que, con sus estrechos vínculos culturales y humanos, dieron relevancia a la relación con nuestra región. En casi 4 décadas se han tejido acuerdos con los países de la región en lo individual, aunque queda pendiente de ratificar el acuerdo Unión Europea-Mercosur (Mercado Común del Sur). Sin embargo, con la expansión de la Unión Europea para incluir a los países del Este, la relación con Latinoamérica perdió densidad. La caída el muro de Berlín ofreció posibilidades de inversión y comercio dentro de la propia Europa, que compitió con Latinoamérica. Los países que ingresaron tardíamente a la Unión Europea, se beneficiaron de pertenecer al mismo marco jurídico que las economías más pujantes de Europa para atraer inversión. Además, los países del Este tenían escasos vínculos históricos e interés en América Latina y el Caribe.

En 1990, México advirtió que la mirada europea se dirigía al Este y optó por una asociación comercial sin precedente con sus socios de Norteamérica. Pero no por ello dejó de insistir en la diversificación con un Acuerdo Global México-Unión Europea, ligado a un diálogo político y a un amplio proyecto de cooperación que entró en vigor en 2000. Hace 2 años que concluyó la negociación de la modernización y actualización de dicho Acuerdo, sin que haya sido aprobado por las instancias europeas. La presidencia española representa una oportunidad para avanzar la agenda de Latinoamérica ante la Unión Europea, y México no debe pasar por alto la oportunidad para llevar agua a su molino y asegurar la ratificación de todas las partes del nuevo Acuerdo Global en 2023.

Los riesgos de celebrar una Cumbre Unión Europea-CELAC son altos para España, pero las recompensas pueden ser grandes. Hay un acercamiento de varios líderes latinoamericanos al gobierno de Venezuela y señales de la vuelta a la mesa de negociación de Nicolás Maduro con la oposición, con un acompañamiento internacional, que podría finalizar la disputa sobre la representación de su gobierno. La Unión Europea está consciente del avance económico de China en Latinoamérica, tanto en comercio como en inversión, que la ha desplazado, y quiere recuperar terreno perdido, sobre todo en materia energética. Se va a requerir voluntad política de ambos lados del Atlántico para buscar un acercamiento efectivo cuando Europa está centrada en apoyar a Ucrania, mientras en Latinoamérica hay reticencia para aplicar sanciones económicas a Rusia.

La presidencia española de la Unión Europea es una oportunidad de acercamiento entre Europa y Latinoamérica que México no puede desaprovechar. Desde el establecimiento de relaciones diplomáticas, en 1977, hemos construido una relación con España de carácter estratégico que debemos fortalecer. Pocos países en el mundo tienen tanto que ofrecer a México en su relación bilateral como España, país que, además, ha sido el mejor abogado de nuestras causas frente a la Unión Europea, es nuestro segundo socio comercial y de inversiones, así como la principal fuente de cooperación internacional para el desarrollo. EP

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