Diversificación: un anhelo que no se cumple: México y la Unión Europea: el necesario retorno a la política

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2022.

Texto de 31/01/22

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2022.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Desde la institucionalización de la relación bilateral de México con la Unión Europea, el aspecto económico es el que más ha concentrado la atención de los sucesivos gobiernos mexicanos. Los años venideros deberán ser más políticos, si queremos mantener el interés mutuo en una relación bilateral doblemente estratégica. 

Por una parte, su aspecto más visible es que da acceso casi libre al comercio y a la inversión con una de las tres potencias económicas del mundo. Sin embargo, y en esto se diferencia del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), brinda estructuras permanentes para un diálogo político y de cooperación. Este segundo aspecto no ha sido utilizado cabalmente, mientras que el aspecto comercial, sobre todo de inversión, siempre ha sido el meollo del acuerdo para la parte mexicana. Para los europeos, en cambio, la parte política vestía al menos la misma importancia que la parte económica. 

Desde la primera negociación, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, México ha intentado minimizar la parte política, temiendo una intromisión europea en materia de democracia y derechos humanos. Asimismo, México ha intentado maximizar la parte económica, que era la única que realmente interesaba a nuestros negociadores. Para ello, México ha seguido el modelo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, luego el del T-MEC, y el de la serie de acuerdos de libre comercio que firmó en los cinco continentes.

La consecución de un acuerdo modernizado, en 2018, por el gobierno de Enrique Peña Nieto, y su conclusión, el primer gran éxito internacional del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, fueron logros importantes. A saber, estos logros mejoraron la parte económica y comercial, sin gran compromiso adicional en el rubro político, salvo una mejor inclusión de la sociedad civil en la relación bilateral.

Sin embargo, aún hace falta ratificarlo para que, finalmente, pueda entrar en vigor. Ese proceso obliga a México a cuidar los aspectos políticos de la relación. En efecto, los aspectos puramente técnicos ya están resueltos. El proceso de ratificación es más delicado y requerirá, en los próximos meses, la mayor atención por parte de México para evitar que se pongan trabas a la aplicación efectiva del nuevo acuerdo. Los obstáculos que pusieron algunos países (en particular Francia, que es uno de los países más relevantes en la negociación y que ostenta la presidencia de la Unión Europea de enero a junio de 2022, en plena campaña presidencial) a la negociación o a la entrada en vigor de acuerdos con países cuya imagen es mejor que la de México en Europa (Australia, Canadá y Chile), nos obligan a ser cuidadosos y no dar por hecho la buena relación con Europa. Esa será la tarea del gobierno mexicano y de sus diplomáticos. 

Un momento delicado

Será una tarea delicada, pues hay varios factores que apuntan a un alejamiento entre las dos partes. Uno de estos factores es la pérdida de interés geopolítico en América Latina por parte de los europeos, sobre todo ante escenarios más prioritarios y crisis más graves, con consecuencias a largo plazo para China y a corto plazo para el continente, como Rusia, el Medio Oriente y África.

Otro de los factores es la pérdida de interés por parte de México en tener un papel activo en el escenario internacional fuera de América Latina. Europa es menos importante para México y lo hace un socio y aliado menos interesante para Europa. 

Por otro lado, están las divergencias de sensibilidad entre las dos partes sobre los grandes problemas de América Latina: Cuba, Nicaragua y Venezuela. De igual forma, destaca el menor interés hacia la liberalización comercial y el fin de la edad de oro de los acuerdos de libre comercio, tanto para la parte europea como para la parte mexicana. La pandemia de covid-19 acentuó esta nueva percepción y complica las relaciones comerciales.

Un factor más es el deterioro de la imagen de México en Europa, por razones económicas y políticas. En materia económica, se encuentra el anémico crecimiento económico, aunado a decisiones que preocuparon a los europeos en materia de energía y de clima. En materia política, la situación de seguridad de México sigue siendo una fuente de preocupación.

Cuidar la relación política

Solo un acercamiento político permitirá una rápida ratificación y entrada en vigor del acuerdo mejorado. El Acuerdo Global contiene todos los elementos institucionales para estrechar los lazos entre las dos partes y, a la manera neofuncionalista, crear lazos tan fuertes que la relación sea inescapable.

A pesar de la pandemia y de la ausencia del gobierno de México en los grandes frentes internacionales fuera del continente americano, en los últimos meses la dinámica propia del acuerdo creó una fuerza de inercia que permitió convocar encuentros bilaterales en ámbitos importantes para el país. Sin embargo, la relación permanece atónica. Así, la reunión de alto nivel, la más importante en la relación, se dio solamente en presencia de los segundos a bordo: la Subsecretaria de Relaciones Exteriores, Carmen Moreno Toscano, y el Secretario General Adjunto para Asuntos Políticos del Servicio Europeo de Acción Exterior, Enrique Mora. La declaración fue convenida sin mayor entusiasmo, compromiso o significado. Tampoco anunció unos cambios o una profundización de la relación, más allá del voto piadoso, de una rápida firma (pero, ¿de quién depende sino de las dos partes que se acababan de reunir?), ratificación y entrada en vigor del acuerdo. El Presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, viajó México sin que esta visita diera más visibilidad a la relación o fuera reciprocada. En otros temas que fueron objeto de reuniones este año, en particular con la sociedad civil o los parlamentarios europeos, la relación política de México estuvo más debatida. 

Conclusión

Por ende, los próximos meses serán importantes para la relación bilateral. Esta relación es resiliente y podemos contar con un acuerdo ya existente, que permitirá seguir dando estabilidad y seguridad a los intercambios comerciales, las inversiones y el diálogo político. Sin embargo, el lento proceso de firma y ratificación, después de unas rápidas negociaciones técnicas, nos habla de una falta de interés mutuo que poco a poco se traduce en un alejamiento político. A mediano plazo, este alejamiento también repercutirá en la salud de nuestras relaciones económicas. Contrarrestar este alejamiento implica mejorar la relación política, en particular, en dos ámbitos: el cambio climático y los derechos humanos (la Unión Europea siempre ha considerado el respeto a los derechos humanos como un “elemento esencial” que, desde el primer acuerdo, sustenta las políticas externas e internas de ambas partes. Incluso, ha dedicado montos relevantes a la protección de estos derechos, mediante el Programa de Acción Plurianual 2018-2020, para apoyar a la sociedad civil y a los defensores de los derechos humanos en México). A falta de resultados rápidos, por lo menos, tenemos que demostrar interés en estos dos ámbitos. EP

Documento completo: Desafíos para la política exterior de México en 2022
Desafios-para-la-politica-exterior-de-Mexico-en-2022_03

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