El quehacer de la inteligencia y la política exterior

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan la actual política exterior y el debilitamiento institucional.

Texto de 20/07/22

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan la actual política exterior y el debilitamiento institucional.

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La seguridad es el tema que históricamente ha encabezado la agenda de política exterior de los Estados. La integridad territorial y de su población y la continuidad institucional, son la prioridad de cualquier Estado. Los potenciales riesgos y amenazas a estos elementos constitutivos del Estado se definen en una agenda de riesgos. 

Desde tiempos inmemoriales, la mayor parte de las entidades políticas han contado con unidades dedicadas a recolectar y procesar información sobre su agenda de riesgos. Históricamente, estas actividades han estado prioritariamente encaminadas a la defensa y a las acciones militares, en tiempos modernos las amenazas se han diversificado y multiplicado en el marco de la globalización, lo que exige a los Estados aparatos cada día más sofisticados para la protección y la promoción de sus intereses.

La inteligencia va mucho más allá del espionaje; es una metodología de recolección, análisis y procesamiento de información a efecto de identificar la magnitud de las amenazas y actuar en consecuencia. Pero la inteligencia no solo sirve para las acciones defensivas y de protección, también resulta fundamental para detectar y aprovechar áreas de oportunidad que no están necesariamente vinculadas con el quehacer militar. Todos los Estados dependen hoy del exterior, en mayor o menor medida, para el abastecimiento de alimentos, energía, agua, materias primas, tecnología y conocimiento, componentes imprescindibles para sostener sus programas nacionales de defensa, desarrollo y bienestar.

Todo esto ha llevado al desarrollo de aparatos de inteligencia sumamente sofisticados en los que se invierten cada año cuantiosos recursos; de este trabajo dependen muchas de las decisiones cruciales de los jefes de Estado y de gobierno. El mundo se ha convertido en un gran tianguis de información en el que múltiples jugadores recolectan, procesan, intercambian y explotan información de inteligencia. Muchos de ellos dedican también recursos a acciones de contrainteligencia, esto es, a buscar confundir y desorientar a los aparatos de inteligencia de sus enemigos o competidores. 

Los aparatos de inteligencia más modernos cuentan con personal altamente capacitado, tecnología de vanguardia y sistemas de información y análisis muy sofisticados para cumplir sus funciones. La mayor parte de los Estados aprovechan sus embajadas y consulados para recabar información en todos los campos de su interés. Esta información usualmente se procesa en las capitales, que es en donde se diseñan las estrategias y se toman las decisiones.

En México no es sino hasta 1989 que se crea formalmente el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) y se forma una unidad de inteligencia para asuntos internacionales. Dada la amplitud y complejidad de la agenda internacional, en la mayor parte de los Estados estas unidades están en manos de los aparatos civiles, que son los que coordinan y direccionan el trabajo en la materia. 

Existe en México un Consejo de Seguridad Nacional en el que en principio debería conformarse y aprobarse la agenda internacional de riesgos a efecto de asegurar su transversalización y de ordenar los trabajos en este ámbito. En la mayor parte de las democracias modernas, la agenda internacional de riesgos es un documento público en el que se señalan las amenazas y las estrategias a seguir. No es el caso de México, en donde cada dependencia del gobierno federal ve sus asuntos con el exterior sin existir una coordinación adecuada.

Actualmente, México cuenta con 80 embajadas, 67 consulados, 7 misiones permanentes ante organismos internacionales y tres oficinas de enlace en el exterior. Sin embargo, no existe una agenda de riesgo internacional, una estrategia ni un programa sistematizado de recolección, procesamiento y explotación de la información. Tampoco existe un programa de profesionalización del personal para realizar estas labores. Si bien en las principales representaciones existen oficinas del CISEN —ahora Centro Nacional de Inteligencia—, de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina y otras dependencias del gobierno federal, carecemos de una estrategia y un plan de búsqueda con la coordinación necesaria. Cada dependencia investiga sobre los temas de su interés y solo reporta a sus superiores. En muchos casos el embajador no tiene mayor idea de lo que hacen los representantes de otras dependencias. 

La cooperación internacional en materia de inteligencia es una materia delicada. Para que esto suceda es necesario construir relaciones de confianza que llevan años o décadas. La información no solo es valiosa, sino también genera riesgos, para quienes la generan y para quienes la operan. Los constantes cambios en las instituciones rompen la continuidad de estos procesos y llevan la cooperación a niveles muy bajos. No existe la confianza, pero tampoco los mecanismos necesarios para el intercambio y explotación responsable de la información. Es el caso de nuestro país. México, por su ubicación geopolítica, interacción e intereses con el exterior, requiere de un aparato de inteligencia internacional acorde con sus necesidades. Existen las capacidades y la experiencia para desarrollarlo. El detonador es la decisión política. El medio, un diseño institucional que asegure la recolección, el procesamiento y la explotación de la información de una manera eficiente y ordenada. El costo de hacerlo está muy por debajo de los beneficios. EP

Documento completo: Política exterior y debilitamiento institucional

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