La relación con Estados Unidos: El escenario económico mundial

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2022. En este texto, Francisco Suárez Dávila, Isidro Morales y Luis Herrera Lasso abordan el escenario económico mundial dentro de la relación con Estados Unidos.

Texto de , & 05/01/22

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2022. En este texto, Francisco Suárez Dávila, Isidro Morales y Luis Herrera Lasso abordan el escenario económico mundial dentro de la relación con Estados Unidos.

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Tendencias y escenarios centrales 

Luego del impacto de la pandemia de covid-19, la recuperación mundial continúa, aunque su dinámica se ha debilitado recientemente. Para 2021, se espera un crecimiento mundial de 5.9%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), y de 5.7%, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); para 2022, las estimaciones del FMI son de 4.9% y las de la OCDE de 4.5%. Como se observa, son bastante coincidentes.

Por su parte, las previsiones oficiales para México son muy parecidas. Sin embargo, las perspectivas son más favorables para los países avanzados, que presentarán fuertes repuntes, como Canadá, Estados Unidos, los países europeos y algunos asiáticos, que alcanzarían, en 2022, los niveles previos a la pandemia.

También hay buenas perspectivas para países de ingreso medio, sobre todo para los exportadores de materias primas, que se benefician de precios favorables. Tal es el caso de Sudamérica. En cambio, hay tendencias muy desfavorables para los países más pobres, que son importadores netos de alimentos y energéticos, con altos niveles de endeudamiento y severa escasez de vacunas.

De igual forma, se perciben diferencias dentro de los grupos regionales. La mayor diferencia se percibe entre los países que han avanzado en la aplicación de vacunas contra el covid-19 a niveles superiores al 60% de la población y que han instrumentado las políticas más amplias de apoyo económico y social. 

Resulta importante que se mantengan los programas de estímulo fiscal, como los planes de Joseph R. Biden, y las políticas monetarias anticíclicas, a pesar de que se han registrado altos niveles de déficit, de endeudamiento y de expansión monetaria, que tarde o temprano tendrán que ajustarse. La apuesta es que esto se dé de manera gradual y no abrupta. Una buena noticia es que ya se aprobó el plan de infraestructura del gobierno de Biden, conocido como la Ley para Invertir en Estados Unidos. También, eventualmente, se aprobará la Ley de Reconciliación Presupuestal para Reconstruir Mejor a Estados Unidos, que contará con un presupuesto de 1.75 billones dólares para invertir en materia social.

Para México hay una oportunidad de profundizar en el marco del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), con acuerdos que vayan más allá del comercio, para aprovechar los espacios de intercambio comercial con China, ampliar la competitividad de la región y lograr acuerdos regionales de mano de obra para atacar los cuellos de botella que Estados Unidos enfrentará. La Cumbre de Líderes de América del Norte, que se reanudó, puede ser un impulso hacia una nueva estrategia regional, que dinamice el T-MEC, después de varios años.

Hasta ahora, y después de la tregua comercial acordada entre Beijing y Washington en febrero de 2020, el arancel promedio de China respecto de las exportaciones estadounidenses es de 20.7% (mientras que para el resto de los países es de 6.1%), y el de Estados Unidos respecto de las mercancías chinas es de 19.3% (mientras que para el resto del mundo es de 3%). Los aranceles impuestos cubren 66.4% de las exportaciones chinas y 58.3% de las estadounidenses. 

El grueso de los aranceles, de acuerdo con Chad Bown del Instituto Peterson de Economía Internacional, va dirigido hacia insumos intermedios y han afectado industrias como la de alimentos preparados, equipo de transporte, textil y confección, metales, plástico y hule, y, en menor medida, maquinaria y químicos. Ante este panorama, se abren oportunidades para que las empresas asentadas en Estados Unidos reubiquen sus cadenas de valor hacia México en las industrias mencionadas. Las pequeñas y medianas empresas ubicadas en México podrían beneficiarse si logran eslabonarse con las cadenas mejor posicionadas para elevar sus exportaciones hacia Estados Unidos.

Las tensiones geopolíticas existentes entre China y Estados Unidos, sobre todo en el Sudeste Asiático y en los países circundantes del mar de China Meridional, podrían, eventualmente, activar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en el que México, como miembro no permanente, tendría que asumir decisiones en materia de Derecho del mar (que China no reconoce), territoriales y el uso legítimo de la fuerza. Las decisiones mexicanas tendrán que balancear sus objetivos históricos y de largo plazo de política exterior, y los esfuerzos del gobierno actual por construir un acercamiento con China, tanto en materia sanitaria (vacunas contra el covid-19), cultural (Instituto Confucio) y económica (inversiones).

Riesgos que inciden sobre el escenario más favorable: los “cisnes negros” 

En primer lugar, se encuentran los nuevos ciclos de pandemia generados por las nuevas variantes, como Delta y Ómicron. La pandemia puede transformarse en los países avanzados de “epidémica” a “endémica”.

En segundo lugar, están los serios problemas de los países más pobres causados por falta de vacunas y de recursos, que deben representar una prioridad humanitaria para la cooperación internacional. No hay control posible de la pandemia si no se existe un control razonable en todas las regiones.

En tercer lugar se encuentra el serio problema de oferta de suministros en algunas cadenas productivas: los semiconductores en el sector automotriz, cuellos de botella en el transporte marítimo, con fuerte aumento en fletes, escasez de energía, materias primas y alimentos. Todo esto significa presiones inflacionarias y limitaciones de oferta en algunos productos. La revista The Economist habla de “la economía de la escasez”.

Como cuarto “cisne negro”, los economistas y los politólogos hablan ya de la primera crisis energética de la “era verde” o de la transición energética. La volatilidad de los precios del gas en Europa, que han elevado los precios de la electricidad y de las gasolinas, muestra las consecuencias del desplome de las inversiones en las industrias fósiles, provocado por la pandemia y por el interés creciente por invertir en energías limpias y renovables. Sin embargo, el futuro de las energías renovables todavía es incierto debido a la incertidumbre en las innovaciones tecnológicas, que podrían inclinar los mercados hacia tecnologías de frontera, como el hidrógeno verde o la fotovoltaica a través de satélites. 

Los desfases entre inversión e innovación tecnológica podrían hacer recurrentes este tipo de crisis, lo que podría romper los consensos y el entusiasmo de las sociedades industrializadas y sus respectivas poblaciones hacia la descarbonización progresiva de sus economías en 2050, como se propone en el Acuerdo de París sobre cambio climático. En México, este “choque verde” ha alimentado las presiones para la estatización y la recarbonización de la industria eléctrica, como se plantea en la iniciativa presidencial de reforma constitucional.

En quinto lugar, se presentan presiones inflacionarias globales. En Estados Unidos, la inflación alcanza niveles históricamente altos de 6%, al igual que en México. Los organismos financieros internacionales aún consideran que la inflación es transitoria y que bajará para mediados de 2022. Hay el riesgo, sin embargo, de que se agudicen las presiones inflacionarias y de que la Reserva Federal y otros bancos centrales deban introducir una contención monetaria prematura, mediante el alza de tasas de interés y un control de la liquidez, lo cual impactará a todos los países emergentes endeudados, incluyendo a México y el peso mexicano, y provocará turbulencias a los mercados financieros.

Por último, en sexto lugar, se encuentra el hecho de que el estatus de país receptor de migración (destino y tránsito) no cambiará. Esto implica contemplar programas y recursos para atender este fenómeno. 

Perspectivas económicas para América Latina

El Informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe 2021 confirma para la región en su conjunto los elementos de análisis precedentes: después de que en 2020 América Latina sufrió la peor contracción desde 1900 (-6.8%) y el peor desempeño entre todas las regiones en desarrollo, se espera para 2021 una tasa de crecimiento del 5.9% y, para 2022, del 2.9%, coincidente con las cifras para México. Los síntomas fueron para toda la región la caída histórica de ocupación, particularmente mujeres y jóvenes, aumentos de pobreza y desigualdad, cierres de pequeñas y medianas empresas, y destrucción de capital humano. 

La recuperación se explica por la flexibilización de la oferta, la mayor movilidad de personas, la aplicación amplia de vacunas, los apoyos de política monetaria y fiscal, el impulso del crecimiento de Estados Unidos, las remesas y, desde luego, el efecto rebote. Subraya la “heterogeneidad” de los resultados. Sudamérica, como exportadora neta, se ha beneficiado del alza de los previos de las materias primas. En cambio, Centroamérica y el Caribe, como importadores netos de alimentos y combustibles, sufren un gran deterioro. Hasta ahora los mercados financieros han sido favorables a la emisión de valores soberanos.

The Economist, en forma un tanto insólita, presenta un artículo optimista, hablando de que “las economías de la región tienen la oportunidad de lograr avances”. Este optimismo refleja las posibilidades por los precios y la exportación de materias primas, la recuperación de China y Estados Unidos, y las oportunidades comerciales derivadas de las tensiones entre ambos. Las expectativas de crecimiento para 2021 para Argentina, Chile, Colombia y Perú oscilan en torno a 10%; solo Brasil 5%. Me parece optimista por los riesgos apuntados y, sobre todo, las turbulencias políticas y electorales en Brasil, Chile, Colombia y Perú, y sus efectos sobre la economía. 

Variables de seguimiento 

De los escenarios antes mencionados se desprenden algunas variables que resultan centrales para la evolución económica mundial, con afectaciones en México, y que exigen un cuidadoso seguimiento con indicadores precisos: 1) la evolución de la pandemia de covid-19 (con todas sus secuelas económicas y sociales); 2) la crisis energética, la escasez y el aumento de precios, todo agudizado por la turbulencia de una reforma eléctrica suicida; 3) la crisis de oferta de suministros que afecta costos de transporte y cadenas productivas, lo que puede reducir el crecimiento; 4) la agudización de la inflación mundial, que ocasionará políticas monetarias restrictivas, en liquidez y alza de tasas de interés; 5) mayores efectos negativos del cambio climático, como inundaciones, huracanes, escasez de alimentos, entre otros; 6) el conflicto económico entre China y Estados Unidos, y 7) la evolución de los flujos migratorios en el hemisferio. EP

Documento completo: Desafíos para la política exterior de México en 2022
Desafios-para-la-politica-exterior-de-Mexico-en-2022_03

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