Modelos para medir la realidad social: las encuestas en México

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Condiciones indispensables para la conformación de un Estado democrático y de derecho, coordinada por Susana Chacón, José Antonio Crespo y Guillermo Knochenhauer.

Texto de 15/01/24

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Condiciones indispensables para la conformación de un Estado democrático y de derecho, coordinada por Susana Chacón, José Antonio Crespo y Guillermo Knochenhauer.

Tiempo de lectura: 9 minutos

“Buenos días, soy…, trabajo para una empresa encuestadora, y estamos realizando una encuesta sobre… para conocer…; Usted / Su hogar / Su empresa ha sido seleccionado(a) para representar a otras personas / hogares / empresas como usted en este estudio, y quisiera hacerle unas preguntas. Sus respuestas son confidenciales; solo se usarán en forma agregada con otras, para producir estadísticas nacionales / estatales / regionales.”

A diario escuchamos en la radio, vemos en televisión, leemos en periódicos, revistas o informes, los resultados de las encuestas más recientes sobre los temas más diversos. Con base en ellas se compara, alaba, defiende, justifica, reprocha o ataca a instituciones, organismos, administraciones, programas, proyectos, funcionarios, grupos, partidos políticos, personalidades, o sociedades enteras. También se usan para intentar explicar el pasado, conocer el ambiente presente y prever el comportamiento futuro de variables socioeconómicas o actitudes de grupos sociales.

“Pero, ¿qué son las encuestas? ¿Cómo se hacen? ¿Qué alcance tienen?”

Pero, ¿qué son las encuestas? ¿Cómo se hacen? ¿Qué alcance tienen? La respuesta es tan amplia y diversa como el número de empresas o instituciones, nacionales y extranjeras que las solicitan o realizan.

El investigar un tema por medio de una encuesta generalmente conduce a realizar esta con base en una muestra de la población que se quiere estudiar (la excepción son los censos). El hacerlo así reduce considerablemente los costos de la investigación y, aunque parezca paradójico, un diseño y tamaño adecuado de muestra permite un mejor control en la calidad, precisión y confiabilidad de los datos que se miden.

La característica metodológica crucial de la encuesta es que el procedimiento que utilice para seleccionar a los encuestados y procesar la información permita inferir conclusiones válidas sobre el tema investigado para la población de interés. Si el diseño de una encuesta no tiene esta característica, los resultados e interpretaciones que escuchamos, vemos y leemos por lo general no son válidos, y en el mejor de los casos solo se refieren a la muestra particular de encuestados.

Otro elemento fundamental es un cuestionario corto y sencillo que permita registrar en forma clara las respuestas del informante a preguntas relevantes (para él y la investigación), entendibles para el encuestador y el encuestado, y bien estructuradas alrededor del tema investigado. Una regla de oro es: ”No preguntar nada que no tenga a priori un uso específico”, regla que es violada de manera cotidiana.

Antecedentes

En la segunda mitad de la década de los 60 y principio de los 70, las encuestas nacionales de hogares (ENH), en la región de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), recibieron un fuerte impulso con la aparición y promoción de la documentación técnica, en español, de la metodología del Current Population Survey (CPS) del Buró del Censo de los Estados Unidos de América,1 promovida en conjunto por la United States Agency for International Development (USAID) y el Inter American Statistical Institute (IASI), “Atlántida: A case study in household sample surveys.”

México no fue la excepción. En 1972 inició la Encuesta Nacional de Hogares (ENH),2 en la entonces Dirección General de Estadística (DGE); era de usos múltiples y contaba con un módulo sobre fuerza laboral al que se le denominó Encuesta Continua de Mano de Obra (ECMO), misma que, a partir de 1977, tomó el nombre de Encuesta Continua sobre Ocupación (ECSO); en 1983, coincidiendo con la creación del INEGI, cambió a Encuesta Nacional de Empleo Urbano (ENEU), esquema que se mantuvo vigente durante 20 años —en paralelo con la Encuesta Nacional de Empleo (ENE)—, para dar paso en el 2005 a la actual ENOE. Por cierto, Clara Jusidman es una de las principales estudiosas del concepto de población económicamente activa; ella partió de los resultados de los censos de población mexicanos 1895-1970, y más adelante lo afinó al iniciar la ENH.

Actualidad

Con rapidez el INEGI creció en número de encuestas sobre información demográfica y social regulares: Encuesta Nacional de los Hogares (ENH), Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID), Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor (ENCO), Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT). Estas, a su vez, cuentan  con módulos, como: Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social (ENESS), Encuesta Nacional de Inserción Laboral de los Egresados de la Educación Media Superior (ENILEMS), Módulo de Condiciones Socioeconómicas de la ENIGH (MCS-ENIGH), Módulo de Educación, Capacitación y Empleo (MECE), Módulo de Hogares y Medio Ambiente (MOHOMA), Módulo de Movilidad Social Intergeneracional (MMSI), Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico (MOPRADEF), Módulo de Trabajo Infantil (MTI), Módulo de Trayectorias Laborales (MOTRAL), Módulo sobre Eventos Culturales Seleccionados (MODECULT), Módulo sobre Lectura (MOLEC).

Además, existen encuestas especiales: Características de las Localidades y del Entorno Urbano, Encuesta Intercensal, Encuesta Demográfica Retrospectiva (EDER), Encuesta Laboral y de Corresponsabilidad Social (ELCOS), Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (ENBIARE), Encuesta Nacional de Consumo Cultural de México (ENCCUM), Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGASTO), Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF), Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI), Encuesta Nacional de Vivienda (ENVI), Encuesta Nacional sobre Acceso y Permanencia en la Educación (ENAPE), Encuesta Nacional sobre Consumo de Energéticos en Viviendas Particulares (ENCEVI), Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG), Encuesta Nacional sobre las Finanzas de los Hogares (ENFIH), Encuesta Nacional sobre Prácticas de Lectura, Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento en México (ENASEM), Encuesta Origen Destino en Hogares de la Zona Metropolitana del Valle de México (EOD), Encuesta sobre el Seguro Médico para una Nueva Generación (ESMNG), Encuesta sobre la Penetración de Televisión Abierta en los Hogares (ENPETAH), Módulo de Condiciones Socioeconómicas.

Aquí no acaba, pues luego están clasificaciones similares para las encuestas sobre información económica: regulares (5 mensuales, 5 anuales), módulos (3) y especiales (8). Después están las de Seguridad Pública e Impartición de Justicia: regulares (5), módulos (1) y especiales (11). No me detendré a enumerarlas.

El principal argumento que sustenta la frecuencia de las encuestas regulares, en particular las mensuales y trimestrales, es la estacionalidad de los parámetros que miden.

¿Ya sufren de indigestión estadística por la frecuencia y diversidad de las mediciones? Pues hay más.

“El que dos o más encuestas estimen el mismo parámetro, y coincidan o difieran en un orden de magnitud “razonable”, nos da confianza en el acercamiento al valor “real” del mismo…”

Hay situaciones en que encuestas distintas, oficiales y no oficiales (es decir, la academia, las organizaciones de la sociedad civil, entre otros) investigan el mismo tema, al mismo tiempo. Hay que reconocer que la redundancia, aunque costosa, en ocasiones es saludable y hasta deseable. La convergencia de resultados conforta tanto al usuario como al productor de la encuesta. Sin embargo, abundan más los ejemplos donde la duplicidad de encuestas lleva a resultados tan divergentes que confunden sobre el tema, dan material para artículos jugosos, confrontan a los distintos productores, y desperdician recursos cada vez más escasos.

El que dos o más encuestas estimen el mismo parámetro, y coincidan o difieran en un orden de magnitud “razonable”, nos da confianza en el acercamiento al valor “real” del mismo, y nos despreocupamos de cómo se obtuvieron las distintas estimaciones. Cuando los resultados difieren “significativamente”, cuestionamos o descalificamos a una o todas las encuestas. ¿Con qué elementos? Generalmente con pocos elementos técnicos, tanto por el desconocimiento de la metodología y de los procedimientos operativos de cada encuesta, como por los problemas inherentes a cualquier medición, mismos que desconocemos o decidimos ignorar.

Desagregación

Al importar el enfoque del CPS, se incluyó como objetivo llegar no solo a igualar su periodicidad, sino también el nivel de desagregación. En particular, la estructura político-administrativa-presupuestal de los Estados Unidos de América le permite tener los recursos y capacidades para reaccionar al dato mensual de las estadísticas de empleo a nivel local (alcaldías de grandes ciudades, áreas metropolitanas, municipalidades, estados), e incidir con acciones inmediatas y locales que intentan modificar los principales indicadores de desempleo, cuando así se requiera, y ver el impacto de estas en la siguiente medición.

Con menor énfasis, este objetivo se heredó en algunas de las otras familias de encuestas en México.

¿Puede el lector enumerar qué alcaldías, zonas metropolitanas, gubernaturas tienen la misma capacidad de reacción al dato cada vez que se publica alguna de las encuestas regulares? Difícil, no imposible, pero difícil. También lo es a nivel de autoridades federales responsables de cada tema. A pesar de ello, la presión crece para desagregar aún más; en ocasiones, en lugar de ampliar los tamaños y dispersión de las muestras, se utilizan técnicas de estimación para áreas pequeñas.

Alternativas

¿Por qué no espaciar más las mediciones y reducir las desagregaciones? El ahorro sería sustancial. Además, se tendría más tiempo para digerir los resultados, definir acciones a tomar, convencer a los responsables para actuar; ya tomadas, habrá más tiempo para que permeen y tengan impacto (ojalá en el sentido deseado) antes de la siguiente medición. Y de vuelta al siguiente ciclo, mejorar lo que se deba.

El INEGI dejaría de trabajar a tope, con ritmos y fechas de entrega estresantes, con menos personal de campo, pero más calificado y eficiente. Los informantes que generosamente regalan su tiempo en contestar las distintas encuestas, tendrían un respiro en las que son regulares con esquema de panel. El presupuesto pagado con recursos públicos tendría un respiro.

¡No se puede! La inercia resulta una fuerza casi imparable.

Las autoridades locales y federales protestarían: “¡Cómo que espaciar las mediciones! ¡Cómo que ya no tendré “mis” resultados locales! ¡Me hacen mucha falta para mi toma de decisiones!”

La academia protestaría. Tantas tesis, artículos, series a modelar, etc. Valiosas sin duda, pero pocas transitan al terrenal uso cotidiano de hallazgos.

¿Cómo llegar a un compromiso? Recordemos la frase anglosajona: ‘It take two to tango’. En nuestro dilema, son tres y no dos los involucrados: el binomio usuario-productor, y el informante.

Usuario–Productor

En general, quienes diseñan y levantan encuestas (productores), ya sean organismos públicos o privados, usualmente lo hacen para uno o varios clientes (usuarios), no para consumo propio. La relación productor-usuario para determinar el objetivo y alcance de la encuesta siempre es difícil. El usuario tiene dificultad en expresar en términos operativos lo que necesita y el grado de precisión y confianza que le es suficiente. Es responsabilidad del productor ayudar al usuario a definir sus requerimientos y hacerle explícito, desde el inicio, las limitaciones de los resultados posibles por medio de encuestas.

¿Por qué y para qué necesita información el usuario? El conocimiento cabal de los objetivos permitirá al productor serio y profesional señalarle al usuario alternativas a la encuesta, cuando las haya. En no pocas ocasiones las hay: ya sea una fuente distinta, datos de registros administrativos o censales, o una encuesta reciente que investigó temas similares. Muchas variables de interés no son tan dinámicas como se piensa, y datos censales o de encuestas anteriores pueden ser suficientes.

“[…] quienes diseñan y levantan encuestas (productores), ya sean organismos públicos o privados, usualmente lo hacen para uno o varios clientes (usuarios), no para consumo propio.”

Respecto a las encuestas existentes, un patrón común es que son poco analizadas. Antes, el pretexto era la dificultad de acceso a los datos básicos por parte de usuarios distintos a los que la originaron y, por otro lado, la facilidad con que se satisface al usuario original poco exigente. Hay obligación ante la sociedad de aprovechar al máximo la información que nos proporciona la población investigada.

Argüir que los datos disponibles “no son actuales” o que se pueden “hacer mucho mejor” es discutible. Es más reto para el usuario sacarle provecho a la información existente, reconociendo las limitaciones que tenga, que plantear una “nueva y mejor” encuesta. Lo último es la salida fácil.

Será necesario hacer compromisos y concentrarse en las variables principales, para los dominios de estudio (población o subpoblaciones para las que se requieren las estimaciones) prioritarios. Desechar tentaciones del tipo “de paso sería bueno saber”. Si no se tiene un uso predefinido y valioso del dato que se va a recoger (es decir, se sabe qué hacer con el resultado), no se debe incluirlo en el cuestionario.

Cierto es que la naturaleza y las actividades del hombre se dan en un continuum. Pero nuestra capacidad de observación, medición y análisis es discreta. No estamos acostumbrados a decir o escuchar que el valor de un parámetro en un momento dado puede ser “cualquier número entre tal y tal”. No solo no estamos acostumbrados, sino que no nos gusta este tipo de declaración. Exigimos certeza. El valor es tal y ningún otro. No podemos digerir la película en movimiento; queremos una fotografía fija, nítida, pues no nos gusta lo borroso.

El usuario debe cambiar. Es importante pedirle al productor calcular y presentar las estimaciones de error y confianza para las variables principales en una forma sencilla y comprensible para todos los usuarios. Desafortunadamente, es una práctica poco común en la mayoría de las encuestas. La salida fácil es siempre asumir que los datos provienen de una muestra “aleatoria simple”, e ignorar el diseño de muestra usado.

Informantes

Pero, ¿nosotros (individuos, hogares, empresas, “la población de interés” en las encuestas) qué podemos hacer para hacer más fiables los resultados que nos atañen y con los cuales se toman decisiones que nos afectan? Bastante. La solución a muchos de los errores comunes a las encuestas está en nosotros. En nuestras manos está el eliminar mucha de la borrosidad nociva.

Es decisión nuestra abrir o no abrir la puerta, contestar o colgar el teléfono, negar la cita, interrumpir la entrevista, contestar con honestidad. La información que recogen estas “conversaciones al azar” representa no solo nuestro perfil, características, o particular punto de vista, sino también representa el de otros como nosotros. No nos ha seleccionado un dedo índice para ser voceros, ha sido el azar, un procedimiento aleatorio. Un azar que no exige partidismo, trayectoria, elocuencia, credenciales, o amiguismo. Un azar que solo pide un poco de nuestro tiempo y veracidad en nuestras respuestas.

Se podría hablar de la democracia del azar. El azar que nos da la oportunidad de ser oídos. La oportunidad de representar a nuestros pares. La oportunidad de que se nos considere y analice. La oportunidad de participar en las decisiones que nos atañen como individuos y como grupo. La oportunidad de incrementar la fiabilidad en una buena parte de la información que se usa para tomar acciones en el campo económico y social.

“Es decisión nuestra abrir o no abrir la puerta, contestar o colgar el teléfono, negar la cita, interrumpir la entrevista, contestar con honestidad.”

Por ello, estimado lector, la próxima vez que toquen a su puerta, lo llamen por teléfono, visiten su oficina, y digan: “Buenos días, soy de…”, participe en esa encuesta, en esa conversación que el azar le ha llevado. Dé fiabilidad a los resultados. Diga cómo es, diga lo que piensa, lo que espera. Sea vocero de sus pares. Ya ganó la elección más difícil, la más pareja, la del azar. Ahora hágase escuchar, ejerza su derecho. Usted tiene la palabra, y no solo la suya, también la de sus pares. EP

  1. US Bureau of the Census. Atlantida: a case study in household sample surveys, unit 11, content and design of household surveys. Series ISPO 1. Washington, D.C. 1965. []
  2. INEGI: Precursores de las estadísticas oficiales en México []
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