Importancia de los sectores público, privado y social

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Condiciones indispensables para la conformación de un Estado democrático y de derecho, coordinada por Susana Chacón, José Antonio Crespo y Guillermo Knochenhauer.

Texto de 15/01/24

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Condiciones indispensables para la conformación de un Estado democrático y de derecho, coordinada por Susana Chacón, José Antonio Crespo y Guillermo Knochenhauer.

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Extracto del libro ¿Quién Manda en México? (M. A. Porrúa, 2023) de Miguel Basáñez E. 

Los tres sectores conforman el verdadero gobierno, constituido de poderes formales e informales, en especial los tres círculos diamante, complementados esporádicamente por los círculos platino dentro del 1% más influyente de las familias mexicanas. Aunque por razones de estudio se segmenta el conocimiento de los sectores público, privado y social, en la realidad los tres interactúan, se mezclan y se influyen en una continuidad dinámica. Los integrantes de uno y otro de los sectores juegan muchos papeles en los otros dos, además de los propios. Un político es también un consumidor y puede ser un intelectual; un empresario puede tener una función técnica en el sector público y participar en una organización filantrópica. Un profesor universitario puede ser asesor de organismos públicos y privados. Es decir, la praxis es una unidad y su separación en campos de conocimiento es para tratar de facilitar su comprensión.

“Aunque por razones de estudio se segmenta el conocimiento de los sectores público, privado y social, en la realidad los tres interactúan, se mezclan y se influyen en una continuidad dinámica.”

El sector público tiene tres funciones principales: primera, regular el marco jurídico mediante la creación de reglas y leyes y el conflicto entre grupos a través de negociaciones (fracción política); segunda, regular la economía y la actividad del sector privado (fracción financiera); y tercera, suministrar los bienes y servicios que la sociedad requiere (fracción de especialistas). Las tres fracciones codifican el conocimiento de esas funciones, por medio de una profesionalización incremental a la que Max Weber dedicó una atención muy especial (la burocracia) y que en términos modernos podríamos llamar el servicio civil de carrera.

Para cualquier país es de especial importancia tener la mejor burocracia posible y para ello es fundamental rescatar las mejores prácticas, propias o externas. Las prácticas del IEPES en las campañas políticas o del INAP en el entrenamiento del personal del sector público en sexenios pasados, deben rescatarse con nuevos conocimientos, habilidades, códigos, éticas. Los cursos de entrenamiento y preparación para legisladores, deben reforzarse. A nivel internacional, la figura del gabinete sombra (shadow cabinet) del gobierno inglés, puede adoptarse sin implicar mayores gastos para que la oposición en cualquier sexenio acumule conocimiento especializado de las áreas tan diversas del gobierno. De hecho, AMLO utilizó de alguna forma esta figura cuando anunció su gabinete en 2006. En la mayoría de los países desarrollados los servidores públicos tienen niveles de ingresos menores a los del sector privado y convendría a México que el PAN y los otros partidos apoyen esa postura.

Sin duda, uno de los principales problemas intermedios del país es la corrupción-impunidad. No lo es tanto por el perjuicio económico que puede significar (aunque tampoco es un costo menor), ni como por el impacto negativo en la autoestima social y como expresión de disfuncionalidades de distintos subsistemas. Tampoco debemos absorber acríticamente los señalamientos de mediciones externas tales como el Índice de Corrupción de Transparencia Internacional, porque dado el diseño metodológico de ese valioso e importante ejercicio, México aparece en posiciones elevadísimas por tres prácticas de corrupción: la cuota mensual que indebidamente cobran los recolectores de basura, la cuota por estacionarse que cobran los acomodadores —los viene, viene— en las calles de las grandes ciudades y por las multas de tránsito. Pero estos argumentos no le restan gravedad al problema.

Sería importante, primero, realizar un ejercicio serio de segmentación y diagnóstico de la corrupción para desarrollar mecanismos con el fin de contrarrestarla, tipo el tratamiento que le da Luis Rubio en su libro más reciente (En sus Marcas!, Grijalbo, 2023, p. 214). Segundo, ubicar los lugares donde se presenta con mayor regularidad: las ventanillas de trámites, la policía de tránsito, los moches indebidos, los contratos de obras, los permisos de obras, los sindicatos, las empresas privadas, los desarrollos residenciales de lujo con lagos o en islas privadas que afectan seriamente la ecología local, por citar los más obvios. Tercero, sin duda involucraría una participación intensa de los cuerpos de vigilancia y supervisión interna y cercana en todas las áreas donde la práctica corrupta pueda presentarse. Por último, establecer incentivos para el combate, así como desincentivos y castigos para la comisión de actos de corrupción. No debe olvidarse que Inglaterra en el siglo XVIII mostraba comportamientos severos de corrupción y sin embargo lograron erradicar esas prácticas nocivas.1

En el sector privado también es muy extendida la práctica que en las oficinas de compras y contrataciones de las grandes empresas, los proveedores tengan que compartir una comisión por la venta o suministro de un producto o servicio a la compañía. Desde luego que, en el caso de las empresas, es responsabilidad de los órganos de supervisión internos estar al pendiente para evitar estas prácticas ya que, cuando ocurren, lastiman las utilidades de la empresa. Sin embargo, es muy dañino el efecto social de quienes en los niveles inferiores se percatan que los propios altos ejecutivos, en complicidad con otros empleados, están robando a la empresa.

“En la mayoría de los países desarrollados los servidores públicos tienen niveles de ingresos menores a los del sector privado y convendría a México que el PAN y los otros partidos apoyen esa postura.”

El sector privado mexicano ha ganado experiencia y se ha profesionalizado también, no sólo en la actividad propia que cada individuo realiza como parte de su negocio o empresa, sino en la difícil tarea de gobernar. Después del shock inicial que el foxismo fue para el panismo, el calderonismo se percató que su partido ya no era el mismo que por 60 años había conocido al de cuando se inició la alternancia. Estos años en la banca pueden aprovecharlos para reflexionar sobre la mejor forma de volver a las responsabilidades. El ejercicio de introspección puede serles muy útil y necesario. ¿Cómo llegó el pan a los moches y a las relaciones con el narco? ¿Encontrarán la forma de controlarlos?

¿Les servirá a los 35, 350 y 3,500 miembros de los círculos diamante, platino y oro del sector privado, respectivamente, dar un vistazo a las necesidades de sus colegas de los círculos plata (35,000) y bronce (350,000)? Su actividad, necesidades y aspiraciones son básicamente las mismas, excepto por la escala. ¿Les servirá a esos cinco círculos asomarse a la actividad, necesidades y aspiraciones de los 4.5 millones de microempresarios? Suena como una actividad viable para el Consejo Mexicano de Negocios.

En un nivel más general, puede observarse cómo la fuerza de los transportistas carreteros buscó hace más de cinco décadas el debilitamiento de los ferrocarriles en México, en complicidad con los funcionarios responsables de la regulación y, con ello, han provocado distorsiones que perjudican la competitividad y los costos para el país. Algo similar ocurre con los puertos. Por citar un ejemplo, el 80 por ciento de la carga marítima del Golfo se va en la actualidad a Houston y se traslada 1,500 kilómetros por carretera, con un enorme incremento de costo por infraestructura, congestionamiento carretero y tiempo de traslado, perjudicando severamente la competitividad del bloque de Norteamérica, sin poder resolverse dados los intereses creados.

Otro caso de revaluación productiva dentro del sector privado se presentó con la pandemia respecto a la producción, transporte y venta de alimentos. El Covid-19 obligó a la reclusión de la población, pero también a buscar mecanismos de emergencia para hacer frente al suministro oportuno de productos básicos. Fue el mismo caso de los servicios de salud que quedaron sometidos a tensiones muy fuertes que el mundo no había experimentado desde la pandemia de influenza 100 años antes.

Otro gran problema nacional que involucra tanto al sector público como al privado, es el del empleo informal que proporciona medios de subsistencia al 50 por ciento de la población económicamente activa (PEA), equivalente a 30 millones de personas. Uno de los pensadores más lúcidos de México, que más dedicación ha dado al tema con sentido común, es Gabriel Zaid (1979, 1995 y 2009). Sus propuestas de solución son simples, económicas, viables y muy en línea con los planteamientos de la 4T, por ejemplo (tomados de su libro de 2009): que las universidades formen emprendedores, no ejecutivos de empresas (p. 53); que las inversiones se canalicen a las microempresas, que son altamente productivas (p. 132); debe cambiarse el desprecio por la informalidad, que es una bendición incomprendida (p. 162); proponer una ley de menos de cinco páginas para reducir todos los trámites para las microempresas (p. 164); el gobierno es el peor socio de las pequeñas empresas y eso debe cambiarse (p. 178), por citar algunas de sus ideas.

Lo mismo ocurre con el estudio y atención al crimen organizado que rebasa por mucho no sólo al mercado, sino al Estado mexicano y deberá ser materia de otros tratamientos en conjunto con la comunidad internacional, especialmente Estados Unidos, con toda su complejidad interna.

“Otro gran problema nacional que involucra tanto al sector público como al privado, es el del empleo informal que proporciona medios de subsistencia al 50 por ciento de la población económicamente activa (PEA)…”

El sector social complementa las funciones de los otros dos sectores. La fracción filantrópica, sobre todo los millones de voluntarios eventuales sin paga, prestan servicios muy valiosos en beneficio de la comunidad, pero igualmente importante son los que dan los hospitales, asilos, hospicios, orfanatorios, dispensarios, etcétera. Por su parte, la fracción activista cumple un papel muy significativo al detectar y movilizarse oportunamente por causas que de otra manera ni el Estado ni el mercado tendrían forma de identificar. Esta fracción representa una de las principales pulsiones de cambio. La fracción intelectual, a su vez, con los periodistas lleva el registro diario de los acontecimientos y con los artistas, investigadores, profesores y estudiantes de posgrado, reflexiona e interpreta a galope el significado de lo que ocurre a una velocidad vertiginosa. Nada de esto puede hacerlo ninguno de los otros dos sectores y, por lo tanto, los tres son indispensables y complementarios.

Este sector parece hoy el más activo del país. La revisión de iniciativas y movimientos a partir de los ochenta, deja claro que tuvieron un impacto trascendente en la transición política del país. Por su parte, las marchas ciudadanas de noviembre de 2022 y las de febrero y marzo de 2023, parecen confirmar que la energía social empieza nuevamente su ascenso. Hay expresiones muy fuertes en ámbitos estrictamente personales (como el movimiento feminista o las 48 identidades sexuales muy aceptables para los jóvenes), que están indicando cambios profundos.

Para terminar, la familia revolucionaria respondió a las demandas de las bases de la pirámide social y cumplió lo que prometió: modernizar el país. Lo convirtió de rural, analfabeta, agrícola, sin salud pública e incomunicado en uno urbano, alfabetizado, industrial, con salud pública y comunicado. En ese sentido fue el bloque histórico gramsciano de la mitad del siglo XX (1933-1982) quien logró tal éxito. Los beneficios fueron principalmente para la base de la pirámide.

El 1 por ciento más influyente de la cúspide de la pirámide social tiene una gran capacidad de atraer al 15-20 por ciento de la clase media, pero tiene dificultad para comunicarse con el 80-85 por ciento de los sectores populares. Es muy probable que la solución de los actuales cinco grandes problemas del país (crimen organizado, Derecho viejo, corrupción, empleo informal y desapego a la ley) sólo pueda lograrse con una mejor acción conjunta de los tres sectores (público, privado y social) y en particular, buscando la forma de atraer e incorporar la energía social de los tres nuevos actores sociales portadores de futuro: trabajadores informales, migrantes binacionales y jóvenes digitales. No hay bloque histórico (Gramsci, 1957) porque no hay un nuevo pacto social (como lo fue la Constitución de 1917) y no hay nuevo pacto social, porque falta la presencia activa de los tres nuevos actores sociales portadores de futuro (informales, binacionales y digitales). Por tanto, no puede haber tampoco una nueva Constitución, aunque mucho haya cambiado la existente.

La familia globalizadora cumplió también su aspiración cupular en las últimas cuatro décadas (1982-2018). Pero globalizarnos no fue una respuesta a la base de la pirámide social, sino un imperativo de las circunstancias que leyeron adecuadamente los macroeconomistas y los círculos diamante (35) y platino (350) ante el cambio mundial de condiciones internacionales. Por esa falta de vinculación cúspide-base no pudo constituirse como bloque histórico.Los beneficios fueron principalmente para el 1 por ciento más influyente en la cúpula y, si acaso, para el siguiente 4%. ¿Puede formarse un nuevo bloque histórico convocando a los tres sectores apuntados (binacionales, informales y digitales)?

En síntesis, la evolución de las poblaciones, sus lenguas y sus territorios —principalmente a partir de las colonizaciones— terminaron por definir los Estados. Éstos, a su vez, fueron desarrollando sus formas de gobierno formales (poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial) e informales (círculos diamante y platino). Pero todo lo anterior, ocurre sólo dentro del 1 por ciento más influyente y rico que lidera al restante 99 por ciento de la población, así se ha desenvuelto toda la diversidad que conocemos: teocracias, aristocracias, democracias, tecnocracias, plutocracias, autocracias, capitalismos, socialismos, comunismos, por citar lo más evidente.

“Es muy probable que la solución de los actuales cinco grandes problemas del país (crimen organizado, Derecho viejo, corrupción, empleo informal y desapego a la ley) sólo pueda lograrse con una mejor acción conjunta de los tres sectores…”

¿Quién manda en el mundo y en México? Los círculos diamante y platino de cada país. En el caso de México, además, por acción o por omisión, el crimen organizado que afecta severamente el mando y el quehacer del país. ¿Quién debería mandar? La ley justa y ampliamente respetada. ¿Quién ganó la hegemonía en México; es decir, la conducción ideológica, no impuesta, de la sociedad? Nadie aún, pero la deberían asumir los tres sectores (público, privado y social) a través de una nueva liga de la dirigencia nacional con los nuevos grupos portadores de futuro del país: binacionales, informales y digitales, mediante la identificación y respaldo a sus demandas. EP

  1. Krauze, “Por una Democracia sin Adjetivos”, Vuelta, No 86, Enero 1984 []
Este País se fundó en 1991 con el propósito de analizar la realidad política, económica, social y cultural de México, desde un punto de vista plural e independiente. Entonces el país se abría a la democracia y a la libertad en los medios.

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