Construir prospectivas 2024-2030 de la dependencia por envejecimiento

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030 , presenta la sección Transformar a la sociedad en su contexto actual: familia, envejecimiento y pensiones, coordinada por Julieta Quilodrán y Susana Chacón.

Texto de 12/02/24

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030 , presenta la sección Transformar a la sociedad en su contexto actual: familia, envejecimiento y pensiones, coordinada por Julieta Quilodrán y Susana Chacón.

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Cada seis años se mira con crítica al gobierno que termina, mientras quienes aspiran a ser la nueva administración prometen un futuro mejor. Los diagnósticos y planes son sociales, económicos, políticos, siempre polémicos sobre qué debe hacerse, en constante incertidumbre sobre el porvenir. En esta contienda, hay un futuro que todos dan por cierto y que es el acumulativo envejecimiento demográfico. Las proyecciones de población lo juzgan ineludible, consecuencia de la transición demográfica, producto del avance económico y social. La ahora longevidad prolongada es producto intencionado de la civilización y la ciencia.

El creciente envejecimiento poblacional anticipa profundas consecuencias, esencialmente debidas a la dependencia en la vejez (DV) que recae sobre la población joven y adulta. En edades avanzadas sobreviene vulnerabilidad ante quebrantos de salud y pérdidas de capacidad física y mental, afectando roles y condiciones socioeconómicas, junto con inadaptabilidad a cambios tecnológicos, sociales y familiares. Se genera así la necesidad de apoyo por parte de la población con capacidades de otorgar niveles aceptables de bienestar en la vejez, con características de “gran problema nacional”, esto es que abarca toda la nación, ha surgido sin intención, con consecuencias graves y de solución difícil y controversial. El propósito ahora es presentar opiniones y sugerir alternativas a consideración de la siguiente autoridad sexenal. 

“El creciente envejecimiento poblacional anticipa profundas consecuencias, esencialmente debidas a la dependencia en la vejez (DV) que recae sobre la población joven y adulta”.

Tipología de la dependencia

La DV cobra tal relevancia que las estadísticas que describen los cambios en las estructuras por edad y sexo, tanto pasadas como proyectadas, incluyen el “índice de demográfico de dependencia”, señalando cuántas personas hay de 65 años y más por cada 100 en edades de 15 a 64. Esta relación de fácil cálculo da cuenta de las tendencias del envejecimiento a través de su crecimiento pasado y, sobre todo, de los altos niveles futuros. Sin embargo, supone que toda la población de 65 y más es dependiente y que en el sector de edades 15 a 64 todos son capaces y activos, supuestos lejos de la realidad. Evaluar las causas y consecuencias de la DV con significancia y aplicabilidad, requiere conceptos, variables y mediciones focalizadas y complejas, dentro de contextos sociales y económicos específicos.

La DV tiene distintas acepciones, en función de condiciones y motivos que responden a preguntas necesarias: ¿Cómo es y cuándo surge? ¿Causas y consecuencias? ¿Cuál es la población vulnerable? ¿Cuál es la carga y cómo se mide? ¿Sobre quién recae la carga? ¿Qué tan sostenible es? En búsqueda de conceptos y definiciones dentro de complejidades y matices, la DV se clasifica en tres tipos: seguridad económica, atención a la salud y cuidados personales. 

Seguridad económica

En las cada vez más necesarias acciones políticas y de gobierno sobre el envejecimiento, el tema que más capta la atención es la crisis de las pensiones de retiro, ante el hecho contundente de que son insostenibles. La seguridad social (SS) se configuró durante el siglo XX en muchos países, con objetivos y métodos similares, bajo guías internacionales, pero asimismo respondiendo a circunstancias propias. Históricamente, en México se encuentran antecedentes en la Constitución de 1917 y en las aspiraciones socialistas después de la revolución, con el hito mayor en la creación del IMSS justo al iniciar las presidencias sexenales. En los subsecuentes sexenios, el desarrollo de la SS se adaptó a modelos económicos de industrialización y sustitución de importaciones, propiciando actitudes corporativistas y motivos políticos entre sindicatos y administración pública. A finales del siglo XX ha sido matizada por la crisis de insostenibilidad y bajo enfoques e ideologías de la mundialización y del Fondo Monetario Internacional se dio lugar a reformas estructurales y privatización. Pero no ha sido solución, pues en las condiciones actuales ya en el siglo XXI, el sistema de pensiones de la SS es desigual e insostenible, según lo describe la siguiente enumeración:

1) No es universal y se restringe a cubrir trabajadores asalariados y urbanos. Se olvida del sector informal, incluyendo el rural. En 2024 la cobertura no llega a 40 % de la PEA; de la población total de 65 y más, menos de la tercera parte tiene algún tipo de pensión derivada de la SS; son 40 % de los hombres y 25 % de las mujeres. La mayor parte de las pensiones en los hombres son por retiro o incapacidad, mientras que en las mujeres es por retiro o viudez.

2) La jubilación debe ser la protección económica ante incapacidades para generar ingresos debidas a la vejez. Pero hay gran desigualdad en las pensiones, la mayoría son de baja cantidad, al mismo tiempo que minorías con capacidades de presión sindical y política lograron privilegios corporativos, como retiros a temprana edad y pensiones de alto monto. 

3) No es solidario ni redistributivo. No se cumplen los preceptos de que el apoyo fluya de pudientes hacia necesitados, de sanos a enfermos, de la juventud y madurez hacia la vejez. De hecho y siguiendo los mismos defectos de la desigualdad social y económica general, también en la SS existen transferencias regresivas.

4) En razón de las desigualdades, la SS es un conjunto desordenado y fragmentado en diversidad de instituciones. Se tiene registro e información de poco más de 100 instituciones públicas federales y estatales, y más de mil planes entre privados y municipales. Sin embargo, en tan sólo dos instituciones, IMSS e ISSSTE, se encuentran más de 90 % de los afiliados y más de 80 % de pensionados.

5) Se insiste que la SS y las pensiones son financiera y económicamente insostenibles. Así lo indican las proyecciones demográficas, económicas y actuariales. Son cifras referentes al PIB, los ingresos tributarios, los presupuestos del gasto público de la federación y el pago de pensiones a cargo de la federación. Se hace notar una regresión, cuando las asignaciones del presupuesto al sistema educativo y la salud han disminuido al mismo tiempo que se han incrementado los pagos a pensionados. 

6) Se destaca que el déficit del pasivo por pensiones se debe mayormente a las pensiones corporativas de la minoría favorecida. Este hecho señala la gran desigualdad frente a la población con pensiones insuficientes o directamente sin ellas. 

7) El equilibrio actuarial busca que los egresos que se tienen por pagos de pensiones y de administración estén cubiertos a largo plazo por los ingresos al sistema, mayormente de cuotas, aportaciones y rendimientos financieros. Desde el inicio del IMSS, se generó el desbalance entre beneficios comprometidos y aportaciones, cuando se acordaron beneficios adicionales sin aumentar la cuota originalmente calculada para cubrir lo ofrecido. Fue una medida de alto valor político, que parecía sostenible ante el cobro de cuotas para pensiones en un futuro lejano. Así se inició una serie creciente de beneficios agregados sin las aportaciones correspondientes. Aunque siempre se advirtió del desbalance actuarial, nunca hubo actualización de aportaciones para no cancelar ventajas corporativas. Fue hacia fines del siglo pasado que se hizo evidente la crisis anunciada, cuando las pensiones comprometidas sobrepasaron los recursos disponibles y se tuvo que recurrir a subsidios federales. 

8) En busca de sostenibilidad, se examinaron alternativas para finalmente seguir el ejemplo chileno de suspender los beneficios definidos que prometen excesos en pensiones, y cambiar a contribuciones definidas de ahorro en cuentas individuales de administración privada, en las actuales afores. El cambio se aplicó primero a los nuevos asegurados del IMSS, después al ISSSTE y en otras instituciones, pero no ha sido total, al no modificar todos los sistemas privilegiados. 

9) La reforma pudo desacelerar el crecimiento del pasivo por pensiones, pero solamente porque se aplica a las nuevas contrataciones. Sin embargo, permanecen las pensiones en curso de pago y el pasivo por los derechos adquiridos de trabajadores activos al momento del cambio, que en sí son un pasivo insostenible. En 2024 el pago por pensiones será de $1.5 billones (millones de millones) y se proyecta que sean $2.0 billones en 2030. 

10) La capacidad de ahorro es mínima, las afores son financieramente débiles y sin orientación hacia el desarrollo económico general. Siempre fue evidente que no logran una pensión aceptable, pues en los mejores casos apenas alcanzarán un 30 % del último salario. De hecho, son la cancelación del sistema de pensiones. 

Atención a la salud

Llegar a la vejez es haber evitado la muerte prematura, principalmente por infecciones. El envejecimiento y la longevidad se deben al progreso médico y las vacunaciones de la salud pública, junto a la prevención y hábitos sanitarios resultado de la escolaridad y avance socioeconómico, particularmente de las mujeres. Por otra parte, la sobrevivencia en la vejez implica crecientes incidencias de enfermedades crónicas y discapacidades, cuya relevancia para la DV son las consecuencias no letales, en enfermedades crónicas que requieren tratamientos y cuidados costosos de modo permanente. 

“Las prevalencias de malas condiciones de salud son crecientes con la edad, lo que aplicado a las proyecciones del envejecimiento demográfico vislumbran el advenimiento de una alarmante epidemiología”.

Las prevalencias de malas condiciones de salud son crecientes con la edad, lo que aplicado a las proyecciones del envejecimiento demográfico vislumbran el advenimiento de una alarmante epidemiología. Se anticipan que en las demandas a futuro de servicios de salud, destaquen deficiencias osteomusculares, presencia de demencias, efectos de la diabetes y la obesidad, además de limitaciones sensoriales. Atender estas necesidades requiere toda la gama geriátrica, incluyendo consultas médicas, terapia en clínicas, intervenciones hospitalarias, uso de medicamentos, servicios todos, que ya han mostrado ser insuficientes y costosos, en gran medida inalcanzables por la población mayoritaria carente de recursos.

La salud en la vejez, como último ciclo de vida, es resultado de todas las etapas anteriores, de manera que el análisis retrospectivo mucho indica para la prospectiva a futuro de la salud en cohortes de edad. Este esquema debe completarse con cálculos sobre los costos de servicios por requerirse. Los ejercicios y modelos para estimar costos, señalan pasivos descomunales para la atención a la salud en la vejez, con montos que sobrepasan los de las pensiones. Estas circunstancias indican que ya se vive una más y preocupante crisis. La epidemiología en la vejez y sus prospectivas son de máxima importancia, señalando que el sistema de salud requiere urgentes transformaciones. 

Cuidados personales

Otra dependencia en la vejez son los cuidados personales, cuando surgen limitaciones físicas o mentales que requieren ayuda para realizar las actividades cotidianas. Son actividades básicas esenciales para sobrevivir, como la movilidad, el aseo personal, vestirse, entrar y salir de la cama, comer por sí mismos, y también de funcionalidad que incluyen acciones como preparar alimentos, manejar su propio dinero, ir de compras.

En este aspecto no existe apoyo institucional y el cuidado mayormente es obligación familiar. Las posibilidades y tipos de ayuda dependen de la estructura de parentesco, los arreglos de domicilio y las posibilidades económicas. La dependencia es sensible y difícil para la población en pobreza. Asimismo, tiene efectos de género significativos, cuando tradicionalmente quienes se encargan físicamente son las mujeres, particularmente las hijas. Un efecto mayor de la decreciente fecundidad es que hay menos hijos y nietos, al mismo tiempo que las mayores esperanzas de vida crean más abuelos y bisabuelos. De esta manera importa considerar la dinámica demográfica, social y económica de la familia con miembros envejecidos y en riesgo de enfermedades e incapacidades.

Cuando el nivel social y económico lo permite, el cuidado de las personas mayores puede contratarse con personal paramédico. Pero estos casos afortunados son los menos. Se hace necesario valorar el cuidado no pagado y sus implicaciones para quienes quedan a cargo. Se consume tiempo, esfuerzo y sacrificio de oportunidades de trabajo o de desarrollo personal, situaciones que deben evaluarse y ponderarse en sus consecuencias, particularmente de género.

“Un efecto mayor de la decreciente fecundidad es que hay menos hijos y nietos, al mismo tiempo que las mayores esperanzas de vida crean más abuelos y bisabuelos”.

Consideraciones para 2024-2030

Cada persona mayor experimenta simultáneamente varios tipos de dependencias interrelacionadas, que juntas conforman su propia DV. En el colectivo demográfico, la insostenibilidad y la desigualdad en la DV serán más evidentes y críticas en el siguiente sexenio.

Lo más notorio son las pensiones de retiro, por su carga sobre la economía, las finanzas públicas y como potencial obstáculo para el desarrollo. Ciertamente las pensiones son necesarias, pero ahora son cuestionables las pensiones corporativas privilegiadas, otorgadas a edad temprana, de gran monto, en ausencia de DV. Causan tal erogación que merman recursos para atender pobreza, educación y salud, comprometiendo el futuro.

La propuesta es considerar la DV en un modelo de cinco pilares. El pilar uno sería la pensión ciudadana no contributiva, sólo para quienes no tienen otra pensión y están en pobreza. Equivale a la actual Pensión del Bienestar la cual requiere $404 mil millones en 2024, y serán $519 mil en 2030. El segundo pilar es una pensión contributiva ligada al empleo y la SS, de beneficio definido, que permita cubrir necesidades básicas de la vida cotidiana. La tercera sería el ahorro personal y capitalizable, quizá en afores. Este modelo de tres pilares ya ha sido propuesto.

El cuarto pilar son los servicios de salud, pues el mayor gasto en la vejez es la atención a la salud y la discapacidad, para lo cual las pensiones son insuficientes. El problema primordial es que se requiere transformar el sistema de salud, con énfasis geriátrico. Son temas de discusión obligada para las candidaturas de 2024. En este rubro los programas de prevención serán primordiales. 

El quinto pilar es la capacidad de otorgar cuidados en la DV. En este aspecto la acción institucional es ínfima y toca explorar cuáles son las necesidades que puedan atenderse. Mientras tanto, se requieren apoyos a familias y hogares que se encargan de personas en DV.

El esquema descrito intenta corregir los equívocos en torno a la DV, pero su aplicación no es fácil ni inmediata. La invitación es que bajo este modelo se revise la dinámica esperada para el sexenio 2024-2030 y sus tendencias hacia mitad del siglo, en términos de eficiencia, equidad y sostenibilidad. A diferencia de las proyecciones que intentan predecir lo que ocurrirá en el futuro, se propone un análisis prospectivo, con los objetivos y métodos de elaborar escenarios bajo políticas públicas y programas de gobierno, con alternativas que permitan propuestas viables para evitar crisis y la DV a largo plazo. 

Para iniciar el debate un primer escenario es mantener las inercias y los arreglos actuales. La correcta interpretación permite aproximarse a cómo y cuándo serán las crisis ya comentadas en esta nota. Lo que sigue es la construcción de escenarios prospectivos sobre la DV que permitan eficiencia, equidad y sostenibilidad, frente intereses creados, ya sean individuales, colectivos, corporativos o políticos, en un esquema de verdadera solidaridad entre clases sociales y también de relaciones intergeneracionales y sus efectos en el largo plazo. Cabe mencionar que en campañas electorales han sido comunes las promesas sin evaluar prospectivas.

Bajo cualquier circunstancia el futuro seguirá siendo incierto, aunque también es cierto que las grandes tendencias pueden modificarse, particularmente cuando se trata de evitar crisis como las que ocurren ante insostenibilidad económica o injusticia social. Habrá que agregar que se esperan cambios tecnológicos, del medio ambiente y de la inteligencia artificial que todo van a trastocar, incluyendo valuaciones y escenarios de la DV y de la SS, por lo que los ejercicios de prospectiva deberán estar en constante actualización. Las ideas de esta nota son parte de un proyecto interdisciplinario y de colaboración entre instituciones académicas.1 EP

  1. “Prospectivas sexenales del envejecimiento demográfico en relación a la seguridad social, el sistema de pensiones, la atención a la salud, y la necesidad de cuidados personales, como problemas críticos de interés nacional” Proyecto 501219 financiado por CONAHCYT []
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