Condiciones indispensables para un sistema económico próspero, equitativo y sostenido

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Construcción de un sistema económico próspero, equitativo y sostenible, coordinada por Rosa María Ruvalcaba, Francisco Suárez Dávila y Susana Chacón.

Texto de 29/01/24

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030, presenta la sección Construcción de un sistema económico próspero, equitativo y sostenible, coordinada por Rosa María Ruvalcaba, Francisco Suárez Dávila y Susana Chacón.

Tiempo de lectura: 11 minutos
Hacia una estrategia integral para el desarrollo dinámico y equitativo, sustentado en una política financiera eficaz

Es necesario y apropiado proponer la creación de un verdadero sistema económico, diseñando una nueva estrategia que esté orientada hacia objetivos claros, con una visión de largo plazo para generar un crecimiento dinámico, incluyente y sustentable. Las políticas económicas, sociales y ambientales deben estar interrelacionadas, vistas como un todo coherente, con un adecuado sustento financiero. Ahora tenemos una economía fragmentada y fracturada de muchos “Méxicos”, sin ninguna congruencia, de “parches”. Al hablar de las condiciones indispensables para “prosperar” me referiré a los obstáculos que deben eliminarse, para luego referirme a las políticas que deben aplicarse.

“Es necesario y apropiado proponer la creación de un verdadero sistema económico, diseñando una nueva estrategia que esté orientada hacia objetivos claros…”

I. ¿Cuáles son los obstáculos que deben eliminarse de manera indispensable, por qué impiden retomar la ruta de la prosperidad y el bienestar?

1.- Ante todo restablecer el Estado de Derecho y las normas básicas de convivencia.

2.- Restablecer la seguridad de la población, reducir la inaudita violencia y combatir la impunidad.

3.- Recuperar la soberanía y la autoridad del Estado sobre la totalidad del territorio, en parte controlado (una tercera parte) por el crimen organizado desbordado, el cual amenaza gravemente la producción de bienes y su transporte, además de las elecciones.

4.- Un proceso de militarización inusitado que invade crecientemente la actividad económica: aduanas, aeropuertos, puertos, línea aérea, ferrocarril, todo el sector de la construcción que, bajo el manto de “la seguridad nacional”, opera sin licitaciones, rendición de cuentas y controles, y abandonando sus propias funciones, y con riesgo de corrupción y desprestigio.

5.- Tenemos un Estado mexicano mínimo, cuya capacidad administrativa y de ejecución ha sido destruida por la lamentable pérdida de cuadros técnicos en favor de “cuates” incompetentes e ignorantes, sacrificados por un “austericidio franciscano”. Un gabinete deplorable por su incompetencia.

6.- Este Estado anémico carece de ingresos suficientes, con pésima asignación de los pocos que tiene debido a “transferencias muy gravosas a PEMEX y CFE, verdaderos toneles sin fondo”, y a proyectos caprichosos y dispendiosos, verdaderos “elefantes blancos” con baja rentabilidad social.

7.- Una política energética obsoleta anti-ambiental, orientada a energías sucias y contaminantes, como el combustóleo; deterioro de la capacidad para generar suficiente energía eléctrica, que amenaza con paralizar la industria con apagones.

8.- Nos aflige un largo periodo de “estancamiento”, con una inversión pública históricamente baja e insuficiente, que ha generado una infraestructura igualmente inadecuada, con “cuellos de botella” por doquier: frontera, puertos y aeropuertos saturados y total ausencia de mantenimiento. Esto va de la mano con una inversión privada también insuficiente, sin elementos que la multipliquen, afectada además por falta de garantías y confianza.

9.- Un sistema financiero que también presta poco, con recursos mal asignados, favorece al consumo y no la inversión, genera jugosas utilidades para sus matrices extranjeras y no contribuye al desarrollo nacional. Un sistema de pensiones que absorbe recursos inmanejables que ponen en peligro las finanzas públicas.

10.- En la política social hay tragedia sin precedente en el sistema de salud, cuya cobertura cayó en 30 millones con la cancelación del Seguro Popular y algo similar en vacunación.

11.- Un sistema educativo deplorable en calidad, con millones de jóvenes sin acceso, con grandes rezagos, orientado a libros de texto no para formación en matemáticas, sino para fomentar “lucha de clases”, que no prepara a trabajadores y jóvenes para la revolución digital y tecnológica.

12.- La mitad de la población, 50 millones, se mantiene en la informalidad, lo que incide en la muy baja productividad nacional y altos niveles de pobreza. Estamos en uno de los países más desiguales, donde el 1 % más rico absorbe 27 % del ingreso nacional.

13.- Deterioro de la situación de los jóvenes sin esperanza y oportunidades para progresar.

14.- Un país polarizado, dividido, que ha perdido el rumbo. Todo resultado de un gobierno que se encamina a un autoritarismo “trasnochado”, que destruye la democracia y sus instituciones fundamentales, la división de poderes, el sistema judicial, la libertad de expresión; con un federalismo deformado, dependiente de la autoridad central, carente de recursos.

Este largo listado de tragedias permite apreciar nuestros muchos obstáculos estructurales y coyunturales, cuya eliminación es condición indispensable para primero reconstruir y luego recuperar la ruta de la prosperidad.

“La mitad de la población, 50 millones, se mantiene en la informalidad, lo que incide en la muy baja productividad nacional y altos niveles de pobreza.”

II. ¿Cuáles son las políticas indispensables que debe aplicar una estrategia económica con visión de largo plazo, para lograr crecimiento dinámico sostenido e incluyente, con recursos suficientes?

Primero, la sociedad debe lograr un consenso sobre objetivos comunes:

1.- Lograr una tasa de crecimiento sostenida entre 4-5 % del PIB, como gran objetivo nacional.

2.- ¡Sin inversión no se puede crecer! Ello significa que debemos lograr una tasa de inversión total superior al 28 % del PIB, 8 % mayor a la actual. Ello implica duplicar la inversión pública de 3 % a alrededor de 6 % y, la privada, de 17 % a un mínimo de 23 %, la cual podría ser mayor.

3.- Para ello, debe acordarse un plan nacional de inversiones, obligatorio para el sector público e inducido y negociado con el sector privado. Este plan debe tener una unidad técnica autónoma que evalúe la rentabilidad de los proyectos con apoyo en los técnicos de bancos de desarrollo y las secretarías ejecutoras. Debe dársele seguimiento al plan, reportando a los ministros responsables y al propio presidente. Un componente debe ser el programa de infraestructura, con objetivos de desarrollo regional. Un proyecto emblemático sí debe ser el Corredor Transístmico que en sí es un plan de desarrollo regional integral. Reducir a su mínima expresión el Tren Maya.

4.- Para ello, puede ser útil crear un nuevo andamiaje institucional, un gran pacto nacional, apoyado en la creación de un consejo económico y social, integrado por los principales actores sociales. Esto ha funcionado en varios países europeos, en Brasil y en México en la época del Presidente Calles. Ello servirá para dialogar, construir consensos, alinear los instrumentos y, sobre todo, dar seguimiento.

5.- Se requiere adecuarse a los nuevos paradigmas que están avanzando en el mundo. ¡Un caso importante es el Nuevo Trato Verde de corte rooseveltiano del presidente Biden! Ello implica diseñar una nueva política industrial y tecnológica de gran envergadura hacia una nueva reindustrialización del país con un gran énfasis en las nuevas manufacturas, con una reconversión de la industria automotriz hacia transporte eléctrico e inversiones “verdes”.

Además, es necesario impulsar en el sector energético una transición hacia energías verdes y limpias, redefinir el papel y plan de negocios de PEMEX y CFE, reduciendo los muy gravosos subsidios que amenazan las finanzas públicas, reabrir la participación del sector privado bajo la rectoría del Estado, cancelar algunas refinerías y Dos Bocas, o reducirla a su mínima expresión.

6.- La nueva política industrial debe ir acompañada e integrada a una política científica y tecnológica que nos permita acceder en forma amplia a la digitalización y la 5G. Se requieren inversiones para ampliar la infraestructura digital de redes, fibra óptica, etc. Esto implica fortalecer los mecanismos de apoyo a la innovación e inversión tecnológica del sector privado (R y D). En México no llega al 0.5 % del PIB; no se cumple la ley. En países como Corea es el 2 %.

7.- La otra vertiente esencial es la política de financiamiento al desarrollo, indispensable sustento de la política industrial. Así sucedió cuando entre 1941 y 1970 México se industrializó y esto fue palanca para que el país creciera al 6 %. En esa época, NAFIN dio crédito por 7 % del PIB, creó empresas indispensables, apoyó sectores estratégicos, creó programas “integrados” de PYMEs. Ahora da 1 % del PIB. La Banca de Desarrollo se ha convertido en la “Banca del Subdesarrollo”, pues toda ella da solo 4 %. Se puede fácilmente duplicar a 8 % del PIB, obteniendo financiamiento privado nacional y extranjero, lo cual se traduciría en aumentos del PIB, respaldando también programas de apoyo a la producción de la banca privada, y no como ahora, garantías y factoraje.

La banca privada también da recursos muy limitados a la actividad productiva y la inversión, menos del 30 % del PIB, inferior a los que dan países emergentes comparables, como Chile, Colombia y Brasil. Tiene en cambio enormes utilidades ($160MM) en una economía estancada, sirviendo para apoyar matrices extranjeras emproblemadas.

Las autoridades deben emitir lineamientos generales sobre sectores, regiones y proyectos, los cuales cada banco debe apoyar conforme a su plan de negocios, y las autoridades darle seguimiento. Debe formar parte del plan de crecimiento y analizarse en el Consejo Económico.

Las afores deben participar en este esfuerzo con financiamiento de largo plazo a proyectos y de los bancos de desarrollo.

8.- Los trascendentes cambios geopolíticos ocurridos en el mundo, los conflictos entre Estados Unidos y China que afectaron severamente los flujos de comercio e inversión, y la invasión de Ucrania han significado grandes cambios para Norteamérica y oportunidades para México. Surge así un nuevo paradigma de integración regional, el nearshoring y el friendshoring, es decir, la relocalización de empresas aprovechando “cercanía y alianzas”. Debe ser una nueva etapa del T-MEC y la integración regional. También ha habido un cambio de paradigma expresado por Biden en el sentido de fortalecer a América del Norte como la región más competitiva y redefinir las cadenas productivas “hacia adentro” de la región. Para aprovechar estas oportunidades, México también requiere una política industrial que apoye esa “relocalización”.

México debe plantear que esta nueva etapa de la integración regional debe ir más allá del libre comercio. Requiere una política regionalmente acordada de oferta de mano de obra, escasa en Estados Unidos y Canadá, acompañada de una política de capacitación laboral, esquemas de cooperación científica y educativa ambiciosa. Es necesario establecer, como los europeos, mecanismos financieros para apoyar la convergencia de ingresos, como ocurrió con Irlanda, Portugal, España. Sería una forma eficaz de evitar los flujos migratorios ilegales.

“[…] debemos lograr una tasa de inversión total superior al 28 % del PIB, 8 % mayor a la actual.”

9.- Todo ello requiere en síntesis fortalecer nuestro actual Estado “anémico”, con un gasto público de alrededor del 25 % del PIB; Brasil, 35 %, no digamos los modelos del presidente, Dinamarca o Francia, o los países asiáticos, arriba del 40 % del PIB. Debe aumentarse el de México en alrededor de 10 % del PIB. Deben además reasignarse los recursos mal asignados a proyectos disparatados que no producen crecimiento. Se requiere revertir los recortes “suicidas” de la austerocracia y reconstruir las capacidades de la administración para ejecutar. Así se puede mejorar la infraestructura, la calidad de la educación y la salud, combatir la inseguridad y eliminar los “cuellos de botella” y los obstáculos, para así crear las condiciones indispensables para prosperar.

10.- Un acicate poderoso para generar esos recursos y eventualmente justificar una reforma fiscal es generar un nuevo estado de bienestar social, basado en derechos ciudadanos y provisión de servicios sociales de calidad, no programas asistenciales, clientelares para ganar votos, a través de transferencias que no proporcionan los elementos de las personas para aumentar su capacidad de generar ingresos y salir de la pobreza. Programas sin normas, un buen registro de beneficiarios y medición por resultados.

Sus elementos deben ser:

  • Una educación de calidad, de la maternal a la universidad, y de manera importante la creación de más institutos tecnológicos vinculados a las demandas de las empresas. Superar los rezagos y deserciones (2 millones) provocados por el Covid-19, pues el 20 % de jóvenes no tiene acceso a la educación. Fomentar la educación científica-tecnológica, la digitalización, las matemáticas que criminalmente ignoran los nuevos libros de texto. Aumentar el gasto educativo del paupérrimo 3 % del PIB a un mínimo de 6 %. Restablecer el sistema de escuelas de tiempo completo y las guarderías.
  • Un sistema de salud universal, como derecho ciudadano, independientemente del estatus laboral. Lograr la expansión, homogeneización y eventualmente la convergencia de las actuales instituciones IMSS e ISSSTE y recrear una institución como el Seguro Popular que satisfaga necesidades de la economía informal. ¡Un sistema de salud universal: inicialmente 2 ventanillas! Esto supone aumentar recursos también de 3 a 6 % del PIB. ¡Formación de médicos y enfermeras mexicanos, y no contratación de “médicos-ideólogos” cubanos!
  • Un seguro de desempleo temporal, vinculado a la capacitación.
  • Una reforma al sistema de pensiones. Se logró un avance, pero las cifras crecen exponencialmente hasta 6 % del PIB, ya se llevan todo el IVA. Si se aumentan sus recursos, sería una fuente formidable de ahorro para la inversión en infraestructura, como lo evidenció Singapur.
  • Crear un sistema de ingreso básico realmente para los grupos de ingresos más bajos, con un buen registro, en que se cumplan ciertas condiciones, como lo hizo el programa Oportunidades.

11.- Políticas sectoriales importantes. La política agropecuaria es casi inexistente con desviación de recursos, léase los escándalos de SEGALMEX. Sí debe construirse una estrategia de seguridad alimentaria y aumentar la oferta de granos y productos estratégicos. Sí tener un sistema acotado de precios de garantía. Entre los nuevos temas de la agenda está dar seguridad al campo contra las incursiones del crimen organizado. Sí deben restablecerse dos instituciones que funcionaron: la Financiera Rural para dar créditos que no da la banca privada y un sistema de seguro que es fundamental. Sembrando Vidas, que en realidad es deforestar, no cumple ninguna función y tiene incentivos perversos.

12.- Política de turismo. Este, después su natural recaída durante la pandemia, retoma su gran dinámica con millones de visitantes récord. Aquí hay que actuar sobre los obstáculos que existen: inseguridad en centros turísticos, centros y ciudades de gran atractivo con infraestructura urbana saturada y rebasada —ahora un problema mundial— que requerirá planeación preventiva. Crear nuevos polos de desarrollo.

13.- La reforma fiscal, “madre de todas las reformas”. El punto ideal para plantear la necesidad de una reforma fiscal no es al principio de las propuestas, sino al final. Debe justificarse en función de las prioridades, los objetivos y las necesidades que debemos atender. El objetivo no es nunca el objetivo recaudatorio, pero sí hay que convencer a la ciudadanía de que se necesita para satisfacer sus necesidades básicas, porque no hay recursos suficientes.

Una reforma tiene que reunir varios requisitos para ser viable:

  • Demostrar que se actuó primero para eliminar despilfarros.
  • Precisar a dónde van los recursos.
  • Clara rendición de cuentas.
  • Negociada con el sector empresarial y representantes de la sociedad civil, como la comunidad académica.
  • Demostrar que las cargas están distribuidas de manera balanceada, equitativa y general.
  • Establecer un plan de ruta de mediano plazo con la meta a la que se quiere llegar a lo largo del tiempo.
  • Utilizar todos los instrumentos tributarios.
  • Incluir a los 3 niveles de Gobierno.
  • De manera fundamental, debe contribuir a mejorar la distribución del ingreso, como lo hacen los países europeos, con clara progresividad.

Hay que partir de un diagnóstico claro. El sistema tributario mexicano es de los que tienen la más baja recaudación, aproximadamente 14 % del PIB, inferior a los grandes países de América Latina, 24 % del PIB, o a la OCDE, 35 % en promedio; Francia y Dinamarca, más de 40 %.

En la recaudación petrolera, nuestra inicial válvula de escape, casi la mitad de la recaudación, 7 % del PIB, se cayó. Necesitamos de entrada lograr un aumento de ingreso, 5 % del PIB.

14.- Nuestro sistema tiene una estructura “de cabeza”. He aquí algunas pautas de un “menú” de reforma fiscal:

  • Impuesto Sobre la Renta, el que más recauda y redistribuye. México tiene un piso de ingresos muy bajo, pagan muy pronto los trabajadores; el techo para altos ingresos millonarios es muy bajo, también debía elevarse arriba de 35 % en el país más desigual. La carga sobre la clase media debe disminuirse, llegan muy pronto a tasas altas. Revisar su estructura. ¡En México la carga de este impuesto es 3.5 % del PIB, en Latinoamérica, 2.1 %; en la OCDE, 8.2 %!
  • Impuesto Sobre la Renta a las empresas, que debe estimular la inversión. Es donde tenemos la tasa más alta, 30 %; la tendencia va a la baja hacia 20 %; en la OCDE, tasa promedio, 22 %. Nuestra carga es también la más alta, 3.5 % del PIB; la OCDE, 2.9 %. Ello evidencia que nuestra estructura está “de cabeza”. Hay que disminuir la tasa a 25 % para fomentar la inversión nacional y competir por la extranjera.
  • El IVA es la máquina recaudatoria, la que todos pagan. La tendencia es a la alza, hacia tasas de 25 %. En Brasil, Chile, Argentina, tienen tasas de ese orden, al igual que en países europeos. Nosotros recaudamos 3.7 % del PIB; América Latina, 6.6 %; la OCDE, 6.8 %, ¡la más baja!
  • Podemos aumentar la tasa protegiendo una canasta verdaderamente básica de alimentos y, en todo caso, compensar a los grupos de más bajos ingresos. Puede decirse que el IVA serviría para financiar el “ingreso básico”.
  • Reforma urgente al Sistema de Federalismo Fiscal. Este más bien es un sistema de feudalismo o “charolismo” (pasar la charola a la Federación) fiscal. Estados y municipios dependen en 80 % de participaciones y aportaciones federales. Estas además ya absorben una proporción significativa del presupuesto federal. Entre las medidas que se sugieren en este rubro podemos citar: a) El cobro del impuesto predial es una zona de desastre. Es un impuesto ideal difícil de evadir, progresivo. Ayudaría mucho a los municipios para apoyar su infraestructura. Recaudamos solo 0.2 %, la décima parte de la OCDE; América Latina, 1.0 %. Se requiere un buen sistema catastral. b) Es necesario que haya cobro de derechos, particularmente el agua, un bien escaso. c) Los Estados tienen que tener más fuentes propias. En la Convención Hacendaria se sugirió un impuesto de ventas, bajo de 3 %, o una sobretasa en el Impuesto sobre Ingresos, o algunos ingresos como el arrendamiento. d) Examinar otras fuentes: impuesto verde sobre gasolinas; sobre transacciones financieras, mordiendo las muy altas comisiones bancarias. Examinar el impuesto patrimonial y el sucesorio, que grave los más altos ingresos.

“Debemos recrear un sistema económico integrado, no fragmentado. Este debe sustentarse en una estrategia de desarrollo con visión a largo plazo…”

Conclusiones

Es evidente, de lo anteriormente planteado, que nuestro país requerirá un proceso de “reconstrucción”, después construir nuevas instituciones y diseñar nuevas políticas, readaptar instituciones (CONACYT, banca de desarrollo) y cancelar o clausurar instituciones inútiles o demagógicas. Debemos recrear un sistema económico integrado, no fragmentado. Este debe sustentarse en una estrategia de desarrollo con visión a largo plazo, integral, que cubra las interrelaciones entre políticas económicas, sociales y ambientales. Debe tener una nueva orientación, acorde con las nuevas circunstancias y paradigmas mundiales, para no rezagarnos. Asimismo, debe estar debidamente financiado, sustentado en una buena política financiera. El reto es lograr una verdadera transformación con mayor bienestar compartido. Hay grandes obstáculos, retos difíciles, pero también oportunidades únicas para las que estamos bien posicionados. EP

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