Cero emisiones netas de carbono, pivote de desarrollo

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030 , presenta la sección Transformar el sector energético y combatir el cambio climático, coordinada por Isidro Morales, Ramón Carlos Torres y Susana Chacón.

Texto de 05/02/24

El Centro Tepoztlán Víctor L. Urquidi, en su proyecto México próspero, equitativo e incluyente. Construyendo futuros 2024-2030 , presenta la sección Transformar el sector energético y combatir el cambio climático, coordinada por Isidro Morales, Ramón Carlos Torres y Susana Chacón.

Tiempo de lectura: 9 minutos
La crisis energética mundial1

Los sistemas energéticos de casi todos los países del orbe se fincan en la extracción y el uso masivo y creciente de combustibles fósiles, principalmente hidrocarburos y carbón. Su papel ha sido determinante para el progreso económico de la humanidad en los últimos dos siglos. En la actualidad, más del 80 % de la oferta mundial de energía está constituida por recursos fósiles no renovables y solo la parte minoritaria restante proviene de fuentes de energía limpia (renovable y nuclear). 

Paradójicamente, en el último medio siglo la quema intensa de los combustibles fósiles provocó la acumulación en la atmósfera de volúmenes excesivos de compuestos de carbono, denominados gases de efecto invernadero (GEI), que se constituyeron en la causa raíz del calentamiento global y el cambio climático.

Además del impacto de las emisiones de GEI en el equilibrio ecológico planetario, la irregular localización territorial de las reservas de energía fósil, su finitud, heterogeneidad y sujeción a costos crecientes de extracción, ha repercutido en tensiones, amenazas y disputas permanentes en torno al suministro asequible y la seguridad energética de las naciones.

Aún mas, la distribución asimétrica de costos y beneficios económicos y ambientales asociados a la explotación y aprovechamiento de los combustibles fósiles acentuó al interior de los países las desigualdades y la inequidad en el bienestar de la población.

Descarbonizar la matriz energética fincada en recursos fósiles se ha tornado en  desafío formidable de gobernanza para la comunidad internacional, gobiernos, empresas y sociedad en general. Transformar la matriz energética se volvió esencial para alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sustentable (ODS) establecidos por las Naciones Unidas en la agenda para el desarrollo. 

El tránsito del paradigma energético convencional en curso hacia otro que privilegia las fuentes de energía limpia, las mejoras en eficiencia energética y el uso racional y selectivo de los hidrocarburos y el carbón, se ha mostrado como opción viable en la descarbonización de las matrices energéticas nacionales.

El sistema energético nacional en crisis

Los sistemas energéticos nacionales son heterogéneos, lo mismo que las modalidades de sus vínculos con el exterior, así como las circunstancias locales que obstaculizan el desarrollo y las aspiraciones sociales de sus poblaciones. La inserción nacional en la transición energética puede constituir factor de estímulo u obstáculo para el desarrollo. La capacidad social de definir en democracia y ejercicio soberano los intereses de la Nación desempeña un lugar primordial en la configuración de los términos y alcances que debe asumir esa inserción a favor del desarrollo.

“En México, el interés nacional está puesto precisamente en superar las disfuncionalidades que observa el sistema energético para atender objetivos de seguridad, igualdad y sustentabilidad”.

En México, el interés nacional está puesto precisamente en superar las disfuncionalidades que observa el sistema energético para atender objetivos de seguridad, igualdad y sustentabilidad. Ahí reside el potencial de hacer de la transición energética el pivote de desarrollo en la corrección de las disfuncionalidades del sistema energético nacional del país:

  • Sustentabilidad

La participación de los combustibles fósiles en los componentes de la matriz energética nacional es por demás preponderante: ocupan el 86 % de la oferta interna de energía primaria, el 100 % de la demanda de combustibles líquidos y el 70 % de la energía requerida para generar electricidad. Esto explica que la tercera parte de las emisiones brutas de GEI del país se originen en las actividades de extracción y transformación de energía (2019), otra tercera proviene de los combustibles que son quemados por los consumidores de energía y solo el tercio restante de las emisiones no guarda relación directa con el sector energético. 

  • Seguridad

La capacidad de extraer y transformar combustibles fósiles en México se abatió en las últimas dos décadas, pero no el consumo, que  siguió creciendo al margen de esa contracción. De superavitario en energía primaria desde la década de los setenta del año pasado, el país se volvió deficitario a partir de 2015 y la tendencia persiste, a pesar de los esfuerzos de autosuficiencia energética emprendidos por el gobierno. El déficit de abasto nacional se cubre con importaciones de gas natural y petrolíferos, ambos energéticos de alta exposición al riesgo, debido a su enorme magnitud y al valor estratégico que revisten en las relaciones geopolíticas del poder mundial. 

  • Equidad

El gobierno federal mantiene la política de ampliar la cobertura de red eléctrica nacional, en beneficio de la población marginada, y compensa con recursos fiscales el efecto de la volatilidad del precio internacional de los hidrocarburos en el gasto de los consumidores. Pero perduran desigualdades como la pobreza energética, el impacto de las externalidades ambientales en la salud de la población pobre y rezagos en la calidad y seguridad de los combustibles que consume esa población.

Opciones estratégicas

Las opciones estratégicas para corregir las disfuncionalidades referidas y construir el futuro energético del país son múltiples. Una sería persistir en recuperar la pretérita capacidad del Estado en la extracción de hidrocarburos como el eje estratégico de la seguridad y la igualdad energéticas. La inviabilidad de tal opción está a la vista, pues atenta contra la sustentabilidad ambiental. Pero, además, la información oficial disponible confirma que el potencial aprovechable de la riqueza petrolera de la nación es reducido e insuficiente respecto al tamaño de la economía y sus necesidades de energía. El volumen de reservas probadas de petróleo y gas al inicio de 2023 fue equivalente a solo 9 y 6 años de extracción anual respectivamente. Si se consideran además las reservas probables y posibles, ese número de años podría aumentar, pero en magnitud insuficiente para solventar los requerimientos nacionales. 

Una segunda opción sería ahondar en cambios jurídicos e institucionales que rigen la organización y operación de los mercados nacionales de energía, a fin de profundizar la apertura al capital privado en la exploración de los recursos prospectivos por descubrir, identificados en el país desde hace más de una década (113 mil millones de barriles, shale y aguas profundas). La cifra es ciertamente cuantiosa, pero no se dispone de información que acredite la factibilidad geológica, ambiental, económica, financiera y social de esas inversiones potenciales. 

Una tercera opción sería corregir las disfuncionalidades del sistema energético. Consiste en transformar progresivamente la matriz de fuentes y usos de la energía, de modo que la industrialización de energía primaria limpia reemplace gradualmente la extracción y consumo de combustibles fósiles, en la ruta de alcanzar una economía neutra en carbono y de evitar el colapso climático global.

Esta posibilidad se alinea con los compromisos internacionales contraídos por el país en materia climática y ambiental; con las disposiciones legislativas vigentes y programáticas de garantizar el derecho humano a un ambiente sano para el desarrollo y el bienestar; y con los esfuerzos desplegados por gobiernos, empresas y organizaciones regionales y mundiales, en el combate al cambio climático y el cumplimiento de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. 

Propuesta general: Descarbonizar el sistema energético nacional

Se propone construir socialmente una estrategia de descarbonización de la economía nacional con la meta de reducir a cero las emisiones netas de carbono en el año 2050. Actualmente, dos tercios de esas emisiones provienen de la producción, comercialización y consumo de combustibles fósiles. La estrategia consiste en reemplazar progresivamente los modos de producir, suministrar y consumir esos combustibles, por otros que privilegien el uso de fuentes de energía limpia. Se pretende con ello garantizar y conciliar los objetivos del desarrollo en materias de sustentabilidad ambiental, seguridad energética e igualdad distributiva de costos y beneficios. 

“Se requiere emprender una reconstrucción nacional energética, que comprenda al Estado mismo, y articular decisiones de inversión de largo plazo en el horizonte de este y al menos los próximos cuatro sexenios”.

Se requiere emprender una reconstrucción nacional energética, que comprenda al Estado mismo, y articular decisiones de inversión de largo plazo en el horizonte de este y al menos los próximos cuatro sexenios. Implica también flexibilizar las formas de satisfacer las necesidades de energía, sin ataduras a determinados energéticos, incorporar innovaciones y cambios tecnológicos en las formas de almacenar y transportar energía 

Se señalan cinco directrices estratégicas para alcanzar la meta de descarbonizar el sistema energético nacional.2

  1. Aumentar al máximo la participación de las fuentes de energía renovable en la generación de electricidad. Un requisito indispensable en la búsqueda de ese propósito es incorporar avances, innovación y cambios tecnológicos, muchos en desarrollo, en la reconversión estructural de los sistemas y redes de transmisión y distribución eléctrica, el almacenamiento y transporte de electricidad y el cambio a la generación distribuida de energía donde resulte viable y conveniente. En tanto se materialicen esos avances tecnológicos, el papel de la energía nuclear es fundamental, facilita el máximo aprovechamiento de las fuentes renovables, como el sol y el viento, caracterizadas en general por su intermitencia. 
  2. Optimizar el uso eficiente de energía a lo largo de las cadenas de valor que integran los eslabones de producción y consumo de energéticos. El potencial de mejoría en la eficiencia es muy amplio. A nivel agregado, los principales productores de energía son también los principales consumidores. Un tercio (aproximadamente) de la oferta bruta de energía primaria se consume en los procesos de transformación de energía, en el caso de México a cargo de Pemex y CFE, principalmente. La potencialidad y variedad de mejorías en la eficiencia es además vasta entre los usuarios finales de energía.
  3. Electrificar al máximo sectores clave de uso intenso de energía, como el transporte, las actividades industriales, el consumo urbano y rural en edificios, hogares y prestación de servicios. La generación distribuida y el uso directo de fuentes renovables ofrece un potencial eficiente de electrificación. 
  4. Impulsar la producción de hidrógeno verde y su uso como almacén de energía.
  5. Racionalizar el uso selectivo de combustibles fósiles. Menos de la cuarta parte de la demanda de energía de los usuarios finales está constituida por electricidad; las otras tres cuartas partes corresponde a gasolinas, diesel, turbosina y otros petrolíferos de menor cuantía. El reemplazo de electricidad en vez de petrolíferos es obviamente un objetivo que requiere tiempo, demanda grandes transformaciones en la producción y el consumo de energéticos de los usuarios finales. Esto significa que el uso de combustibles fósiles seguirá siendo indispensable y decreciente en el largo plazo, en tanto se concreten en los hechos esas transformaciones. Además, la petroquímica y producción sustentable de fertilizantes, así como el secuestro y almacenamiento de carbono son posibilidades viables y deseables de aprovechamiento de los hidrocarburos.

Los estudios prospectivos de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) concluyen a nivel mundial que es factible alcanzar la meta de cero emisiones netas en 2050 y que la contribución porcentual de cada una de las directrices tecnológicas planteadas para alcanzar la meta puede ser: energías limpias 25 %, eficiencia energética 25 %, electrificación 20 %, hidrógeno 10 % y producción de energía con secuestro de carbono 20 %. 

Propuesta específica: Combate al cambio climático

La Estrategia Nacional de Cambio Climático es el instrumento rector de política previsto por la Ley General de Cambio Climático (LGCC) para transitar hacia una economía baja en carbono. Se propone incorporar en esa Estrategia la obligación del Estado de tomar las acciones necesarias para alcanzar la meta de cero emisiones netas de carbono en 2050.

Se sugiere enfatizar tres aspectos: 

a) Actualizar la meta vigente de reducción de emisiones y precisar las directrices tecnológicas para alcanzar el objetivo; 

b) Evaluar los impactos ambientales previsibles de explotar los “recursos prospectivos de hidrocarburos” propiedad de la Nación, antes de otorgar nuevos permisos de exploración; 

c) Establecer criterios puntuales de control a los impactos ambientales originados en las actividades extractivas de combustibles fósiles.

Propuesta específica: Política energética

La Constitución establece que no constituirán monopolio las funciones que el Estado ejerza de manera exclusiva en ciertas áreas o actividades de la economía, las cuales identifica como estratégicas. En esas áreas incluye la exploración y extracción de hidrocarburos; la planeación y control del sistema eléctrico nacional; y la prestación del servicio público de transmisión y distribución de electricidad. No define, sin embargo, los requisitos que deben reunir esas actividades para ser acreditadas como estratégicas.

La generación eléctrica no se considera estratégica (salvo la nuclear), ni siquiera la proveniente de fuentes renovables de energía, queda liberada al accionar de las fuerzas del mercado, no necesariamente coincidentes en tiempo y modalidades con el interés nacional.

Se proponen cuatro modificaciones constitucionales: 

a) Adicionar una definición idónea de área estratégica que fundamente la inclusión de las indispensables para garantizar la meta de cero emisiones netas; 

b) Incluir la generación de electricidad en las áreas estratégicas y asignar al Estado la obligación de prestar el servicio público de energía eléctrica con criterios de sustentabilidad, seguridad y equidad; 

c) Establecer que la generación se lleve a cabo mediante asignaciones o contratos con empresas productivas del Estado o esquemas de contratación con particulares, preestablecidos y tipificados de modo similar a lo que sucede en la exploración y extracción de hidrocarburos;

d) Eliminar la sentencia sin restricciones de que el propósito de la exploración y extracción de hidrocarburos sea obtener ingresos para el Estado.

Propuesta específica: Planeación

Se propone incluir el mandato de sustentabilidad en el proceso de planeación democrática establecido en la Constitución. Se sugiere, además, modificar la Ley de Planeación a fin de que en la elaboración sexenal del Plan Nacional de Desarrollo se considere lo dispuesto en la Estrategia Nacional de Cambio Climático (con la inclusión de la meta de cero emisiones netas).

Propuesta específica: Política Industrial

Se propone adoptar un programa integral de fomento industrial a la participación de los sectores privado y social en la cadena de producción, suministro y consumo de energía para alcanzar la meta de cero emisiones netas de carbono. La banca de desarrollo debería desempeñar un papel fundamental en la promoción y fomento de la inversión para la transición energética con criterios de sustentabilidad, seguridad e igualdad.

Propuesta específica: Consejo Nacional de Energía

Se propone constituir un consejo nacional de energía como órgano de consulta, deliberación y concertación nacional de acciones de los sectores público, privado y social. El propósito central del consejo debería ser la identificación, formulación y ejecución de proyectos de inversión que garanticen el cumplimiento de los objetivos de la estrategia de cero emisiones netas de carbono en 2050. EP

  1. El texto sintetiza propuestas de política económica para la transición energética presentadas por el autor en el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM. Las opiniones y puntos de vista vertidos en el texto son responsabilidad exclusiva del autor. []
  2. Fuentes de información: organismos internacionales (AIE, BM, IRENA, OIT  y ONU); y empresas especializadas de consultoría (CARBON TRACKER, DNV  y MCKINSEY). []
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