Hay muchas personas que nos movemos en bici. La bici es un transporte muy efectivo, rápido y no contaminante. Evita el tráfico y es muy democrático. Los triciclos son a su vez un medio fundamental para la subsistencia de muchas familias en la Ciudad de México y sus alrededores y también son una opción alimenticia para muchos: bebidas, tamales, esquites o pan dulce. Los triciclos son parte de la comida chilanga y están desde la madrugada hasta entrada la noche rodando por la ciudad, abasteciéndola.

Hace semanas nos enteramos, con mucho coraje, de la criminalización e intento de destrucción de triciclos confiscados. Como si estos fueran la raíz de los problemas de la ciudad (y no la falta de oportunidades de empleo formal justamente remunerado, por ejemplo) y como si lo que nos estorbase en la calle fueran los triciclos pero no el hecho de privilegiar a los coches antes que al transporte público. 

Las ciclistas debemos de entender la agresión en contra de los triciclos como una afrenta directa a quienes vivimos nuestra ciudad rodándola. Nos toca solidarizarnos y combatir las actitudes y políticas clasistas que pretenden segmentar a ciclistas de primera y de segunda.  

Pedalear es resistencia, sin importar la marca de tu bici. EP

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