¿Quién es dueño de tu información en la era digital?

Actualmente una gran cantidad de actividades humanas está ligada al uso de redes digitales. Esta tendencia es cada vez más fuerte y todo apunta a que en poco tiempo habrá pocas que no las involucren. Cada cosa que hacemos en las redes deja un rastro. El residuo digital adquiere cada día más valor y su […]

Texto de 18/04/17

Actualmente una gran cantidad de actividades humanas está ligada al uso de redes digitales. Esta tendencia es cada vez más fuerte y todo apunta a que en poco tiempo habrá pocas que no las involucren. Cada cosa que hacemos en las redes deja un rastro. El residuo digital adquiere cada día más valor y su […]

Tiempo de lectura: 8 minutos

Actualmente una gran cantidad de actividades humanas está ligada al uso de redes digitales. Esta tendencia es cada vez más fuerte y todo apunta a que en poco tiempo habrá pocas que no las involucren. Cada cosa que hacemos en las redes deja un rastro. El residuo digital adquiere cada día más valor y su análisis genera desde oportunidades de negocio hasta información pública de muy alto valor.

Apenas estamos explorando los beneficios potenciales de recopilar este rastro digital. Algunas de las empresas o entidades que recopilan estos datos muestran dificultad para explotarlos adecuadamente y otras han construido negocios multimillonarios a partir de su uso. Con el surgimiento de nuevas tecnologías y técnicas de análisis enfocadas a grandes volúmenes de datos, esto está cambiando rápidamente, por lo que la expectativa es que el valor monetario de los datos almacenados se incremente sustancialmente en los próximos años.1

Un ejemplo del creciente uso de las redes digitales son las llamadas economías compartidas. La innovación y fortaleza de estos modelos de negocio radican en que permiten interacción inmediata entre los propietarios de activos y sus potenciales usuarios, todo a través de redes digitales. Como estos bienes están subutilizados la mayor parte del tiempo, crean una oferta inmediata en mercados cuyos precios son muy altos precisamente porque no es fácil conectar al dueño del activo con un usuario potencial. Uber, competidor de los taxis, y Airbnb, competidor de los hoteles, son los principales exponentes de este nuevo modelo de negocios.

Estos negocios no requieren ser dueños de los activos. Casi toda su operación recae en la administración y funcionamiento óptimo de sus plataformas, las cuales dependen en gran medida del análisis de los datos transaccionales. En almacenar, depurar y analizar la información de las transacciones está todo el valor del negocio.

La gran cantidad de datos almacenados, aunada al creciente valor de los mismos, puede hacer que el valor de mercado de estas empresas llegue a estar por encima del de empresas tradicionales. Un ejemplo de esto es Facebook. La empresa de Mark Zuckerberg es propietaria de la información generada por los usuarios de su plataforma y por ello está valuada en 200 mil millones de dólares. United Airlines, propietaria de aeronaves, licencias de acceso a aeropuertos y rutas transoceánicas, vale alrededor de 34 mil millones de dólares.2

El almacenamiento y la explotación de estos datos genera ventajas competitivas. Su creciente valor genera fuertes incentivos para la adopción de procesos cerrados y opacos de almacenamiento, protección y uso de la información, donde los administradores de las plataformas en línea tienen derecho exclusivo de explotación de los datos y un absoluto control sobre el acceso a ellos. Mientras tanto, los consumidores de servicios en línea tienen poco o nulo conocimiento sobre quién y cómo están siendo usados sus datos personales y transaccionales.

Ante esta situación, el riesgo del surgimiento de “monopolios en línea” o “monopolios de la información” es un problema latente. Esto implicaría, entre otras cosas, costos cada vez más altos por dejar de usar determinada plataforma o servicio o reemplazarlo por otro. Por ejemplo, estudios muestran que el desempeño de un motor de búsqueda aumenta en un 31% por el simple hecho de tener acceso a una mayor cantidad de datos históricos.3

El caso Google en la Unión Europea

Un ejemplo muy bien documentado de monopolios en línea es el de Google en el mercado de los motores de búsqueda. El debate alrededor de Google ha alcanzado especial relevancia en la Unión Europea (UE), donde autoridades antimonopolio ya han tomado cartas en el asunto denunciando posibles prácticas monopólicas del gigante de internet. Si bien muchas de las prácticas están ligadas a los anuncios y servicios de publicidad,4 la protección de datos personales, la privacidad y la propiedad de la información no están fuera de la discusión e incluso han cobrado una especial relevancia.

La UE recientemente reveló nuevas regulaciones sobre la protección de datos personales cuyo principal objetivo es regresar el control de éstos a los usuarios que los generan. Como lo mencionan en documentos oficiales, una de las principales motivaciones de esta nueva regulación es “que los ciudadanos y empresas europeas puedan beneficiarse por igual de la economía digital”.5

Esta nueva regulación asegura que cada ciudadano recibirá información clara del uso de su información personal, además, cualquier permiso otorgado para el uso de esta información deberá estar ligado a una acción clara y afirmativa, lo cual no sucede bajo el modelo estadounidense de protección de datos personales.

Se fortalece además la privacidad a través del “derecho a ser olvidado”, lo que implica que en el momento en el que una persona no desee que su información sea utilizada y no haya una razón legítima para que ésta sea almacenada, debe borrarse. Lo anterior, a su vez, da pie a la “portabilidad de la información”: si una persona desea que su información personal sea utilizada por cualquier otra empresa, proveedor o institución a cambio de un beneficio claro y explícito, como mejoras en algún servicio, o incluso si desea que sus datos sean utilizados para planeación y creación de políticas públicas en su beneficio, tiene la libertad de conceder permiso de uso bajo reglas claras. Es decir, la ley en la UE da al ciudadano un total control sobre sus datos personales. El individuo decide libremente quién hace uso de esta información y con qué propósito.

Esto tiene implicaciones en el tema de políticas antimonopolio. En el mercado de motores de búsqueda, el desempeño de los algoritmos depende enormemente de la información histórica de uso a la medida para cada usuario.6 El derecho a ser olvidado y la portabilidad de la información impactarían directamente la posición preponderante de Google en ese mercado. Ello las convierte en herramientas regulatorias importantes para combatir comportamientos monopólicos porque facilita la entrada a nuevos competidores y al desarrollo de mejores algoritmos.

Disponibles al mejor postor

Además del riesgo derivado de comportamientos monopólicos, está el de la venta de información personal. El registro de transacciones ligadas a servicios en línea, e incluso a servicios tradicionales cuya información es almacenada, deriva en un alto volumen de información personal que bajo las leyes sobre datos personales vigentes en los Estados Unidos está disponible para ser adquirida por casi cualquier interesado.

En la más reciente elección presidencial de Estados Unidos (eu), la empresa Cambridge Analytica (CA) fue la encargada de la campaña publicitaria en línea de Donald Trump, hoy presidente de ese país. Durante la Cumbre Concordia 2016, el CEO de CA reveló haber tenido acceso a información sobre los hábitos de consumo de cerca de 220 millones de ciudadanos estadounidenses.De acuerdo con su presentación, esta información incluía datos sobre compra de automóviles, suscripciones a revistas e incluso afiliaciones a iglesias. En su sitio, la empresa revela tener acceso a cerca de 5 mil registros o puntos de información por persona con el objetivo de llevar a cabo análisis de comportamiento y diseño de mensajes publicitarios personalizados.

Actualmente, este tipo de empresas tienen acceso a grandes volúmenes de datos de diversas fuentes. Hay un mercado abundante para cualquier empresa que almacene la información transaccional de sus clientes. Los datos se han vuelto una fuente de ingresos para todo un ecosistema de negocio bajo un sistema que deja al ciudadano común en completa vulnerabilidad.

¿Qué pasa en México?

En México existe la Ley Federal de Datos Personales en Posesión de los Particulares.8 En ella se establecen los límites y alcances de todo tratamiento de datos personales, el cual está sujeto al consentimiento de su titular, salvo las excepciones previstas en ésta. Además, el reglamento de dicha ley describe, entre otras cosas, las medidas de seguridad y criterios de transferencia de información. Sin embargo, toda esa legislación enfatiza los mecanismos de tratamiento para que el titular realice acciones una vez que su información ya está en posesión de otra persona, no así la claridad en los lineamientos o criterios para obtener su consentimiento en el uso de su información. Esto último deriva en opacidad que impide que el titular de los datos entienda plenamente lo que está autorizando cuando acepta los términos y condiciones de algún servicio y, peor aún, cuando su información es transferida a un tercero.

Aun cuando los negocios están obligados a proteger los datos de los clientes, a no venderlos y a hacer buen uso de ellos, en realidad la autoridad no tiene control ni conocimiento del uso que se le está dando a la información personal. Al igual que en eu, los datos personales son activos disponibles al mejor postor. En México incluso hay un mercado negro en donde se vende data que no debería estar en el público. En nuestro país se ha sabido de casos notorios de venta de padrones completos de clientes de tarjetas de crédito9 e incluso el de las credenciales para votar. ¿A qué persona con un número celular vigente no le han llamado a su teléfono móvil para ofrecer algún servicio sin saber de dónde obtuvieron su información de contacto?

La discusión alrededor del acceso a datos y la propiedad de éstos en México se centra en la apertura del Gobierno hacia la ciudadanía (Gobierno abierto). Esto sin duda es de suma importancia; sin embargo, entidades privadas que a través de la oferta de servicios almacenan y tienen acceso a la mayor cantidad de datos de alta calidad están fuera del debate, precisamente por no ser parte del Gobierno.

Uber y Airbnb están siendo objeto de discusiones alrededor de la regulación del servicio con el fin de evitar posibles efectos nocivos a la economía de dichos modelos de negocio; no obstante, el tema de la propiedad y el uso de los datos generados por los usuarios está completamente ausente de la discusión.

Incluso las empresas encargadas de la administración de bienes públicos bajo esquemas de concesión, como las de telecomunicaciones, operadores de transporte público o parquímetros, donde los usuarios generan datos transaccionales, almacenan información de gran valor, pero mantienen un derecho exclusivo sobre ésta. En muchos casos, el acceso a estos datos permitiría tanto a la autoridad como a la ciudadanía utilizarlos para el beneficio colectivo; sin embargo, la decisión de cómo usarlos queda en manos del prestador de servicios o del concesionario, cuyos incentivos suelen ser diferentes a los de la población en general.

Propiedad y privacidad

Ante esta situación, como bien apuntan expertos en el tema,10 el mayor reto de la creciente capacidad para recolectar, almacenar y analizar grandes volúmenes de datos es repensar los conceptos de propiedad de la información y la protección de la privacidad. Lo que se debe evitar es tanto la propiedad exclusiva de la información por parte de las empresas que la almacenan impidiendo su uso para el bien común, como esquemas donde el Gobierno tenga completo control de los datos generados y donde el resto de la población no tenga la posibilidad de generar un sistema de balances que cuestione las conclusiones del Gobierno.

Para evitar el surgimiento de monopolios de la información y fomentar el uso de ésta para el bien común a través del diseño de políticas públicas orientadas a datos, es clave adoptar un nuevo paradigma regulatorio donde la entidad que almacena la información no sea el dueño exclusivo de ésta, pero que sí tenga los incentivos necesarios para seguir almacenándola y para explotarla de acuerdo con sus legítimos intereses competitivos.

Al mismo tiempo, el consumidor debe tener el derecho de saber qué uso se le está dando a su información. Tanto compañías en línea como las más tradicionales deben ser transparentes en cuanto al uso que hacen de los datos personales. El consumidor también debe tener el poder de quitar y dar acceso a su información de acuerdo con sus intereses.

Tener mecanismos que permitan al Gobierno y a otros sectores de la sociedad acceder a diversas fuentes de datos bajo reglas claras y aprovechar en su totalidad las facilidades que la tecnología otorga para su almacenamiento y análisis significa aprovechar su potencial de transformación de la sociedad, de sus organizaciones e instituciones.

Ante un inevitable retraso en la regulación con respecto a los procesos de innovación de tecnologías,11 la alternativa es pensar en el uso de las mismas redes digitales para ponerlas al servicio de las autoridades reguladoras. Esto permitiría cerrar la brecha entre las instituciones y los procesos de innovación en los que se gestan modelos como los de activos compartidos. Actualmente ya hay intentos destacados por implementar tecnologías en red como Blockchain y Bitcoin12 como herramientas para la regulación de la propiedad de los datos y, al mismo tiempo, aumentar la protección de información sensible que frecuentemente se encuentra expuesta a ataques.

La implementación de regulaciones alrededor de este tipo de tecnologías, cuyos alcances e implicaciones aún no
son del todo claros, sin duda implica procesos largos y difíciles de discusión y de adecuación institucional. Sin embargo, la velocidad con la que avanzan y se desarrollan las tecnologías de la información obliga a que se le dé la relevancia requerida a estos temas y a que se incluyan al menos en las discusiones alrededor de las opciones de regulación de modelos de negocio que actualmente almacenan información valiosa para el bien público.  EstePaís

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NOTAS

1. http://www.forbes.com/sites/howardbaldwin/2015/03/23/drilling-into-the-value-of-data/#398ca80e2872

2. http://www.forbes.com/sites/howardbaldwin/2015/03/23/drilling-into-the-value-of-data/#4dcb981f2872

3. https://hbr.org/2015/03/data-monopolists-like-google-are-threatening-the-economy

4. http://europa.eu/rapid/press-release_IP-16-2532_en.htm

5. http://ec.europa.eu/justice/data-protection/document/factsheets_2016/factsheet_dp_reform_citizens_rights_2016_en.pdf

6. https://hbr.org/2015/03/data-monopolists-like-google-are-threatening-the-economy

7. https://cambridgeanalytica.org/about

8. http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5150631&fecha=05/07/2010

9. http://archivo.eluniversal.com.mx/notas/674405.html

10. A. Pentland, Reality Mining of Mobile Communications: Toward a New Deal on Data, The Global Information Technology Report 2008-2009: Mobility in a Networked World, Chapter 1.6, World Economic Forum, 2009.

11. http://startupmanagement.org/2016/01/07/rethinking-regulation-to-lag-innovation/

12. http://enigma.media.mit.edu/

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ÓSCAR RUIZ es científico de datos del IMCO <@OscarRPriego>.

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