Perímetro de seguridad: Donald Trump, México y la seguridad nacional de Estados Unidos

Como pocas veces en la historia de la relación bilateral, la temporada de elecciones en Estados Unidos ha puesto a México en la mira. Es posible que las amenazas de unos y las advertencias de otros no pasen de eso, pero ¿cómo prepararnos para una circunstancia en la que los peores augurios se cumplan?

Texto de 23/05/16

Como pocas veces en la historia de la relación bilateral, la temporada de elecciones en Estados Unidos ha puesto a México en la mira. Es posible que las amenazas de unos y las advertencias de otros no pasen de eso, pero ¿cómo prepararnos para una circunstancia en la que los peores augurios se cumplan?

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Por primera vez en la historia de las elecciones de Estados Unidos (EU), el tema de la migración ha entrado como una cuestión de seguridad nacional en los debates entre los candidatos a la presidencia. Antes, este era un problema que se reducía únicamente a un discurso económico en el que se veía a los migrantes como usurpadores de los empleos locales. ¿Por qué el tema de la migración, rara vez discutido en campañas presidenciales anteriores, se convirtió repentinamente en uno de los asuntos más importantes de las próximas elecciones en EU?

Para empezar, el tema de la migración en Estados Unidos dio un giro importante tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. A partir de entonces, congresistas y otros tomadores de decisiones estadounidenses argumentaron que la porosidad de la frontera sur no únicamente permitía la entrada de trabajadores indocumentados al país, sino que también creaba la oportunidad de que terroristas aprovecharan estos cruces fronterizos relativamente fáciles. De repente, la migración ya no era solo una amenaza para la economía, sino también un potencial riesgo a la seguridad nacional del país. Incluso Hillary Clinton afirmó que la frontera con Canadá también era una amenaza y, erróneamente, declaró públicamente que un número importante de los terroristas del 11 de septiembre provenía de dicho país. El resultado de este supuesto riesgo resultó en la firma del Tratado de Fronteras Inteligentes en 2002, en el que México y EU prometieron invertir más en infraestructura fronteriza para identificar potenciales amenazas. Hasta ahora no se ha comprobado que ninguna persona con intenciones de realizar un acto terrorista en EU haya entrado por territorio mexicano. El supuesto riesgo resultó ser totalmente infundado.

El incipiente miedo a la frontera con México se basaba en posibles filtraciones no solo terroristas sino también del narcotráfico. A pesar del hecho de que siempre ha existido este problema, desde que Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico pasó a ser noticia de primera plana, tanto en nuestro país como en EU. La prensa estadounidense creó una imagen de México como un país fallido, corrupto y controlado por el crimen organizado, provocando el temor de que la violencia a causa del narco se extendiera a los estados fronterizos. Existe también la percepción en EU de que la incapacidad del Gobierno mexicano de controlar los grupos delictivos provoca en gran medida el problema de consumo de drogas en ese país.

Otro argumento que ha surgido actualmente en los debates públicos, en particular entre los candidatos republicanos, es la potencial conexión entre el narcotráfico y el terrorismo. Esta supuesta amenaza a la seguridad nacional de EU es una creación totalmente artificial, pues no hay absolutamente ninguna evidencia de que esto esté sucediendo. Sin embargo, en varias ocasiones congresistas y candidatos a la presidencia lo han argumentado públicamente como un hecho. Esto sugiere que lo que realmente intentan es generar miedo y convertirlo en votos a su favor.

Políticos como Donald Trump y Ted Cruz han impulsado durante sus campañas el discurso de que la migración transfronteriza es una amenaza a la seguridad nacional. Muchos republicanos han preferido este discurso para captar el voto de minorías extremistas como las del Tea Party, un movimiento antimigratorio —y, sin temor a exagerar, racista. La fragmentación del Partido Republicano se debe en gran parte a esta división entre los elementos extremistas que abanderan a candidatos como Trump y Cruz, y republicanos moderados como Jeb Bush. Pero, como vimos, este último no pudo siquiera alcanzar el 10% del voto republicano en las primarias, y por eso abandonó la contienda.

El Gobierno y el pueblo mexicanos deberían estar muy preocupados por la manera en que han evolucionado las verdaderas o fabricadas percepciones políticas de los tomadores de decisiones y de la opinión pública en Estados Unidos. Dada nuestra interdependencia, el potencial distanciamiento del vecino del norte no nos conviene nada. Desafortunadamente, el Gobierno mexicano no solo no ha hecho casi nada para corregir esta situación, sino que probablemente la ha empeorado gracias a episodios como las groserías del expresidente Fox y la penosa comparación que hizo Peña Nieto entre Adolf Hitler y Donald Trump. En este momento, la política exterior de México debería enfocarse en demostrar que el país es un socio estratégico y amigo de Estados Unidos. Aunque tal vez a muchos no nos guste, nos necesitamos mutuamente.

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