Carabina

En este cuento de Mariana Rosas Giacomán, la desaparición y presunta muerte de una mujer en Televisa San Ángel deja un sabor agrio en la boca de quienes piensan lo que le sucedió.

Texto de 25/05/23

En este cuento de Mariana Rosas Giacomán, la desaparición y presunta muerte de una mujer en Televisa San Ángel deja un sabor agrio en la boca de quienes piensan lo que le sucedió.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Dicen que detrás de Televisa San Ángel hay un agujero negro. Lo dijo, en realidad, Viviana. Era una de esas personas a las que había que creerles solo la mitad. Se me fue un retorno, dijo, y después otro. Era de las primeras veces que iba al estudio, estaba distraída, pero no le di importancia y seguí todo derecho. Esperaba llegar a alguna avenida y de ahí volver a ubicarme. Pero no llevaba lentes y ya había oscurecido. Manejar se volvió una cosa de seguir las luces, las sombras y las líneas blancas. 

En esa historia que contó tantas veces, dijo que de pronto ya no había luces que seguir. Un pasaje de árboles formaba un túnel extendiéndose sobre la noche. Viviana bajó la ventana para hablar con una mujer que fumaba sentada en el porche de su casa, la última casa en el camino. ¿Qué hay aquí adelante? preguntó señalando el agujero. La mujer exhaló: aquí adelante ya no hay nada. Échate en reversa y regresa por donde llegaste. 

*

Levántate la blusa, dijo la luz. Para maquillarte. El aire frío le erizó la piel. No pudo protestar, una brocha empolvada había empezado a recorrer su estómago, sus costillas y debajo de sus pechos. El reflector la miró, sonriendo. ¿Ya estás lista? preguntó. 

*

Como cualquier aspirante a la fama, Viviana empezó a soñar con el estrellato desde niña. Acababa de ganar el concurso escolar de deletreo, todos sus compañeros aplaudieron cuando el director subió a la tarima a darle su diploma. Viviana no pudo evitar pensar que los lentes del hombre eran tan grandes como los del presentador de televisión de los domingos, y que los aplausos y la atención y la sonrisa del sujeto la convertían, entonces, en una cantante a punto de comenzar su acto. 

*

Le era imposible desenredar su pelo. Los mechones castaños se entrelazaban en nudos marineros que su cepillo no podía combatir. A la producción le pareció tan irritante el tiempo que le tomaba salir del camerino que decidieron llevarle un profesional: un hombre malencarado que la cepillaba con toda su fuerza y prometía darle una cachetada si lloraba. Era rara, dijo el desenredador cuando le preguntaron sobre el accidente. De esas mujeres que en pantalla lucen, pero que en persona es mejor de lejitos. Tenía una cara de que el marido no la tocaba ni con… bueno, está mal decirlo dadas las circunstancias, pero se entiende. 

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Fue La Pájara Peggy quien la encontró. Iba saliendo de su camerino con el paso apresurado de su primer jalón de coca. Sus plumas estaban limpias, recién lavadas, de un amarillo fulgente. La encontró tirada en el piso del foro, con los ojos abiertos, la boca en un grito que no salió. Un hilo de espuma trazaba un camino desde la mejilla de Viviana hasta su arete de oro. 

*

Lo llevas en la sangre, le decían, aunque no era hija de nadie. Su apellido le pertenecía a sí misma. Pero lo llevas en la sangre, le decían, porque no se quejaba de nada, y cuando la luz se posaba frente a sus ojos ella no los cerraba ni un poquito, sino que sonreía como le habían enseñado, con la lengua en el paladar como si fuera el cañón de una pistola. 

*

Le gustaba verse en el espejo del tocador. Pero le gustaba aún más verse en la tele, la pequeña pantalla que fungía como un oráculo ante el que todos se detenían cuando pasaban por el vestíbulo de los estudios. En ella, las piernas de Viviana lucían largas, de un color tostado que en persona era más bien un pálido rosa. La extensión de pestañas hacía que su mirada fuera la de una mujer segura, aunque en persona hablara poco y dijera disparates. Una tarde antes de grabar me contó que el amante le decía que cuando fueran juntos a eventos, lo mejor que podía hacer era callarse. 

*

Antes del accidente, Viviana buscó el agujero negro. Salió del foro en la madrugada, exhausta, y al manejar esquivó los retornos esperando hallarse con lo que entonces le pareció el final de la ciudad. Pero nada, me contó. Solo llegué a una avenida. Mas le parecía sentir la presencia del agujero en sus sueños, en su cuerpo y hasta en los ojos cuando le daban a leer el guión del programa y, junto a su nombre, en lugar de diálogos solo había círculos a lápiz, trazados con la fuerza de una mano obsesa. 

*

Viviana lo esperaba, esperarlo le causaba tanto placer como el encuentro. Esperaba bocarriba, 

bocarriba

bocarriba mirando una grieta que le devolvía la mirada, la grieta como un ojo entreabierto. Él llegaba tarde, le gustaba hacerla esperar, hacerse esperar, saber que a unos kilómetros de distancia había una mujer aguardando bocarriba, acostada sobre la espalda que él había memorizado hueso por hueso

poro por poro. 

Hablaban poco o nada, eran más los suspiros. Viviana nunca lo vio dormir. Se acostaba después de ella y siempre despertaba antes. Al abrir los ojos, Viviana lo hallaba peinándose el pelo mojado, corto y sin nudos, y ella pensaba que en su caso cepillarse era una mera ceremonia. 

*

Creí que nadie la recordaba más que yo, pero una chica —se dice escritora, en su casa la conocen— me contactó para preguntarme sobre el lost media de Viviana. ¿Lost media? le pregunté a la bocina del teléfono, sintiéndome vieja. 

Son materiales audiovisuales casi imposibles de encontrar, explicó como si hablara con una abuela. Cosas que las televisoras tuvieron que sacar del aire. Hay un youtuber que recopila lost media de Televisa, y se volvió muy popular el video de Viviana. ¿Cómo cuál? En el que sale semi-muerta en La Carabina de Ambrosio, con espuma en la boca y todo. Dicen que ya estaba muerta y sus músculos se movían por puro espasmo. 

¿Por qué a usted? Perdóneme, no sé mucho al respecto pero quisiera escribir sobre ella. Le pregunto porque estuvo ahí, ¿no bailaba usted en la entrada del programa? Leí que fue amiga de Viviana, me interesa mucho reconstruir su vida, dicen que hasta fue amante del…

Colgué. 

*

El video no mostraba gran cosa, aunque verlo se sintió incorrecto. 

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Usuario7494 comentó: ¿nadie más alcanza a ver que cuando cae al piso nadie la mira? Están todos los personajes absortos, como si un hoyo negro se los estuviera a punto de tragar. Pues cuánta coca se metían entre tomas. EP 

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