¿El Nuevo León que no queremos ver?

Detrás de las acciones mediáticas de la influencer Mariana Rodríguez, también esposa del gobernador de Nuevo León, Samuel García, existe una configuración de la pornomiseria que obliga a consumir la tragedia, a viralizar la violencia como objeto de consumo. En este texto, Zaida Martínez analiza las acciones de la influencer y nos pone de frente una realidad que no debemos ignorar.

Texto de 05/11/21

Detrás de las acciones mediáticas de la influencer Mariana Rodríguez, también esposa del gobernador de Nuevo León, Samuel García, existe una configuración de la pornomiseria que obliga a consumir la tragedia, a viralizar la violencia como objeto de consumo. En este texto, Zaida Martínez analiza las acciones de la influencer y nos pone de frente una realidad que no debemos ignorar.

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Por la mañana mientras tomo el desayuno de pronto veo gimnasio y pesas, después casos de corrupción de Agua y Drenaje, giveaways, regalos, acuerdos con Gobierno Federal, tutoriales de maquillaje, perros y un montón de actos solidarios. Todo esto en menos de 10 minutos en las cuentas personales del actual gobernador Samuel García y la titular de Amar a Nuevo León, Mariana Rodríguez.

Van tres semanas que inició el nuevo gobierno en el estado de Nuevo León. El partido naranja triunfante llegó con todas las ganas de “jalar”. ¿Lo de siempre? Las promesas, ¿Lo nuevo? El nuevo Nuevo León. Con una campaña territorial y mediática arrasante en materia publicitaria, se pintaba a Nuevo León como una entidad próxima a cambios disruptivos, en ojos del gobernador electo se trataba de “una nueva forma de hacer política” frente a la “vieja política”, aquella que ya no era funcional ni eficiente. 

Con 36.6% de votos Samuel García se convirtió en el gobernador de un nuevo Nuevo León, sumado con el optimismo de quienes hartas y hartos de anteriores administraciones, depositaron su confianza en un discurso que se pintaba genuino y transgresor a las antiguas formas de ser y hacer política. 

“Casualidad no es que quien dirige Amar a Nuevo León sea una mujer, y que particularmente se ocupe de labores maternizadas, feminizadas y redireccionadas a la cuestión de los cuidados, el amor y acompañamiento.”

Para el gobierno naranja lo prioritario al iniciar fueron las infancias y adolescencias, algunas y algunos lo sabemos por las más de cien historias de Instagram donde “se nota mucho que están ayudando”. Pero vámonos por partes. Decía un artículo —ahora eliminado por razones desconocidas del portal de noticias de periódico Milenio—, que había que ser escépticos con el partido naranja; tanta belleza merecía al menos unas gotas de incredulidad. 

Casualidad no es que quien dirige Amar a Nuevo León sea una mujer, y que particularmente se ocupe de labores maternizadas, feminizadas y redireccionadas a la cuestión de los cuidados, el amor y acompañamiento. No es nuevo ver a funcionarias y funcionarios públicos posando felizmente con niñas o niños en situación de pobreza, personas en hospitales o con discapacidades, personas indígenas, o bien, personas en situación de precariedad. Esto lo veíamos y aún lo vemos en medios impresos y televisivos.

En este sentido, hay algunos apuntes que me gustaría enunciar. Al cuarto día de gobierno, se publicó un video por Instagram de la titular de Amar a Nuevo León, donde con sorpresa relata su visita a DIF Capullos Nuevo León. “Este es el NL que muchas veces no vemos” se lee como título, mientras que, seguido de una espera breve para una mayor audiencia, se introduce al tema central: ¿cómo le fue en la visita? Conocí hoy tres historias que me tocaron mucho el corazón, son historias que me contaron niños; una niña de 13 años y dos niños de 10 años”.

Generalmente, las historias referentes a embarazos infantiles y adolescentes, así como casos de abuso y violación sexual se contaban de manera escandalizada “¡Se los voy a contar tal cual sin filtros, eh!” como una historia de terror ajena. Exhibir este tipo de historias —sobra decir que son confidenciales— a un público virtual, así como la irresponsabilidad de contar los casos de abuso hacia menores como contenido mediático, tiene sus repercusiones.

La primera de muchas visitas a DIF Capullos Nuevo León fue lo que detonó en muchas personas sensaciones que van más allá de la indignación y el coraje. Fotografías, abrazos, pláticas breves sobre las razones de la estadía de niñas, niños y adolescentes en la institución Capullos, provocaron la elaboración del video sobre ese Nuevo León que no vemos a manera de cierre de un día lleno de experiencias que “apachurran el corazón”, el cual parecía cualquier plática que antes de ser casual, escandaliza las vivencias y tragedias de otras personas como mero chisme, sin respeto alguno.

No solamente se transgreden los artículos 76, 77 y 78 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, sino que se exhibe, revictimiza y estigmatiza a niñas y adolescentes, vulnerando la intimidad de las y los menores para concluir con una corta reflexión sobre trabajar para ellas y ellos, porque son ese Nuevo León que no queremos ver. 

¿Quién no quiere ver ese Nuevo León? ¿A quién va dirigida esta pregunta?

Hay mensajes que, por simples, son los más simbólicos. Hay discursos que, por buenos, develan otros significados que no son necesariamente positivos. No hace falta realizar un análisis sofisticado de discurso para darse cuenta que la desconexión política y social de los gobernantes se hace más que evidente. Pareciera como un hallazgo novedoso, como algo nunca antes visto. ¡Las embarazadas! ¡Y son niñas! ¡Mira, los hijos de las migrantes! ¿Desde cuándo las infancias y adolescencias en situación de vulnerabilidad y precariedad se volvieron un zoológico de la solidaridad? 

Me parece bien que publique estas realidades”, “Son problemas reales que pasan todos los días y las esposas de los ex-gobernadores ni decían nada de estos problemas”, “Mariana tuvo vida de lujo y ahora se ve que sí quiere hacer algo más que vivir cómodamente”. Esto es lo que se lee ante cualquier crítica que se lance hacia las acciones que la titular de Amar a Nuevo León ha estado realizando en DIF Capullos. Para muchas y muchos, una serie de iniciativas loables, genuinas, jamás vistas en anteriores gobiernos, y que es cierto, hay que decirlo, la cercanía no pasaba de eventos burocráticos y portadas periodísticas.

¿Qué hay de malo entonces? No parece más que un ejercicio de voluntariado o de misiones decembrinas, pero desde el aparato de gobierno. Estos encuentros que, por solidarios, acentúan la diferencia del “otro” como uno diferente y necesitado, y a “ellos” como los héroes de la triste película de la miseria en las instituciones de Nuevo León. Aunque con pretensiones de solidaridad y apoyo, existen algunas cuestiones importantes que hasta hoy se siguen perpetuando.

“…una de las estrategias más interesantes del factor “hiper-emoción” es la interpelación directa a las emociones a través de la tragedia, necesitando invariablemente la figura de un héroe o heroína que salve al mundo de la miseria humana.”

Y sí, bien por la atención a las infancias, pero no puede decirse lo mismo de la forma, y no puede deducirse que necesariamente se pensaba en los problemas estructurales de fondo. Todo ello se convirtió en posts y fotografías frías, una suerte de turismo de la miseria. La tragedia de los y las menores comenzó por ser espectacularizada. Esto no es nuevo, mucho menos exclusivo de funcionarias y funcionarios públicos, pero ¿por qué resulta tan urgente “sensibilizar” a la ciudadanía y voltear a ver hacia abajo, a ese Nuevo León que, supuestamente, no vemos?

¿Realmente existe una “sensibilización” a través del relato trágico e historias de vida de estos menores o solamente surgen comentarios internos tales como: ¡Qué horror! ¡Pobre gente! y soltar una que otra lágrima? No hay un cuestionamiento siquiera superficial de las condiciones que siguen permitiendo la reproducción de este tipo de violencias y desigualdades sociales. Pero una de las estrategias más interesantes del factor “hiper-emoción” es la interpelación directa a las emociones a través de la tragedia, necesitando invariablemente la figura de un héroe o heroína que salve al mundo de la miseria humana. ¡Qué gran corazón, de admirarse!

Aunque no notorio, el control político más sofisticado se encuentra aquí, sin necesidad de coerción o violencia física. Si hay tragedia, debe haber salvación, por ello la mirada incuestionable hacia la titular de Amar a Nuevo León, porque sumando que acostumbradas y acostumbrados a años de gobiernos distantes, cualquier cosa es mejor que nada, ya que por lo menos “ella está ayudando” como sea, como pueda, como quiera. Este tipo de narrativas, según indica Ángeles Diez Rodríguez en su texto “Medios de comunicación y el espectáculo de la miseria”, hacen que nos identifiquemos con el héroe sin tener mayor necesidad o compromiso de incidir, porque ya hay quien se está ocupando de esas tareas.

Este consumo de “información mercancía” se centra principalmente en la promoción de la anécdota, siempre interpelando la emotividad. Este viaje de compasión y aventura en lo “abandonado”, vende la imagen de una heroína que sale de entre las ruinas a esparcir abrazos y dinero, nuevamente sin cuestionar o prestar atención a temas torales como salud sexual reproductiva, educación sexual integral, acceso a servicios básicos, temas de justicia reproductiva y salud pública o el aseguramiento de que las infancias y adolescencias tengan una vida libre de violencias prestando atención a distintos ejes sociales como violencia familiar o desigualdad económica, por poner un ejemplo. 

Puntualmente, Michaela Balogun para la plataforma No White Saviors menciona que el Complejo de Salvador Blanco toma la vida de personas precarizadas como experiencias para uso personal, haciendo necesaria la presencia de la figura de héroe o heroína. El bombardeo de fotografías que recurren a los abrazos y a la demostración de cariño, que además de ser tareas conferidas tradicionalmente a las mujeres, provoca que se le vea a Mariana Rodríguez, la titular de Amar a Nuevo León como “una gran persona” que atiende y escucha —sin poder dejar el factor reality show— a las niñas, niños y jóvenes, en este caso, de la institución DIF Capullos. 

No es tampoco casualidad que estas estrategias de dominación pasen inadvertidas; se vuelven hechos por los cuales hay que estar agradecidas y agradecidos; no hay un cuestionamiento sobre cómo lo hace, aunque en la práctica se perpetúen dinámicas evidentes de violencia simbólica hacia las infancias y adolescencias. Según Pierre Bourdieu, estas estructuras invisibles se sostienen a partir de la lógica mercantil de consumo de experiencias.

Ahora bien, ¿cuál es el efecto de este tipo de historias y contenido bajo el poder político y virtual? Esta suerte de “blog” de la tragedia no hace más que propiciar la pornomiseria. Este concepto que, popularmente remite al cortometraje “Agarrando Pueblo” de Luis Ospina y Carlos Mayolo (1977) “analiza la fascinación de la miseria humana sin analizar las causas que la originan”, o como puntualiza Marion Reimers según un artículo de Irene Tello Arista en El Universal: “es la inclinación que demuestran algunos medios por buscar el lado trágico de las historias, sin tomar en cuenta el análisis de los sistemas que posibilitan y perpetúan dichas miserias”.

Hablar de cómo el sistema mundial está asentado en lógicas coloniales y capitalistas que permiten el despojo, el uso de personas como tokens políticos, o las estructuras de poder que permean las dinámicas sociales, culturales, económicas y políticas, no es vendible, no despierta emociones, son temas ajenos que maneja gente que “sabe de esas cosas”. Es mejor vender el drama, la violencia, lo gráfico o la novela virtual.

Carolina Benítez Mendoza para la plataforma Afrofeminas describe la pornomiseria como “la creación de contenido mediático alrededor de la miseria”. En el caso de Mariana Rodríguez es posible observar, por ejemplo, el adentramiento cuasi-desconocido al “allá” con los “otros”, a través de una filmación de llanto, dolor y condiciones ajenas, “diseñada para que la situación precaria del otro se vuelva una película de drama para tu consumo. Para que llores, te impactes y te olvides”.

“Ya no estamos para pensar que el poder mediático y elección específica de historias, imágenes y videos no contienen estrategias y mensajes políticos para beneficio personal.”

Esta serie de entramados complejos que permiten que este tipo de apoyo solidario sea visto como eso y no como una reproducción de prácticas simbólicas y estructuralmente violentas, hacen de las acciones “buenas” hechos incuestionables. Desde espectacularizar los embarazos infantiles y adolescentes, así como problemas de drogadicción como si fuera algo que solo pasa en “los de abajo” y no en todas las clases sociales, permite que las personas en situación vulnerable sigan siendo objeto de asombro y consumo. Lo cierto es que la baja expectativa ciudadana y el conformarnos con el “mínimo” de la cercanía política hacia estos sectores sociales, es producto de un sistema descompuesto que nos involucra a todas y todos socialmente.

En suma, estas dinámicas generosas y solidarias usualmente no pasan de eso. Como afirma Paulo Freire, la existencia de las situaciones de injusticia posibilitan la “generosidad” permanente y el agradecimiento sin transformar las bases estructurales que permiten las situaciones de desigualdad. Ya no estamos para pensar que el poder mediático y elección específica de historias, imágenes y videos no contienen estrategias y mensajes políticos para beneficio personal. Por más genuinos que estos actos parezcan, la responsabilidad de señalar las reproducciones violentas de lo que se pinta y pasa como actos positivos, tiene más repercusiones e implicaciones de las que pensamos. 

Al final, queda analizar cómo las y los representantes de un estado muchas veces reflejan los modos de ser y actuar de un grueso importante de la sociedad, en este caso, de la neolonesa. Es necesario poner los ojos en hechos que pasan “por buenos”, pero que reproducen actos de violencia. Sobre todo, reflexionar si en este tipo de acciones encontramos patrones de pensamiento individual o colectivo. Más allá del ego y enojo, preguntémonos ¿qué estamos reproduciendo y qué podemos hacer distinto? EP

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