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El
“círculo rojo”, como conoce a los columnistas, analistas, periodistas y
tertulianos de la televisión, se protege ante los extraños con una membrana que
filtra a quienes engrosarán sus filas según su clase y formación —según su
raza, inclusive—, según su edad y sus posturas políticas. Entre los pocos que
han logrado traspasar esa barrera está Gibrán Ramírez Reyes. Joven en medio de
columnistas dos o tres décadas mayores que él, moreno en un entorno de güeros,
de izquierdas y de posturas firmes y dichas en voz alta, en un mundo de
tertulianos que rara vez salen del consenso liberal, quien además llegó desde
los márgenes de la columna política. Sus primeros textos aparecieron en la
revista Emeequis hace casi un lustro, de ahí saltó
a Sur, de Guerrero, y fue en las filas del periódico
de Acapulco donde empezó a cobrar fuerza su pluma y a ganar eco su voz. El
terremoto que la victoria de Andrés Manuel López Obrador supuso para el mundo
de los medios de comunicación lo catapultó a la prensa nacional y lo llevó
a Milenio, donde se ha consolidado entre los veteranos
del círculo rojo. Pascal Beltrán del Río lo llamó hace unos días “comentarista
proclive al oficialismo democrático” y Denise Dresser, que lo ha nombrado “el
vocero de la cuarta transformación”, lo “joveneó” famosamente en una mesa de
discusión por televisión, reclamándole que no tuviera suficiente edad cuando se
aprobaron las últimas reformas de fondo al Poder Judicial. En entrevista
con Este País, Ramírez Reyes aporta algunas claves
para entender al gobierno de López Obrador en función de dos indicadores: el
paquete económico que presentó al Congreso de la Unión y su relación con los
órganos autónomos establecidos en las últimas dos décadas. De entrada,
caracteriza al gobierno actual con claridad y concisión: “Es un gobierno populista,
postneoliberal y de centro izquierda”.
EUGENIO
FERNÁNDEZ VÁZQUEZ (EFV): ¿Qué quiere decir que
este gobierno sea populista?
GIBRÁN RAMÍREZ REYES (GRR): Es un gobierno que
reivindica un discurso que divide en dos el campo de lo político y es un discurso
legítimo. La sociedad está efectivamente muy polarizada y lo que hace es
politizar esa polarización económica y de acceso al bienestar en general. Es
populista porque algunas de las características del populismo, que es diferente
en cada sitio, son que hace un reclamo, uno, contra los valores de las élites
vigentes y, dos, a la democracia realmente existente. En nuestro caso este es
un reclamo a la transición, a la fiebre procedimental que acabó en un buen
diseño de política pública en el sistema electoral, en algunos casos en los
órganos autónomos, pero también en un federalismo imaginario que acabó en una
corrupción intocada en los estados y muchos otros espacios. El populismo dice:
“a esto le decían democracia y no lo es”. El tercer punto populista de este
gobierno es que cifra los términos del antagonismo también en la moral. El
populista siempre afirma que sí existen el bien y el mal y pone la moral sobre
la mesa, y eso lo hace López Obrador.
EFV: ¿Tú aceptarías entonces el uso del término “populismo” para
englobar a fascistas y a populistas tradicionales, por llamarlos de alguna
forma? Es decir, ¿caben en el mismo término el primer ministro húngaro, el
ultraderechista Viktor Orbán, Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump?
GRR: Es una cuestión de grado, como también
ocurre en la democracia liberal. Claro que hay rasgos del fascismo que son
identificables con el populismo, pero de ninguna manera todo populismo es
fascista ni mucho menos. Puede haber versiones democratizadoras del populismo, como
me parece que es el caso de Andrés Manuel, o versiones antidemocráticas. El
reclamo a la democracia realmente existente puede plantearse por lo menos de
dos maneras. Una es la que te señalaba, la que dice: “a esto le llaman
democracia y no lo es, entonces construyamos una verdadera democracia”. La otra
es la que señala: “esto que llaman democracia no sirve, entonces vamos a otra
cosa”, que es el caso de Orbán o Trump.
EFV: Ahora, ¿qué quiere decir ser
postneoliberal?
GRR: Andrés Manuel es postneoliberal porque no
puede plantearse ser solo antineoliberal. No sé si sería gobernable una
sociedad tan profundamente neoliberal como la mexicana, en la que ha cambiado
todo con la transición neoliberal. No sé si es pensable un cambio radical de
paradigma. Hablando del presupuesto, si el paquete económico dio tanta
tranquilidad a los mercados fue porque es un presupuesto en algún sentido
neoliberal. Tiene mucho control, y la austeridad no es sólo la austeridad
republicana, de ahorrar en salarios y en oficinas para gastar en lo sustancial,
sino también que algunas labores sustanciales se recortaron para apostar a
otras. Se maneja como un asunto no sólo de responsabilidad financiera, sino en
algún sentido como si el Estado fuera una empresa. No cumplió las profecías más
apocalípticas de que se iba a endeudar un montón, etcétera.
EFV: Eso es lo que hace de Andrés Manuel un neoliberal. ¿Qué es lo que
lo hace postneoliberal?
GRR: Este gobierno pone un énfasis en política
social que no se permite el neoliberalismo. Hay una intervención en el mercado
que no es una intervención agresiva, como la que se plantea el programa Jóvenes
Construyendo el Futuro. Sobre todo, y éste es el rasgo más rupturista, hay una
reivindicación del valor de lo público sobre lo privado, y esto se ve en todos
sitios. Lo que hay en el proyecto de López Obrador es una gran reivindicación
de lo público, de la escuela pública —aunque es en lo que ha hecho menos
énfasis—, de la Compañía Federal de Electricidad y de Pemex sobre todo, y
también de la salud pública.
EFV: ¿Y por qué es de centro izquierda?
GRR: Porque se plantea una distribución de la
riqueza que no es una distribución estructural de la misma, por lo menos por el
momento, y él nunca ha sido un promotor de la gran reforma fiscal. No es un igualitario
estructural. Andrés Manuel cree que hay que paliar la desigualdad, pero está
muy lejos de ser un anticapitalista, aunque sí es antineoliberal. Él piensa que
hay que cobrar bien los impuestos que hay y usar bien el dinero de quienes
pagan impuestos. Si lo piensas, no es ni demasiado radical ni demasiado de
izquierdas.
EFV: Hablando de la reforma fiscal, la analista Viridiana Ríos sostiene
que sí hay una reforma fiscal, que carga más el peso de la recaudación a los
estados, diciéndoles a los gobernadores: “Señores, se acabó lo que se daba.
Ahora tienen que ser ustedes quienes recauden sus propios impuestos”.
GRR: Esa sería una gran reforma fiscal, aunque
yo creo que es una lectura muy atrevida de Viridiana. El presidente lo que
puede gobernar, sobre lo que puede mandar, es sobre el gobierno federal y puede
decidir ya no darles dinero. Eso se llama centralización. Si los gobernadores
responden unánimemente diciendo “Ah, bien: yo voy a operar lo que me toca y voy
a cobrar impuestos”, entonces tendremos una reforma fiscal de facto y formal.
Está en manos de los gobernadores decidir si la centralización del presidente
López Obrador se queda nomás en eso, o si empujan a un federalismo sostenible y
no a la farsa federalista que hemos vivido desde 2000 por lo menos.
EFV: Se ha criticado de Andrés Manuel que lidera un gobierno que mira
hacia atrás, que en su presupuesto y sus políticas erosiona al medio ambiente,
que su primer impulso, aunque luego lo corrigió, fue sacrificar a las
universidades en favor de Pemex y del petróleo, y que invierte poco en
investigación.
GRR: El presupuesto fue la muestra más clara de
que hay un cambio de régimen en marcha. Hay lugares que no se pueden tocar
porque son sagrados en el discurso público y el presidente —cualquier presidente—
no los puede tocar. Es el caso, por ejemplo, de la UNAM. Es muy difícil en el
discurso público hablar de los excesos en la UNAM: de lo oneroso que resulta el
sindicato, de la alta burocracia universitaria y una casta minoritaria de
profesores hiperprivilegiados que cobran cientos de miles de pesos, de las
compras opacas. Se intentó poner sobre la mesa y no sé si fue un calambre
intencionado que ya sabía no iba a salir.
EFV: Pero no fue sólo la UNAM…
GRR: No, fue a las grandes universidades públicas.
Se hizo un llamado a gastar bien y a gastar en lo que es su tema y su labor.
Ahora, yo estoy en contra de hacer esa equivalencia de universidades y futuro.
Hay dependencias universitarias que en realidad son consultoras, que no
investigan para la nación, sino para la iniciativa privada. Eso es el lucro, no
futuro. Eso es el neoliberalismo de siempre.
EFV: ¿Cómo se vería entonces un presupuesto que apoyara a la
universidad pública? ¿Sería lo mismo que con los estados, plantear que habrá un
recorte y esperar a que actúen?
GRR: Hay un problema de fondo que sólo puede
resolverse desde la universidad. Si yo fuera el presidente les diría: “No hay
más presupuesto o hay un recorte de presupuesto hasta que arreglen su
desmadrito”. Pero, ¿qué sería arreglar el desmadrito? Abatir la desigualdad al
interior de la universidad, basificar a gente que sí hace investigación básica
y no sólo investigación aplicada, orientada a lo que pidan las empresas. Todos
los que piden presupuesto, como los organismos internacionales o las
organizaciones de la sociedad civil, tienen que demostrar que gastan bien para
pedir presupuesto. Las universidades tendrían que demostrarlo también. Ahora,
es cierto que hay prioridad por lo inmediato, por ejemplo en materia de
energía. En ese sentido este es un gobierno neodesarrollista, del siglo pasado.
Probablemente esa energía sea uno de los pocos instrumentos fuertes que
quedaron del siglo pasado para desarrollar al país. Ahora, en el concierto de
las naciones México no es un gran contaminador, en comparación con los países
desarrollados.
EFV: México aporta algo menos del 2% del total de emisiones de dióxido
de carbono, Estados Unidos y China 40%, pero si los quitas a ellos México queda
en el lugar diez o 15 del mundo. Pemex está entre las 100 empresas que más
contaminan. México sí es uno de los grandes contaminadores del planeta.
GRR: Realmente privar a los países no
desarrollados de utilizar esos instrumentos que están a la mano es recortarles
capacidades de las que sí han gozado los países desarrollados. ¿Hace un mundo
peor? Sí. Es uno de los dilemas de la política. Sí es pasado, pero acompañado
de una reivindicación ética de esos instrumentos.
EFV: Otro elemento que ha levantado mucha polémica son los
recursos que el Presupuesto de Egresos de la Federación otorga a los órganos
autónomos. Ha habido inclusive controversias constitucionales porque se les
recorta el presupuesto y se les impone una reducción de salarios. ¿Cómo
deberíamos leer estas decisiones en el presupuesto? ¿Es un enfrentamiento con
los poderes?
GRR: El neoliberalismo construyó toda una
institucionalidad basada en criterios de política pública despolitizantes. Como
el gobierno era lo malo, y el presidente y la Presidencia en general eran lo
malo, se empezó a legislar para dejar cada vez más cosas fuera de la política.
El neoliberalismo es despolitizador. Lo primero que quiso despolitizar fue la
economía, pero mientras más cosas puedan dejarse fuera del alcance de los
representantes electos popularmente, mejor. Entonces, dejaron las elecciones
fuera del alcance de la política, porque era el PRI, el presidente era malo y
autoritario y todo eso. Dejaron también la contraloría fuera de las manos del
gobierno, igual la justicia quedó fuera de su alcance. Lo que me parece más grave
es precisamente la procuraduría. Se buscó dejar la procuración de justicia, la
parte que corresponde al Ejecutivo, fuera de las manos del gobierno, como si
hubiera capacidades institucionales para ello, como si fuera una maquinita y no
hubiera que elegir hacia dónde orientar esas capacidades, qué delitos se
persiguen primordialmente, etcétera. Además, se habla con una pureza discursiva
que no corresponde a la realidad. En ese trayecto estuvimos respondiendo a los
problemas sociales con diseños institucionales de autonomía. Es patente que eso
fracasó. Mucho IFAI y mucho INAI, y el sexenio pasado fue lo que vimos, y eso
que Peña no fue particularmente agresivo contra los órganos autónomos. Esta
institucionalidad cohabitaba con toda esa corrupción y autonomía no fue ni
siquiera relativa, sino sólo nominal. ¿Cómo puedes salir de ser consejera del
INAI e irte a una plurinominal del PRI? Así es: es política. En eso sí hay una
recentralización y una repolitización, creo que en algunos casos eso debe dar
buenos resultados. Que el gobierno tome en sus manos algunas áreas sustanciales
suyas, como el combate a la corrupción, no debería llamarnos a escándalo. Sí
debería llamarnos a escándalo si ver con el pasar de los años que volvemos al
viejo entramado de corrupción en el que todo estaba ordenado a que el gobierno
no hiciera lo que le tocaba, si volviéramos a lo que causó esa reforma. Pero si
al tomar el gobierno esas labores en sus manos los institutos empiezan a
volverse cada vez más prescindibles, será porque no era un problema de diseño
institucional, sino de poder político. Como con todos los gobiernos, es una
hipótesis a prueba, algunas cosas se verificarán y otras no.
EFV ¿Qué respondes a quien dice que esto es “echeverrismo austero” y
con decencia?
GRR: Y democracia.
EFV: ¿Coincidirías entonces con los primeros elementos?
GRR: Sí. Pero agregaría a lo de echeverrismo
austero el elemento de la responsabilidad económica. El echeverrismo fue la
bestia negra del neoliberalismo, y el gobierno de López Obrador no lo es. Mira
lo tranquilos que están los mercados. En ese sentido, esto es otra cosa. e f v:
¿Qué les dices a quienes sostienen que esto es una embestida contra los órganos
autónomos y el entramado de la democracia?
GRR: Que sí es una embestida contra los órganos
autónomos, contra la institucionalidad del viejo régimen que no sirvió para
remediar los problemas para los que estaba planteada, y tuvo ya su tiempo de
prueba. Algunas instituciones no tuvieron su tiempo se prueba, pero no se ataca
a una institución en particular, sino a una lógica.
EFV: Entonces, son problemas viejos con soluciones nuevas que
fracasaron. ¿Qué hace Andrés Manuel? ¿Recurrir a soluciones viejas que él va a
aplicar mejor? ¿Plantear soluciones nuevas que ahora sí van a funcionar? ¿Hay
alguna tercera opción que se me escape?
GRR:
En política, y en muchos otros campos de la vida social, todo nuevo bloque
histórico tiene algo de viejo. El neoliberalismo, las élites del antiguo
régimen, desde Echeverría o López Portillo, relegaron por completo a sus
elementos igualitarios. Esos elementos, que estaban en un segundo o tercer
término cuando gobernaban las élites neoliberales, es natural que salten a
primer término como respuesta a aquello que los desplazó. Lo nuevo es plantear
otras soluciones que tienen algo de viejo y que tienen, creo, algo de bueno
también. No es lo mismo plantearlas en un sistema de partido hegemónico
sostenido por el fraude, que en un sistema pluralista como el que tenemos; con
control de los medios de comunicación, que con el… no sé si descontrol, pero
digamos la efervescencia mediática que vivimos hoy. Hay un cambio que creo que
es todo el cambio: la autoridad presidencial cambia mucho de un entorno
autoritario a uno democrático. EP
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