Escala obligada: El abrazo de los extremos

El planeta entero parece estar girando sobre un barril de pólvora. El detonante de una conflagración planetaria parece estar, nuevamente, a la vuelta de la esquina. Entre la sucesión de actos terroristas que han sacudido al mundo en los últimos meses y las pruebas de fuerza del renovado imperio capitalista, las ideologías de los rivales […]

Texto de 18/06/17

El planeta entero parece estar girando sobre un barril de pólvora. El detonante de una conflagración planetaria parece estar, nuevamente, a la vuelta de la esquina. Entre la sucesión de actos terroristas que han sacudido al mundo en los últimos meses y las pruebas de fuerza del renovado imperio capitalista, las ideologías de los rivales […]

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Escala obligada: El abrazo de los extremos

El planeta entero parece estar girando sobre un barril de pólvora. El detonante de una conflagración planetaria parece estar, nuevamente, a la vuelta de la esquina. Entre la sucesión de actos terroristas que han sacudido al mundo en los últimos meses y las pruebas de fuerza del renovado imperio capitalista, las ideologías de los rivales extremos tienen un piso común. Ambas se presentan como un manto de principios redentores, capaces de devolver el orden a las sociedades y el sentido purificador a la historia. En el fondo, quitando las vendas religiosas y la verborrea política que chorrea en los mensajes de twitter, tienen los mismos fines. Las dos quieren la imposición por la fuerza de sus propios valores y sus simplistas puntos de vista, la extensión de sus dominios virtuales y territoriales, el sometimiento de los pueblos que no comparten sus ideas y, sobre todo, la aniquilación de los contrarios. El otro debe ser destruido.

Los contendientes principales son dos, decantados por los acontecimientos de la historia reciente. Por un lado, se encuentra la esquina religiosa del fundamentalismo islámico, que ha encarnado en una organización terrorista conocida como isis por sus siglas en inglés, y llamada en español el Estado Islámico de Siria e Irak. Es un Estado que aspira a regresar a los califatos representantes del profeta Mahoma del el siglo vi, y que ha declarado la guerra santa contra todos los adeptos de otras religiones y los grupos de creyentes que llaman “los falsos musulmanes”. Todo aquél que no se someta a sus designios, merece la muerte. Ese es el principio cardinal de su doctrina. Sus métodos son atroces. Incluyen la destrucción de todos los templos paganos, la muerte ejemplar de los infieles, las decapitaciones públicas y la proliferación de actos terroristas en todo el mundo. Es una organización atrincherada con enormes recursos, y por eso resulta diferente a sus antecesores. No es un grupo que sobrevive con las migajas de sus enemigos. Cuenta con un sistema de recaudación que le reporta grandes ganancias por la venta de petróleo, los secuestros y los impuestos públicos, y tiene un aparato publicitario sumamente eficaz. Utiliza los huecos legales de las redes sociales para la difusión de sus métodos y mensajes. Además, tiene un sistema de reclutamiento muy efectivo, que incluye el adoctrinamiento a distancia para todos los ciudadanos árabes o de descendencia árabe que viven en países occidentales. De ahí que los recientes actos terroristas hayan sido perpetrados por ciudadanos ingleses, franceses y belgas. El Estado Islámico cuenta con un ejército regular de 30 mil hombres.

Por otro lado, se encuentra la ideología supremacista de Donald Trump, que se ha pulido al afilar sus cuchillos contra el Islam, y que ha decretado un estado de guerra de facto contra todos los ciudadanos de los países árabes, con la exclusión de Arabia Saudita y otros que considera sus aliados. En muchos de ellos, como Egipto, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos, muchas firmas estadounidenses y el propio Trump tienen intereses económicos.

Para la nueva ideología del poder político de Washington, el Islam es una doctrina que atenta contra los valores de la civilización occidental, y que por tanto debe ser destruida. Hay niveles, claro, y por eso los jeques de Arabia Saudita pueden estar de su lado. Pero en términos generales, el mundo árabe constituye una amenaza. Por eso, desde los primeros días de su mandato, el nuevo inquilino de la Casa Blanca decretó la prohibición del ingreso al suelo norteamericano a todos los ciudadanos provenientes de Irak, Siria, Irán, Somalia, Yemen y Libia, argumentando que el cierre de fronteras tiene como fin la protección de los ciudadanos estadounidenses.

Paralelamente, la nueva administración de Washington ha realizado demostraciones de fuerza contundentes, como el lanzamiento de misiles contra una base militar en Siria —con el pretexto del uso de armas químicas por el gobierno de Bashar al-Ásad—, y el bombardeo de un sistema de túneles en las montañas de Afganistán, que ha sido refugio de los talibanes desde hace décadas y que ahora es utilizado por el Estado Islámico. En éste último caso, el Pentágono utilizó la bomba más destructora que se ha creado después de la bomba atómica. Sobra decir que Estados Unidos (EU) cuenta con el ejército y el armamento más poderosos del planeta.

Sin embargo, ambos extremos tienen zonas vulnerables que los hacen fallar en sus intentos de destruir al enemigo y proteger a sus militantes y ciudadanos, y los ponen en entredicho como adalides de causas anacrónicas que han perdido simpatizantes y sustento histórico.

La ideología de Donald Trump es muy simple. Busca proteger sus intereses económicos y los de sus congéneres, la raza blanca de EU, sobre todo, al interior de su propio país. Y para ello, en primer lugar, se propone acabar con el terrorismo. En el frente interno, trata de cerrar las fronteras a todos los sospechosos de albergar ideas del radicalismo islámico. Hacer censos de los ciudadanos estadounidenses que acuden a las mezquitas. Segregar a los musulmanes, siguiendo los pasos de la histórica segregación a los afroamericanos. Y en el frente externo, se propone acabar con el Estado Islámico. Aislarlo, cortarle sus fuentes de financiamiento, liquidar a sus líderes, bombardear sus refugios. Que no quede piedra sobre piedra. Y de paso, borrar del mapa también a los grupos y naciones que resulten afines: Al Qaeda, Hezbollah y el gobierno de los ayatolas de Irán.

El único inconveniente de todo esto es que el terrorismo en EU no se basa ni está inspirado únicamente en el fundamentalismo del Islam. Si bien ha habido atentados cuyos perpetradores son seguidores externos del Estado Islámico —como en la matanza en una reunión laboral de fin de año en San Bernardino, California, o el sacrificio de varios clientes de un bar para gays en Orlando, Florida—, ha habido matanzas que son también actos que aterrorizan a la población, pero que son llevados a cabo por personas desequilibradas de raza blanca. Individuos que en las investigaciones de los sospechosos de la Casa Blanca no figuran ni remotamente. Para tomar solamente tres ejemplos de estas masacres basta mencionar al joven James Holmes que se metió a una sala de cine en Aurora, Colorado, vestido de uno de los enemigos de Batman, y balaceó a todos los espectadores de la primera fila. El saldo del episodio fueron 12 muertos y 58 heridos.1 O el estudiante supremacista de Oregon, que ingresó en una escuela y dio muerte a nueve de sus maestros y condiscípulos.2

Más recientemente, el propio Trump reaccionó con su vehemencia proverbial ante el ataque de James T. Hodgkinson a los participantes de un partido de béisbol de congresistas republicanos, en el que resultaron heridos varios políticos, entre ellos Steve Scalise, un diputado de Louisiana.3 El hombre que jaló el gatillo varias veces, antes de ser abatido, era un hombre blanco desencantado con los políticos de su país, con los juegos de celebración de cualquier cosa, y con la vida en general.

En los casos mencionados, y en muchísimos otros, los victimarios no son musulmanes. Ni seguidores del Estado Islámico. Es gente radical y desesperanzada, que sale a matar a sus semejantes sin importar de quién se trate. Pueden ser condiscípulos, espectadores de cine, niños de una escuela para pequeños, peatones anónimos. La muerte de los demás, muchas veces, es concebida como el último acto reivindicativo de la propia vida. Las sujetos de estos actos de terrorismo son blancos armados hasta los dientes, porque en EU cualquiera puede armarse hasta los dientes en un Walmart. Gracias a la Segunda Enmienda de la Constitución, que otorga a los ciudadanos el derecho de armarse para defenderse de cualquier agresor, la mayoría de los hogares en todo el país cuenta con pequeños o grandes arsenales de pistolas y rifles. Y gracias a ese derecho, cualquier desequilibrado puede salir fuertemente armado a la calle a disparar contra todo lo que se mueva.

La administración de Trump tiene como uno de sus principios fundamentales la defensa de la Segunda Enmienda. Y con eso, a pesar de sus declaraciones contra el terrorismo, lo fomenta en la práctica, sin reconocerlo en lo más mínimo.

Por su parte, el Estado Islámico está también condenado al fracaso, ya que su objetivo fundamental es crear un estado que incluya a todos “los verdaderos” seguidores del Islam, así como la destrucción de sus enemigos. Es decir, el resto de la humanidad. El tema parece suicida con tan sólo proponérselo, pero podría encajar en el mundo si se depura de su animosidad contra el resto de la humanidad. En la actualidad existen varios Estados Islámicos; es decir, entidades nacionales que controlan el territorio y a la población a partir de una visión religiosa. Son los Estados de Irán, Irak, Afganistán, Pakistán y Mauritania. Son estados que coexisten con sus vecinos, no aspiran a la destrucción de los otros, y pueden incluir prácticas democráticas como los parlamentos y las elecciones restringidas.

El Estado Islámico, por el contrario, aspira a dominar al mundo. Tiene un sueño imposible, al igual que la Casa Blanca. Ambos extremos son irreconciliables, incapaces de diálogo alguno, y buscan afanosamente la cabal destrucción del contrario. En el fondo, en cuanto a sus principios, son extremadamente parecidos.

NOTAS

1.  http://cnnespanol.cnn.com/2012/07/20/14-muertos-y-50-heridos-en-un-tiroteo-en-un-cine-de-colorado-dice-la-policia/

2.  http://timelines.latimes.com/deadliest-shooting-rampages/

3. http://www.elpais.com.uy/mundo/congresista-herido-tiroteo-partido-beisbol.html

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