El aire del valle de México

En lo que va del año, el valle de México ha registrado niveles de contaminación ambiental realmente altos. Las causas son diversas, por lo que enfrentar el problema no es sencillo. Se necesita, sobre todo, del trabajo coordinado de muchas instancias del Estado. El titular de la Semarnat expone aquí algunas de las causas, los efectos nocivos, qué medidas se han tomado y cuáles son las rutas para continuar enfrentando el asunto.

Texto de 24/08/16

En lo que va del año, el valle de México ha registrado niveles de contaminación ambiental realmente altos. Las causas son diversas, por lo que enfrentar el problema no es sencillo. Se necesita, sobre todo, del trabajo coordinado de muchas instancias del Estado. El titular de la Semarnat expone aquí algunas de las causas, los efectos nocivos, qué medidas se han tomado y cuáles son las rutas para continuar enfrentando el asunto.

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El valle de México es el espacio geográfico donde se han fusionado las culturas que hoy nos dan identidad y fuerza, es el lugar donde residen los poderes de la nación, y el sitio desde el cual visualizamos un país más justo, más moderno y, sin duda, más sustentable.

En los últimos 20 años, la superficie pavimentada dentro del valle de México creció al doble del ritmo de la población; la mancha urbana se expandió a las principales capitales del centro del país, incrementándose exponencialmente el flujo de bienes y personas. Pasamos de ser un área metropolitana a operar como una megalópolis, cuya magnitud y relevancia económica solo es comparable a nivel mundial con ciudades como Tokio, Pekín, São Paulo o Nueva Delhi. Hoy día el valle de México es el núcleo de un conglomerado urbano que alberga a 30 millones de personas y genera un tercio del Producto Interno Bruto nacional.

La intensidad histórica de las actividades dentro del valle de México y el dinamismo contemporáneo de sus pobladores han transformado profundamente el paisaje natural y la transparencia del que fuera un valle lacustre rodeado de montañas boscosas. Por este motivo, al inicio de su administración, el presidente Enrique Peña Nieto convocó a los cinco gobernadores de los estados que rodean a la capital del país y al jefe de Gobierno de la Ciudad de México para constituir la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAME) que permitiera atender, desde una perspectiva megalopolitana y con nuevos mecanismos de coordinación y gobernanza, uno de los problemas más críticos en la región: la contaminación del aire.

Este año, en lo particular, nos hemos visto afectados por episodios de contaminación atmosférica que no habíamos sufrido en lo que va del siglo. Es posible que parte del problema se deba al calentamiento global, pues al momento, 2016 posee los registros más altos de temperatura que la humanidad haya medido desde 1880. Las altas temperaturas, asociadas a condiciones meteorológicas estables y de alta insolación, típicas de nuestro valle, están relacionadas con la mala calidad del aire.

De acuerdo con los estudios técnicos y científicos realizados por nuestros más distinguidos investigadores en química atmosférica, la combustión de gasolinas en una flota vehicular de 5.4 millones de unidades es la principal causa de la contaminación del aire que respiramos. Estos mismos investigadores nos alertan de las peligrosas y complejas interacciones entre los gases y partículas que nos intoxican, a la vez que nos recuerdan que hay otras fuentes dentro y fuera de la cuenca atmosférica del valle de México que requieren de controles específicos. Muchas de estas fuentes son industriales, pero en mayor número son domésticas y de establecimientos de servicio.

La gestión de la calidad del aire en nuestro país tiene cuatro décadas de esfuerzos continuos, y hemos tenido logros importantes en la depuración de la atmósfera. Gracias a múltiples medidas, redujimos a la mitad los días al año en que rebasamos las normas de salud: pasamos de tener 341 días fuera de norma en 1990 a 170 el año pasado. En la década de los noventa, los picos de ozono que detonan los programas de contingencia eran de 400 partes por billón (PPB); recientemente registramos valores de 200 PPB.

Para bajar a estos niveles de contaminación, aún inaceptables, tuvimos que relocalizar la industria pesada fuera del valle, se removió el plomo y el azufre de las gasolinas mejorando su composición para hacerlas menos reactivas y tóxicas, se introdujeron convertidores catalíticos a los automóviles, construimos una red de distribución de gas natural para sustituir combustibles pesados y se expandieron y modernizaron los sistemas de transporte público.

Pero no es suficiente. Seguimos teniendo niveles altos de contaminación del aire, en especial tratándose de ozono y partículas finas menores a 2.5 micrómetros, que son altamente dañinas para la salud. Por esta situación, el Gobierno de la República está decidido a realizar, junto con los gobiernos locales y la sociedad en general, las acciones necesarias para garantizar a los ciudadanos de la megalópolis condiciones ambientales para su sano desarrollo.

Requeriremos una estrategia de largo plazo, pues las soluciones de fondo implican desarrollar nuevas formas de movilidad y abasto energético. Necesitaremos incrementar sustancialmente la oferta de transporte masivo, limpio y eficiente, y reinventar la funcionalidad de nuestros espacios urbanos, ya que muchos de ellos han quedado innecesariamente áridos, degradados y, en muchas ocasiones, alejados de los servicios organizados de transporte. La vida cotidiana en la megalópolis se deberá de ajustar a prácticas más amigables con el ambiente y de baja intensidad de carbono, pues de ello depende nuestra salud, y también nuestra competitividad económica.

En este sentido, la Secretaría de Salud nos ha planteado el reto de transitar hacia valores más estrictos en la norma de calidad del aire y acercarnos a los que señala la Organización Mundial de la Salud. Las contingencias atmosféricas de este año tuvieron claros efectos en la salud de la población del valle de México. Con respecto a lo observado el año anterior, se registró un aumento del 86% en los casos de conjuntivitis y de poco más del 50% en casos de neumonía y bronconeumonía.

En el primer semestre de este año se tuvo que aplicar el programa Hoy No Circula sin excepciones y en ocho ocasiones el Plan de Contingencias Atmosféricas, ajustado a los nuevos valores normativos recomendados por las autoridades de salud. Al día siguiente de cada Fase I aplicada se logró una reducción en la concentración máxima de ozono de entre 23 y 37%. Además, durante la aplicación de las medidas se observaron reducciones en contaminantes primarios —principalmente por la disminución de la quema de combustibles vehiculares— de hasta un 35% de monóxido de carbono y 30% de óxidos de nitrógeno.

Gracias a las medidas antes mencionadas bajó el número de días por arriba de los 95 PPB de ozono, valor horario de referencia en la actual norma de calidad del aire. En los primeros semestres de los últimos tres años tuvimos más de 90 días por arriba de este valor. No obstante las condiciones ambientales y vehiculares adversas de este primer semestre del año, logramos reducir en 13% la incidencia de días fuera de la norma.

Para intensificar las acciones de la CAME, el presidente de la República instruyó la incorporación operativa y formal de las secretarías de Salud, de Comunicaciones y Transportes, y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano a la misma. Asimismo, instruyó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que movilizara más de 17 mil millones de pesos para soportar los proyectos de infraestructura de transporte de las autoridades locales en la megalópolis, apoyando igualmente la expansión de la infraestructura de monitoreo ambiental y epidemiológico.

La coordinación y buena comunicación entre los gobiernos locales de la megalópolis y la federación es vital para avanzar en el logro de los objetivos de calidad del aire que nos hemos trazado y que la población demanda.

Los habitantes del valle de México deseamos ver todos los días los volcanes que nos rodean, signo inequívoco de una atmósfera limpia. Tenemos la capacidad organizativa y los conocimientos técnicos para lograrlo. Contamos con la voluntad expresa de cambio del conjunto de la sociedad. Construyamos cada día nuestro futuro rescatando “la región más transparente del aire”.

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Rafael Pacchiano Alamán es el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México.

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