El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | Las relaciones México-Estados Unidos en 2024: tensiones políticas oportunidades económicas.
Biden bajo el asedio de las presiones del Partido Republicano
El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2024 | Las relaciones México-Estados Unidos en 2024: tensiones políticas oportunidades económicas.
Texto de Roberta Lajous 07/02/24
El presidente Joseph R. Biden solicitó recursos adicionales al Congreso para la ayuda militar a Ucrania e Israel, y los republicanos aprovecharon la emergencia para introducir 13,600 millones adicionales para reforzar la seguridad de la frontera con México. Es de lamentar que México vaya en la canasta de la ayuda militar, pero se ha generalizado la idea en Estados Unidos de que hay una crisis en la frontera por el incremento de la migración y el tráfico de fentanilo. El resultado del debate está por verse. No obstante, pone a la vista la falta de empatía de amplios sectores del electorado estadounidense y sus representantes en el Congreso hacia México, a pesar de que somos su principal socio comercial.
La frontera con México ha entrado en la agenda interméstica del debate electoral de Estados Unidos: es parte de la agenda internacional, pero también de la doméstica. Los aspirantes a la candidatura republicana a la presidencia incluso han considerado usar la fuerza militar en México para combatir a los cárteles de la droga, amenazando nuestra soberanía. El candidato Donald Trump insiste en construir un muro, y junto con sus huestes republicanas obligan al presidente Biden a ofrecer una alternativa que no divida a su propio partido. Diversos estudios muestran que en los distritos donde aumenta rápidamente la inmigración en la frontera, crece el voto por los republicanos, poniendo en entredicho su tradicional apoyo a los demócratas.
Como cada 12 años, en 2024, las elecciones presidenciales de México y Estados Unidos van a coincidir. En pleno contexto electoral de ambos países, en Washington el gobierno mexicano es visto como incapaz de contener la violencia generada por el crimen organizado y es señalado como responsable del reinicio de la migración de sus propios nacionales a Estados Unidos. Las cifras de la Patrulla Fronteriza dicen que ha habido 2.73 millones de encuentros con mexicanos desde que se inició el gobierno actual. No hay manera de disimular que los mexicanos están volviendo a emigrar cuando se había llegado a igualar el número de los que se iban con los que regresaban.
El presidente Biden, salvo que pase algo extraordinario, será el candidato demócrata. Desde que asumió el cargo, se propuso reafirmar las alianzas que Trump puso en peligro, incluyendo la de México. No obstante su posición respetuosa del proceso electoral mexicano, tanto demócratas como republicanos piden conocer las posiciones de ambas candidatas presidenciales de México, y por ello han recibido invitaciones de los think tanks en Washington. Les interesa conocer sus programas para promover el crecimiento económico, detener el visible deterioro de nuestra joven democracia y, al mismo tiempo, poner orden en la frontera común.
Además de los think tanks que alimentan de información al Congreso y a los partidos políticos, hay grupos de interés que exigen una atención especial. En primer lugar, están los paisanos; aspiracionistas como son, ya votaron con los pies buscando mejores oportunidades en Estados Unidos. Acostumbrados al “american way of life”, influyen sobre el voto de sus parientes y amigos en México. Han aprendido a dar dinero para las campañas políticas e influyen sobre el destino de las remesas que envían. En segundo lugar, están los sindicatos del sector automotriz, empoderados por sus victoriosas negociaciones recientes e inconformes con la brecha salarial de sus contrapartes en México. En tercero, no hay que menospreciar la influencia de las organizaciones no gubernamentales preocupadas por los derechos humanos que denuncian la degradación democrática que experimenta México. Por último, y no por ello menos importante, están los inversionistas estadounidenses irritados por el incumplimiento de México con el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en varios renglones, y frustrados por las dificultades para aprovechar la relocalización de sus empresas que podría ofrecer México en la actual coyuntura histórica. Quieren saber cómo van a enfrentar el próximo gobierno las deficiencias de infraestructura, energía, agua y telecomunicaciones que experimenta México y que ya limita su capacidad para recibir mayor inversión. Ellos también exigen conocer la estrategia contra el crimen organizado y la creciente inseguridad en las zonas industriales.
Pocas veces la agenda internacional, para enfrentar un mundo en guerra, tendrá un impacto tan grande en el resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos como en 2024. En cuanto a México se refiere, el futuro del T-MEC, que habrá de renegociarse en 2026, ya está presente en la compleja agenda bilateral. La supuesta o real crisis fronteriza, magnificada por el proceso electoral, pone la lupa sobre la elección presidencial de México. No nos va a gustar lo que se dirá en el Congreso estadounidense y en la Convención Republicana sobre México en 2024. Por ello, las candidatas presidenciales deben afinar sus propuestas que, hasta el momento, son vagas. Veremos quién ofrece mayor certeza de que México es un país viable y un socio confiable. EP
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