Ciudad de cada día

I Subimos la bandera lo más alto y así transformar el cielo diario en dominio sin tiempo y volver tricolores nuestros mejores gritos. En días que llamamos de la patria hay más muertos que vivos (al menos lo sabemos) más de los aquellos consignados en el naciente siglo xix por La Gaceta de México. La nueva […]

Texto de 22/10/17

I Subimos la bandera lo más alto y así transformar el cielo diario en dominio sin tiempo y volver tricolores nuestros mejores gritos. En días que llamamos de la patria hay más muertos que vivos (al menos lo sabemos) más de los aquellos consignados en el naciente siglo xix por La Gaceta de México. La nueva […]

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Ciudad de cada día  

I

Subimos la bandera lo más alto

y así transformar el cielo diario

en dominio sin tiempo

y volver tricolores

nuestros mejores gritos.

En días que llamamos de la patria

hay más muertos que vivos

(al menos lo sabemos)

más de los aquellos consignados

en el naciente siglo xix

por La Gaceta de México.

La nueva centuria avanza entre estertores.

Nadie en nuestra calle

ha puesto una bandera en su ventana.

El miedo o la vergüenza

parecieran robarnos lo que somos.

II

El 19 de septiembre de 1810,

Miguel Hidalgo y Costilla

era el hombre

más poderoso de la Tierra.

En Celaya fue nombrado

capitán general de los ejércitos

sedientos de libertad y de justicia:

sedientos de estar sedientos.

El 19 de septiembre de 2017,

el perfume y el deseo,

el tiempo presente conjugado

en su invencible espacio,

nos hacían sentir el dueño del planeta.

Una vez más,

la Casa se encargó de recordarnos

nuestra pequeña dimensión humana.

III

La ciudad en que vivo,

ésa a la que debo

mi diario crecimiento,

ha sido desertada.

La abandonan en masa los que pueden.

Se quedan en ella

quienes saben y aceptan sostenerla,

los que en la oscuridad la aceptan,

y hacen la luz para los otros.

Ellos regresarán en cuanto puedan.

Herida o mutilada,

los estará esperando la ciudad.

No les dará su aullido

de loba abandonada.

Madre finalmente,

aliviará la sed de sus perdidos.

IV

Anualmente,

todas las calles de la patria

se visten de septiembre.

Después de la lluvia

se acendran los colores

de la bandera

que en estos días siniestros

ha sabido brillar con nuevo acento.

Noviembre será para los muertos.

Ellos regresarán

mientras duermen los héroes de septiembre.

Todo se traducirá en un lenguaje

venido más allá de la frontera.

Ignorantes, amargos, veleidosos,

consumimos las sobras del imperio.

V

Nos sostiene el orgullo.

La palabra viril y fuerte y acerada.

Su origen más entero,

su raíz poderosa.

El orgullo es hermano de lo humilde.

Hay que templar ambas virtudes.

Y ganarlas.

VI

Vuelven a abrirse las heridas

pero el tiempo 

ha acendrado la alquimia de un elíxir

que es al mismo tiempo bálsamo y veneno.

Mira los músculos jóvenes

soportar intemperies, el hambre,

otras carencias.

Agradece que puedas dormir en esta cama

y seguir el camino que te queda.

Pide por ellos.

Hacen posible que tu especie

merezca el adjetivo de indomable.

Aprende a merecerlo.

VII

Nadie bajo la regadera canta

el Himno Nacional.

Es una oración comunitaria.

Hoy lo canté con nuevo orgullo

luego de haber visto

a un grupo de valientes

ganárselo, entonarlo

en una calle de Ámsterdam,

que por un milagro inexplicable

se halla en nuestra ciudad, le da la vuelta,

serpiente que no quiere abandonarla.

No la dejemos nunca.

Ella vela por nosotros,

aunque parezca

la puta ingrata que nos ama

sólo por instantes.

Bastan para guardarla en la memoria.  ~

23-26 de septiembre, 2017

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VICENTE QUIRARTE es profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam e investigador titular del Instituto de Investigaciones Bibliográficas. Es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua e integrante del Colegio Nacional. Su obra incluye libros de poesía, narrativa, teatro, crítica literaria y ensayo histórico. Ha recibido el Premio Xavier Villaurrutia y el Premio Universidad Nacional. Su libro más reciente lleva por título Poética del héroe.

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