Centrophryne spinulosa

¿Una ficción o una realidad? Brenda Isabel Pérez se acerca a la oscuridad humana a la que nos condena el patriarcado a través de palabras y dibujos.

Texto de 25/01/21

¿Una ficción o una realidad? Brenda Isabel Pérez se acerca a la oscuridad humana a la que nos condena el patriarcado a través de palabras y dibujos.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Cuando tenía 20 años, a mis padres les gustaba visitar la plaza comercial de nuestra colonia cada domingo. Diría que les gustaba “pasear”, pero no me parece que una plaza de ese tipo (cerrada, sin vegetación ni luz natural) pueda pasearse: la recorres de manera obligatoria. 

Luces neón, anuncios con supuestas rebajas, producción barata disfrazada de algo que parece que nos hace sentido, pero que realmente no lo tiene. 

Ese día nos reunimos para escuchar que tía Silvia, la más joven de todas mis tías y quizá la tercera integrante más joven de toda la familia, se casaría y se iría a vivir al campo con su prometido. Me pareció raro que escogiera un domingo de plaza comercial para anunciarlo, sin el novio, sin el resto de la familia. 

«Ganamos un nuevo integrante» dijo mamá, muy contenta de que su hermana menor por fin sentara cabeza y se diera cuenta de que lo que necesitaba era portarse bien, tener un compañero, formar un hogar y dejar de ser una mujer inestable, con la que no se sabe con exactitud dónde desearía estar mañana y haciendo qué. 

No sabíamos mucho de Raúl, no conocíamos a algún familiar suyo; yo apenas recordaba su rostro pero, ¡qué importaba! Tendríamos un integrante más en la familia, una nueva amalgama. 

El día que tía Silvia nos contó, yo me encontraba en exámenes parciales de la licenciatura en biología y había descubierto que quería dedicarme a la investigación marina.
Me encanta el mar y toda la flora y fauna que contiene, me parece asombrosa.
Recuerdo haber pasado muchas Semanas Santas con la abuela Meche y mi tía Silvita en las playas de Veracruz. Tal vez desde ahí empezó mi entendimiento y amor por la libertad del mar. 

Tía Silvia, la mujer con la que aprendí a nadar y con quien conocí el significado de la palabra «libertad». Esa mentora y compañera había decidido construir un futuro con el amor de su vida y todos íbamos a ser testigos de ello. 

Estaba muy emocionada porque sería dama de honor por primera vez, ¡Qué honor ser una dama! 

¿La fecha de la boda? 

El siguiente verano. 

¿Los preparativos? 

Ya se verán. 

¿El anillo?

Era sorpresa hasta la pedida de mano oficial. 

Nunca llegó ese día. 

Tía Silvia fue reportada desaparecida 48 horas después. Raúl jamás existió. 

Pese a todo pronóstico y realidad, yo creo que tía Silvia, por alguna razón, está en otra parte siendo libre, como los peces linterna, a quienes se les ha visto solamente 25 veces desde su descubrimiento. 

Mi tía Silvia, la que nada en zonas abismales por todos los océanos. EP

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