De las mejores cosas que le pueden pasar a una
persona mediocre es morir trágicamente. Cuando esto sucede, su mediocridad
asciende hasta una interrogación incómoda: ¿era de verdad mediocre su alma o
por el contrario atisbó antes que todos nosotros la inutilidad de tantos
esfuerzos para llegar al lugar de partida, es decir, a la nada?
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No la desdeñes, a veces la fe es lo único que
podría sostener (sostenernos) a tantos en tantas cosas, cada día bajo la
incertidumbre en este mundo de incertidumbre… sin otra prueba de sentido más
que el sentido de cada día.
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El Paraíso, si existe, está en la vida. El
Infierno, si existe, está en la mente. La mente sólo existe mientras existe la
vida. El Paraíso no es un lugar: es una decisión, también, de la mente.
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Después de toda una vida de padecerlo, aprendí
por lo menos a hacer con el dolor lo que él hace todo el tiempo con nosotros:
experimentos.
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¿Por qué una de las cosas que más tiempo nos
roban sobre el mundo es a dónde irán a parar las cosas de este mundo?
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Cuando alguien muy querido se extingue nos deja
un inagotable fantasma. Ya no será más el que fue, pero tampoco desaparece.
Astronauta de la memoria, desaparece y reaparece en aquella intangible
dimensión que llamamos lo vivido, sin mayor fuerza que su ausencia. Tal vez en
esa dimensión es donde de verdad se medirá finalmente su presencia.
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Perder al ser más querido y ver que la vida
prosigue. Perder una parte del cuerpo y ver que la vida prosigue. Perder la
memoria, alguna facultad, un sentido, y ver que la vida prosigue. Es claro que
no es el final. No estaba allí el corazón de la vida, pero jamás volveremos a
ser los mismos, después de caminar de ese otro modo la vida.
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La cabeza de tu corazón siempre le ganará al corazón de tu cabeza. EP
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