La toma del edificio de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es un reclamo a la nula capacidad de respuesta del gobierno ante las denuncias de violencia de género, que están alcanzando un máximo histórico durante el 2020. Este es un recuento de los primeros días.
Crónica de una visita a Ocupa Casa de Refugio Ni Una Menos México
La toma del edificio de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es un reclamo a la nula capacidad de respuesta del gobierno ante las denuncias de violencia de género, que están alcanzando un máximo histórico durante el 2020. Este es un recuento de los primeros días.
Texto de Ana Cecilia Guerra Ortega 05/10/20
“El feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas.”
Angela Davis
La mañana del 4 de septiembre, que parecía ser una día más en medio de la pandemia, el Frente Nacional Ni una menos México decidió tomar las instalaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ubicadas en la calle República de Cuba del Centro Histórico de la Ciudad de México. Esta fue una enérgica muestra de apoyo hacia las madres de víctimas, Marcela Alemán y Silvia Castillo, quienes en días anteriores, 2 y 3 de septiembre, fueron las primeras en hacer la ocupación del edificio.
Estaba ilustrando en mi estudio cuando, a través de las redes, me enteré de lo que estaba pasando y me dio mucho gusto saber que nuestra lucha tiene los ovarios necesarios para clamar por justicia, ya que tan sólo entre enero y julio de este año, han habido dos mil 240 feminicidios: en promedio, al día mueren 10 mujeres en nuestro país. Con frecuencia recibimos acoso laboral, acoso sexual en las calles, en el transporte público, en nuestros círculos de amistad, en nuestra familia…. También abusan sexualmente de nosotras, nos violan, nos matan y nos dejan en bolsas de basura como si fuéramos objetos. Cargamos con actitudes y comentarios machistas y misóginos, sufrimos de micromachismos. No tenemos las mismas oportunidades laborales que los hombres. Sin importar nuestra vestimenta somos violentadas por el hecho de ser mujeres. No tenemos la libertad de decidir sobre nuestro cuerpo: somos juzgadas constantemente por nuestra manera de pensar, vestir, hablar, divertirnos y ejercer nuestra sexualidad. Somos consideradas como el “sexo débil” y salir a la calle solas es un martirio, nos da miedo. No es justo y no debería ser considerado normal.
Los días pasaban, ellas seguían en resistencia y me propuse ayudar en la medida de mis posibilidades, yendo con mi amiga Priscila al Refugio. Aún así no lo sacaba de mi cabeza y, como ilustradora, decidí plasmar mi coraje, mi empatía, mi sororidad y mi corazón en una playera pintada a mano por mí, para llevarla puesta el 10 de septiembre el día que asistimos para mostrar mi apoyo hacia ellas.
Mi amiga y yo nos percatamos de los actos nobles que están haciendo en este lugar, como repartir despensas a la gente que más lo necesita (los donativos no son sólo para ellas, sino que los reparten). Cuando llegamos, salió una chava a darnos molletes a las personas que estábamos afuera, tanto a los medios de comunicación como a los ciudadanos que se encontraban ahí apoyando.
Nos acercamos a ellas para preguntarles lo que necesitaban y al escuchar que también hay mujeres veganas y vegetarianas adentro nos dio preocupación al saber que no estaban recibiendo la alimentación adecuada. Nosotras sabemos lo difícil que es comer así. Encontramos un super cerca y fuimos a comprar alimento para ellas.
Mientras nosotras admirábamos los murales y pintas que hicieron —que por cierto, son hermosos, profundos y a la vez tristes, ya que plasman la realidad en la que vivimos las niñas, adolescentes y mujeres a diario—, salió Érika, una de las voceras, a dar entrevistas, y nos acercamos para escuchar y documentarlo también. Habló sobre todo lo que está pasando y cómo está respondiendo el gobierno ante todo esto, y claro, no fue nada bueno. Muchas familias de las que se encuentran ahí dentro perdieron todo al estar luchando por justicia para sus hijas, se quedaron sin hogar, sin dinero, sin comida, sin sustento para vivir y por eso se encuentran ahí.
Érika dijo que esta lucha no acabará hasta que haya justicia para todas, no sólo para ella, y el día en que eso pase, ella y todas nosotras estaremos tranquilas. Comentaba que solo dejarán las instalaciones hasta que atiendan a cada una de las víctimas, que el gobierno reconozca que en este país si existe una alerta de violencia de género, que las autoridades no hacen nada y que esperan una respuesta del pliego petitorio que ellas entregaron en esos días.
Declaró entre lágrimas y conmoción, que la organización dentro del refugio funciona muy bien ya que son muy unidas y que ningún partido político se les ha acercado para brindarles apoyo, al contrario las han criticado diciéndoles que esas no son formas, sin embargo tampoco requieren de la ayuda de ello. Comentó que esto es de mujeres para mujeres y que jamás discriminaran el apoyo de los hombres, sin embargo el refugio solo es para mujeres y niñas y niños.
Una reportera le hizo una pregunta y su respuesta fue muy asertiva: “¿Qué crees que le hace falta a los ciudadanos de este país para que dejen de pasar estas injusticias?” Su respuesta fue: “Alzar la voz”.
Es impactante ver todo el trabajo que están haciendo y la creatividad que tienen para resolver los problemas que se presentan como la falta de capital. Ellas están vendiendo tazas, termos y pañuelos con frases e ilustraciones feministas para generar efectivo, ya que son muchas familias las que se encuentran en el interior y dijeron que al día siguiente llegaría otro camión con más personas para unirse a la resistencia.
Quedé anonadada de ver la cantidad mujeres y hombres que llegaban para ayudar y para donar alimento, cobijas ( ya que comentaron que les hacen falta muchas), productos de higiene personal, ropa y lo más impresionante fue enterarme de que las chicas estaban solicitando, botas, guantes para el fuego, candados y cadenas para poder protegerse de las personas que las están amenazando. No cabe duda que tienen un corazón enorme y una gran fortaleza para estar adentro resistiendo hasta lograr recibir soluciones por parte del gobierno.
Decidí ir una vez más. Pedí apoyo económico por medio de redes sociales a amigos y familia para poder llevar más alimentos a las chicas y familias que están en resistencia y regresé el 12 de septiembre a mediodía con mi pareja para llevar lo que logramos comprar. Cuando llegamos nos percatamos de que esta vez no estaban afuera, había en la puerta una barricada con mesas y cosas ya que todas se encontraban en el interior resguardadas y preparándose porque habían sido amenazadas con recibir represalias y tenían que proteger a las niñas y los niños, a las familias y a ellas mismas, ya que nadie más lo iba a hacer.
Me duele escuchar los comentarios negativos de muchas personas sobre nuestra lucha, ya que para todas nosotras no es fácil ir contracorriente, no ser escuchadas ni respetadas. Lamentablemente llegamos a un hartazgo por ser ignoradas ante lo que pedimos, nuestras manifestaciones pacíficas se tornaron en burla para los demás, por esta razón también gritamos: “La que quiere quemar que queme”, porque desgraciadamente nuestras palabras no están siendo escuchadas.
¿Cuántas veces no hemos escuchado: “Esas no son formas”, “no van a lograr nada así”, “entiendo, pero: ¿por qué con los monumentos?”¿Acaso un monumento o edificio vale más que la vida de una mujer?
No olvidemos que gracias a las protestas feministas hemos logrado, a través de muchos años, un avance hacia la justa igualdad. Hago un recuento breve: En 1937, comenzó el movimiento para el sufragio femenino en México con huelgas de hambre, manifestaciones y amenazas de quemar el Palacio Nacional. En 1953 votamos por primera vez. En 1968, mujeres jóvenes decidieron marchar por las calles de la CDMX con minifaldas y carteles haciendo alusión al movimiento y necesidad de que nos reconocieran cómo seres humanos y poder tener la libertar de vestirnos como quisiéramos. Entre las décadas de los 70 y 80, tras las revoluciones por la libertad sexual, logramos que se permitieran los fármacos anticonceptivos. En 1983, gracias a los movimientos de las mujeres, se logró crear la primera agencia especializada en Delitos Sexuales. En el 2007, en la CDMX, se aprobó el aborto legal y gratuito hasta la semana 12 de gestación. En 2019, Oaxaca despenaliza la interrupción del embarazo. El 20 de abril de 2020, se aprobó la Ley de Amnistía, con la que se prevé liberar a las mujeres que abortaron, médicos y parteras practicantes de este procedimiento. Y el derecho a decidir fue, es y seguirá siendo una lucha feminista. En 2014, se creó la Ley Olimpia, nombrada así por Olimpia Carol, quien fue víctima de ciberacoso. Consistió en una reforma para sancionar de manera legal la violencia digital y hasta 2018, ante la presión de víctimas y colectivos, fue aprobada. En mayo de este año, logramos la Ley Ingrid, la cual castiga a los servidores públicos que difundan imágenes, audios, videos o documentos relacionados con un delito y se castiga con prisión de 2 a 8 años.
Y lograremos más, porque juntas somos poderosas.
La valentía de las compañeras me inspira no sólo a seguir ilustrando, sino a enfocarme más en la ilustración feminista, ya que considero que el arte es una forma más para permear una idea en la conciencia colectiva, así como enseñar y educar sobre este tema, llegar a los corazones de más personas y mostrar que “calladita no me veo”. También considero que por medio del arte podemos plasmar nuestras ideas, pensamientos y sentimientos más profundos para lograr un cambio en nuestra sociedad. Mi arte y mi voz luchan por mi libertad y la de muchas mujeres más.
Ningún cambio radical es posible si nuestra participación activa. EP
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