Agaves, mezcales, murciélagos: un triángulo virtuoso

En un mundo cada vez más ajeno al medio natural, más alejado de la naturaleza, es crucial mantener el vínculo con nuestros orígenes como una especie más en el mundo. Desafortunadamente los murciélagos sufren de una muy inmerecida mala fama, completamente injustificada.

Texto de & 25/07/18

En un mundo cada vez más ajeno al medio natural, más alejado de la naturaleza, es crucial mantener el vínculo con nuestros orígenes como una especie más en el mundo. Desafortunadamente los murciélagos sufren de una muy inmerecida mala fama, completamente injustificada.

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Cuando visitamos los campos agaveros cerca de Morelia el año pasado, nos llevamos una agradable sorpresa: los sitios tenían muchos árboles, muchos pájaros cantaban entre sus ramas, las ardillas correteaban entre los agaves y había huellas de tlacuaches y otros animales. Nos percatamos de que algunos mezcales, en particular los de estas regiones, son las únicas bebidas alcohólicas disponibles comercialmente que no provienen de un monocultivo. Pensemos por un momento: las cervezas provienen de muy extensos campos que exclusivamente tienen cebada o trigo; los vodkas y whiskies, de monocultivos de cereales; los vinos, brandies, y cognacs, de monocultivos de uvas; los rones, de extensiones hasta donde alcanza la vista, de caña de azúcar. Hasta el tequila es producido en campos cuya única especie es el agave tequilero. Pero algunos mezcales son producidos en bosques entresacados en los que se han entremezclado agavesmezcaleros. No son ecosistemas prístinos, pero la forma de manejarlos hace que en ellos haya niveles de biodiversidad muchísimo más elevados que en los monocultivos.

Llegamos a los derredores de Morelia buscando las condiciones que nos permitirían otorgar el distintivo “Amigable con los murciélagos” (Bat Friendly) a algunos mezcales y tequilas que pudieran ser producidos con estas prácticas. Este viaje coronaba más de 20 años de intentos infructuosos de trabajar con la industria para informarle de varios temas que estaban amenazando los procesos productivos del tequila y del mezcal. En 1994 nos reunimos con el Consejo Regulador del Tequila (CRT) para contarles que, hoy por hoy, tenemos el tequila, el mezcal, el bacanora, el pulque, el ixtle, los mixiotes, los gusanos de maguey y muchos productos más, gracias a que, por millones de años, los murciélagos han sido los polinizadores más importantes de los agaves en México y el resto de la distribución de estas plantas. Al contarles esta historia, la industria tequilera confiadamente me explicó que hoy no necesita a los murciélagos, pues utiliza los brotes clonales que crecen en la base de la planta, los hijuelos, para replantar sus campos. Les dijimos que los hijuelos son idénticos genéticamente a la planta madre y usar sólo hijuelos para replantar los campos equivale a eliminar partes importantes de la diversidad genética, generación tras generación. Les explicamos que al permitir que una fracción mínima de los agaves pueda florecer asegurarán la polinización, y ello permitirá que las semillas resultantes sean más robustas y más diversas genéticamente. Pero el proceso es un poco más largo y además implica que ese pequeño porcentaje de plantas destinadas a la reproducción sexual no se emplee para la elaboración del tequila: en lugar de usar los azúcares para generar alcohol, la planta los utilizará para producir el quiote, la enorme columna que lleva en lo alto las flores, que crecen en los agaves precisamente para que sus polinizadores puedan visitarlos y que eventualmente les cuesta la vida; efectivamente, el ciclo de vida de los agaves es una muy larga historia de amor que culmina con la polinización y la producción de las semillas encapsuladas en los quiotes. Pero los empresarios prefi rieron seguir con su idea de usar solamente los hijuelos. Décadas después, hoy en día, la industria tequilera se encuentra inmersa en una crisis productiva causada por una enfermedad que amenaza ya al 40% de los campos tequileros. Actualmente la industria está buscando soluciones para resolver el serio problema de la tristeza y muerte del agave.

En 2012 conocimos a un visionario de la industria del tequila, un hombre con un profundo compromiso social y ambiental, con una visión de futuro de lo que podría ser la renovada industria del tequila y del mezcal, David Suro, presidente del Tequila Interchange Project, con base en Filadelfia. David recibió nuestras ideas con gran entusiasmo y ofreció entablar comunicación con algunos productores interesados en ellas; tanto el tequila como el mezcal serían avenidas apropiadas para cristalizar la iniciativa. Gracias a David contactamos a varios productores de mezcal de Michoacán cuyas prácticas, en las que permiten a muchos agaves florecer, dependen de los murciélagos para su reproducción. Y también con él iniciamos alianzas con productores tequileros ancestrales de gran tradición. Estos productores de inmediato expresaron su entusiasmo y su interés por adoptar las prácticas amigables con los murciélagos y crear un tequila que recibiría el distintivo Bat Friendly. Así contribuirían a recuperar a los murciélagos magueyeros, a quienes deben la existencia del propio tequila, ayudarían a sus propios agaves a recuperar algo de la diversidad genética perdida durante siglos de malas prácticas reproductivas y lograrían crear un producto sustentable, amigable con el medio ambiente y que destaca un vínculo poco conocido pero de gran relevancia e interés para todos. Los mismos consumidores frecuentemente expresan su asombro al enterarse del papel crucial que los murciélagos juegan en este proceso.

Cuando hablamos con los productores y les explicamos el vínculo entre los murciélagos y el mezcal y el tequila, los siguientes pasos fueron muy naturales: hacer las cuentas para poder preparar una justificación y explicar cuántos murciélagos se beneficiarían de estas prácticas, y revisar que efectivamente los agaves estuvieran floreciendo y que los murciélagos los estuvieran visitando. Finalmente, habrá que verificar la producción de semillas y el nivel de diversidad genética que contienen con respecto a las plantas madre.

En un mundo cada vez más ajeno al medio natural, más alejado de la naturaleza, es crucial mantener el vínculo con nuestros orígenes como una especie más en el mundo. Siempre que hablamos de murciélagos la reacción habitual de la gente es de repudio, rechazo, miedo o incluso asco. Desafortunadamente los murciélagos sufren de una muy inmerecida mala fama, pero dados los benefi cios que nos proporcionan cada día y su papel en los ecosistemas que habitan, esa mala fama es completamente injustificada. Por ejemplo, México posee 138 especies de murciélagos de las cuales tres cuartas partes se alimentan de insectos. Sólo en los estados de la franja fronteriza del norte hemos calculado que existen entre 20 y 40 millones de murciélagos de una sola especie: el murciélago guanero. Cada millón de estos animales destruye 10 toneladas de insectos cada noche, de las que tres cuartas partes son plagas del maíz, algodón, arroz y otros cultivos. Por otro lado muchas especies mexicanas se alimentan de frutas y dispersan sus semillas para regenerar bosques o permitir a los humanos alimentarnos. Frutas como los capulines, nanches, chicozapotes, zapotes negros y blancos, pitayas, hierba santa, sosa y muchas más, dependen de los murciélagos para mover sus semillas y regenerar las selvas y los bosques. Unas 12 especies mexicanas comen néctar y polen de muchas plantas ecológica y económicamente importantes. Plantas como los cactos columnares, la clavellina, la ceiba y, por supuesto, los agaves, dependen de los murciélagos para realizar su polinización y así producir sus semillas.

Cuando difundimos estos mensajes entre niños de preescolar o senadores la respuesta siempre es la misma: incredulidad y asombro, seguidos de un sentimiento de simpatía y protección que surge cuando se explica a la gente con la evidencia, los datos y las imágenes, convirtiéndolos de miedosos desconocedores en informados defensores. Nos ha sucedido durante décadas. La información ilustra la mente del oyente, y su reacción no se hace esperar: de ahí en adelante se dedican a difundir este mensaje entre sus familiares, amigos y colegas.

El murciélago magueyero menor, Leptonycteris yerbabuenae, es una especie que pesa unos 22 gramos y vive desde el suroeste de los Estados Unidos hasta Guatemala, Honduras y El Salvador, pasando por todo el México subtropical, seco y semiseco y sólo evitando la costa del Golfo, las selvas húmedas y la península de Yucatán. Este murciélago entró a la lista mexicana de especies en riesgo de extinción, la NOM-059, en 1994, en la categoría de especie amenazada. Su inclusión se debió a que durante los años ochenta se realizaron visitas prospectivas a los refugios conocidos de esta especie en el centro y sur de México, y sólo se encontraron puñados o unos cuantos cientos de murciélagos en sitios en los que históricamente se habían reportado decenas de miles o más. De inmediato, nuestro Programa para la Conservación de los Murciélagos de México (PCMM) entró en acción y echó a andar proyectos de educación ambiental e investigación, aplicando lo aprendido en actividades directas de conservación. Como resultado de estas actividades y del trabajo de muchas otras personas, el murciélago magueyero menor entró en una franca recuperación, finalmente reconocida por las autoridades ambientales mexicanas en 2013, cuando se anunció que la especie saldría de la lista de especies en riesgo. Pero lejos de detener los programas de protección, redoblamos esfuerzos para asegurar que podamos contar con los servicios ecosistémicos que presta la especie, hoy que ya está fuera de peligro.

Durante las más de dos décadas que nosotros y muchos otros investigadores hemos estudiado a este murciélago, hemos aprendido lecciones muy interesantes; por ejemplo, hoy sabemos que su presencia en el desierto sonorense es estacional e indica movimientos migratorios. Pero no todos los murciélagos de esta especie migran: los machos tienden a quedarse todo el año en los mismos sitios, en las selvas secas del centro, oeste y sur de México. Una parte de las hembras se aparea con ellos en la primavera y migra a lo largo de la costa del Pacífico para parir a sus crías en el norte de Sonora, cada una procrea una sola cría cada año; otra parte de las hembras se aparea con los machos en el otoño y alumbra a sus crías en el bosque tropical seco, desde Jalisco hasta Chiapas. Cuando nacen las crías son de color rosado y sin pelo, pero con los ojos bien abiertos. Al salir a comer las madres reúnen a todas las crías en grupos muy grandes que parecen alfombras tibias y vivas. Las crías se quedan solas en esta suerte de guardería hasta el retorno de las madres. ¡No es fácil pensar en cómo cada mamá identifica a su bebé para recogerlo entre ese mar de crías! Y sin embargo cada una recoge únicamente a su propio bebé. Hasta ahora hemos podido documentar movimientos de más de 50 km en un sentido, es decir viajes redondos de más de 100 km. Y por si esto fuera poco, todo este viaje es realizado usando un combustible que consiste en poco más que agua con azúcar.

Cuando se preparan para aparearse los machos colectan saliva, orina y excremento, para embarrarse aquella mezcla en la espalda. Esta es una gran señal para las hembras de que están listos para fecundarlas. Entonces la hembra se acerca a un macho y éste la fertiliza, para que poco más de dos meses después nazca un solo bebé. La historia natural de los murciélagos es verdaderamente sorprendente y tiene vínculos realmente insospechados con nuestra vida diaria. ¿Quién hubiera pensado que el mezcal o el tequilita que tanto disfrutamos se debe a una relación milenaria entre un interesante animal nocturno que inspira miedo y una planta que invierte todas sus energías en un solo esfuerzo intensísimo para reproducirse? Es tiempo de reconocer los grandes beneficios que estos animales proporcionan. ¡Salud y gracias, murciélagos! EP

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