Somos colmena

Una de las necesidades primordiales para la conservación de las abejas es informar lo importantes que son para nuestra vida. Instalaciones como el panal monumental que se encuentra exhibido actualmente en el Museo Textil de Oaxaca son fundamentales. Este tipo de estrategias, además de informar, configuran comunidades y, específicamente, el panal monumental resignifica el tejido y nos hace descubrirnos como colmenas. Miriam Mabel Martínez cuenta qué significó para ella formar parte de esta enorme labor.

Texto de 17/11/21

Una de las necesidades primordiales para la conservación de las abejas es informar lo importantes que son para nuestra vida. Instalaciones como el panal monumental que se encuentra exhibido actualmente en el Museo Textil de Oaxaca son fundamentales. Este tipo de estrategias, además de informar, configuran comunidades y, específicamente, el panal monumental resignifica el tejido y nos hace descubrirnos como colmenas. Miriam Mabel Martínez cuenta qué significó para ella formar parte de esta enorme labor.

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Son extraños los caminos de las redes. Algoritmos que polinizan al Panal Monumental, llevando de un tuit a otro, redistribuyendo en una cadena de likes, las imágenes de una pieza que se empezó a tejer en 2017. De aquel panal, ni sus hacedores, somos ya los mismos. Aquellos hexágonos que se unieron por primera vez en las escalinatas de la Universidad de Guanajuato, han renunciado a su individualidad para hacernos colmenas en el patio del Museo Textil de Oaxaca.

Observo las imágenes que navegan en las redes, tan poderosas como la experiencia de deambular el panal in situ: allá y acá la diversidad de amarillos se revela casi infinita, morfoseándose en naranjas, dorados y marrones, todos diferentes como las puntadas que vistas a contraluz dibujan otras escrituras, otras formas de colaboración y de narración, en las que los nombres no importan, sino las manos. Sentir e imaginar las manos es lo que más impacta al contemplar esta pieza colectiva que fue creada ex profeso para el Festival Internacional Cervantino, que en su edición XLV proponía reflexionar sobre las formas del siglo XXI de provocar y rebelarse.

Hacer Tequio / Miriam Flores

Los textiles son provocativos y evocativos. Provocan originales formas de pensamiento, y evocan otras presencias; basta repetir una puntada para entender que entre un punto y otro está el tiempo. El tiempo presente y el de las abuelas, el propio y el de los otros. En una puntada se repite no sólo la técnica sino el gesto y el movimiento corporal que nos unen a las primeras tejedoras. Una coreografía que se ha repetido una y otra vez revelándose cada vez distinta, como se observa en los más de 1300 hexágonos, cuyo único requisito exigido era ajustarse a 20 centímetros por lado (algo que, todo hay que decirlo, rara vez se logró, pero no importa porque dada la naturaleza elástica y flexible, todo se compone en el tejido). Seis triángulos equiláteros construidos a partir de un anillo mágico, que en el argot de las tejedoras es el punto que da inicio a los tejidos circulares en gancho o crochet y que también ha sido el vértice de encuentro de las más 280 tejedoras que se unieron a la convocatoria original, que además de provocar y evocar, proponía visualizar el tema de las abejas.

“Propiciar la discusión, convocar a especialistas para profundizar sobre el tema o, por lo menos, atraer a la atención hacia la problemática de las abejas han sido los principales objetivos del Panal Monumental;  pero no el único; también lo ha sido el encuentro de distintas generaciones, generaciones y anhelos.”

Actualmente, los haceres textiles se experimentan también como una forma de activismo político, una práctica que si bien no es nueva —como lo comprueban las arpilleras chilenas que durante la dictadura de Pinochet bordaron las violencias cotidianas— sí lo es su resignificación y su entendimiento como una estrategia política y social, como lo demostró la artista danesa Marianne Jørgensen, cuando en 2006, convocó a tejer cuadritos rosas para forrar un tanque de guerra, cuestionando su uso, o las mujeres que marcharon en contra de Trump y tejieron miles de pussy hats rosas. Propiciar la discusión, convocar a especialistas para profundizar sobre el tema o, por lo menos, atraer a la atención hacia la problemática de las abejas han sido los principales objetivos del Panal Monumental;  pero no el único; también lo ha sido el encuentro de distintas generaciones, generaciones y anhelos.

“…propiciar, a través de los textiles, diálogos sobre la importancia de replantear nuestra relación con la naturaleza, generando también una conversación entre tejido y bordado; dos saberes que han pasado de mano en mano narrando historias binarias…”

Entender que somos el tejido de nuestras abuelas y de otras que apenas aprenden o que aprenderán a tejer nos ayuda a vislumbrar la importancia de la cooperación y de las tradiciones. Esa sabiduría es la que se ha extendido en el bordado en esta versión del Panal gracias a la invitación de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, que fiel al lema de este año, Volver al origen, propició el encuentro con Hacer Tequio A.C., colectiva que unió sus inquietudes a las de Lana Desastre por propiciar, a través de los textiles, diálogos sobre la importancia de replantear nuestra relación con la naturaleza, generando también una conversación entre tejido y bordado; dos saberes que han pasado de mano en mano narrando historias binarias, 0-1, que hoy integran una sintáxis codificadaque nos entreteje y propicia un flujo de comunicación distinto.

Distinto porque difumina o no toma en cuenta las jerarquías entre arte y artesanía, entre el arte profesionalizado del mercado actual y el arte utilitario y doméstico que no se considera “serio” (o ni siquiera arte). Distinto porque es un lenguaje (o una cultura) de mujeres en su mayoría, porque el lenguaje textil sigue siendo hablado y entendido sobre todo por nosotras, que lo hemos utilizado desde tiempo inmemoriales para expresar, profesar y recrear nuestros mundos.

Creo que el panal es un pretexto para hablar de resistencias, de activismos, de tradiciones textiles, del lenguaje de las computadoras, de la colectividad, de escrituras, de la naturaleza, de las abejas, de la vida y la muerte. Sobre todo es una forma de observar la densidad del tiempo. Ahí no sólo estamos quienes lo tejimos y lo bordamos, también están todas las que nos enseñaron a bordar y a tejer, las que cardaron e hilaron los hilos, y ahí está todo el tiempo del tejido, acompañado por la música, las charlas, las películas, los ruidos, las lluvias, los bailes, las risas, los llantos, los enojos, las preocupaciones, las respuestas, las soluciones, los fracasos que sucedieron mientras se tejían cada uno de los hexágonos que lo componen. Ya unidos los hexágonos, la aglomeración de muchos elementos iguales resuena en nuestro cerebro, y reconocemos que tal vez nosotros no seamos otra cosa más que una reunión improbable de átomos, y que en este universo que nos tocó existir nada es independiente.

El panal es un pretexto para darnos cuenta de que somos colmena. EP

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