Renacer del fuego

Durante los últimos años, los incendios forestales en el país han sido más frecuentes. En este texto, Yanine Quiroz brinda un panorama general de la situación actual y ofrece la perspectiva de distintos expertos en el tema.

Texto de 15/09/21

Durante los últimos años, los incendios forestales en el país han sido más frecuentes. En este texto, Yanine Quiroz brinda un panorama general de la situación actual y ofrece la perspectiva de distintos expertos en el tema.

Tiempo de lectura: 7 minutos

Y no tenían fuego. Solamente lo tenían los de Tohil. Éste era el dios de las tribus que fue el primero que creó el fuego. No se sabe cómo nació, porque ya estaba ardiendo el fuego cuando lo vieron Balam-Quitzé y Balam Acab. —¡Ay, nuestro fuego ya no existe! Moriremos de frío, dijeron. Entonces Tohil les contestó: —¡No se aflijan! Suyo será el fuego perdido…

Capítulo V, Popol Vuh

Hace cientos de años el fuego tenía un valor casi sagrado, así lo muestra este fragmento del Popol Vuh, uno de los textos mayas más importantes por su contenido histórico y mitológico. Hoy pareciera que el fuego ha perdido su relevancia histórica y es empleado sin ningún cuidado. La extensión agropecuaria o los descuidos con fogatas lo han extendido sobre bosques y ecosistemas, sin recordar que éstos necesitan acciones y tiempo para renacer.

Recientemente, los incendios forestales se han vuelto más frecuentes. Y aunque en México la prevención y reforestación son dos soluciones para aminorar el impacto de los incendios forestales en la naturaleza y la salud de las comunidades, las políticas y acciones a nivel nacional parecen ser insuficientes e incluso han ido en descenso. Por ejemplo, este año se destinaron 1,307 millones de pesos para la protección forestal: 6% menos que en 2019, de acuerdo con los respectivos Presupuestos de Egresos de la Federación. 

“…aunque en México la prevención y reforestación son dos soluciones para aminorar el impacto de los incendios forestales en la naturaleza y la salud de las comunidades, las políticas y acciones a nivel nacional parecen ser insuficientes e incluso han ido en descenso”.

Al respecto, Alfonso Martínez, gerente de proyectos especiales de Pronatura México, cuenta: “Tenemos organismos como la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) cuyos lineamientos establecen que se deben cuidar las áreas naturales y realizar acciones de reforestación y conservación; además, hay otras organizaciones ambientales, como nosotros, que también lo hacemos. Trabajamos de la mano con CONAFOR, pero desde hace cinco años no han tenido financiamiento para seguir colaborando con nosotros; eso ha provocado que nuestras metas de reforestación bajen”.

No obstante, Pronatura México ha logrado reforestar más de 64 mil hectáreas en el territorio nacional, a través del Programa Nacional de Reforestación y Cosecha de Agua, liderado por la CONAFOR y de otros proyectos que abordan la conservación de la mariposa monarca o reforestaciones en Xochimilco. 

Sin duda, la reforestación es una opción para reparar el daño causado después de los incendios, pero hay quienes defienden que es más importante prevenirlos. Ambas soluciones son viables en el país, pero requieren de un esfuerzo multiactor y de mayor apoyo e inversión. Investigadores y expertos en reforestación y restauración forestal cuentan a Este País por qué.  

Reforestar, la recuperación después de los incendios

Para dimensionar la problemática, es importante destacar que en lo que va del año (del 1 de enero al 9 de septiembre) han ocurrido 6,653 incendios forestales en las 32 entidades del país, según indica el Reporte Semanal Nacional de Incendios Forestales, elaborado por la CONAFOR. Además, este reporte refiere las entidades que tuvieron la mayor superficie afectada por incendios: Chihuahua, Durango, Nuevo León y Sonora, en el norte; Jalisco, Nayarit, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, en el Pacífico; y Chiapas, en el sur.

Así, los incendios afectaron una superficie de más de 590 mil hectáreas en total, un tamaño similar al del estado de Colima; de esa superficie afectada, el 92% representó vegetación en los estratos herbáceo y arbustivo, y el porcentaje restante en el estrato arbóreo. Esto significa que gran parte de lo que se quema durante un incendio corresponde a árboles de menos de 7 metros de altura, así como arbustos y hierbas que no rebasan los 1.5 metros.

Los incendios forestales han afectado de diferente manera a los ecosistemas en el país y el mundo. Arturo Villatoro, biólogo y especialista en restauración y reforestación de Pronatura, asegura que todos los ecosistemas son sensibles a los incendios: “Hay unos donde no debería haber incendios, porque la vegetación de la zona no está diseñada para quemarse, como los bosques de niebla y, sin embargo, hoy en día ya se presentan. Si un incendio es muy intenso, se perderán organismos como los hongos, que viven en el suelo, o especies muy importantes para el entorno natural”.

Además, los incendios dañan la calidad del aire, la salud de las personas, los medios de transporte y el suministro de servicios. También contribuyen al cambio climático: al ser quemados, los árboles liberan dióxido de carbono, monóxido de carbono y materia particulada que se acumulan en la atmósfera. Estas partículas retienen la energía proveniente del sol, lo que provoca el calentamiento de la superficie terrestre. 

Esos efectos negativos se pueden mitigar con las reforestaciones, que requieren de varias condiciones para que la nueva vegetación prospere y dé paso a árboles y ecosistemas resilientes. Una de ellas es el mantenimiento: se elimina la vegetación muerta que no pudo sobrevivir, se fertiliza el suelo y quita la maleza, pues los árboles compiten con especies invasoras como los pastos que se expanden rápidamente, explica Alfonso Martínez de Pronatura México. 

“Un arbolito de un año tiene muchas necesidades y requiere de cuidados, cuando hacemos una reforestación le damos mantenimiento durante tres años para asegurarnos de que soportará las inclemencias del clima. Luego de cumplir seis años, un árbol puede estar listo para sobrevivir por sí mismo en el ecosistema, pero tendrán que pasar al menos 20 años para que pueda capturar el dióxido de carbono, recargar acuíferos o proporcionar hábitat a otras especies”, cuenta el experto.

“Luego de cumplir seis años, un árbol puede estar listo para sobrevivir por sí mismo en el ecosistema, pero tendrán que pasar al menos 20 años para que pueda capturar el dióxido de carbono, recargar acuíferos o proporcionar hábitat a otras especies”.

Fuego que se expande

De acuerdo con la CONAFOR, 2021 ha sido el año con la mayor cantidad de superficie afectada por cada incendio forestal en México. Lo vimos con el gran incendio que arrasó casi 4 mil hectáreas de arbolado de oyamel, pino-encino y pastizal en la Sierra de Arteaga, Coahuila, a mediados de marzo. También lo vimos en Jalisco, Nuevo León, Michoacán y otros estados. Este año un solo incendio forestal afectó 88.75 hectáreas de terreno natural, esto equivale a casi un 12% más superficie dañada por incendio en 2011, cuando el fuego rompió todos los récords y consumió mucha de la fauna y vegetación mexicana.  

La mayoría de los incendios, el 99%, son producidos por personas que realizan actividades agropecuarias, de urbanización, que no apagan bien fogatas o cigarros, y que incluso cometen acciones furtivas como la caza o cultivos ilícitos. El resto es causado por fenómenos naturales como descargas eléctricas y erupciones volcánicas. 

En este sentido, Arturo Villatoro, quien tiene experiencia en el manejo de incendios, menciona: “Varios factores convergen en los incendios, desde la parte social y cultural, hasta el cambio climático que ha acentuado el problema. También la parte económica, la gente requiere leña para cocinar y para ello inician de forma inadecuada la quema. Las malas prácticas originan los incendios forestales”.

Además de ello, las condiciones climáticas desempeñan un papel importante. Cuando se presentan sequías y fuertes vientos, es más fácil que ocurran incendios. Y en un contexto de cambio climático, las sequías y altas temperaturas son cada vez más intensas y frecuentes. 

Para contribuir a las acciones de prevención, un grupo de investigadores del Instituto de Geofísica (IGEF) de la UNAM estudia cómo es que analizando el combustible vegetal se pueden pronosticar futuros incendios forestales en el país. Este combustible se origina cuando las ramas y hojas se secan y caen al suelo debido a las altas temperaturas atmosféricas en temporadas de sequía. Esas ramas y hojas secas funcionan como combustible ante cualquier chispa, pues se prenden más rápido que cuando están vivas y tienen suficiente agua y humedad. Al prenderse, el fuego se sigue alimentando con más combustible vegetal y se expande hasta acabar con cientos o hasta miles de hectáreas de bosques o selvas.

“Un sistema de alerta temprana no consiste en decir: se está incendiando el cerro del Ajusco. Nosotros hemos cambiado completamente esta visión de hacer pronósticos. Nuestra tarea es encontrar zonas potencialmente peligrosas en las que pueda ocurrir un incendio forestal a través de revisar la acumulación de combustible vegetal”, explica Víctor Manuel Velasco, investigador del IGEF.

El sistema de pronóstico a largo plazo de incendios forestales desarrollado funciona a través de inteligencia artificial e ingeniería espacial. Con este sistema, el grupo ha podido estimar que para 2022 tendremos uno de los picos más altos de incendios forestales en el país y que, debido a la cantidad de vegetal seco, esos incendios podrían extenderse dos o tres años. La investigación de Víctor Manuel está en proceso de publicación en una revista científica —que pasa por la evaluación de otros expertos—, pero desde ahora da un panorama de los posibles escenarios que, de no atender el problema, podríamos enfrentar en el futuro.

Conservar nuestros bosques para la vida

Si bien la ciencia ha producido un mayor entendimiento de por qué surgen los incendios forestales, cómo se verían en el futuro y qué podríamos hacer para disminuirlos, las acciones a nivel nacional parecen ser insuficientes. Sin embargo, es posible mitigar o aminorar el daño causado por estos incendios y las reforestaciones; aunque eso es sólo un paso, antes existe otro: la conservación de nuestros bosques.

“No podemos regresar un ecosistema a lo que fue en algún momento, pero sí podemos volver a tener la vegetación que nos va a ayudar a que la biodiversidad no se pierda por completo”.

Cada ecosistema es muy complejo y nuestro país tiene una gran diversidad de especies de flora y fauna. Por ello, los expertos consultados recomiendan que cada región del país tenga su propio plan de manejo de fuego, como brechas cortafuego (franjas que se abren sobre el terreno para aislar el incendio e impedir que se expanda), líneas negras, educación ambiental o programas de reforestación. Al respecto, Arturo Villatoro indica: “No podemos regresar un ecosistema a lo que fue en algún momento, pero sí podemos volver a tener la vegetación que nos va a ayudar a que la biodiversidad no se pierda por completo”.

Para Víctor Manuel Velasco, también experto en radiación solar, no es posible que sigamos empleando el fuego para seguir quemando nuestros suelos y flora. Un elemento que antes era sagrado para las civilizaciones prehispánicas e incluso representado en memorias históricas tan importantes como el Popol Vuh. “El fuego es un elemento sagrado que debe ser utilizado con mucha cautela; es de alguna manera la representación de la creación del universo. Las culturas prehispánicas jamás utilizarían el fuego para destruir algo. Debemos mitigar y minimizar el número de incendios forestales, porque en la medida en que mejoremos la calidad del aire, mejorará la salud de las personas”, sostiene el científico. EP

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