Observatorio electoral | Estados Unidos: Joe Biden-Kamala Harris

¿Qué pasaría si hoy fuera 3 de noviembre en Estados Unidos? La especialista Susana Chacón apuesta a que, como dicen los pronósticos, ganarían los demócratas Joe Biden y Kamala Harris.

Texto de 12/08/20

¿Qué pasaría si hoy fuera 3 de noviembre en Estados Unidos? La especialista Susana Chacón apuesta a que, como dicen los pronósticos, ganarían los demócratas Joe Biden y Kamala Harris.

Tiempo de lectura: 6 minutos

Estamos a dos meses y medio de las elecciones en Estados Unidos (EU) y, aunque no se debe confiar, todo apunta a que el próximo presidente será Joe Biden. Un posible nuevo gobierno y contar con una administración demócrata ajena a la de Donald Trump, reencauzaría la presencia de EU en el mundo, en los organismos multilaterales, en las políticas públicas de toda la agenda interna en EU y por supuesto, en la relación con México. Sería muy benéfica no sólo para los estadounidenses sino para el mundo. 

Sabemos que en la circunstancia de emergencia actual, la dinámica de las elecciones cambió. En esta ocasión, las condiciones de vulnerabilidad en que se encuentra la población, la economía y los crecientes efectos negativos de la pandemia obligan a revisar variables diferentes para definir quién será el próximo presidente en el vecino del norte. Los resultados de las encuestas no son suficientes. 

En EU no existe elección directa, la decisión es definida con los votos del Colegio Electoral y se necesitan 270 de los 538 con que cuenta. En este momento, según The Economist, las proyecciones son de 353 votos electorales para Biden y 185 para Trump. Esto quiere decir que el primero obtendría el 90% de los votos mientras que el actual presidente sólo un 10%. Estas proyecciones las hace The Economist combinando los resultados de las encuestas nacionales con las estatales. Si fuera el 3 de noviembre, lo más seguro es que Biden ganaría. 

Ahora bien, ¿cuáles son los elementos que definirán la votación? En primer lugar, el desarrollo de la economía. En este momento no sólo no se prevé un crecimiento sino que una franca recesión se vislumbra con una caída de 9.5% del PIB para este 2020. La falta de empleo ha incrementado hasta sobrepasar los cuarenta millones de desempleados en todos los grupos sociales, situación nunca vista antes. Ni siquiera en la crisis de los años treinta del siglo pasado. 

Por otro lado, los niveles de discriminación racial, particularmente hacia los afroamericanos, han ocasionado violentos movimientos y marchas sociales, a lo largo de todo el territorio estadounidense. Las mismas expresan un descontento y rechazo a la presidencia de Trump. Los diferentes grupos minoritarios, tanto los asiáticos como los hispanos se han sumado a los afroamericanos. En la actualidad, el grupo de los blanco-anglosajones es el de menor crecimiento de los últimos veinte años. Por otra parte, los latinos son los que más se han visto afectados por la pandemia ya que, en particular los indocumentados, once millones de personas, no cuentan con ningún apoyo en prestaciones económicas ni sanitarias como tampoco seguro de desempleo. La molestia  en la sociedad en su conjunto se deja sentir en todo el país por lo que puede definirse por el voto demócrata.

Otra variable importante es que en las elecciones intermedias de hace dos años, Trump perdió el control en el Capitolio por lo que será más complicado que sus propuestas sean apoyadas en estos próximos dos meses dentro del Congreso. Todo lo contrario. Muchas no sólo no son favorecidas sino que ni siquiera se les considera. Además, el Congreso ha cuestionado abiertamente varias de las medidas de sus políticas públicas y en el tema sanitario en forma específica. Por su parte, el pésimo manejo que el presidente ha hecho de la pandemia, le ha quitado muchos seguidores y su falta de carisma y sensibilidad frente al caos que se vive en el país, se hace cada vez más evidente. Esto sin duda le hará perder votos. 

Ante todas estas variables y la falta de respuestas acertadas por parte del gobierno republicano, sería de esperarse, en forma automática, un cambio de gobierno hacia Biden. No obstante, dadas las proyecciones actuales, el equipo del candidato demócrata no debe reducir su intensidad ni el impacto de la campaña a pesar de las limitaciones que implican la pandemia. Es de todo conocido que Trump tiene la capacidad de  cambiar la adversidad a su favor. En 2016, todas las encuestas, sobre todo del voto popular, no el electoral, le daban la ventaja a Hillary Clinton. En el último momento el ganador fue Trump. 

En las últimas cuatro semanas el presidente ha tratado de posponer la fecha de las elecciones asumiendo como razón que dada la pandemia, las personas no irán a votar por miedo al contagio. Subraya también que el sistema de voto por correo, muy utilizado y probado en las elecciones estadounidenses, no funciona. Esto, por supuesto, no tiene fundamento dado que el mecanismo está muy bien institucionalizado. Su argumento no fue apoyado ni por republicanos y mucho menos por demócratas, por lo que la fecha del 3 de noviembre se mantiene. 

No obstante, Trump mantiene que puede haber fraude por lo que busca hacer alianza con diferentes sectores de la sociedad, independientemente de los partidos políticos, para conseguir su reelección. Ha pedido también apoyo a diferentes países para que lo favorezcan en el resultado. La semana pasada, Nancy Pelosi, líder de la  Cámara de Representantes, habló abiertamente de que sigue presente la injerencia rusa en el proceso electoral como sucedió en 2016. Si esto se repite, el resultado esperanzador a favor de Biden puede esfumarse, de ahí que los demócratas deben estar alerta y no bajar la guardia.  

Además de aprovechar los errores de Trump en el manejo de la pandemia, la campaña del partido demócrata ha buscado socializar su proyecto y propuestas. Ha aprovechado los medios de comunicación, las redes sociales y foros con números limitados de participantes, dado que por el COVID-19 no puede haber eventos masivos, para transmitirlos. Biden ha presentado sus objetivos de política social; su propuesta para la relación con la comunidad latina (que no la tiene asegurada); ; la forma en que saldría de la pandemia y su política de salud en general y, más allá del COVID; la forma en que piensa recuperar la economía y sacar al país de la recesión. Sobre su propuesta migratoria ha apostado por; los apoyos que dará a los DACAs (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) para que no sólo puedan permanecer en EU sino que obtengan el estatus de residentes. Llegarle a la población no ha sido tarea fácil. Esta labor es mucho más compleja. Requiere de mensajes cortos y atractivos para que la mayoría de la población sienta el llamado al cambio. El mismo ex-presidente Barack Obama ha dado varios discursos a favor de salir a votar y específicamente a favor de Biden: la última semana de julio habló en el homenaje que se hizo durante el funeral del congresista John Lewis, uno de los principales líderes afroamericanos. Este discurso se consideró como un llamado de alerta en contra de Trump y un llamado urgente a salir a votar. Expresa claramente, a la comunidad afroamericana, pero también a toda la sociedad, que no es suficiente salir a manifestarse a las calles. Los exhorta a votar como la única alternativa para lograr los cambios. Por su parte, Michelle Obama, dio una entrevista en la que habló sobre su dolor por la discriminación que han vivido la comunidad afroamericana y las diferentes minorías durante la administración Trump. Enfatizó el daño por las consecuencias de las políticas tan negativas que el mismo presidente ha hecho de la pandemia. Habló desde el sentimiento profundo de dolor que siente por su país y por la realidad desalentadora que se está viviendo actualmente. Ambos mensajes son claros apoyos a Biden en los que el centro de la narrativa es acercarse a la sociedad y sanar el daño hecho por el presidente con el fin de ganar las elecciones. 

Por último, Biden estuvo estas semanas en momentos de importante definición: Tenía que presentar a quien sería su compañero/a de fórmula, su vicepresidente. Todo indicaba que sería una mujer. El día de ayer, 11 de agosto, tomó finalmente su decisión. De las ocho posibles candidatas escogió a Kamala Harris. Ella es la primera mujer en la historia del país que será, muy seguramente, vicepresidente de EU.  Hija de inmigrantes: Su padre, Donald Harris, afodescendiente jamaiquino y su madre,  Shyamala Gopalan, del sur de la India, ambos son ciudadanos estadounidenses. Harris representa la síntesis de la multiplicidad cultural que conviven en un mismo territorio. Es el reflejo de la diversidad existente en el país. Con sus 55 años de edad, cuenta con una trayectoria muy sólida en lo local, estatal y federal. No sólo ha sido senadora sino que contendió como precandidata demócrata a la elección presidencial de este año. En cuanto dejó de serlo, dió su apoyo total y abierto a Biden el pasado 8 de marzo. Fue la primera fiscal mujer de California y demostró su fuerza y valores para defender a los más desprotegidos. Su vocación se centra en defender a las minorías étnicas y los derechos de la mujer. Ha demostrado ser una gran negociadora y conciliadora con sus opuestos. Ahora y, más que nunca en este momento, se necesita a alguien con estas características: Urge construir conciliación y unidad en la dividida sociedad estadounidense. Trump desde antier empezó a criticar el que Biden optará por una mujer. Su argumento: muchos hombres se sentirán humillados de ver  una posible vicepresidente mujer. Después del nombramiento Trump la acusa de ser de extrema izquierda y una mujer falsa. Empieza el cambio de narrativa en las campañas. Enhorabuena a Biden y a Harris.

La Convención Nacional Demócrata para aceptar la nominación de Biden como candidato será el 17 de agosto en Milwaukee. La Republicana para la candidatura de Donald Trump será en Carolina del Norte el próximo 24 de agosto. En ambos casos ninguno de los candidatos acudirá presencialmente. Darán sus discursos de aceptación, el primero se quedará en Delaware acompañado de Obama mientras que el segundo, lo dará desde la Casa Blanca. Esto no había sucedido nunca. Los candidatos hablaban siempre en la Convención.

Finalmente cierro con el enojo de Trump sobre la fecha del primer debate entre ambos candidatos. Está establecido para el 29 de septiembre en Ohio y el presidente argumenta que es muy tarde dado que para esa fecha muchas personas, de dieciséis estados, habrán enviado ya su papeleta de voto por correo.  La evidente respuesta de Biden es que el presidente quiere crear conflictos donde no los hay para desviar la atención del impacto devastador que vive la población en EU. Se tiene considerado un segundo debate el 15 de octubre y el tercero y también último para el 22 de octubre.Ojalá fuera hoy el 3 de noviembre. En dos meses muchas cosas pueden cambiar, que afectarán directamente el resultado electoral. ¡Que ganen los mejores! ¡Que ganen Biden y Harris! EP

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