“Estás herida, pero no rota, me dije como otra forma de aprender a respirar, como contar los pasos.”
Dos poemas
“Estás herida, pero no rota, me dije como otra forma de aprender a respirar, como contar los pasos.”
Texto de Aurelia Cortés Peyron 10/08/20
Otro paciente apela a la razón*
Para César
Mi amigo me dijo
esto no te rompió.
Estás herida, pero no rota,
me dije como otra forma
de aprender a respirar,
como contar los pasos,
uno a uno, porque no hay
de otra, y empecé a enumerar
lo que se rompe al tacto:
la ceniza desatendida
de un cigarro,
la piel de la fruta
muy madura.
Lo podrido.
La tensión superficial.
El lienzo reseco
de una momia,
el manuscrito.
El papel apolillado
y las polillas.
Lo seco.
Sólo algunas telarañas.
El hielo no desaparece
(sólo se comprime).
El hueso tiene la potencia
de emanarse, trabecular,
de la fractura.
Las plantas, de alargar dedos
para aferrarse, brotar
del tronco entumido,
de la plaga.
Sólo algunas telarañas
(si interviene la gravedad
como una gota);
sólo algunos huesos
(si es muy ancha la laguna,
si tiembla en el cuerpo
trepidatorio, si algo
falta, algo falta).
Sólo algunas telarañas.
Y yo no estoy rota.
Sobrevivir a un intento de feminicidio
no es sobrevivir a un intento de feminicidio.
No sabes que lo fue.
Sabes el dolor en todo el cuerpo,
en las paredes de lo que creíste
tu casa protectora,
y reconoces que falta algo
en tu explicación, tan inverosímil
ya en la clínica.
Pero allí están los moretones
casi negros como nubes cargadas
y finalmente verdes y amarillos
como una desnutrición
y la lógica no da con la causa,
con la forma del puño,
y en el suelo, las patadas,
el dolor del cuero cabelludo,
tan inusual (quién diría
que el pelo resiste tanto),
y un diente pulverizado
a fuerza de callarte la boca
y el mal presentimiento
cuando comenzó a ahorcarte:
va a haber consecuencias, le dijiste
como si fueras un negociador
experto en liberar rehenes
(o la voz de la razón, su propia madre);
la estrategia: aludir vagamente a lo que podía perder,
no lo que perdías tú;
tú ya estabas pensando
qué ventana, qué cerrojo, qué barda
habría que brincar
para salir con vida,
los pies descalzos en el jardín
y la grava,
sin papeles, sin dinero,
pero con vida. EP
*Este poema forma parte de un poemario aun inédito que la autora escribió con el apoyo de la beca de Jóvenes Creadores, otorgada por el FONCA (2018-2019).
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