9M y Sandoval: no necesitamos permiso

Se requiere el apoyo de todas las instituciones de este país para que la violencia de género se detenga y para que logremos construir para todos un futuro mejor. El cardenal Juan Sandoval no quiere o no puede entenderlo. En este texto, Ruth Casas, teóloga, analiza los equívocos del cardenal y sienta las bases para una discusión que México necesita.

Texto de 05/03/20

Se requiere el apoyo de todas las instituciones de este país para que la violencia de género se detenga y para que logremos construir para todos un futuro mejor. El cardenal Juan Sandoval no quiere o no puede entenderlo. En este texto, Ruth Casas, teóloga, analiza los equívocos del cardenal y sienta las bases para una discusión que México necesita.

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Circula por las redes un video auspiciado por una organización provida denominada “Que viva México” en el que Juan Sandoval, cardenal emérito, pide a las mujeres NO unirse al paro del 9M. Lo primero que señala Sandoval es que el porcentaje de mujeres que son asesinadas en nuestro país es mínimo respecto al número de hombres que son asesinados, algo que es evidente; sin embargo, lo que no reconoce el clérigo, es la razón por la que las mujeres son privadas de la vida de forma violenta: es decir, que son asesinadas por el hecho de ser mujeres, de ahí que este delito se denomine feminicidio.

El segundo motivo por el que Sandoval dice que no hay que apoyar el paro, se debe a que detrás de esta protesta están los colectivos feministas que “promueven” el aborto y lo que buscan con algo como el 9M es adquirir fuerza política. Además afirma que son más los abortos que se practican, que las mujeres maltratadas. Ante esta afirmación, pienso que hay muchas mujeres que quisiéramos decirle que, entre enero y febrero, de este año se han cometido 254 feminicidios y son sólo la punta del iceberg de la violencia que se ejerce sobre nosotras, que el maltrato comienza con la invisibilización de la violencia de género, tal y como el cardenal lo hace en el video.

El tercer motivo de Sandoval es que lo que busca el feminismo es enfrentar a hombres y mujeres, a “los opuestos”, como lo hizo Marx. Y ante este comentario, me gustaría decirle que no se equivoque, que en ningún momento este paro busca declarar la guerra a los hombres, pero que sí lleva implícito el rechazo al sistema patriarcal que estableció roles de género que limitan a ambos sexos a desarrollarse plenamente, otorgando al hombre fuerza y poder —y a la mujer, sumisión y silencio. 

Para Sandoval, la violencia hacia las mujeres se limita a la trata de personas, a la desaparición de mujeres y niñas que son prostituidas, pero no hace hincapié en la violencia intrafamiliar, el acoso sexual, la desigualdad de derechos ni en el sistema patriarcal que siglos atrás construyó una doble moral, una para las mujeres y otra para los hombres que son los que trafican con mujeres, “usan” a las prostitutas y consumen pornografía.

Si bien “la verdad” del cardenal es la de una persona que se presenta como la voz de la iglesia católica, lo que muestra es una tremenda ignorancia respecto al origen del 9M; peor aún, demuestra una total falta de empatía con las mujeres, algo que en términos teológicos se llama falta de compasión, caridad, amor al prójimo.

La realidad es que Sandoval y muchos clérigos no han escuchado a “los laicos” y no se atreven a dirigirse a las mujeres de manera directa salvo para denostarlas y señalar que tienen intereses ocultos. El cardenal se equivoca también al decir que no da su opinión a ojos cerrados y que las mujeres abusamos de la bondad del cristianismo al no reconocer que gozamos del privilegio de no ser parte de un harén, de ser muertas a palos públicamente o de carecer de derechos. ¿Acaso no violentar a la mujer, como sucede en los países islámicos o como sucedía en el antiguo Israel, lleva implícita nuestra dignificación? Considero que en esto yerra, pues si la iglesia-institución considerara que efectivamente hombres y mujeres somos iguales en dignidad, y hechos ambos a imagen y semejanza de Dios, entonces dentro de la institución existiría lo que en política se denomina “cuota de género” y nos sería permitido tener un lugar en la curia, se daría la misma importancia y valor a la teología que hacemos e incluso se permitiría que fuéramos ordenadas. Pero todo esto es todavía impensable en una iglesia donde la masculinidad divina —machismo— se impone.

De ahí que no le resulte fácil comprender —a Sandoval y a los grupos conservadores, que el paro es una decisión autónoma de miles de mujeres que estamos dispuestas a ausentarnos y a desaparecer para demostrar que somos importantes en nuestros trabajos —remunerados y no remunerados— y que no tenemos que contar con el permiso de nadie para hacerlo a pesar de que el machismo nos puede desaparecer y violentar por el simple hecho de ser mujeres.

El 9M debe ser un día de reflexión para hombres y mujeres. Ese día, las agencias particulares de los diversos colectivos no serán prioritarias porque se ha acordado que el mensaje que se pretende dar a la sociedad civil, al gobierno, a las iglesias y a las empresas es uno y muy claro:

¡BASTA DE VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES! No queremos ser acosadas, no queremos vivir con miedo, no queremos ser silenciadas.

Invito a hombres y mujeres a reflexionar sobre todo lo que lleva implícito el 9M. Pido a las mujeres que desde la resistencia y con toda la creatividad que poseen, trabajen en la construcción de redes para que este 9 de marzo sea el inicio de un cambio que nos conduzca a transitar del miedo a la acción, y espero de corazón que la experiencia de vida nos permita establecer objetivos concretos, partiendo de nuestro circulo más íntimo hasta llegar a los espacios públicos. Espero que los hombres apoyen nuestra causa y aporten lo que esté en sus manos para disminuir la violencia que se ejerce sobre nosotras. Exijo al Gobierno y a la iglesia-institución que asuman la responsabilidad que recae sobre ellos y consideren la urgencia de modificar las normas y conductas que sean necesarias para deconstruir y reconstruir las formas de ejercer el poder y el trato que se da a las mujeres dentro de un sistema patriarcal que desde sus inicios dio origen a la violencia de género.EP

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