“Lágrimas diminutas”: sobre el trabajo en el cine de Claire Denis

En este texto, Lucrecia Arcos Alcaraz escribe una disertación sobre el trabajo en el cine de Claire Denis.

Texto de 17/05/22

En este texto, Lucrecia Arcos Alcaraz escribe una disertación sobre el trabajo en el cine de Claire Denis.

Tiempo de lectura: 7 minutos

 describir lo próximo, los humores,

la próxima inocencia

de lo vivo, las familiares

dependencias carnosas, la piel

sonrosada, sanguínea, las venas,

venillas, capilares.

Olvido García Valdés

Los primeros minutos de 35 rhums (2008) abren sobre las vías del tren suburbano parisino al atardecer, el RER. Una de sus ventanas sucias, quizá empañada o rayada, filtra el exterior. A lo lejos se erige como silueta de un volcán —coronando el cielo de cables y el torrente de rieles dorados por el último sol— la sombra de la urbe. Acompañado por una melodía si no alegre, melancólica, de los Tindersticks, el recorrido de los trenes concluye con el anochecer, como si el cuerpo mecánico de los vagones se extenuara a la par de los cuerpos de los trabajadores que van dentro y que regresan en silencio al final de su jornada laboral. A diferencia del centro de París donde los edificios gemelos, uno frente a otro, permiten el espectáculo de los balcones iluminados en contraste con la noche, aquí, en la oscuridad suburbana, las ventanas que vemos en contraste con la penumbra no son las de un hogar, sino son las del transporte público. No son la estaticidad ni el oropel haussmaniano de los edificios antiguos, son las ventanas de la banlieue y sus trabajadores en continuo movimiento.

35 rhums (2008), Claire Denis

De entre todas estas personas —trabajadores o habitantes de los suburbios—, Claire Denis nos muestra a Lionel (Alex Descas), quien vuelve a casa para encontrarse con su hija Joséphine (Mati Diop) y le regala una arrocera eléctrica. Ella sólo sonríe, abraza a su padre y prepara la cena mientras él realiza los rituales correspondientes al final del día: se pone sus pantuflas, se baña, pone su ropa a lavar. Sobre la barra de la cocina hay un frutero y, junto a él, una radio que transmite “Merci Bon Dieu” de Harry Belafonte. Después de la cena, casi como una coreografía gestual donde una parte del cuerpo cede el espacio a otra, la mano de Joséphine aparece, sube el volumen de la música y, después, la mano de Lionel toma dos manzanas, realiza un ligero malabareo y sale de cuadro.

35 rhums (2008), Claire Denis

La elección de la arrocera, así como el gesto casi imperceptible de la mano paterna que malabarea con las manzanas, no es gratuita. Es el homenaje a Primavera tardía (1949) de Yasujiro Ozu, en aquella memorable escena final donde el padre (Chishū Ryū) pela una manzana tras la partida de su hija (Setsuko Hara), quien se casa después de haberlo cuidado durante toda su vida. La cáscara entera, tras ser vigor y firmeza, se va tornando en espiral colgante y se vence bajo la mano del hombre cuando éste, con un simple gesto de la cabeza, cae abatido por la soledad. El vínculo entre el padre viudo y la hija que lo cuida, la innegable vejez, vuelven en Claire Denis, años después, con un padre que, como áncora contra toda aflicción, piensa en su hija durante los momentos oscuros, y cuya mano, que juega con las manzanas del frutero, también se posa atentamente sobre la palanca del tren del transporte público, acompañado de su amigo René, deprimido por su reciente jubilación. Cuando se acaba, se acaba, hay que saber irse. 

Primavera tardía (1949), Yasujiro Ozu
35 rhums (2008), Claire Denis
35 rhums (2008), Claire Denis

En una entrevista con Robert Davis, Claire Denis explica que en el cine de Ozu “Los trabajos de las personas no son sólo una decoración […] Es gente normal con trabajos normales, y deben ir a trabajar, deben volver del trabajo, ves el lugar donde trabajan y es muy importante para el personaje que la audiencia esté informada del tipo de trabajo.” Lo mismo sucede con las propias películas de Denis. El trabajo está presente en la mayoría de sus filmes porque abona a la complejidad de sus personajes y a su condición humana. No los determina en cuanto a modelos o categorías sociales sino que se refleja en sus vidas diarias, en su angustia emocional, en su ser y estar en el mundo. El cimiento del cine de Claire Denis –explica Adrian Martin– es la carne, “comienza con el cuerpo –no tanto como figura o silueta… sino como piel– a menudo desnuda, piel expuesta… La carne como un paisaje.” Entonces, si la carne y el cuerpo son tanto paisaje como cimiento, el trabajo –como gasto de energía física y mental, así como condición– es un dominio al cual estos personajes, literalmente, se incorporan. Pero Denis lo lleva más allá, el cuerpo en todos sus aspectos expuesto y bullendo en total esplendor; el trabajo es tan humano y complejo como la envidia, como un lazo familiar, como la ira y el deseo, o la perversidad y la dulzura, ya que entrelaza –como bien afirma Jonathan Rosenbaum– la banalidad cotidiana con la violencia y la tragedia.

35 rhums (2008), Claire Denis
35 rhums (2008), Claire Denis

Beau Travail (1999) y 35 rhums (2008) son dos filmes de Claire Denis donde el trabajo, como en los filmes de Ozu, no es una mera decoración. Beau Travail retrata a un grupo de hombres jóvenes de diferentes proveniencias que se encuentra en entrenamiento bajo el mando de Galoup (Denis Lavant), quien, a su vez, se encuentra bajo el mando de Forestier (Michel Subor): es la Legión Francesa en Djibouti, en un tiempo y espacio posteriores a la colonia. Basándose en la obra de Herman Melville, Billy Budd, así como la ópera homónima de Benjamin Britten, Denis trabajó, además, con el coreógrafo Bernardo Montet para poner en escena esta danza entre desierto y cuerpo, comunión del sudor y la arena, cuando el enjambre militar repta por la tierra hirviente. Beau Travail (título traducido literalmente como trabajo bello o hermoso) se despliega como una danza continua, no sólo entre cuerpos, sino entre planos. Posterior al canto coral de combate que acompaña una pintura mural en la primera escena, la canción de Tarkan “Kiss, kiss” inaugura un baile entre luces de colores en un club nocturno donde las mujeres locales de Djibouti bailan entre y frente a los soldados que –aunque uniformados de blanco– se pierden entre las pieles negras de ellas. 

A diferencia del trabajo en 35 rhums —un hombre y sus colegas, trabajadores del sector terciario parisino, cercanos a la jubilación— en este filme, anterior por casi una década, el trabajo se manifiesta no sólo evidentemente físico, a través del entrenamiento militar, sino como lo que claramente éste conlleva: la guerra. Djibouti no es la contención de París, el espacio es abierto, planicies interminables, blancas y grises, las pieles contrastan a la vez que se fusionan en un corps à corps con sus compañeros legionarios o con la tierra yerma; los brazos se levantan hacia el cielo, permitiendo el estiramiento de los cuerpos, de forma vertical, así como también se tensan de forma horizontal, extendidos sobre las rocas, levantando el polvo que los sepulta. 

Beau Travail (1999), Claire Denis
Beau Travail (1999), Claire Denis

Legionarios que pescan, lavan, cuelgan y planchan ropa, que reptan armados o desarmados, uniformados o semi desnudos, no sólo bajo la mirada y entrenamiento severos y punitivos del sargento Galoup, sino también bajo su relato. La narración se enuncia pasada, como memoria del exlegionario en jefe, exiliado en Marsella tras haber sido reprimido por Forestier debido a una especie de rivalidad con uno de sus compañeros. Quizá con el remordimiento comienza la libertad… Es el vínculo entre dos espacios, Marsella, el furor de una ciudad portuaria, y el desierto que nunca se acaba, el pasado colonial.

Beau Travail (1999), Claire Denis
Beau Travail (1999), Claire Denis
Beau Travail (1999), Claire Denis

Los personajes de Ozu —explica Claire Denis— también son frágiles en sus trabajos. Como si temieran perderlos, como si el único lugar donde son realmente sólidos fuese en sus relaciones. Un exlegionario exiliado baila “Rhythm of the night” en una especie de letanía pronunciada con lo único que le queda, una vez solo y alejado de todo su pasado: el cuerpo. Porque quizá con el remordimiento comienza la libertad. Un hombre se ve obligado a reconocer el cadáver de su mejor amigo cuando éste se suicida en las vías del tren que recorrieron juntos todas sus vidas; un padre toma 35 tragos de ron cuando su hija parte para formar su propia vida y él se ve enfrentado a envejecer; no hay palabras, una mano se posa sobre un hombro, otra acaricia un cuello, un hombre toca el piano y apenas se escucha una voz: “Gabrielle, ¿vas a llorar?, preguntan a su amiga, especie de madre de Joséphine, “Esta noche no”, responde la mujer. Aunque el festejo es amargo, se sonríen los unos a los otros, los cuerpos lloran lágrimas diminutas por esa añoranza y dolor teñidos de destellos de alegría, como la vida misma o como una melodía de los Tindersticks. EP

35 rhums (2008), Claire Denis

Bibliografía

Martin, Adrian. Ticket to ride: Claire Denis and the cinema of the body, Screening the Past, no. 20, pp. 1 – 11, 2006. 

Morera, Sergio. Las ficciones de Claire Denis (1988-2004). El cine bajo la piel, Transit: cine y otros desvíos. 

http://cinentransit.com/las-ficciones-de-claire-denis-1988-2004-12/

Rosenbaum, Jonathan. Unsatisfied Men, Chicago Reader, vol. 29, no. 34, mayo 2000. 

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