El herem de Spinoza

A propósito de la biografía Spinoza de Steven Nadler, Ilya Semo reflexiona sobre la expulsión del filósofo de la congregación judía de Ámsterdam en 1656.

Texto de 20/06/23

A propósito de la biografía Spinoza de Steven Nadler, Ilya Semo reflexiona sobre la expulsión del filósofo de la congregación judía de Ámsterdam en 1656.

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Baruch Spinoza nació el 24 de noviembre de 1632 en el seno de la comunidad judío-portuguesa de Ámsterdam. Una corta vida de cuarenta y cinco años, marcada por el ostracismo, el fracaso en el comercio y una mala reputación con otros intelectuales de la época, no impidieron que Spinoza nos legara una de las obras filosóficas más exquisitas que ahora forma parte de la historia de la filosofía. Leer la Ética demostrada según el orden geométrico equivale a un riesgoso acto de autocomprensión y exige de un verdadero esfuerzo de meditación honesta, porque cada señal de los afectos ahí inscrita equivale necesariamente a un punto extrasensible en la vida y la existencia del lector involucrado. Sin duda, Spinoza dejó una huella sensible en algunos de los críticos más relevantes del siglo pasado. Borges, quien veía en su filosofía más “un acto de fe” que la composición de un “sistema”, lo llama “el más querible de todos los filósofos”; otro lector profundo de Spinoza, Gilles Deleuze, quien llegó a afirmar que guardaba siempre sus palabras en el corazón, lo llamó “el cristo de los filósofos”. Una lectura de su filosofía en la actualidad podría ser acaso bien suplementada, aunque brevemente, por un conocimiento más detallado de la principal crisis que marcó su vida, la cual conforma la cuestión central de la biografía más reciente publicada en español en torno a su figura.

El 27 de julio de 1656, frente al arca de la sinagoga situada en el Houtgracht, junto a la cual Spinoza había vivido toda su infancia, se leyó el documento que imponía un herem sobre el filósofo, que contaba con veintitrés años. En dicho documento se lo maldice con todas las maldiciones del Libro y se prohibía a todo judío cualquier negocio, contacto o relación con su persona, sus ideas y sus opiniones.

“Por decreto de los ángeles y por el mandato de los hombres santos, nosotros ponemos bajo un herem, condenamos y maldecimos a Baruch de Espinoza, con el consentimiento de Dios, por siempre Bendito, y con el consentimiento igualmente de toda la santa congregación, y ante estas sagradas escrituras con los 613 preceptos escritos en ellas; cargue él con el herem con que Josué destruyó Jericó, con la maldición que Eliseo lanzó sobre la juventud y con todas las maldiciones consignadas por la Ley. Sea maldito durante el día y sea maldito por la noche, sea maldito cuando repose y maldito cuando se levante. Sea maldito cuando salga y maldito cuando entre. El señor no tendrá piedad con él, sino que desatará su cólera y su celo contra este hombre; todos los castigos que están escritos en este libro caerán sobre él, y el Señor borrará su nombre de la faz de la tierra y lo hundirá en el mal separándolo de todas las tribus de Israel, con todas las maldiciones de la alianza que están escritas en este libro de la ley.”1

“El término herem o cherem (חרם) equivale a la mayor reprobación que un judío puede recibir de una autoridad rabínica e implica su total o parcial exclusión de la congregación a la que pertenece.”

El término herem o cherem (חרם) equivale a la mayor reprobación que un judío puede recibir de una autoridad rabínica e implica su total o parcial exclusión de la congregación a la que pertenece; y tiene un significado similar a los términos de anatema, excomunión o expulsión. Normalmente un herem sería levantado alrededor de treinta días después de haberse impuesto, liberando al acusado del castigo después de que pidiera perdón a la congregación o realizara algún acto ritual de expiación. El herem de Spinoza sigue, sin embargo, vigente hasta nuestros días. Parece que el filósofo nunca se tomó la molestia de pedir que lo anularan.

El herem fue seguramente leído por el rabino Mortera ante la congregación. Mortera fue el maestro de Spinoza durante su formación en la escuela Talmud Torá, donde éste estudió hasta los catorce años para después ocuparse de actividades comerciales. El tío abuelo de Spinoza, Abraham de Spinoza ―responsable de la salida de la familia de Amberes hacia Ámsterdam y del éxito de los negocios familiares―, había pagado la fianza de Mortera en 1619 cuando fue arrestado por las autoridades seculares después de su primer nombramiento como una autoridad intelectual judía. Pero estos vínculos no aminoraron la gravedad de la situación. “No existe ningún otro documento de expulsión producido por la comunidad de aquel periodo que exprese tanto odio como el que se le dirige a Spinoza cuando fue expulsado de la congregación”. La “atípica forma” del documento, procedía directamente de las autoridades judías en Venecia, donde Mortera había recibido su formación con el rabino Modena. “La cuestión que inmediatamente plantea todo este asunto es, ¿por qué fue excomulgado Spinoza con una dureza tan extrema?”2

En su biografía Spinoza, Steven Nadler examina diversas posibilidades de explicación para dar cuenta del duro tono de la excomunión. Entre las más interesantes está la hipótesis de que Spinoza se autoprovocó el herem por motivos financieros. Su padre, Miguel de Spinoza, había muerto, dejando a Baruch hundido bajo una montaña de deudas y pagarés comerciales; compromisos con acreedores violentos con los cuales se encontraba obligado por los códigos de la comunidad. En efecto, en una ocasión, cuando intentaba cobrar a la familia Alvares, Spinoza fue humillado y golpeado en la calle a plena luz del día.3 “Hay quien ha aducido que el herem de Spinoza estaba directamente relacionado con las maquinaciones que hizo para liberarse de las deudas que había heredado de su padre y para colocarse como un acreedor privilegiado de su herencia en quiebra”.4 Para esto, Spinoza habría utilizado artefactos jurídicos tales como declararse huérfano aprovechando la minoría de edad que le reconocían las autoridades civiles holandesas, así como presentar una demanda ante las mismas reclamando su derecho a la herencia. Esto colocaba la ley holandesa por encima de la autonomía de la congregación judía e hizo enfadar a sus autoridades. Al intentar liberarse de las deudas y deberes que implicaba la herencia de su padre, Spinoza minaba el prestigio del comercio judío en términos de su solvencia económica frente a sus acreedores tanto holandeses como judío-portugueses.

Nadler, sin embargo, rechaza esta explicación como una explicación completa del contenido del herem. En efecto, esto no explica cuáles son esas “malvadas opiniones y obras [más opinions e obras] suyas”, o bien las “abominables herejías [horrendas heregias]” de las que se lo hace culpable. Estas acusaciones tendrían que tener una explicación sin duda de carácter propiamente filosófico y, puesto que a sus 23 años Spinoza no había publicado ningún escrito, toda proposición en este campo parece ser una mera conjetura. Desestimada la hipótesis financiera, Nadler pasa a examinar, como tradicionalmente se hace, las herejías contenidas en las nociones que Spinoza formularía después de “Dios, el alma y la Torá”, cada una de las cuales rompe con alguno de los principios teológicos a la base de la religión judía —respectivamente: la inmaterialidad divina, la inmortalidad del espíritu y el orígen trascendente de la transmisión de las escrituras. No estoy en desacuerdo con Nadler en cuanto a la exigencia teórica que presenta y, sin embargo, no veo ningún problema en incluir en la filosofía de Spinoza el acto de “liberarse de la herencia del padre” como filosófico en sí mismo.5 En este sentido me parece que Nadler hace una reducción doctrinal o teológica del asunto en cuestión y de las relaciones de poder en juego. Sigue siendo cierto, por otro lado, que si bien este acto concreto de liberación responde al porqué se provocaría Spinoza a sí mismo un herem tan estricto, no responde al cómo lo hizo o de dónde sacó las fuerzas para hacerlo. Ahí es donde tendría que intervenir una explicación estrictamente de carácter filosófico. EP

  1. Steven Nadler, Spinoza (España: Akal, 2021), 152. []
  2. Nadler, Spinoza, 160-2: “Ni su herem ni ningún documento de aquel periodo dicen exactamente cuáles eran esas ‘malvadas opiniones y obras [más opinions e obras] suyas”, dónde y cómo las había manifestado, ni qué “abominables herejías [horrendas heregias]” o qué “monstruosas obras [ynormes obras]” se suponía que había enseñado o practicado. Spinoza tenía entonces sólo 23 años y aún no había publicado nada; ni se tiene noticia tampoco de que hubiera compuesto ningún tratado.” []
  3. Nadler, Spinoza, 117: “‘Cuando este [Spinoza] regresó a la mentada hostería, Gabriel Alvares, hermano del susodicho Antonio Alvares, estaba esperándolo frente a la hostería y le dio un puñetazo en la cara sin causa alguna, haciendo caer su sombrero al suelo; entonces Gabriel Alvares tomó el sombrero del demandante [Spinoza], lo tiró al barro y lo pisoteó con saña”. A pesar de este brutal tratamiento, Spinoza siguió intentando negociar con Antonio, y en aquel mismo día, delante del posadero y de todos los que habían presenciado el asalto, llegaron a un acuerdo… Isaac Alvares prometió devolverle esa cantidad, juntamente con las de los ‘intereses y los gastos de ho haber recuperado a tiempo su propio dinero’. También prometió reembolsar a Spinoza el valor de su sombrero”. []
  4.  Nadler, Spinoza, 163. []
  5. Nadler, Spinoza, 164. []
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