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Pirineos II
Cómo me consentí cómplice
de tu dulce aroma a crisantemo ajado
y de la suave oscuridad de tu cuerpo incorrupto
solo alcanza explicación en el oscurantismo
de la lúgubre soledad con la que esculpías tu rostro,
de la ingratitud mórbida de tus mejillas menguantes,
de los hilos extenuados que ataban
tus labios violáceos a tus pupilas rocosas.
Cómo olvidar jamás
tu expresión endurecida por el paso del tiempo,
tus uñas cenicientas y tus dientes raídos,
todos aquellos vestigios de la civilización que tú misma creaste
sepultada de tanto amor bajo la furia y el olvido.
Cómo se puede ignorar
un corazón marchito e inclemente,
una flor olvidada en las viejas ruinas
privada de amor y de palabra
que solloza en silencio
suplicándome que no me vaya
y que cambie mis ojos por piedras
para no volver a verla nunca más.
Pirineos III
Yo iré buscarte para hacerte una cura de mar.
S. Dalí, a F. G. Lorca
De qué mares profundos
surgieron tus manos frescas.
Qué glaciar enfrió tu tacto
qué puñal de hielo
venció tu alma
sobre las ruinas de cristal inmóvil.
Te quiero
ahogada
de vuelta
en la oscuridad
por siempre
sepultada
en mi regazo. EP
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