El dilema: ¿lo creado con Inteligencia Artificial es o no arte?

El fotógrafo mexicano Víctor Benítez reflexiona en torno al eterno cuestionamiento de qué debe ser considerado arte y qué no, sobre todo lo creado mediante Inteligencia Artificial.

Texto de 18/05/23

El fotógrafo mexicano Víctor Benítez reflexiona en torno al eterno cuestionamiento de qué debe ser considerado arte y qué no, sobre todo lo creado mediante Inteligencia Artificial.

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La conversación binaria entre si el arte creado mediante inteligencia artificial (IA) es o no arte, implica un verdadero debate sobre nuestra percepción del arte en todas sus expresiones. Aunque esta conversación no es reciente, sí lo es el hecho de que hoy en día se emplean herramientas que reducen cada vez más la intervención del artista al realizar una obra.

Con la llegada de Chat GPT muchos escritores alrededor del mundo están verdaderamente preocupados sobre la posibilidad de ser sustituidos por la IA. Hay muchos casos en la actualidad donde incluso existen granjas de servidores donde el único objetivo es crear libros e imágenes a través de IA. El desplazamiento de los autores, sin embargo, no me parece que esté verdaderamente en riesgo sobre todo porque para el proceso de creación literaria o artística existe en todo momento una revisión minuciosa del proceso en el cual se busca alcanzar aquello que el artista siente y tiene en mente; la inteligencia artificial, en este sentido, es más una herramienta que un sustituto. 

Al intelectualizar un poco más sobre el tema, pensaba en la dificultad de tener una respuesta absoluta de si podemos nombrar o no como arte los resultados de la IA. El autor catalán Joan Fontcuberta desde hace varios años afirma que la fotografía es una mentira desde su naturaleza y reflexiona sobre cómo los puristas del arte han señalado sistemáticamente que la manipulación digital nos aleja del arte de la fotografía; sin embargo, también es aquí donde Fontcuberta se pregunta: “¿Qué no es en sí una manipulación?”. Todo lo que hacemos para capturar una imagen es en sí una manipulación de la verdad, desde el encuadre, el enfoque y hasta la exposición. La nitidez con la que se revela un negativo es una manipulación de esta verdad. ¿Qué tan distinto es esto de la inteligencia artificial en sentido ético?

“Todo lo que hacemos para capturar una imagen es en sí una manipulación de la verdad, desde el encuadre, el enfoque y hasta la exposición”. 

Este debate, además, tiene vigencia justamente por el rechazo que existe frente a las posibilidades que reducen el camino de la técnica entre el autor y la obra, a veces suprimiendo gran tramo de ésta y quizás es aquí donde entran reflexiones que me interesan mucho más. Por ejemplo, preguntarnos si la técnica es precisamente el valor absoluto de una obra artística. Mientras que del lado opuesto me he cuestionado si acaso no hemos reducido, por lo menos en el mundo del arte contemporáneo, la experiencia artística al mero discurso donde la pieza termina en un plano totalmente secundario y muchas veces inexplicable. 

El sinfín de ejemplos que vienen a este planteamiento a lo largo de varias décadas me ayuda a concluir que nuestra percepción del arte es líquida y cambiante. Y sobre todo que quizás esto no es particularmente un problema. Estamos en un momento de la historia donde aún resulta complejo tomar perspectiva de lo que va sucediendo. 

En un intento de cuestionarnos nuestra posición frente a la técnica, pero sobre todo frente a nuestra propia perspectiva del arte, Boris Eldagsen ganó la categoría creativa abierta en el Sony World Photography Award 2023 con una imagen realizada con IA. Dijo que usó la imagen para probar la competencia y crear una discusión sobre el futuro de la fotografía y evidentemente lo logró. Esto, sin duda, nos recuerda cómo se ha generado esta misma dicotomía entre discurso y técnica en el mundo del arte.

Por ejemplo, hace apenas unos años, en 2019, se vendió por más de 120 000 dólares un plátano pegado con cinta a una pared en el Art Basel Miami por el artista Maurizio Cattelan. Esto, por supuesto, generó una conversación polémica sobre si esto es arte o no; aunque, de entrada, Cattelan logró de manera contundente a través de un plátano y cinta que los espectadores se plantearan a sí mismos qué es el arte y cómo debe ser. 

Sin colocarme de un lado en particular, considero que las preguntas a raíz de esto que vivimos frente a la transición del arte en sus diversas expresiones nos ayudan a construirnos y deconstruirnos a nosotros mismos con nuestras viejas experiencias frente a las nuevas. Quizás esta simulación que nos tenía sometidos en la creencia de que ser artista es solo disciplina y consistencia, pueda profundizar un poco más y suponer que es también la intención de un artista y su relación con el mundo de manera individual. El miedo precisamente a la sustitución es quizás un miedo a la tarea de reconocernos a nosotros mismos de manera más profunda, no para ser utilitarios y crear, sino para comprender que el arte en todas sus formas es apenas un medio para poder decir todo aquello sentimos. EP

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