Superhéroes

Sinapsis es la columna de Daniela Tarazona, escritora reconocida como uno de los 25 secretos literarios de América Latina en la FIL 2011. La narradora, en su colaboración de abril, nos cuenta acerca de uno de sus sueños.

Texto de 11/06/20

Sinapsis es la columna de Daniela Tarazona, escritora reconocida como uno de los 25 secretos literarios de América Latina en la FIL 2011. La narradora, en su colaboración de abril, nos cuenta acerca de uno de sus sueños.

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Cuando era niña tenía mucho miedo a Darth Vader y recuerdo que, en mis padecimientos catarrales, una vez lo aluciné. Es decir: mientras mi cuerpo tenía una temperatura anormal, yo pensaba en la amenaza de Darth Vader e incluso llegaba a verlo entre sueños. Creo que el miedo que me producía su imagen tenía que ver con el pavor de no saber quién estaba detrás de esa armadura negra. Además, me inquietaba su respiración, las inhalaciones ruidosas, las exhalaciones de alguien que lleva puesta una máscara horrible. Darth Vader era para mí el mal oculto bajo la máscara. Él representaba la propia enfermedad. 

Algunos de nosotros hemos podido resguardarnos durante dos meses en nuestras casas, a la espera de la curva que crece, del tsunami invisible de una enfermedad sin vacuna. Nuestro reino es la segunda vida en las pantallas, nuestra real Second Life que resulta el hospital virtual —con distintas habitaciones prístinas y decoradas al gusto— de los que conservamos la salud. Enloquecidos por cumplir con quién sabe qué o quién, hemos dado lugar a que las pantallas nos representen también en casos de emergencia, aunque guardemos la compostura ante ellas. La aparición de nuestra imagen a cuadro es la simulación de nuestro estado antiviral, aunque el mundo parezca infectado. 

Entre las múltiples imágenes que recorren las redes, hoy vi un hombre vestido de Batman dando pasos por una calle solitaria, con un paquete de papel de baño en la mano. Los vecinos le aplaudían desde los balcones. Ahora no sé qué es más sorprendente: pensar que la maldad de Darth Vader puede dar fiebre o creer que la solución ante una amenaza puede asumirse con un disfraz de superhéroe que lleva papel higiénico a su casa. 

La representación de nosotros mismos es la que, en verdad, se encuentra en las calles. Si alguien quiere ver la realidad, es preciso salir de casa a buscarla. Los ojos que dejan ver los tapabocas enseñan que el mundo se ha convertido en un sitio difícil de habitar. Sin embargo, el verdadero antiséptico, el gel antibacterial, escurre sobre nuestras pantallas para convertirnos en una persona que no somos. No es novedad, aunque ahora es más evidente. Millones de reuniones de toda índole tienen lugar a través de plataformas virtuales, pero, que nunca se olvide: nadie está reunido, en realidad.

Cuando pasó el tiempo, por fortuna, dejé de delirar con la imagen de Darth Vader y atravesé otros umbrales con menos miedo. No obstante, ahora me trastorna la fragilidad del orden mundial, la volatilidad de lo que parecía contar con alguna solidez. Nada es lo que era antes de la pandemia. Los médicos son los verdaderos superhéroes de esta historia contemporánea. A diferencia de los personajes de ficción en películas, los médicos llevan una bata blanca, un tapabocas especial y guantes de altísima resistencia. Sólo después de eso y de lavarse con fruición las manos —como hemos estado haciendo todos en estos meses— hunden el bisturí en la carne. 

Los médicos están disfrazados de nosotros mismos o nosotros estamos vestidos como ellos ahora. Iremos de blanco, para representar la higiene, hacia un destino imposible de adivinar. Y yo me pregunto, con toda seriedad y perdiendo la cabeza: ¿cuál será el médico que aprovecha esta cirugía de las almas en el planeta? Me lo imagino con la estampa de un Lex Luthor que promueve y escupe a los cuatro vientos que la distancia social nos va a salvar, como si, en efecto, no fuéramos a morir cada uno de nosotros tarde o temprano. 

No somos una fuerza de contagio. El presidente tampoco. Pero ¿cuál será el panorama posconfinamiento y preapocalíptico dejado por la pandemia? Sólo lo sabremos —dicen los que conocen de medicina— hasta mediados del verano o incluso después, cuando, gracias a Superman, que tiene la facultad de regresar el tiempo, hayamos sobrevivido o muerto. EP 

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