Nuestro número es el 46

¿Qué significa que los humanos tengamos 46 cromosomas?

Texto de & 08/09/23

Acuarela que ilustra cromosomas para el artículo Nuestro número es 46

¿Qué significa que los humanos tengamos 46 cromosomas?

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Muy probablemente, lector, has escuchado que los humanos tenemos 46 cromosomas. ¿Y qué significa esto? Si lográramos extender nuestro genoma en toda su longitud seríamos capaces de darle la vuelta a la tierra. Sin embargo, nuestras pequeñas células son capaces de hacer que nuestro genoma en toda su extensión quepa dentro de sus pequeñísimos núcleos. Esto se logra gracias a que el genoma está organizado en 46 segmentos que pueden ser empaquetados de manera extrema, y esos 46 segmentos son los cromosomas.

Los más de 20 mil genes que forman parte de nuestra gran librería genómica (y de los que ya hemos hablado con anterioridad) no son entes flotantes, sino que viajan y se heredan a través de nuestros cromosomas, estos conforman el sistema de herencia de nuestro genoma.

Si recurrimos a la metáfora de las agujetas podríamos pensar en meter 46 agujetas dentro de una pelota pequeña y apretarlas muy bien, hasta que no se nos escape nada. Estas 46 agujetas tienen diferentes tamaños, unas son largas y otras cortas. Cada una de esas agujetas está en contacto con las otras agujetas y cumple funciones dentro de la célula.

“[…] el ratón tiene 40 [cromosomas], el chimpancé, nuestro pariente más cercano, tiene 48, las moscas domésticas solo tienen 12, y algunos helechos pueden llegar a números tan impresionantes como 1260.”

Es más, 46 es el número que nos caracteriza como especie, y cada especie tiene su correspondiente número metafórico de agujetas, es decir cromosomas; por ejemplo, el ratón tiene 40, el chimpancé, nuestro pariente más cercano, tiene 48, las moscas domésticas solo tienen 12, y algunos helechos pueden llegar a números tan impresionantes como 1260.

Todos los cromosomas de una especie constituyen su cariotipo, el cual es un sistema que establece el orden de los genes a lo largo de cada cromosoma individual y entre los diferentes cromosomas. El cariotipo determina las interacciones tridimensionales entre los cromosomas (o sea, cómo se tocan cada una de nuestras metafóricas agujetas dentro de la pelota planteada al inicio). Si el cariotipo cambia en número o estructura, es decir, si perdemos o ganamos agujetas, se pierden el balance de la información y el balance de las interacciones. Por eso, los cambios en el cariotipo generalmente se relacionan con alteraciones fisiológicas importantes.

Para el humano, los cambios en nuestro número de cromosomas pueden tener consecuencias catastróficas: desde abortos espontáneos, síndromes de origen genético y aparición de cáncer. Las ganancias y pérdidas de cromosomas se conocen como aneuploidías. Y todas aquellas aneuploidías en el humano que cambian nuestro número 46 son esencialmente letales in utero y ocasionan que el producto de la gestación no llegue a nacer. Sin embargo, productos con ciertas aneuploidías, como las ganancias de los cromosomas 13, 18 y 21, o con cambios en el número de los cromosomas sexuales (X o Y) pueden sobrevivir hasta el nacimiento. Estas ganancias y pérdidas alteran el funcionamiento normal del organismo, se manifiestan como síndromes con múltiples malformaciones congénitas y, la gran mayoría de las veces, producen discapacidad intelectual.

Uno de los ejemplos mejor conocidos de síndromes de origen genético es el síndrome de Down. Probablemente usted ha visto caminando por la calle a una pareja madre-hijo(a) o padre-hijo(a), en donde el hijo(a) luce muy diferente al progenitor, y se caracteriza por tener ojos almendrados y rasgados hacia arriba. Se trata de uno de los síndromes genéticos más reconocidos, y se debe a la herencia de un cromosoma 21 extra. De esta manera, una persona con síndrome de Down no tiene 46 cromosomas sino 47. Esto nos evidencia que el cambio en el número de cromosomas que constituye a un individuo tiene consecuencias en su salud y desarrollo óptimo; así, una persona con síndrome de Down no logra alcanzar de manera apropiada todos los hitos del desarrollo y, además, tiene una propensión elevada a desarrollar leucemia y Alzheimer, por ejemplo.

En el síndrome de Down, el cromosoma 21 extra existe desde la concepción, por lo que estará presente en todas las células del cuerpo, sin embargo, las ganancias y pérdidas de cromosomas también pueden ocurrir en el cuerpo humano ya formado y desarrollado. Dichas aneuploidías se observan muy frecuentemente en los tumores. Se ha observado que los cariotipos tumorales, es decir, el complemento cromosómico de los tumores, se vuelve caótico: dentro de un mismo tumor podemos tener células con 46 cromosomas, otras con 50, otras con 92, y otras células con más de 100 cromosomas. Sin embargo, el resto del cuerpo de la persona se mantiene con 46 cromosomas.

El origen de dicho comportamiento en los tumores no ha podido ser elucidado en su totalidad, pero se sabe que las ganancias y pérdidas de cromosomas podrían conferir ventajas de proliferación a las células cancerosas, por ejemplo, al perder cromosomas que porten genes que impidan la proliferación celular o al ganar cromosomas que porten genes que promuevan la sobrevivencia celular y evitar la muerte de las células malignas.

En una próxima entrega les platicaremos sobre el proceso carcinogénico y de formación de tumores, por ahora nos basta con reafirmar que nuestro número de cromosomas es 46, que nos ha llevado a ser la especie que somos y ha sido crítico para nuestra identidad como humanos.EP

Julieta Domínguez

DOPSA, S.A. DE C.V