Un turismo diferente para México

Roxana Chávez Elorriaga, Mariana Díaz Ávila y Lorenzo Rosenzweig nos muestran las afectaciones que ha tenido el turismo en México a partir de la pandemia, pero con esto también resaltan las alternativas que se muestran más urgentes —y probablemente más rentables— que nunca. ¿Qué busca una persona para elegir su destino vacacional? México tiene la posibilidad de ser más competitivo por sus riquezas culturales, paisajísticas y naturales. México tiene la gran posibilidad de ajustar su modelo turístico a uno sostenible y regenerativo para mejorar el bienestar social, económico, cultural y ambiental.

Texto de , & 05/10/21

Roxana Chávez Elorriaga, Mariana Díaz Ávila y Lorenzo Rosenzweig nos muestran las afectaciones que ha tenido el turismo en México a partir de la pandemia, pero con esto también resaltan las alternativas que se muestran más urgentes —y probablemente más rentables— que nunca. ¿Qué busca una persona para elegir su destino vacacional? México tiene la posibilidad de ser más competitivo por sus riquezas culturales, paisajísticas y naturales. México tiene la gran posibilidad de ajustar su modelo turístico a uno sostenible y regenerativo para mejorar el bienestar social, económico, cultural y ambiental.

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Las ciudades turísticas prosperan o decaen en función de la calidad de sus visitantes y la responsabilidad, capacidad y compromiso de sus habitantes o anfitriones. La mayoría de nuestros destinos de sol y playa reciben un porcentaje importante de turismo chatarra y la rentabilidad de esos destinos se queda, ante la indiferencia de las autoridades y los pobladores, las más de las veces y en mayor proporción, en el extranjero.

Para la mayoría de nuestros destinos turísticos hemos hecho un mal trato con el capital nacional y extranjero, asumiendo el impacto ambiental, responsabilizándonos de manejar sus desechos y brindar seguridad, encareciendo adicionalmente la vida para las comunidades originales que habitan estos destinos. Hemos copiado modelos poco viables en el mediano y largo plazos, que compiten contra sí mismos en vez de favorecer la diversidad biológica y cultural que nos caracterizan como nación. Es tiempo de regresar a una estrategia turística más selectiva y favorable para los mexicanos, con visión de largo aliento, que resulte en un entorno saludable y respetuoso, tanto para los residentes como para los mismos visitantes. Una estrategia que desarrolle destinos que atraigan un turismo sustentable y de calidad, interesado en actividades culturales, nuestra asombrosa diversidad natural y paisajística, y que resulten en una derrama económica circular y regenerativa para la nación.

De acuerdo al Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO), la competitividad de un país, es decir, la capacidad para atraer inversiones y generar empleos de calidad y bienestar social, con una visión de largo plazo, depende de la alineación de una serie de factores que son de particular relevancia para el sector turístico. En su más reciente reporte, destaca que México se encuentra en el lugar número 37 de 43; en 2018 se encontraba en el número 32 y la tendencia sigue a la baja. Los criterios que se toman en cuenta para definir el índice de competitividad son los siguientes:

  1. Estado de derecho funcional
  2. Buen manejo del capital natural
  3. Una sociedad preparada e incluyente
  4. Un sistema político transparente y estable  
  5. Diversidad cultural 
  6. Apertura de relaciones internacionales
  7. Sectores económicos con potencial

La pandemia COVID-19 de los últimos 19 meses reescribe completamente las reglas sociales y económicas del turismo, y nos lleva a explorar nuevos modelos más competitivos y favorables para el país. La reconstrucción del turismo es una oportunidad de transformación con un enfoque que permita construir comunidades y negocios más resilientes a través de la innovación, la digitalización y la sustentabilidad[1].

Los cierres por la pandemia COVID-19 han impactado la actividad turística de México y el mundo. Al inicio de la pandemia, se vieron afectados un sinfín de negocios; hoteles, restaurantes, empresas de servicios turísticos, culturales y recreativos, comunidades costeras y de montaña que dependían de esta actividad. Sin duda hubo sectores más afectados que otros; la industria turística de los grandes cruceros fue una de ellas, al igual que las aerolíneas y los hoteles que dependían en buena medida del turismo masivo y los congresos. Ahora todo ha cambiado y después de esta tormenta económica y social viene la calma para reflexionar sobre qué tipo de turismo y de turistas deseamos para nuestro país, y cuáles deben ser las cadenas de valor de una experiencia turística más provechosa para los mexicanos como anfitriones y más sustentable para nuestro patrimonio cultural y natural. 

El modelo turístico de México

El modelo turístico que se desarrolló hace décadas en destinos de costas nacionales como Acapulco, Cancún, Los Cabos y Puerto Vallarta, permitió generar empleos, desde 1950 a la fecha, pero sin responder, con una visión de largo plazo, a los retos sociales, económicos y medioambientales de cada región. México es un país muy vasto. Cada destino turístico de nuestra nación requiere de una planeación integral puntual que favorezca su desarrollo en función de su vocación turística y su perfil cultural, natural y social.

El turismo es un agente globalizador de gran alcance y uno de las más difíciles de evaluar, especialmente cuando tiene el papel simultáneo de víctima y victimario[2]: por un lado, es víctima de los impactos negativos del cambio climático, del desarrollo desmedido y de factores económicos; y, por otro, es uno de los más fuertes degradantes de los recursos naturales y la cultura local que son, en principio, los atractivos que hacen precisamente que la actividad turística tenga lugar.

Cancún, el destino turístico con más afluencia en el país, espera la llegada de 6 millones de visitantes en la segunda mitad del 2021. Cozumel es el destino con mayor visitación de cruceros en el mundo: 1111 cruceros en 2018 y 4.6 millones de pasajeros en 2019.

Es un modelo en el que ganan unos pocos y perdemos la mayoría, ya que no considera las externalidades sociales y ambientales que tienen un enorme costo para las autoridades municipales y la sociedad en su conjunto. Es también un modelo que no favorece la construcción del tejido social y que fomenta actividades ilegales altamente lesivas para la sociedad como la prostitución, la pederastia, el narcotráfico y el lavado de dinero.

México cuenta con numerosos instrumentos legales nacionales, y es firmante de otros tantos internacionales —planes, declaraciones, acuerdos, protocolos y tratados— que regulan cualquier práctica relacionada con la biodiversidad, incluído, por supuesto, el sector turístico. Es fundamental promover que los instrumentos de política pública, que ya existen, obliguen a este sector a operar en un sentido más integral (economía, sociedad y recursos naturales). El reto es generar en este sector un avance hacia una economía regenerativa, integrando un nuevo modelo de turismo para México. Un modelo que atraiga un turismo responsable, rentable y cuya calidad humana sume a la riqueza del intercambio entre visitantes y visitados. ¿Cómo decide un turista de esta naturaleza qué destinos del mundo le interesan?  

En la mente de un turista. Psicología del Turismo

¿Cuáles son los motivadores que una persona tiene para elegir su próximo destino vacacional?, ¿qué tipo de turistas visitan qué tipo de lugares?, ¿qué comportamientos se pueden esperar en qué tipo de lugares?, ¿existen los turistas sustentables? Como ya se dijo antes, el turismo es una de las formas más evidentes de globalización y uno de los mecanismos reactivadores más importantes de la economía de un país y de la economía global. En este marco, las preguntas que se pueden plantear para entenderlo son casi ilimitadas.  Un modesto intento para entender el comportamiento del turista como consumidor, radica en analizar las actividades que anteponen los visitantes durante la selección de su destino y cómo funciona el sistema de recompensas —en la más básica de sus versiones—. Entender por qué hay perfiles que optan por hospedarse en hoteles all-inclusive, y otros que eligen alternativas de menor impacto negativo ambiental y social, que generan una mayor derrama económica y benefician a los dueños de los recursos. 

Utilizando la propuesta psicológica del estadounidense Abraham Maslow como un primer marco de referencia, podemos clasificar las necesidades humanas en cinco categorías:

  1. Fisiológicas: de mayor relevancia para el ser humano como dormir, comer, etc. 
  2. Seguridad: protección sobre alguna amenaza.
  3. Relaciones: sociales.
  4. Reconocimiento (estima): se relacionan con la comunicación interpersonal con los demás, la búsqueda del conocimiento y el éxito.
  5. Autorrealización: relacionadas con el estado o potencial interno de una persona.

No obstante, las motivaciones del turista son influenciadas en diferentes niveles con un sinfín de elementos psicológicos y sociales. La capacidad de carga psicológica o perceptual del turista es un concepto muy interesante que amplía la perspectiva de comprensión. Se refiere al mínimo nivel de satisfacción del visitante sin que se altere su interés por la visita[3].  Pero cada vez más turistas están llegando al límite de su capacidad de carga psicológica; es decir, cada vez más turistas encuentran poco interés y satisfacción en los lugares que visitan, lo que resulta —entre otras muchas cosas— en comportamientos poco alentadores o, incluso, poco comprometidos con el cuidado y la preservación del capital social, natural y cultural del lugar.

En el libro Psicosociología del turismo del autor Jordi Montaner Montejano, experto en turismo, se engloban estas mismas necesidades agrupadas en la siguiente lista de motivaciones:

  1. Físicas y psíquicas: descanso, entrenamiento, reducción de estrés, etc.
  2. Culturales: desde el enfoque histórico, gastronómico, religioso, etc.
  3. Sociales y de comunicación
  4. Cambio de actividad y lugar geográfico
  5. Status y prestigio: necesidades del ego y el desarrollo personal o de posicionamiento referente a una sociedad e incluso por ser de los lugares “top” en redes sociales.
  6. Diversión
  7. Seguridad y de salud

Para Crompton (1979), la motivación de una persona para elegir un destino turístico se conceptualiza como “un proceso dinámico de factores psicológicos internos (necesidades y deseos) que generan un estado de tensión y desequilibrio con el individuo”. Esto significa que, sea cual sea la razón por la que un turista viaja, siempre se trata de un concepto multifactorial y complejo que, por consiguiente, da pie a multitud de abordajes disciplinarios y formulación de diversas teorías. Podemos hablar de expectativas, motivaciones y deseos de aceptación en un grupo social, pero el reto que se presenta a nivel individual y a nivel colectivo es el mismo: lograr que la sustentabilidad sea un parámetro que permee toda actividad turística y a todas las demás actividades productivas vinculadas con ella.

Sin duda alguna, las personas se convertirán en “turistas sustentables” cuando experimenten que sus decisiones son parte de un sistema en el que cada ángulo sostiene a una gran estructura. Como Vervoort et al. (2018) lo han comentado extensamente, es indispensable imaginar futuros en los que cualquier actividad que se sirva de o afecte a los recursos naturales se conciba como manipulable; es decir, que como turistas tengamos la certeza de que nuestra visita generará una serie de impactos globales que, en el mejor de los casos, elegiremos minimizarlos.

Nacimiento, crecimiento, éxito y decadencia de un destino turístico desde la perspectiva del experto en turismo, Stanley Plog

En su teoría, Stanley Plog correlaciona la capacidad de influencia de los turistas en la promoción de los destinos con su apetito de aventura y nivel de independencia al viajar.

Según el experto en turismo, existen dos tipos diferentes de personas en los extremos de la tabla: los alocéntricos que buscan lugares desconocidos sin desarrollo turístico y que se saltan estas normas y valores establecidos como un paradigma, y los psicocéntricos que visitan principalmente los destinos conocidos o consolidados. Dentro de este análisis se encuentran los intermedios que fueron denominados como “mediocéntricos” que no son ni de uno ni de otro en su mayoría.

Los psicocéntricos serían los turistas “conformistas”, quienes optan por lo sencillo y convencional y se enfocan más en viajar a destinos all-inclusive para descansar y no realizar mucha actividad física o que demande una planeación más allá de su conocimiento. En el otro extremo se encuentran los alocéntricos, que son más extrovertidos y aventureros que los anteriores; requieren de una actividad constante que involucre la independencia y flexibilidad al momento de planear su viaje. Los destinos turísticos de su elección principalmente se encuentran en zonas naturales con paisajes como playas, montañas, en alguna población recóndita, poco conocida y culturalmente única. Los mediocéntricos serían aquellos que conocemos como el turista convencional promedio, cuyos viajes coinciden con la relajación de los psicocéntricos y en algunos casos involucran actividades deportivas o extremas como los alocéntricos sin exponerse al riesgo. Las motivaciones que se diferencian durante el viaje son las culturales, el atractivo del destino y las necesidades sociales que animan al individuo a realizar el viaje.

Lorenzo Rosenzweig

El turismo ha evolucionado en México, como en el resto del mundo, provocando cambios constantes en el mercado. La mayor parte de nuestros destinos turísticos se transforman en un proceso que va desde la fase exploratoria hasta la de estancamiento y decadencia. Stanley Plog identifica las siguientes etapas:

  • Etapa 1 – exploración: aparecen los primeros o pocos visitantes. Generalmente es un destino exótico con particularidades naturales y culturales sin un desarrollo desmedido.
  • Etapa 2 – iniciación: crece el número de habitantes y su promoción. Cambian las condiciones de los locales y aumentan las infraestructuras.
  • Etapa 3 – desarrollo: los visitantes crecen progresivamente y la promoción del destino es exitosa. Mejoran las condiciones de los habitantes, pero desafortunadamente también comienzan a surgir nuevos atractivos “artificiales” que suplen a los culturales o naturales. La calidad puede tener un deterioro. En esta etapa, es primordial contar con regulaciones y procesos de capacitación locales.
  • Etapa 4 – consolidación: se presentan desgastes de infraestructura y el número de visitantes supera a los residentes. Su economía depende principalmente del turismo y los habitantes de la zona muestran actitudes de inconformidad e incomodidad.
  • Etapa 5 – estancamiento: los turistas optan por otro destino debido a la alta demanda y sobrepoblación de la zona. En estos casos, los turistas vuelven a la etapa 1 y buscan destinos alternativos o más vírgenes. Comienzan los problemas sociales, medioambientales y económicos.
  • Etapa 6 – declive: el destino deja de competir con otros que sí tengan altas demandas y dejan de recibir tantos visitantes como anteriormente lo hacían. Pierde el atractivo por la excesiva carga turística, y el deterioro natural y cultural que ésta genera.

Considerando las teorías de Plog como aplicables para entender un fenómeno dinámico, la pregunta lógica que se plantea después de la etapa 6 es ¿qué hacer después de que un destino turístico ha entrado en declive?, ¿se restaura?, ¿se reactiva?, ¿se destina como área voluntaria de disfrute? Es indispensable abordar este reto a través de estrategias bajo el enfoque de mitigación y adaptación al cambio climático con las que se puedan implementar acciones que sigan aportando beneficios sociales, económicos a ambientales.

El “Turismo Regenerativo”. Entrevista con David Leventhal, pionero del sector

Cofundador de Regenerative Travel y propietario y operador del Hotel Playa Viva, en la costa de Guerrero, México, habla de tres tipos de turistas, en una entrevista que la Universidad Estatal de San Francisco le hizo en marzo de 2020:

1. Quienes irán directamente desde el aeropuerto a su hotel todo incluido, aislado del resto de la región en el cual lo más mexicano que experimentarán es un aguacate en su hamburguesa con queso acompañada de un mariachi costero.

2. Quienes irán a un hotel en la ciudad y deambularán por áreas turísticas, pero aún así se aventurarán poco. Su derrama económica e intercambio es muy superior al del grupo uno.

3. Quienes se alojarán en un hotel regenerativo como Playa Viva. Saldrán de la zona turística e interactuarán con los lugareños individualmente. Conocerán la cultura local y cómo es que vive realmente la gente de esa región en particular. Hacen una inmersión cultural y ecosistémica en el sitio, que beneficia tanto a los visitantes como a los anfitriones.

Las cifras de la demanda del turismo mundial para estos 3 tipos de turistas no están definidas. El reto actual sí es muy claro: lograr que los visitantes tengan no sólo el deseo, sino una gran necesidad de convertirse en visitantes del tipo 3, aquellos para quienes estar en un lugar significa comprometerse con él y aportar soluciones —desde lo individual— a la problemática a la que enfrenta el uso sustentable de los recursos naturales.

Turismo Sostenible y Turismo Convencional

En 1993, la OMT estableció que “El Turismo Sostenible atiende a las necesidades de los turistas actuales y de las regiones receptoras y, al mismo tiempo, protege y fomenta las oportunidades para el futuro. Se concibe como una vía hacia la gestión de todos los recursos de forma que puedan satisfacerse las necesidades económicas, sociales y estéticas, respetando al mismo tiempo la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas que sostienen la vida”.

El turismo convencional no responde ni a los retos ni a los límites de un planeta que ya está cercano a los 8,000 millones de habitantes. Un mundo en que la productividad natural es agotada en los primeros 7 meses del año y los siguientes 5 meses invadimos el capital natural de la Tierra. Un turismo que tiene consecuencias graves para las comunidades y pobladores locales. Efectos negativos como el aumento de costo de vida, la pérdida de biodiversidad, la generación de contaminantes y residuos sólidos, que las más de las veces está más allá de la capacidad de manejo de las autoridades municipales y estatales. Igualmente importante es la afectación de tradiciones, costumbres y, en su conjunto, la cultura tradicional del sitio.

El turismo sostenible y el turismo regenerativo pueden ser agentes de bienestar social, económico, cultural y ambiental. Éstos se presentan de distintas formas: el turismo de naturaleza, comunitario, gastronómico, artístico, de aventura, de sol y playa responsable y de bienestar, entre otros; pero todos ellos se rigen por el mismo principio: el uso racional y respetuoso del patrimonio natural y cultural del país.

El turismo en México como un ejemplo internacional

El potencial turístico de México puede ser más competitivo en el mundo a través de un ordenamiento turístico que reconozca los valores culturales, paisajísticos y naturales de cada región. La estandarización del desarrollo turístico con el modelo de Fonatur y sus Centros Integralmente Planeados (CIP´s) ya no es la estrategia de mercado adecuada, no responde a los Objetivos de Desarrollo Sustentable y no es una solución de largo plazo para competir con otras regiones del mundo. El modelo actual privilegia a inversionistas nacionales e internacionales, cuyos desarrollos y modelos de operación no responden al interés colectivo y de largo plazo de los mexicanos. 

El turismo en México debe proponerse como un ejemplo internacional en cuanto a su sustentabilidad y equidad social, vinculando a todos los sectores productivos de manera virtuosa con el compromiso de conservar y acrecentar nuestra cultura y patrimonio natural.

Es tiempo de ajustar el modelo turístico de México. EP


[1] Policy Brief: COVID-19 and Transforming Tourism; August 2020. United Nations.

[2] Díaz, M., Agenda de Cambio Climático y Producción Agroalimentaria. GIZ, 2018.

[3] López, J. La capacidad de carga psicológica del turista como indicador del turismo sostenible

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