Crisis hídrica y cambio climático

Los problemas de abastecimiento de agua en el país se agudizan cada vez más. Luis Zambrano analiza las causas de la crisis hídrica, su relación con el cambio climático y posibles acciones para abordarla.

Texto de 20/04/23

Los problemas de abastecimiento de agua en el país se agudizan cada vez más. Luis Zambrano analiza las causas de la crisis hídrica, su relación con el cambio climático y posibles acciones para abordarla.

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Históricamente hemos intentado resolver los problemas del agua con ingeniería. Nunca se ha considerado a la dinámica natural hídrica de las cuencas para el manejo del agua. Por ejemplo, el manejo hídrico del valle de México se basa en un cúmulo de infraestructura tanto para obtener el agua que se requiere, como para desechar la utilizada. Todo empezó cuando se buscó, con éxito, desecar el sistema de cinco lagos del valle de México en el siglo XVI con el Tajo de Nochistongo, que ahora es el Túnel Emisor Oriente. Eso nos dejó sin agua, así que para solventar el déficit creado por el desecamiento sobreexplota el acuífero en el valle, lo que genera hundimientos y nos hace más vulnerables a los sismos, y a la vez se busca obtener agua de acuíferos de más de 2 mil metros de profundidad. Sin embargo, hace falta más agua, así que se construyó el sistema Lerma-Cutzamala que provee de agua a la Ciudad de México, obra gigante que trasvasa el agua de una cuenca a la otra bombeando más de mil metros y de paso dejando sin agua a varias comunidades de otras cuencas. Una vez usada, esa agua se trasvasa de nuevo, ahora con los desechos urbanos, a la cuenca del Pánuco generando contaminación en todo su recorrido hasta el Golfo de México. La Ciudad de México no es la única en esta lucha que por siglos se ha librado contra el ciclo natural del agua, ejemplos similares se pueden ver en Monterrey y Guadalajara. 

En esta guerra contra el ciclo del agua, el último grito de la moda en México es el bombardeo de nubes. A esta actividad a la cual le pusieron el nombre romántico de “sembrando lluvia”, pues la palabra bombardear —aun cuando lo está haciendo el ejército— se oye muy fea. Detrás del nombre romántico se evidencia la desesperación de no saber de dónde más se puede obtener agua. A nivel mundial, el bombardeo de nubes lleva casi un siglo de haberse implementado y desde hace muchas décadas se ha estudiado sin que se haya podido demostrar su efectividad. Si funcionara, esta técnica modificaría la dinámica de los ecosistemas, pues llovería en tiempos diferentes al ciclo anual y en cantidades diferentes a lo que normalmente llueve. Un ciclo hídrico estable es parte del ecosistema, como su dinámica es la que nos brinda agua: cambiar los tiempos del ciclo puede modificar la capacidad del ecosistema de darnos agua. Así que el cabús de un largo tren de malos manejos del agua en este país, donde se ha destruido el ciclo del agua a nivel superficial y subterráneo, es destruirlo en el clima local.

“A nivel mundial, el bombardeo de nubes lleva casi un siglo de haberse implementado y desde hace muchas décadas se ha estudiado sin que se haya podido demostrar su efectividad”.

Parte de la razón por la cual estamos llegando a esta crisis hídrica es porque consideramos al agua un “recurso renovable”, y en realidad no lo es. El agua es finita, y el aumento en la desigualdad en su acceso nos indica que cada día hay menos agua. Cada día será más escasa, en parte, debido a que el cambio climático está haciendo que llueva menos y con lluvias torrenciales, lo cual provoca que el agua sea difícil de captar. Por otra parte, se sobreexplota el acuífero que en ocasiones tarda siglos en recuperarse, y cada día la infiltración es menor a causa de que urbanizamos las zonas de recarga. 

Aunado a la reducción de la cantidad de agua disponible, estamos aumentando la demanda. Requerimos más agua de la que el ciclo hídrico perturbado nos puede ofrecer. La demanda aumenta para sostener el desarrollo a nivel doméstico en la industria y en la agricultura. Por esto, requerimos nuevas ideas para abastecer la demanda que tenemos tanto para la sociedad como para los ecosistemas: las que hemos usado a partir de la infraestructura ya están agotadas. Requerimos de inversiones para contar con soluciones que involucren la reducción de inequidad en su utilización y el manejo ecosistémico del agua.

No se puede negar que la tecnología y la infraestructura pueden ayudar a hacer más eficiente el uso del agua; pero éstas no deben ser el factor más importante de solución. La comprensión del funcionamiento hídrico del ecosistema es fundamental para contar con un manejo correcto del agua que nos permitiría utilizarla tanto en zonas urbanas como en regiones agrícolas. Por ejemplo, en zonas urbanas, las casas con un jardín consumen en promedio el 70% del agua que se utiliza. Es por ello que se requiere contar con jardines con especies nativas que requieren de poca o nula cantidad de agua en secas. Cambiar las áreas verdes domésticas, olvidándose de tener jardines que emulan a campos de golf en jardines con especies nativas, puede ser un buen comienzo. Cuando se cuenta con un jardín con plantas nativas, el mantenimiento hídrico es menor y aumenta la biodiversidad local, pues los polinizadores pueden también utilizarlo. Esto se puede expandir a camellones y parques.

“Desgraciadamente la mayoría de las ciudades en México crecieron entubando ríos, destruyendo humedales y secando lagos. Es ahí donde es necesario el manejo territorial para la recuperación de componentes clave del sistema pueden ayudar a enfrentar la crisis”. 

Se requiere estar conscientes de que la ciudad se encuentra en un ecosistema y que ese ecosistema es funcional en términos hídricos. Por lo tanto, el desarrollo urbano requiere que este ecosistema pueda seguir teniendo su propia dinámica, lo que facilitará la utilización del agua en momentos de crisis. Respetar los ríos, los lagos y humedales y las zonas de infiltración es fundamental para afrontar la crisis. Desgraciadamente la mayoría de las ciudades en México crecieron entubando ríos, destruyendo humedales y secando lagos. Es ahí donde es necesario el manejo territorial para la recuperación de componentes clave del sistema pueden ayudar a enfrentar la crisis. La recuperación de los ríos, la restauración de humedales puede ser costoso y ser considerado como una pérdida de oportunidad para construir fábricas, departamentos o espacios para la Guardia Nacional (que ahora quiere construir un cuartel en parte del Área Natural Protegida en Xochimilco) pero es lo que hará que la ciudad siga teniendo agua y se reduzcan las probabilidades de inundación.

El mismo principio aplica para el manejo en zonas rurales. Forzar la agricultura a productos que no necesariamente crecen en el ecosistema, reduce la resiliencia pues requiere mucha más agua de lo que el sistema puede dar. La reconversión de la producción agrícola es fundamental para aumentar la resiliencia. Esta se puede hacer de manera paulatina y con la educación para hacer un cambio en la cultura: de lo que se pueden alimentar las personas debe ser de temporal; pero, de nuevo, es fundamental para tener un futuro con agua. 

A estos cambios en la demanda de agua, se añade un problema: el cambio climático que está modificando los ciclos hídricos en las cuencas. Durante siglos la estabilidad hídrica hizo predecibles las fechas de siembra y cosecha, lo que mantenía asegurada la alimentación de la sociedad mediante la agricultura, pero el cambio climático está reduciendo la certidumbre en las fechas agrícolas. Por ello, estamos en un momento crucial para enfrentar estos cambios, evitando la reducción dramática de alimentos en el futuro cercano. Una de las formas de hacerlo es quitarnos las vendas de que la tecnología nos salvará y comencemos a trabajar con el flujo hídrico del ecosistema. Esta visión requiere un cambio de paradigma en donde el objetivo no es el desarrollo económico o el crecimiento; el objetivo debe estar basado en las posibilidades que ofrece un ecosistema para contar con buena calidad de vida. EP

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