Carlos Fuentes, Aquiles o El guerrillero

y el asesino, Penguin Random House /

Fondo de Cultura Económica, México, 2016.

Aquiles o El guerrillero y el asesino, novela póstuma de Carlos Fuentes, forma parte de La Edad del Tiempo, en la que el novelista mexicano más ambicioso del siglo XX se disponía a dar testimonio de su época. Allí tenía proyectados tres libros, de los cuales solo llegó a publicar, en vida, Diana o la cazadora solitaria. La tercera novela sería Prometeo o el precio de la libertad, que trataría de la tortura y muerte de un joven durante el golpe de Pinochet. En Aquiles, Fuentes aborda otra época difícil de la historia latinoamericana reciente: la violencia colombiana de finales del siglo XX. La novela da inicio con el asesinato de Carlos Pizarro Leongómez, un exguerrillero que había decidido dejar las armas para integrarse a la vida democrática y contender por la presidencia de Colombia en las elecciones de 1990. Se dice que el México de hoy se parece a la Colombia de principios de los noventa; en cualquier caso, la última novela de Fuentes no pudo llegar en mejor momento.

Aina S. Erice y José Antonio Marina,

La invención del reino vegetal,

Editorial Ariel, México, 2016.

Nuestra imagen del paraíso es un jardín, es decir, una deliciosa comarca del reino vegetal. No podría ser de otra forma. He aquí una exploración simpática de este reino: el vegetal como alimento, como medicina, como materia prima; como objeto de belleza, que merece nuestra contemplación; como antojo, como símbolo, como ciencia; como acompañante de nuestra historia y facilitador de nuestra cultura. El libro es un proyecto de José Antonio Marina, el filósofo, educador y creador español, realizado por la joven bióloga Aina S. Erice. El primero nos recuerda que “espíritu es el dinamismo por el que la materia se supera a sí misma”. La segunda afirma que “los vegetales son genios químicos con armas de efectos impredecibles y ocultos”.

Erich Fromm dio un nombre al amor apasionado por la vida y por todo lo que está vivo: biofilia. Edward Wilson usó el mismo término para referirse a la tendencia genética que tenemos los seres humanos de vincularnos con la naturaleza y con los seres vivos. Este volumen solo agradará a los biofílicos como el calabacín anónimo que ha pergeñado esta nota.

Rafael Bernal, Trópico (2da. ed.),

Jus, México, 2016.

Publicado originalmente en 1946, este libro de cuentos de Rafael Bernal ha sido injustamente relegado por la preeminencia de El complot mongol, novela fundadora del género negro en nuestro país. Trópico es un libro orgánico, no una colección dispersa de piezas narrativas. Cada relato forma parte de un marco narrativo amplio en el que Bernal plasmó una dura y pesimista visión sobre Chiapas, cuya realidad conocía de primera mano debido a que, durante su juventud, cultivó plátano en ese estado (solo uno de los muchos pasajes en la estrafalaria vida de Bernal). “Abajo, las aguas de los esteros se pudren inútilmente y la selva engendra la maldad en el corazón de los hombres. Abajo está la muerte entre los lodazales, están el oro fácil, el aguardiente y la sangre. Siempre la sangre”.

Los diversos paisajes de Chiapas son los escenarios de estos cuentos cuya actualidad reside en la denuncia de las estructuras políticas, económicas, sociales o familiares que parecen estar “diseñadas para la opresión”, como apunta Juan Pablo Villalobos en el prólogo de esta segunda y muy necesaria edición conmemorativa.

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