En general, el calor se asocia culturalmente con lo positivo, la vida, y el frío con lo negativo, como la muerte. Desde el vientre materno nos envuelve y protege una tibieza que, después de nacidos, emana del seno maternal —en forma de leche templada— y que más tarde se instala en la seguridad del regazo. […]
Cero grados: ni frío ni calor. Comparar usando temperaturas
En general, el calor se asocia culturalmente con lo positivo, la vida, y el frío con lo negativo, como la muerte. Desde el vientre materno nos envuelve y protege una tibieza que, después de nacidos, emana del seno maternal —en forma de leche templada— y que más tarde se instala en la seguridad del regazo. […]
Texto de Ricardo Ancira 18/05/17
En general, el calor se asocia culturalmente con lo positivo, la vida, y el frío con lo negativo, como la muerte. Desde el vientre materno nos envuelve y protege una tibieza que, después de nacidos, emana del seno maternal —en forma de leche templada— y que más tarde se instala en la seguridad del regazo. Cuando estamos enfermos todos recordamos con nostalgia los paños calientes que nuestra mamá aplicaba, las pomadas con que sobaba los golpes recibidos y los ungüentos de eucalipto que nos frotaba en pecho y espalda. Paralelamente, las madres han combinado esas agradables temperaturas con el hogar, es decir el sitio donde se encuentra el fogón que cuece la comida y calienta el ambiente. Esa palabra proviene del latín focus, que significa hoguera, alrededor de la cual convivieron las familias durante siglos antes de que se inventara la televisión. En todas las civilizaciones, las madres han sido las principales responsables de mantener ese calor de hogar.1
Las temperaturas permiten hablar de calurosos aplausos, actividades febriles, entrar en calor o de la calidez de una persona en su trato. Hay que calentar antes de hacer deporte; se quema incienso a aquél a quien se alaba. Los calentadores son medias gruesas usadas por los bailarines. En zonas gélidas es necesario contar con calefacción/calefactores. Los teloneros calientan al público/el local antes de que aparezca la estrella del concierto.
Está caliente el que tiene fiebre; anda así un animal (o persona) “en celo”; lo es el obseso sexual, el “calenturiento”.2 Arder en deseos es un cliché. Alta temperatura y erotismo van, pues, de la mano, como lo prueban asimismo la expresión tórrido romance, el verbo derretirse y los adjetivos ardiente y fogoso(a).
Existen pruebas de fuego. Metafóricamente, es posible atizarlo, apagarlo o jugar con él. A veces uno está “entre dos fuegos”. Los hay artificiales, fatuos, amigo, granado, olímpico, nuevo, purificador; en la mirada, en las venas… ¡Fuego!
Ahora bien, el calor y conceptos adyacentes pueden tener una connotación adversa: enfebrecido significa ‘exaltado’, son rudas las discusiones acaloradas y hierve la sangre del colérico. Al manipulado “le calentaron la cabeza”; el relegado, en los ámbitos laboral y político, “calienta el asiento/la banca” (al mismo tiempo se dice, paradójicamente, que “lo tienen congelado/en la congeladora”). Alguien desesperado se aferra a un clavo ardiente. Está ardido el despechado. En la capilla ardiente se vela a los difuntos (cuya temperatura en realidad va a la baja). Es un “cartucho quemado” el anacrónico fracasado. Una papa caliente es una responsabilidad que nadie desea asumir. Las personas pusilánimes son tibias. Descubren el agua ídem los desinformados. Al decepcionado “no lo calienta ni el sol”.
Cuando “me quemo” o “quemo a alguien” (también se usa el verbo chamuscar) me/lo pongo en evidencia o en ridículo (¡Qué quemón!).3 En épocas más salvajes se quemaba en leña verde a las brujas, o sea a las mujeres de espíritu libre. “Daban (¿dan?) una calentadita” los policías mexicanos a los chivos expiatorios.
En la mayoría de los contextos el frío es negativo,4 excepto en expresiones como mantener la cabeza fría, tomar el fresco, refrescarse (de ahí nuestros refrescos), enfriar el champán (o las cervezas, según las posibilidades económicas) para preparar un festejo.5 Según dónde se haya subtitulado la película/serie de televisión, lo mismo se habla de refrigerador que de frigorífico, nevera, congelador, hielera o heladera. Frío, frío… tibio… caliente… hirviendo… te estás quemando son indicaciones en un juego infantil de búsqueda.
Quedarse frío/helado significa anonadado; el sudor frío implica nerviosismo; son frías las personas adustas o poco expresivas (se desenvuelven, pues, con frialdad). Están fríos los muertos (si fueron asesinados se dice popularmente que “los enfriaron).6 Las relaciones entre los gobiernos mexicano y estadounidense se han enfriado últimamente, y no se ve para cuándo venga el deshielo.
Fresco(a) y sus adláteres son ambivalentes: lo mismo se es un fresco (descarado) que se refresca la memoria. En pintura alude a humedad; por su lado “la frescura de la juventud” se refiere más a la lozanía que a la temperatura; igual pasa con las lechugas. “Se la refrescamos” a quien le mentamos la madre. Romper el hielo, lógicamente, es volverse más familiar, lo cual ocurre a menudo “al calor de las copas”.
En la tecnología también existen temperaturas: hay “líneas calientes” (hotlines) y una imagen se puede congelar.7
Hay colores cálidos y fríos. Uno se puede morir de frío (“estoy congelado”) pero también de calor (“me estoy asando”). Lo mismo se puede caldear los ánimos que enfriarlos. Enfriarse/resfriarse equivalen, en una relación causal, a acatarrarse, tener a menudo escalofríos/calosfríos semejantes a los que producen los contextos horrorosos.
Todo evoluciona: hace poco más de un siglo se hablaba de Los bandidos de Río Frío; ahora de las matanzas en Tierra Caliente. El siglo xx fue el de la Guerra Fría. El calentamiento global, catástrofe de nuestra era, según algunos irresponsables es una falacia.
Reza el dicho mexicano: “el que se quemó con leche hasta al jocoque le sopla”. ~
NOTAS
1 Hace tres años se publicó en esta columna un apunte sobre diversas expresiones populares relacionadas con la madre. Puede leerse en <http://archivo.estepais.com/site/2014/una-mama-muy-padre-sustantivos-que-califican/>.
2 Calificativo que suele aplicarse a las mentes de los adolescentes. Por otra parte, según el DRAE, calientapollas es “la persona que excita sexualmente a un hombre sin intención de satisfacerlo”.
3 Pero “se dan un quemón” quienes quedan impresionados.
4 Se ha llegado a correlacionar el estado de ánimo con el clima: nuestra revancha tropical.
5 “Unas frías” quiere decir “unas cervezas” (también “chelas”); “… bien helodias”, guaseamos modificando el adjetivo heladas.
6 Lógica pura: cuando a alguien lo mataban “en caliente” lo enfriaban.
7 Algunas naciones anglosajonas, no obstante, además de sus incoherentes pulgadas, onzas, galones…, siguen aferradas a los grados Fahrenheit.
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Profesor de Literatura Francesa en la Facultad de Filosofía y Letras, y de Español Superior en el CEPE de la UNAM, RICARDO ANCIRA obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo 2001, que organiza Radio Francia Internacional, por el relato “…y Dios creó los USATM”. Es autor del libro de relatos Agosto tiene la culpa (El tapiz del unicornio, 2015).