Los bosques: más allá del romanticismo. Entrevista con Ernesto Herrera

Platicamos con Ernesto Herrera, Director General de Reforestamos México, A. C., sobre cómo equilibrar las preocupaciones sociales y económicas con las ambientales en la agenda de bosques.

Texto de & 01/07/24

Fotografía de un bosque con iluminación tenue

Platicamos con Ernesto Herrera, Director General de Reforestamos México, A. C., sobre cómo equilibrar las preocupaciones sociales y económicas con las ambientales en la agenda de bosques.

Tiempo de lectura: 12 minutos

Los árboles no solo son fundamentales para la generación de oxígeno y la regulación del clima, sino que también desempeñan un papel crucial en la captación de agua, la conservación de suelos y la preservación del hábitat para una abrumadora cantidad de especies, aproximadamente el 80 por ciento. Sin embargo, el mundo enfrenta una pérdida anual significativa de bosques, en gran parte debido a la expansión agrícola. Además de su valor ecológico, los bosques proporcionan alimentos, energía y medios de vida para muchas comunidades locales y pueblos indígenas. Es urgente explorar alternativas efectivas para la recuperación forestal. Los pequeños productores y las comunidades locales tienen el potencial para desempeñar un papel crucial en este esfuerzo. En última instancia, no solo es posible sino esencial aprender a vivir del bosque de manera sostenible, inclusiva y resiliente.

Platicamos con Ernesto Herrera, Director General de Reforestamos México, A. C., sobre cómo equilibrar las preocupaciones sociales y económicas con las ambientales en la agenda de bosques.

Este País: ¿Cómo intervienen los árboles en nuestra vida diaria?

Ernesto Herrera: Los árboles son seres vivos y muchas veces ignoramos todos los beneficios que nos brindan. Son perfectos para las cosas que necesitamos. En casa solemos tener objetos de madera, mesas, sillas, libreros… y esto puede llevarnos a pensar que los árboles son simplemente materia prima para los bienes de consumo. Pero hay muchos servicios invisibles que nos brindan. Capturan el dióxido de carbono en el aire, son refugio para muchísimas especies de animales y de plantas de viven de forma asociada. Es decir, resguardan la biodiversidad. México es rico en ese sentido. Es uno de los cinco países más biodiversos del planeta.

Otro de los grandes beneficios que nos brindan los bosques y los árboles es que reciben y amortiguan el agua de la lluvia, permiten que haya escurrimiento al subsuelo. Al estar un poco más fresco debajo de los árboles, a la sombra, el agua no se evapora tan rápido y se puede ir infiltrando de las raíces al subsuelo. De hecho, los árboles juegan un rol muy importante en el ciclo del agua. Eso lo hace cualquier árbol, pero a mayor cantidad de árboles a nivel de bosque, el servicio es más grande. Hay otros beneficios relacionados con la salud. Por ejemplo, de la corteza del sauce se obtiene la aspirina, el ácido acetilsalicílico. Hay medicinas que se pueden extraer de los árboles, pero también por el solo hecho de estar junto a los árboles y contemplarlos se reducen muchísimo las enfermedades mentales además del estrés. Este servicio es muy poco reconocido. Hay doctores que reconocen este beneficio y recetan a sus pacientes 2 horas de contacto con la naturaleza a la semana para mejorar su salud.

Ahora que estuvimos en la pandemia, aquellas personas que tuvieron la suerte de tener un árbol a la vista de su ventana, tuvieron mucho mayores posibilidades de mantener una mente sana. La regla 3-30-300 de áreas verdes recomienda que cada persona pueda ver al menos 3 árboles desde su ventana, tener 30 % de cobertura vegetal en su colonia y vivir a 300 metros de un parque o área verde.

EP: ¿Cuál es la superficie boscosa y qué tipos de bosques hay en México? ¿Cómo estamos a nivel internacional?

EH: México es uno de los países más arbolados del planeta. Ocupamos el lugar 11º a nivel mundial con mayor número de árboles. Esos árboles integran los ecosistemas boscosos, como son bosques, bosques de niebla, selvas  —selva baja, selva mediana, selva alta— manglares… Habiendo dicho eso, más o menos el número de hectáreas de ecosistemas boscosos en nuestro país es de cerca de 63 millones. Obviamente no se compara con las grandes superficies de Rusia, Brasil, Canadá o de Estados Unidos. Pero aún así, México es miembro de los países que se llaman megaforestales, es decir, que tienen grandes superficies de bosques. Además, por la diferencia de climas, altura, humedad, etcétera, México tiene una gran diversidad de árboles y de especies asociadas a estos árboles. De hecho, México es el décimo país con mayor diversidad de árboles en el planeta, por ejemplo, la mitad de las especies de pino en el planeta están en México.

EP: ¿En qué estado se encuentran nuestros bosques?

EH: Seguimos en retroceso. ¿Por qué? Porque seguimos deforestando los bosques. Estamos talando más árboles de los que se plantan. Estamos deforestando cerca de 200 mil hectáreas al año. Para ayudar a dimensionarlo, 2 mil hectáreas son alrededor de 400 mil canchas de fútbol. Las estamos perdiendo por cambios en el uso de suelo, por la expansión de la frontera agrícola-ganadera, el avance de la urbanización, los incendios forestales.

“Estamos deforestando cerca de 200 mil hectáreas al año […, el equivalente a] alrededor de 400 mil canchas de fútbol.”

En contraste, hay países que están recuperando su cobertura forestal. Algunos tienen más bosques este año que el año pasado y que hace 10 años. Son países que han aprendido a gestionar estos ecosistemas a partir de política pública, del desarrollo de cadenas de valor sostenibles, de una mayor valorización de estos ecosistemas por parte de la ciudadanía.

EP: Para profundizar en el diagnóstico, ¿cómo estamos en la dimensión económica, en la legal y en relación con la información disponible para la toma de decisiones?

EH: Hace 10 años, en 2014, Reforestamos México lanzó un Índice de Competitividad Forestal para cada uno de los diferentes estados en el país. Se trataba de identificar cuáles son los países donde hay mejores condiciones para que se pueda generar riqueza económica y bienestar sin deforestar. En ese entonces definimos la competitividad forestal como la capacidad que tiene el Estado para atraer y retener el talento y la inversión sin deforestar; para tener un sector forestal efectivamente sólido. A partir de ese ejercicio que realizamos con el IMCO nos dimos cuenta de que queríamos medir muchísimas cosas. Hicimos un listado con la información que debíamos considerar para tener este Índice y nos dimos cuenta de que esa información no está disponible. No hay mucha información sobre el sector forestal.

Lanzamos el Índice con la información disponible e identificamos, por ejemplo, que Nuevo León tenía mejores condiciones de competitividad forestal que los estados del sureste. Lo que detonó este ejercicio fue el reconocimiento de que hay mucha información que no está disponible y que es importante que se produzca para mejorar la toma de decisiones que no deforesten. Por eso lanzamos el Índice de Transparencia de Recursos Naturales (ITRN) junto con Causa Natura, el Fondo para la Comunicación y la Educación Ambiental y con Cartocrítica. Este Índice tiene un indicador específico relacionado con el sector forestal y en este momento la calificación de transparencia del sector forestal es de 0.24 sobre 1. Es decir, nos falta como el 76 % de la información del sector. Hay muchas cosas que no sabemos y, como no las sabemos, las dejamos de gestionar de manera adecuada y responsable.

EP: ¿En México existe un aparato legal que nos permita regular la deforestación y hacer manejo sustentable de nuestros recursos forestales?

EH: Sí, yo diría que desde el punto de vista legal lo que tenemos en materia legal es lo suficientemente sólido. Obviamente hay algunos retos. Por ejemplo, si consideramos que entre el 50 y 60 % de los bosques son propiedad de ejidos y comunidades, la normatividad debería ser más sencilla para que se les permita cumplir de manera legal y que puedan participar de forma competitiva. Si la normatividad es demasiado dura, los ejidos y comunidades no van a cumplir con ella y se van a ir por el camino informal. Y de la informalidad a la ilegalidad hay solamente un paso.

“Considero urgente fortalecer la capacidad institucional del gobierno federal para administrar los recursos forestales.”

Es necesario hacer más accesible y sencillo el cumplimiento legal. Y eso solamente podrá realizarse en función de qué tan disponible esté la información, para que desde el punto de vista del mercado sea más fácil, por ejemplo, comprar madera legalmente y, de esta forma, evitar el comercio ilegal que, actualmente, se estima en un 70 por ciento. En resumen, la normatividad siempre podrá mejorar, pero se ha debilitado mucho. Considero urgente fortalecer la capacidad institucional del gobierno federal para administrar los recursos forestales. En este último sexenio, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) —que es una entidad que nació en el 2002 con la finalidad de empujar la agenda forestal al fortalecer y desarrollar las capacidades de ejidos y comunidades— dejó de tener relevancia y presupuesto suficiente, y, de repente, se prestó más atención al programa Sembrando Vida de la Secretaría de Bienestar sin una óptica ambiental.

Así, se llegan a escuchar historias positivas de Sembrando Vida, pero también historias de terror, en donde las personas a las que llegó el programa deforestaron sus bosques para poder participar en él y obtener el recurso económico. Por ello, es necesario fortalecer las instituciones con coherencia, para que se vea al paisaje como un todo, y no en sus partes agrícola, ganadera, forestal, social…

El fortalecimiento institucional del gobierno federal que otorgue más y mejores atribuciones a los estados y a los municipios para gestionar los ecosistemas forestales va a ser un tema crítico para el siguiente sexenio. Habríamos de reconocer que la agenda de bosques es una que aborda también la problemática de la pobreza, que puede ayudar a combatirla, al generar mejores medios de vida para las comunidades locales y también para el bienestar de las personas que viven en las ciudades, porque recibirán mejores servicios ecosistémicos, sobre todo ahorita que hemos vivido una sequía tan prolongada.

EP: ¿Se puede vivir del bosque y al mismo tiempo conservarlo?

EH: Sí, pero primero tenemos que hacer a un lado el esquema de que los bosques son solo un tema medioambiental. Si solamente se abordan como un tema ambiental, que ya de por sí es un tema muy importante por las crisis del cambio climático, de la pérdida de biodiversidad e hídrica, nunca se va a visualizar que es posible generar emprendimientos basados en bosques, que mejoren los medios de vida local, ni que la gente que vive en el bosque pueda quedarse a vivir en su bosque, cuidando de él y generando condiciones de seguridad y paz social.

Para Reforestamos México la agenda de bosques es una de seguridad nacional. Tenemos que romper la idea romántica de los bosques. Es verdad que es encantador estar en un bosque. No hay que perder ese romanticismo, pero tenemos que ir más allá. Los bosques también pueden ser soluciones al problema de la inseguridad, de la migración, del desempleo, de la pobreza.

“Los bosques también pueden ser soluciones al problema de la inseguridad, de la migración, del desempleo, de la pobreza.”

EP: ¿Cómo los bosques pueden ayudar en problemas migratorios o para la disminución de pobreza?

EH: En Guatemala, en la zona de Petén, muy cerca de la frontera con México, un lugar particularmente impactado por la ilegalidad en la extracción de maderas preciosas en la selva, el gobierno, con el apoyo de la cooperación internacional y muchas organizaciones de la sociedad civil, empezó a trabajar en el desarrollo de capacidades locales. Se generaron cooperativas y se otorgaron concesiones a los habitantes de la zona para el aprovechamiento maderable con la condición de que se certificaran en las mejores prácticas de manejo forestal. Esto significó un tránsito de la ilegalidad a la legalidad, la generación de cadenas de valor que facilitaron el trabajo local y la participación en mercados internacionales a través de la exportación tanto de productos maderables como de otros productos como las palmas. De hecho, Estados Unidos, año con año importa muchísimas palmas del Petén guatemalteco para la celebración del Domingo de Ramos.

Si uno vuela por encima de estas zonas donde se dieron las concesiones y las contrasta con las áreas naturales protegidas de Guatemala, éstas últimas se han deforestado más que las áreas concesionadas. En las zonas concesionadas se están generando empleos y, en vez de que las personas quieran migrar hacia Estados Unidos, pueden quedarse a trabajar cuidando estos bosques. Además, son bosques que pueden ser más resilientes a factores externos negativos como el cambio climático, por ejemplo, porque puede ser que estén mejor organizados para enfrentar un incendio forestal durante una sequía, o el crimen organizado. La conservación de los bosques justamente podría disminuir la velocidad con la que se están dando las migraciones por consecuencias del cambio climático.

Es importante reconocer que detrás de la agenda de bosques hay una agenda de derechos: del derecho al acceso a la tierra, al uso de la tierra, a la comercialización de los productos forestales que se obtienen del bosque. Entonces, la agenda de bosques debe situarse entre una más social, comunitaria, y otra que reconozca la existencia de los mercados y capitales. Es una gran oportunidad para tomar en cuenta diferentes puntos de vista y abordar sus problemáticas, sin importar ideologías o filosofías.

EP: ¿Cuáles son los países que han disminuido su tasa de deforestación?

EH: Voy a hacer referencia a los países nórdicos que, aún teniendo condiciones climáticas más frías donde el crecimiento de los árboles es mucho más lento, son una potencia mundial en materia de productos forestales y del valor que se le da a la madera. Suecia y Finlandia son países que han desarrollado industrias muy especializadas para el sector forestal. Pero habiendo dicho eso, no debemos inspirarnos en esos modelos necesariamente. Tendríamos que mexicanizarlos y, por otro lado, reconocer toda la agenda social que existe en nuestro país. Tomando en consideración el elemento social de los ejidos y comunidades, ¿cómo creamos la especialización de los ejidos, cómo les ayudamos a generar empresas que vayan más allá de la madera y que participen de las cadenas de valor? Desde el turismo, por ejemplo. México es una de las potencias turísticas del planeta. Entonces, ¿cómo podemos aprovechar mejor esa fortaleza que tenemos? ¿Cómo destacar el aspecto cultural, de tradiciones, productos, alimentos, ritos? ¿Cómo estos elementos pueden conectarse para que las comunidades locales puedan vivir de su bosque sin deforestarlo? Es necesario generar programas de asociatividad.

A las faldas del Parque Nacional Izta Popo, una zona con un problema de aprovechamiento ilegal, Reforestamos México comenzó a generar el interés en las comunidades para mejorar el manejo de sus recursos naturales. Comenzamos por desarrollar confianza, que conocieran otros casos en donde se están haciendo cosas interesantes. Los llevamos a conocer lo que hace una comunidad, San Jerónimo Zacapexco, también del Estado de México, pero al otro lado, en la zona poniente, en el municipio de Villa del Carbón. Inspirados por el trabajo, desarrollaron una unión de 13 ejidos, la Unión para el Desarrollo Forestal y Agropecuario del Valle de México (UDEFAM) misma que maneja más o menos 30 mil hectáreas. Reforestamos, en Alianza con La Unión Nacional de Organizaciones de Forestería Comunal, Forest Stewardship Council y La Protectora de Bosques del Estado de México, brindó acompañamiento a esta unión de ejidos y actualmente cuentan con 12 mil hectáreas certificadas por el FSC. Esta Unión ha permitido desarrollar cada vez más iniciativas relacionadas con la captura de carbono, la infiltración de agua, entre otras.

EP: ¿Qué es Reforestamos México y cuándo surgió la organización?

EH: Reforestamos nace en el 2002 como respuesta a los incendios de 1998. En ese momento México tuvo cerca de un millón de hectáreas afectadas. El gobierno pidió ayuda al sector privado para hacer acciones de reforestación. Nosotros nacimos incubados por Grupo Bimbo, que fue invitado a participar en esas acciones. Bimbo invitó a que el personal donara recursos y por cada peso donado, la empresa puso otro. Con esto fue posible plantar un millón de árboles en ocho áreas naturales protegidas afectadas por los incendios en diferentes partes del país. Entonces Bimbo se dio cuenta de que el problema era mucho más complejo y que se requería de una organización que se dedicara de forma específica al tema de los bosques. Fue así como nacimos en el 2002.

Ahora trabajamos con muchas empresas, no solamente con Bimbo, buscando el conectar, el desarrollar diferentes iniciativas, para asegurar más y mejores bosques. Tenemos los objetivos de detener la deforestación, incrementar el manejo sostenible de los bosques, restaurar tierras degradadas y, en los últimos cuatro o cinco años, comenzamos con la agenda de arborización en las ciudades, ya que el 80 % de la población vive en espacios urbanos.

EP: ¿De qué se trata la iniciativa fotográfica Centinelas del tiempo?

EH: En Estados Unidos, American Forests inició un programa que se llama Champion Trees, Árboles Campeones. Ellos buscaban censar los árboles más grandes, más viejos, más anchos, más históricos. Su inventario sigue creciendo. Nosotros nos preguntamos cómo podíamos hacer eso. ¿Dónde están nuestros árboles? No sabíamos dónde están. Así, algunas personas, autores de libros, nos dijeron dónde se encontraban algunos ejemplares, pero queríamos hallar una forma dinámica de acrecentar el inventario. Entonces, como solución, generamos un concurso de fotografía. Nos reunimos con expertos en fotografía, en fotografía de la naturaleza, con expertos forestales para diseñar este concurso que busca identificar los árboles más grandes, más viejos, más históricos en el país, en zonas urbanas, en zonas rurales y en zonas silvestres.

Luego conseguimos patrocinadores para que los premios que fueran más sustanciosos que otros concursos que otorgan 5 o 10 mil pesos. Nuestros premios llegan a 60 mil o 70 mil pesos, incentivando así la participación. Mientras más jugoso es el premio, más personas van a buscar árboles y, por lo mismo, contaremos con más información acerca de dónde están ubicados. Si bien ha mejorado mucho el conocimiento respecto a la ubicación de los árboles más grandes del país, todavía tenemos grandes retos para asegurar su conservación. No hay una ley nacional que proteja a los árboles patrimoniales. Es atribución municipal cuidar el arbolado urbano y no todos los gobiernos locales cuentan con recursos suficientes para proteger a sus árboles sobresalientes. Tampoco la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) cuenta con presupuesto suficiente para cuidar particularmente a los árboles emblemáticos en las áreas bajo su protección.

EP: En cuanto a las responsabilidades compartidas, ¿qué les toca a los individuos, al gobierno y a las organizaciones sociales?

EH: En las ciudades generalmente las atribuciones sobre los bosques urbanos se quedan a nivel municipal. Una persona no puede cortar ni plantar árboles sin solicitar permiso al municipio. Quisiéramos que estas atribuciones pudieran escalarse a nivel federal, que el gobierno nacional pueda tener más atribuciones para proteger a los árboles. Por ejemplo, en muchas ocasiones no hay suficiente presupuesto a nivel local para combatir el problema del muérdago. Si llega una plaga de Estados Unidos que está matando los fresnos, que es la especie posiblemente más abundante en la Ciudad de México, realmente va a ser un problema ambiental gravísimo.

Necesitamos escalar la agenda, que la ciudadanía pida y haga más, que presione a los gobiernos locales para que se metan a fondo en el asunto, que asignen más presupuesto para el cuidado de los árboles.

En cuanto a las personas, habría que crear una mayor conciencia sobre los beneficios que nos proporcionan. Hay algunas personas que no quieren a los árboles porque tiran muchas hojas y tienen que barrerlas: las considera basura, aunque en realidad son parte del ecosistema. Las personas debemos reconocer el valor de los árboles y del sector profesional que son los arboristas. Mientras más certidumbre demos a este sector, más viveros urbanos con las especies adecuadas van a haber. Más iremos erradicando las enfermedades de los árboles y tendremos las condiciones perfectas para que cada año se incremente la cobertura arbórea en las ciudades.

Estamos impulsando un distintivo que se llama Ciudad Árbol del Mundo, Tree Cities of the World. Es un distintivo que hemos estado promoviendo en México y en América Latina para que los gobiernos vayan cumpliendo ciertos requisitos que nos permitan generar condiciones para la mejora del sector de la arboricultura. Deben tener una autoridad responsable, una normatividad que proteja el arbolado, transparencia en el presupuesto destinado al arbolado, conocimiento sobre cuántos árboles hay y, finalmente, tienen que celebrar el Día del Árbol de una manera tal que puedan conectarse con la ciudadanía y fomentar una cultura cívica ambiental. Con estos cinco elementos obtienen el distintivo global. En México, 20 ciudades han sido reconocidas con Tree Cities of the World. Guadalajara, Mérida, Toluca han sido reconocidas por 5 veces. Contar con el distintivo no significa que tengan muchos árboles, significa que tienen las condiciones para que cada vez tengan más y mejores árboles. EP

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