Entre lo sustentable y lo conveniente: ¿Qué tan “eco” son los productos “ecodesechables”?

El aumento en la demanda de productos y servicios “eco” o “sustentables” ha llevado a la aparición de una amplia gama de alternativas “ecoamigables” en el mercado, ¿realmente representan una alternativa para los problemas ambientales y de basura?

Texto de & 08/08/23

El aumento en la demanda de productos y servicios “eco” o “sustentables” ha llevado a la aparición de una amplia gama de alternativas “ecoamigables” en el mercado, ¿realmente representan una alternativa para los problemas ambientales y de basura?

Tiempo de lectura: 8 minutos

Los efectos de la crisis socioambiental que está generando el cambio climático son cada vez más evidentes. La última ola de calor padecida a inicios de verano en México es reflejo de cómo las advertencias de la comunidad científica no tienen que ver con una romantización de la naturaleza, sino con una cuestión de sobrevivencia humana. Las evidencias en la vida diaria de las personas, sumadas a un discurso creciente respecto a los efectos del cambio climático han generado una ola de respuestas de todo tipo entre la sociedad. Mientras que un sector de la población se ha dedicado a negar la evidencia científica, otro sector ha encontrado en el movimiento ambientalista una forma de involucrarse en la problemática desde su propio contexto. Especialmente entre las personas reconocidas como millennials (de 27 a 43 años) y centennials (entre 13 y 26 años) se puede observar una mayor conciencia respecto al impacto que tienen las decisiones de consumo de la sociedad, generando un lento pero constante cambio cultural hacia la toma de hábitos más sustentables. 

Como consecuencia, empresas y emprendedores de todos los ámbitos han reconocido en esta creciente conciencia ambiental un nicho de mercado por explotar; así, el aumento en la demanda de productos y servicios “eco” o “sustentables” ha llevado a la aparición de una amplia gama de alternativas “ecoamigables” en el mercado. Desde empresas que ofrecen opciones más limpias y eficientes hasta negocios dedicados a la producción de bienes de consumo con menor impacto ambiental, la tendencia hacia lo ecológico ha impulsado un florecimiento de la economía verde.1

A pesar de estos esfuerzos y del creciente interés en prácticas más sostenibles, las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando, lo cual nos indica que el impacto real de estos esfuerzos puede no ser suficiente para contrarrestar la magnitud del cambio climático. Esto podría deberse a que seguimos produciendo bajo el supuesto de que los recursos son infinitos y por lo tanto podemos aspirar a un crecimiento infinito, aferrados a un estilo de vida desechable, pero en una versión más respetuosa con el medio ambiente, manteniendo las comodidades y hábitos que generan una enorme presión sobre los ecosistemas y recursos naturales, con el mismo nivel de generación de residuos, pero bajo un esquema eco friendly.

“A pesar de estos esfuerzos y del creciente interés en prácticas más sostenibles, las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando, lo cual nos indica que el impacto real de estos esfuerzos puede no ser suficiente para contrarrestar la magnitud del cambio climático”.

En muchas circunstancias, este enfoque “respetuoso con el medio ambiente” puede incluir ajustes superficiales o modestos en el diseño y los materiales de los productos, que pueden no ser suficientes para abordar el problema de forma integral. Ejemplo de esto son los desechables ecológicos que han ganado una especial atención en un contexto donde cada vez hay más ciudades mexicanas que prohíben o regulan la compra, la venta y el uso de artículos desechables convencionales. 

El 1° de enero de 2021 en la Ciudad de México entró en vigor la Ley General de Residuos, que como marco regulatorio para abordar la gestión integral de los residuos en el territorio, incluyendo específicamente aquellos generados por productos desechables y donde se indica que “…a partir del 1 de enero del año 2021 también estará prohibida la comercialización, distribución y entrega de tenedores, cuchillos, cucharas, palitos mezcladores, platos, popotes o pajitas, bastoncillos para hisopos de algodón, globos y varillas para globos, vasos y sus tapas, charolas para transportar alimentos, aplicadores de tampones que son fabricados total o parcialmente de plástico y se desechan después de un solo uso”. El objetivo de la Ley fue mencionado por las autoridades como “lograr un consumo responsable, en donde los capitalinos fuéramos cada vez más conscientes y dejáramos de usar plásticos de un solo uso para no generar contaminación a la ciudad y al planeta”. Sin embargo, a pesar de las restricciones de la ley, se permitió el uso de desechables biodegradables y compostables. Más allá de si los productos parecen ser verdes o color cartón, existen varios problemas con este tipo de productos “eco-desechables”, cuya comercialización puede resultar en un impacto igual o mejor al de los desechables convencionales: 

1. No hay una visión de ciclo de vida 

La falta de visión de ciclo de vida es un problema común en muchos productos desechables “eco”. Se suele pensar que si algo es biodegradable, ya es ambientalmente responsable; sin embargo, olvidamos tener en cuenta la totalidad de los recursos y la energía se que requirieron para la extracción de los materiales, fabricación, transporte y distribución. Este enfoque centrado únicamente en su desecho evita que tomemos en cuenta el enorme impacto que puede tener un producto creado específicamente para un uso efímero en términos de consumo de materias primas, energía y emisiones de gases de efecto invernadero.

Si no se considera el ciclo de vida completo de los productos (desde su creación hasta su eliminación), no se puede realizar una evaluación precisa de su sostenibilidad. Por lo tanto, no debería hacerse llamar “eco” ni ningún término similar: no le permite a las personas tomar decisiones informadas y verdaderamente respetuosas con el medio ambiente.

2. Dificultades en su gestión posconsumo

Se afirma: “que algo sea reciclable no significa que vaya a ser reciclado”. Si bien este dicho es cierto, hay un trecho aún más largo entre que algo que sea compostable vaya a ser compostado. Por un lado, cuando hablamos de desechables biodegradables o compostables realmente no sabemos de lo que estamos hablando. En los plásticos convencionales (esos que no se biodegradan), existe una clasificación bien delimitada que nos indica por medio de números del 1 al 7 el tipo de material que es y esa información ayuda a que esos plásticos puedan ser reciclados y sigan formando parte de la cadena de suministro de nuevos productos. Sin embargo, los desechables biodegradables y compostables no contienen suficiente información que facilite su correcta disposición y procesamiento. 

Las personas de a pie suelen asumir que al ser biodegradables los productos desaparecerán del planeta, si son desechados junto a cualquier otro residuo. Sin embargo, para que este tipo de productos realmente puedan ser descompuestos y desintegrados de manera natural por microorganismos como bacterias, se necesitan condiciones específicas que no necesariamente se encuentran en los vertederos. En el caso de algunos contenedores de bebidas calientes como vasos o platos autodenominados biodegradables, necesitan incorporar al material biodegradable (como es el cartón), una película de plástico para poder cumplir su función. Esta adición de plástico, de la misma forma en que evita que el líquido se derrame, evitará que el material pueda ser descompuesto. Además, al mezclar materiales es necesario garantizar que los productos desechables realmente se integren a la tierra sin dejar restos de microplásticos.

“Las personas de a pie suelen asumir que al ser biodegradables los productos desaparecerán del planeta, si son desechados junto a cualquier otro residuo”.

Por otro lado, el caso de los productos compostables es mucho peor: necesitan condiciones de temperatura, humedad y presencia de microorganismos que no solo no se encuentran presentes en los vertederos, sino que no se presentan tampoco dentro de una composta común. En una composta casera, la temperatura alcanza los 40 °C, mientras que en una composta industrial se alcanzan los 80 °C. Bajo esas condiciones, es mucho más fácil y rápido reintegrar distintos materiales, incluyendo por ejemplo hueso de mamey, aguacate o mango, que en una composta casera podrían tardar dos o hasta tres procesos de composta. 

En una composta a gran escala o industrial deberían poder reintegrarse todos los artículos compostables, especialmente porque además de las altas temperaturas, el tiempo de reposo de la composta promedio es de 120 días. Sin embargo, en la Composta Industrial del Instituto Politécnico Nacional, una de las más grandes en Ciudad de México, no aceptan este tipo de artículos ya que, de acuerdo a la Dra. Judith López,2 la mayoría de estos productos desechables biodegradables o compostables se mantienen prácticamente intactos después de más de cinco meses de estar en la composta a más de 70 °C. 

En la Ciudad de México, solo existen tres compostas industriales que generan las condiciones para que este tipo de residuos sean procesados: no están abiertas al público general, ni ninguna reciben artículos “desechables compostables”.

Si en la Ciudad de México, capital y urbe más grande del país, la infraestructura de reciclaje y compostaje industrial es considerablemente limitada para gestionar los residuos que se producen, en otras regiones esta infraestructura puede ser prácticamente inexistente. Esta situación hace imposible el manejo adecuado de estos productos al final de su vida útil. 

3. Acumulación de residuos y daños a los ecosistemas

Como ya se mencionó, la falta de infraestructura para asegurar que estos desechables “ecológicos” se lleguen a desintegrar se refleja en la acumulación de residuos, que pueden ocasionar los mismos daños en la vida marina y al resto de la fauna que causan los plásticos tradicionales, lo cual en principio llevó al escarnio público de este material. Las imágenes desgarradoras de aves alimentando a sus polluelos con pedazos de plástico podrían estar sucediendo con pedazos de vasos compostables. El mismo popote atorado en la nariz de una tortuga bien podría haber venido de una caja con una gran etiqueta verde bajo la palabra biodegradable.

“El mismo popote atorado en la nariz de una tortuga bien podría haber venido de una caja con una gran etiqueta verde bajo la palabra biodegradable”. 

En cualquier caso, las declaraciones ambientales de este tipo de productos “desechables ecológicos” pueden ser consideradas engañosas o mínimamente exageradas, porque los consumidores no tienen la información necesaria al comparar contra otros materiales. 

No todos los productos etiquetados como “ecológicos” cumplen con las mismas normas o estándares, por lo que es imposible colocar todos los esfuerzos en el mismo costal. Algunas empresas son más transparentes en sus esfuerzos por generar tecnología que les ayude a minimizar sus impactos negativos, innovando mediante materiales y técnicas que pueden ser insuficientes, pero donde se refleja un avance y un compromiso. Sin embargo, no podemos olvidar que existen otras empresas que están utilizando este término de manera oportunista para atraer a los consumidores preocupados por el medio ambiente sin una verdadera intención de mejorar su huella ambiental. 

El día de hoy parece imposible vivir sin estos productos, sin embargo, vale la pena recordar que esta invasión de productos desechables es algo relativamente nuevo. En México, se utilizaban todo tipo de materiales biodegradables derivados de fibras naturales para elaborar y empacar productos, pero el modelo aspiracional importado poco a poco fue reemplazando las prácticas ancestrales que funcionaron durante miles de años y en sólo 70 años se construyeron un problema que hoy, parece imposible erradicar.

Si bien estos productos desechables proporcionan una conveniencia indiscutible en la vida cotidiana, su impacto negativo en el entorno natural y la salud humana es innegable. Desde la contaminación e impacto ambiental causados por la producción y eliminación de estos productos hasta la amenaza que representan para la vida marina y la biodiversidad en general, es crucial abordar esta problemática para avanzar hacia un futuro más sostenible.

Aunque es alentador que se fomenten opciones más sostenibles y conscientes, es fundamental tener en cuenta que algunas de nuestras pautas y comportamientos de consumo pueden seguir contribuyendo al problema del cambio climático. Hay que revisar y replantearse ciertos componentes de nuestro estilo de vida desechable para afrontar realmente la magnitud del cambio climático. Esto podría incluir limitar el consumo excesivo, reutilizar las cosas en lugar de tirarlas y elegir alternativas más duraderas y menos perjudiciales para el medio ambiente. Además, deberíamos fomentar y exigir iniciativas más ambiciosas por parte de empresas y gobiernos para acelerar la transición hacia una economía verdaderamente sostenible. 

Lograr un equilibrio entre el estilo de vida que queremos mantener y el objetivo de ser respetuosos con el medio ambiente puede requerir cambios más profundos y una reflexión más fundamental sobre cómo podemos contribuir realmente a la lucha contra el cambio climático. La responsabilidad individual y social es esencial para lograr un cambio significativo y a largo plazo en beneficio de nuestro planeta y de las generaciones futuras. EP

Referencias

  1. Entrevista de Paola Barranco a la doctora Judith López responsable de la Composta Industrial de Instituto Politécnico Nacional el 26 de marzo de 2021
  2. Colgate presentó su nuevo cepillo de dientes hecho de bamboo – Ultravioleta
  3. El Ciclo Femenino y el Medio Ambiente | Instituto Nacional de las Mujeres | Gobierno | gob.mx
  4. Kotex Cero es la primera y única toalla amigable con el planeta | Glamour
  5. Biographical Sketch – Hugh Moore Dixie Cup Company Collection, 1905-2008
  6. Disposable America
  7. How We Created A Throwaway Society | by Tabitha Whiting
  8. Adiós a plásticos y desechables de un solo uso en CDMX, desde el 2021
  9. BPI – Certified Compostable
  10. LEY DE RESIDUOS SÓLIDOS DEL DISTRITO FEDERAL
  11. PROHIBICIÓN DE PLÁSTICOS DE UN SOLO USO
  12. Tiene la Ciudad de México 6 plantas de composta
  1. De acuerdo con el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), es aquella economía que resulta en un mejor bienestar humano y equidad social, reduciendo significativamente los riesgos ambientales y la escasez ecológica. []
  2. Responsable de la composta del IPN en entrevista personal en el 2021. []
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