Lo que perdemos si perdemos a las ranas: el valor de los anfibios
Las ranas y el resto de los anfibios mexicanos, endémicos, están en serio peligro de extinción. Luis Saucedo nos habla aquí de Valentino, del brutal panorama que enfrentan los anfibios en nuestro país. Aunque no lo parezca, las ranas contribuyen a nuestro bienestar y su conservación es imprescindible.
Las ranas y el resto de los anfibios mexicanos, endémicos, están en serio peligro de extinción. Luis Saucedo nos habla aquí de Valentino, del brutal panorama que enfrentan los anfibios en nuestro país. Aunque no lo parezca, las ranas contribuyen a nuestro bienestar y su conservación es imprescindible.
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En mi casa vive Valentino, que ha
sido mi mascota los últimos cinco años. A partir de él, mi pasión por los
anfibios ha crecido y mi interés como biólogo me ha llevado investigar más
sobre estas criaturas. Así fue que supe que estamos en riesgo de perderlos, ya
que en las últimas décadas sus poblaciones han decrecido por culpa de la
intervención humana.
Aunque a veces resulten extraños a la
vista (y al tacto), los anfibios no dejan de ser seres sorprendentes, desde los
anuros —que abarcan todas las
ranas y sapos—, los caudados —salamandras y ajolotes— y los llamados cecilias, —muchas veces
confundidos con lombrices—; todos ellos comparten la característica de tener
una piel húmeda y vascularizada con la cual pueden respirar, además de poner
sus huevos sin ninguna cáscara protectora (como sí tienen los
huevos de las aves o las serpientes), lo que los obliga a mantenerse en
ambientes húmedos. Además, todos los anfibios, por lo menos en su vida adulta,
son cazadores al acecho de un sinfín de bichos, incluyendo también aquellos que
son malos para nuestra salud y para nuestras plantas de jardín, como los
mosquitos y las chinches que transmiten enfermedades, trabajando como controladores
de plagas y beneficiando la salud de los ecosistemas.
A pesar de que estos animales han
pisado la tierra desde antes que los reptiles o los mamíferos, en las últimas
décadas sus poblaciones han decrecido: se estima que el 50% de las especies se
encuentran amenazadas, siendo el grupo más vulnerable de los animales
vertebrados. En un estudio realizado por Houlahan y sus colaboradores en el
2000, se evaluaron 936 poblaciones de anfibios alrededor del mundo y, en
promedio, durante los años 1960-1966, estas poblaciones decrecieron 15% por año;
de 1997 en adelante, 2% por año. Esto es preocupante, porque la disminución de las
poblaciones fue continua y los científicos sugieren que siguen en declive. De
hecho, 61 de ellas desaparecieron completamente (o sea, se extinguieron) durante
los años estudiados.
Para México debe ser alarmante, ya
que nuestro país es el quinto con mayor diversidad de anfibios en el mundo y el
segundo en número de especies de caudados. De hecho, posee un poco más del 5%
de toda la diversidad de estas criaturas, con aproximadamente 376 especies, de
las cuales, el 67% son endémicas a nuestro país. Y, en cuanto a los caudados,
México posee más del 20% de riqueza, con 137 especies, de las cuales más del
81% son endémicas. Así que la desaparición de sus poblaciones mexicanas
significaría su extinción en el mundo.
La principal amenaza que enfrentan los
anfibios es la destrucción de sus hábitats ya que el crecimiento urbano,
la tala desmedida, la extensión de campos agrícolas y ganaderos, han
contribuido a la pérdida de sus ecosistemas. Esto también ha sucedido en México,
uno de los países con mayor violencia hacia los defensores y
activistas del medio ambiente. Con la destrucción del hábitat, los
anfibios competirán por espacio, refugio y comida, provocando la muerte de
varios individuos en su lucha por la supervivencia, lo que afecta aún más el
frágil equilibrio del ambiente.
Otras
amenazas
Perder sus hogares no es la única preocupación
de los anfibios. Hay otra amenaza en su horizonte: la quitridiomicosis. Esta enfermedad ha
contribuido a mermar sus poblaciones y se ha extendido alrededor de todo el
mundo.
Estamos hablando de una enfermedad
provocada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, mejor conocido
como Bd. ¿Cómo afecta a los anfibios, siempre húmedos y de piel suave?
Recordemos que los anfibios (como Valentino) respiran a través de la piel
cuando está húmeda, además, hay algunas especies que viven debajo del agua y se
ayudan con branquias, como los ajolotes (y que cuando están fuera del agua
respiran por los pulmones). El hongo Bd les provoca la muerte por el
endurecimiento de la piel —por hiperqueratinización—, impidiendo el intercambio
gaseoso y provocando asfixia en los individuos. Además, se les forman úlceras, lo
que ocasiona la pérdida de fluidos y facilita la entrada de otros patógenos.
El impacto de esta enfermedad y su
propagación se ha facilitado por diversos factores, entre los cuales la doctora
en ciencias Cinthya Mendoza Almeralla y sus colaboradores destacan dos:
1) El cambio climático, ya que
el aumento de la temperatura ha facilitado la reproducción de Bd, en especial
en aquellos ecosistemas que en el pasado eran más fríos. Además, con el aumento
del calor, algunos ecosistemas han sufrido mayores sequías, obligando a los
anfibios a aglutinarse en refugios, facilitando el contagio de unos a otros.
2) Otro factor crucial ha sido la introducción
de especies exóticas portadoras de Bd, en especial aquellas que son
asintomáticas; los individuos pueden ser resistentes, pero continúan infectando
a otros. Aquí destacan tres especies portadoras que suelen ser asintomáticas:
La rana toro (Lithobathes catesbeianus), originaria de
norteamérica. Fue introducida en diversos países como alimento por sus ancas, incluyendo
México. Actualmente presenta poblaciones silvestres por la liberación
accidental de las granjas de ranas. Hoy son una especie invasora y el principal
portador de Bd en nuestro país y Centroamérica. Además, es una gran competidora
que incluso se alimenta de especies de anfibios nativos de los sitios que ha
logrado invadir. (CONABIO).
El sapo gigante (Rhinella marina). Nativos de América, fueron
introducidos en diversos países, incluyendo Australia, como control biológico para
mitigar las plagas en los campos agrícolas en los primeros años de 1900, y
terminaron convirtiéndose en la nueva plaga. (AmphibianWeb).
Y la rana africana, (Xenopus laevis), especie a la cual
pertenece Valentino. Fue distribuida alrededor del mundo desde 1930 para ser
utilizada en análisis clínicos para pruebas de embarazo —que consistían en
inyectarles orina de mujeres y, si estaban embarazadas, las ranas producían
huevos— y también comercializada como mascota (James et. al., 2009).
En México, la Norma Oficial Mexicana
protege e incluye en su lista de especies en riesgo a 194 anfibios, lo que
correspondería aproximadamente al 51% que habitan en nuestro país, de las
cuales destacan los caudados con alrededor del 63% y las dos cecilias (Dermophis
mexicanusy Dermophis oaxacae).
Estos porcentajes son preocupantes y
el responsable del declive de varias poblaciones, como dijimos, bien puede ser
el patógeno Bd, ya que se estima que ingresó a los ecosistemas de México en los
años 70 y 80, posiblemente por la introducción de ranas toro infectadas que
lograron escaparse, establecerse en la naturaleza y propagar la enfermedad en
las poblaciones silvestres. De hecho, ya se ha confirmado la presencia de este
hongo en al menos 50 especies en México, de las cuales se destacan algunas en
peligro crítico —la categoría más alta que reciben las especies amenazadas a
nivel mundial por la IUCN (organización
internacional que vela por la conservación de la naturaleza),— como: la rana de
ojos negros (Agalychnis moreletii), el
ajolote de
Toluca (Ambystoma granulosum) y la salamandra lengua de
hongo (Bolitoglossa
rufescens), entre otros.
Debemos ser conscientes que la
pérdida de biodiversidad en el mundo y en el país no sólo se debe a un factor
sino a la interacción de varios, lo que ha provocado el declive de los anfibios
y otros grupos de seres vivos en el mundo. A la lista de los culpables podríamos
incluir el uso de pesticidas, herbicidas y otros químicos que, además de elevar
la mortalidad de los anfibios, debilitan su sistema inmune, volviéndolos más
vulnerables a los patógenos como el Bd (Boone y James, 2009; Bosch, 2003;
AmphibiaWeb, 2017).
La urgencia de políticas ambientales y su aplicación es imprescindible, ya que en México no se respetan las leyes que protegen el ambiente, fundamentales para amortiguar los efectos que hemos estado generando. Al mismo tiempo, es necesario ser conscientes de que algunas actividades que nosotros realizamos dañan a las poblaciones locales, desde la liberación de especies exóticas o la captura de ejemplares silvestres para convertirlas en mascotas, hasta matarlos intencionalmente. Al igual que los anfibios, muchos otros organismos se están enfrentando a un declive de sus poblaciones, lo que pone en riesgo el equilibrio ecológico de diversos ecosistemas lo que tarde o temprano nos afectará. Pensemos en el aumento de plagas transmisoras de enfermedades (como el dengue, zika, chikungunya, chagas y otras): la existencia de los anfibios nos protegen de ellas porque los mosquitos son parte de la alimentación natural de estos seres. Nos debe quedar claro que conservar la biodiversidad no sólo es para poder ver a las ranitas saltando (o, para el caso, a cualquier otro ser vivo). Más allá de su valor estético o escénico, garantizan nuestra propia supervivencia en el mundo: de la diversidad obtenemos todo aquello que necesitamos para vivir. EP
Referencias:
AmphibiaWeb. “About amphibians” AmphibiaWeb, en amphibianweb.org
AmphibiaWeb (2017) “Worldwide Amphibian Declines: What is the scope of
the problem, what are the causes, and what can be done?”. AmphibianWeb, en
amphibianweb.org
Boone M. y S. James (2003). “Interactions of an insecticide, herbicide
and naturalstressors in amphibian community mesocosms”. Ecological Applications. 13(3), 829-841.
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(2003). “Nuevas enfermedades para los anfibios: enfermedades emergentes. Munibe.
16, 56-73
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James T., A. Litvintseva, R. Vilgalys, J. Morgan, J. Taylor, M. Fisher,
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Pradilla
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ambiente; hubo 14 asesinatos en 2018”. Animal político en
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