Miguel Ignacio Rivas y Diana Laura Vázquez-Mendoza nos cuentan la importancia del Axolote para ciertos ecosistemas y nos invitan a contribuir para su preservación.
Axolotes, chinampas y el bienestar del ser humano
Miguel Ignacio Rivas y Diana Laura Vázquez-Mendoza nos cuentan la importancia del Axolote para ciertos ecosistemas y nos invitan a contribuir para su preservación.
Texto de Miguel Ignacio Rivas & Diana Laura Vázquez-Mendoza 14/02/23
Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse
a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo,
el abismo también mira dentro de ti.
Friedrich Neelsen.
El Axolote representa lo mexicano, pocas especies son tan emblemáticas como esta lo es para México. Fue considerado un dios por nuestros ancestros prehispánicos: el hermano gemelo de Quetzalcóatl. En nuestros días, es un símbolo histórico y cultural de los humedales de Xochimilco, su hábitat y sitio honrado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, de hecho, también RAMSAR distingue como humedal representativo y un ecosistema importante para el mantenimiento de la biodiversidad del Valle de México; además, la FAO lo reconoce como Patrimonio Agrícola Mundial.
Ha despertado tanto interés que su imagen plasmada en los billetes de 50 pesos ya es una pieza de colección. El Axolote es una salamandra extraordinaria y biológicamente maravillosa, puede regenerar casi cualquier parte de su cuerpo; si pierde un brazo lo puede recuperar, si se daña parte del cerebro lo puede reconstruir. Tiene el genoma más grande del mundo; 32 mil millones de pares de bases de ADN, diez veces más grande que el genoma del ser humano (Nowoshilow et al., 2018). El Axolote se puede comparar con el jaguar, que vive en la selva, o el tiburón, que habita en el mar; todos ellos, incluyendo el Axolote, son depredadores punta en cada uno de sus ecosistemas.
Sin embargo, las poblaciones de Axolotes se han visto reducidas drásticamente y hoy en día solo se encuentran 36 individuos por km², esto implica que está en peligro de extinción debido a tres factores fundamentales: la contaminación continua del agua, la introducción de carpas y tilapias que compiten con el Axolote y se lo comen, así como la urbanización, la cual hace perder su hábitat. Su hábitat se ha degradado rápidamente, y sus consecuencias apenas se vislumbran, desde el aumento de la temperatura de la Ciudad de México en 2ºC, hasta la pérdida de la producción de alimento en las chinampas de Xochimilco.
¿Por qué debería importarnos la extinción o la preservación del Axolote y de su hábitat?
La conservación o la degradación de los ecosistemas condiciona el bienestar, la calidad y la vida misma de todos los organismos sobre la Tierra (Folke et al., 2011), entre los cuales se encuentra el ser humano. Todos los derechos de las personas dependen del tipo de gestión del territorio y del grado de conservación de los ecosistemas (Chapin et al., 2010; Elmqvist et al., 2003; Leichenko, 2011). Este mundo hiperconectado con un modelo de desarrollo económico dominante y un crecimiento sin precedentes de las actividades humanas, impulsa una desigualdad social profunda y esto, a su vez, incrementa e intensifica la degradación de la biosfera (Bruckner et al., 2021), lo cual aumenta las probabilidades asociadas de pandemias como la del Covid-19 (McPhearson et al., 2021). La biodiversidad planetaria está en riesgo.
En el año 2009, un grupo de 28 científicos preocupados por el ambiente y liderados por Johan Rockström, realizó una investigación titulada Límites planetarios: Explorando el espacio operativo seguro para la humanidad. Esta investigación fue pionera en aproximarse a identificar cada uno de los procesos clave del sistema Tierra y cuantificar qué tanto han sido transgredidos por toda la actividad humana. Estas variables son: cambio climático, contaminación química, reducción del ozono estratosférico, aerosoles atmosféricos, acidificación del océano, flujos biogeoquímicos, agua dulce, cambio de uso de suelo e integridad de la biosfera (estado de la biodiversidad) (Rockström et al., 2009).
Un año después, en 2010, 193 países ratificaron y actualizaron el plan estratégico 2011-2020 del Convenio sobre la Diversidad Biológica, el cual tiene una visión muy ambiciosa: “para 2050, la biodiversidad se valora, conserva, restaura y utiliza de manera inteligente, manteniendo los servicios de los ecosistemas, sustentando un planeta saludable y brindando beneficios esenciales para todas las personas”. Sin embargo, en 2022, Wang-Erlandsson actualiza la investigación sobre los límites planetarios y encuentra que hemos transgredido cinco de los nueve límites que sirven como indicadores del estado actual de los sistemas de soporte de la vida: agua dulce, integridad de la biodiversidad, ciclos biogeoquímicos, integridad de la biósfera y cambio climático; hasta el momento los esfuerzos multilaterales para proteger, restaurar y promover la biodiversidad y la conservación de los ecosistemas han sido muy poco eficaces. Si no hacemos algo al respecto muy pronto habremos transgredido los límites restantes.
México no es ajeno a este panorama y, por si fuera poco, el porcentaje del presupuesto público dedicado a la protección al ambiente es apenas del 0.4% (Oxfam, 2022), mismo que en los últimos años se ha focalizado en financiar acciones que poco aportan a la conservación del patrimonio ambiental en el país. Por ejemplo, tenemos el caso del nuevo Museo del Axolote que abrió sus puertas el 21 de enero de este año en el Bosque de Chapultepec, sitio que contó con un presupuesto mayor a 31 millones de pesos. Pensemos un poco, ¿realmente un museo del Axolote contribuye a la conservación de la especie y su hábitat? ¿Por qué invertimos en centros de conservación ex situ y no en restaurar la zona chinampera de Xochimilco de donde es endémico el Axolote y donde todavía queda una población pequeña que necesita protección? Por lo regular, las políticas de distribución del dinero se enfocan en la publicidad de las especies y no en el hábitat, situación que orilla a los pobladores, organizaciones e instituciones a crear sus propios medios de recaudación de fondos para continuar protegiendo y conservando el ecosistema.
¿Qué podemos hacer para mitigar este problema?
El Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología de la UNAM, se ha dedicado en los últimos 20 años a investigar y trabajar por la conservación del Axolote y su hábitat. El Laboratorio, junto con personas chinamperas, ha diseñado un modelo de restauración ecológica llamado Chinampa-Refugio (Zambrano et al., 2020), que busca recuperar la calidad del agua de los apantles, canales secundarios que colindan con las chinampas activas, generando un círculo virtuoso de producción, restauración y cuidado del hábitat propicio para los Axolotes y la biodiversidad.
La Chinampa-Refugio consta de tres etapas: i) la restauración de la chinampa a través del manejo tradicional de la producción agrícola, sin el uso de pesticidas, agroquímicos y/o herbicidas, ii) la reapertura de canales con biofiltros que colinden con las chinampas para restablecer el hábitat del Axolote y, iii) la implementación de refugios para Axolotes, que sirven para la reproducción y crecimiento de especies nativas como charales y otros anfibios como las ranas.
Además de lo anterior, la producción chinampera, que se da a través de este modelo, debe proveer a las personas que se dedican a la agricultura los satisfactores económicos para tener una vida digna. Para tal fin, se diseñó la Etiqueta Chinampera, un instrumento mercadológico que distingue las buenas prácticas agrícolas que están ligadas al modelo chinampa-refugio. De esta manera, los productos originarios de las chinampas generan una plusvalía al venderse a través de este modelo y de esta forma existe un beneficio económico potencial para las personas chinamperas y para la conservación del ecosistema.
Todas estas acciones de restauración ecológica y de producción agroecológica necesitan un flujo de dinero continuo que permita sostener las actividades agrícolas, de investigación y de conservación a largo plazo. Dichas actividades no deben verse interrumpidas por decisiones presupuestales para la gestión de los ecosistemas en México, ya sea por administraciones locales o federales. Salvaguardar a nuestras especies mexicanas, como el Axolote y su hábitat, permitirá que los seres humanos continuemos recibiendo importantes contribuciones de la naturaleza fundamentales para asegurar nuestra permanencia.
Desde la sociedad, ¿cómo podemos apoyar?
La UNAM, desde el Laboratorio de Restauración Ecológica (LRE), ha diseñado una campaña de donación llamada AdoptAxolotl, que tiene como objetivo concientizar a la sociedad sobre la importancia de involucrarse activamente en la protección y restauración ecológica del humedal de Xochimilco, hogar del Axolote y de otras especies nativas. Para ello, busca recaudar fondos que permitan continuar con el trabajo agrícola, de investigación y conservación a través de la adopción simbólica de axolotes y chinampas-refugio.
Los esquemas de donación inician desde los $200.00, con los que podrán invitar a cenar a un Axolote; el dinero recaudado se destinará a la compra de alimento vivo y medicamentos para los más de 130 axolotes que el laboratorio tiene resguardados en su colonia, dentro el Instituto de Biología, una vez que la Chinampa-refugio está en condiciones óptimas para recibirlos, son reintroducidos y pueden vivir libres y protegidos a lo largo de los canales secundarios llamados apantles.
También puedes tunear la casa del Axolote con un donativo de $1,000.00; la recaudación será entregada a las personas chinamperas para continuar con los trabajos de rehabilitación y mantenimiento de canales y la reactivación productiva de las chinampas. Uno de los mensajes centrales que la campaña quiere difundir es que para la preservación del Axolote es indispensable conservar el humedal de Xochimilco.
Si desean donar más recursos, puedes adoptar un Axolote por un mes, seis meses o un año, lo que te permitirá ponerle un nombre tan original como quieras; este kit de adopción inicia desde los $600.00. Finalmente, también pueden armar la vaquita con su círculo más cercano y adoptar la casa del Axolote por un mes, seis meses o un año, los montos van desde los $9,000.00 hasta los $108,000.00. Dependiendo de la aportación recibirán pósters informativos, tarjetas postales o visitar la colonia de Axolotes y las chinampas-refugio con las que el LRE trabaja en Xochimilco.
Para hacer su aportación pueden ingresar a Restauración Ecológica o directamente en el portal de la Tienda en Línea de la UNAM. Hoy en día, se ha logrado rehabilitar más de cinco kilómetros lineales de canales, reactivar productivamente 40 chinampas y trabajar con más de 35 personas chinamperas en esta importantísima labor.
Detrás de este esfuerzo existe todo un equipo de trabajo liderado por investigadores, chinamperos, estudiantes y voluntarios, cuya meta es posicionar al modelo chinampa-refugio como una política pública de restauración ecológica que cuenta con metodología probada y resultados tangibles que contribuyen a mantenernos en un espacio operativo seguro y no transgredir los límites planetarios ya citados. Los mexicanos siempre le echamos la mano a otros mexicanos y el Axolote es tan mexicano que necesita apoyo para no desaparecer. No queremos convertirnos en un monstruo que solo se ve así mismo en su propia decadencia. EP
Referencias
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Elmqvist, T., Folke, C., Nyström, M., Peterson, G., Bengtsson, J., Walker, B., & Norberg, J. (2003). Response diversity, ecosystem change, and resilience. Frontiers in Ecology and the Environment, Vol. 1, pp. 488–494. https://doi.org/10.1890/1540-9295(2003)001[0488:RDECAR]2.0.CO;2
Folke, C., Jansson, Å., Rockström, J., Olsson, P., Carpenter, S. R., Stuart Chapin, F., … Westley, F. (2011). Reconnecting to the biosphere. Ambio, 40(7), 719–738. https://doi.org/10.1007/s13280-011-0184-y
Leichenko, R. (2011, mayo). Climate change and urban resilience. Current Opinion in Environmental Sustainability, Vol. 3, pp. 164–168. https://doi.org/10.1016/j.cosust.2010.12.014
McPhearson, T., Grabowski, Z., Herreros-Cantis, P., Mustafa, A., Ortiz, L., Kennedy, C., … Vantu, A. (2021). Pandemic Injustice: Spatial and Social Distributions of COVID-19 in the US Epicenter. Journal of Extreme Events, 2150007. https://doi.org/10.1142/S234573762150007X
Nowoshilow, S., Schloissnig, S., Fei, J.-F., Dahl, A., Pang, A. W. C., Pippel, M., … Myers, E. W. (2018). The axolotl genome and the evolution of key tissue formation regulators. Nature, 554(7690), 50–55. https://doi.org/10.1038/nature25458
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Rockström, J., Steffen, W., Noone, K., Persson, Å., Chapin, F. S., Lambin, E.,
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Wang-Erlandsson, L., Tobian, A., van der Ent, R. J., Fetzer, I., te Wierik, S., Porkka, M., … Rockström, J. (2022). A planetary boundary for green water. Nature Reviews Earth & Environment, 3(6), 380–392. https://doi.org/10.1038/s43017-022-00287-8
Zambrano, L., Rivas, M. I., Uriel-sumano, C., Rojas-villaseñor, R., Rubio, M., Mena, H., … Tovar-Garza, A. (2020). Practices in Urban Areas : Perspectives from Xochimilco in Mexico City. Ecological Restoration, 38(June), 114–123. Recuperado de http://er.uwpress.org/content/current
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