René Vázquez Díaz entrevista al cantautor cubano Silvio Rodríguez.
Recuperamos este texto publicado en el número 17 de Este País.
Silvio Rodríguez: Si cae la Revolución, caigo yo
René Vázquez Díaz entrevista al cantautor cubano Silvio Rodríguez.
Recuperamos este texto publicado en el número 17 de Este País.
Texto de René Vázquez Díaz 02/04/22
Quizás ningún otro cantante haya acariciado con más vehemencia, como Silvio Rodríguez, las cicatrices del pueblo de Cuba en esta época convulsa. Silvio Rodríguez nació en el pueblo de San Antonio de los Baños, debutó en La Habana a finales de los 60 (en una velada poético-musical organizada por el periódico El Caimán Barbudo) y hoy es el hombre tímido, de mirada triste captada por el pintor Guayasamín en un retrato que lo mira desamparadamente a uno desde la pared de la sala de su casa, que una vez dijo que hubiera deseado cantar encapuchado pero que hoy es capaz de atiborrar plazas de toros y de enternecer a hombres y mujeres con el embrujo de sus versos y melodías.
Curiosamente también es capaz, todavía, de poner bizcos de ira a los sacerdotes de la cultura oficial cubana, para los que siempre ha sido medio bohemio incontrolable. Leonard Cohen o el son cubano, Los Beatles o Sindo Garay, jazz o música clásica: todo se funde en el arte de Silvio Rodríguez de una manera suave y original, insular en el mejor sentido de la palabra. Este amplio registro le permite lo mismo abrirse las venas por un amor, que reaccionar firmemente ante la brutalidad o la estupidez.
Ritmo sensual, himno solemne y embrujo guitarrero: ese es Silvio Rodríguez, un hombre sencillo que vive en “un país libre que solamente puede ser libre”, un cantor-poeta que “se cae si la Revolución se cae”, y que para ser feliz le pide a sus muertos que le perdonen su felicidad.
René Vázquez (RV): Silvio, ¿cómo te ha marcado tu fama?
Silvio Rodríguez (SR): Como lo puede marcar a uno cualquier cosa inesperada. Yo nunca trabajé para la fama. En realidad, al principio ni siquiera tuve la intención de cantar mis propias canciones. Siempre pensé que no tenía “condiciones de cantante” y entonces no me hice esa ilusión. Fueron los amigos, la gente del medio de radiodifusión, mi familia, quienes me insistieron para que lo intentara. Luego, cada canción fue creando una especie de compromiso con el público…
RV: Esperaban más de ti y te instaban a que siguieras…
SR: Sí, y yo creo que esto modificó los temas de mis canciones. El hecho de que yo mismo fuera el que las interpretara me situaba en la posición de alguien que quería decir algo en primera persona. Cantara lo que cantara era yo el que iba a expresar algo. Ya no era hacer canciones para otros. Esto cambió mi actitud ante el hecho de componer: hizo mis cantos más íntimos, más desde adentro, expresiones de la problemática de mi propia vida, de mi manera de ver el mundo. La fama… bueno, es un tópico decir que la fama tiene sus inconvenientes, pero es cierto. La parte más fea es la invasión de la privacidad, sobre todo en una persona como yo, que nunca fui demasiado extrovertido, yo nunca he vivido “para afuera”. Mis asuntos privados los manejé siempre con suma discreción, yo fui siempre una persona más bien discreta, llegaba a los lugares y me situaba en los rincones, siempre me gustó que no me vieran, pasar inadvertido. Entonces la fama te lanza al centro de la atención y todo el mundo se fija en ti, ya nunca más puedes observar el mundo desde un rincón.
RV: Pero la fama también te da…
SR: Sí, por supuesto, la fama es el reconocimiento a mi trabajo, a mi tesis como creador. La aceptación de mi obra me dice que hay gente que la considera válida. Esa es, en definitiva, la concepción que yo tengo del éxito: que la tesis que uno tiene sobre el mundo, sobre la cultura y el modo de creación, es aceptada y puede llegar a otros seres humanos.
RV: Pero al principio de tu carrera tuviste problemas. Yo recuerdo que en 1970 tú eras, para mi generación, el muchacho que andaba con la guitarra al hombro diciendo las cosas que nadie se atrevía a decir. Recuerdo, por ejemplo, tu canción Resumen de noticias, en la que descalificabas la rigidez de los burócratas, desmenuzabas con imágenes impactantes la concepción de que todos teníamos que pensar de igual modo y callarnos ante lo que nos parecía estúpido e injusto. En otras canciones te reservabas el derecho a estar triste en medio de la apoteosis general. “Si miro un poco afuera me detengo… la ciudad se derrumba/y yo cantando/la gente que me quiere/y que me odia/no me va a perdonar/que me distraiga/creen que lo digo todo/que me juego la vida/es que no me conocen/ni me sienten…”. Tú proponías una individualidad lúcida, comprometida y libre al mismo tiempo, que no tenía nada que ver ni con el individualismo estéril ni con el igualitarismo “monolítico” de la línea oficial.
SR: Los problemas que yo tuve con la burocracia de este país se han magnificado mucho. Fueron magnificados por las circunstancias y por nosotros mismos. Creo, sin embargo, que fueron dificultades propias de todas las generaciones que irrumpen en un ámbito social: las dificultades que encuentran los jóvenes cuando quieren esgrimir su propia palabra y sus ideas, e insertarse con ellas en una tradición histórica, exigir una pertenencia con su derecho a tener una propia visión del mundo y un propio concepto de todo. Un criterio de cómo es la vida, de cómo actuar sobre ella para modificarla, quién soy yo en el mundo. Son dificultades que veo ahora mismo en las nuevas generaciones. En todos aquellos conflictos
hubo muchos malentendidos generacionales. Y lo que se sumaba era que yo no era muy apologético de la Revolución, sino más bien yo expresaba un punto de vista autocrítico…
RV: Reflexivo…
SR: Un punto de vista reflexivo, claro, ese ingrediente era importante. Pero era y es una reflexión autocrítica porque yo me consideré siempre parte de esta sociedad, de este proceso con todos sus altibajos y dolores. Yo me consideré siempre uno de los constructores de esta Revolución, parte integrante de la gente que hacía las cosas buenas y malas. Yo hacía aquellas canciones con un profundo desgarramiento, hubiera querido tener cosas mejores que cantar. Evocar aquellas cosas me producía dolor. Ahora bien, yo hacía mis cantos —como tú mismo has dicho— con letras elaboradas, nunca fui un cantor demasiado anecdótico, sino más bien… conceptual quizás. Eso es algo que he podido mantener hasta ahora. Siempre que hay algo que quiero criticar, siempre que ha habido cosas que me han pesado lo suficiente como para que formen parte de la materia prima de mis canciones, lo he introducido en ese mismo lenguaje metafórico. Es una manera de crear que no he traicionado. Y en un principio una de las cosas que chocaba era justamente ese tipo de lenguaje. No eran solamente las cosas que yo decía sino cómo las decía. Recuerda que también nos acusaban de intelectualoides, de elitistas, todas esas acusaciones se nos hacían.
RV: Tus canciones son como poemas; podría editarlas en forma de libro y funcionarían como un sistema de imágenes sensitivas que, como hubiera dicho Lezama Lima, configuran una “vivencia oblicua”…
SR: Una visión sesgada de la realidad…
RV: Tú no afirmas nada ni describes una situación en términos realistas. Cuando hablas de “el sol adverso”, o dices “el sol no da de beber”, eso puede interpretarse de cualquier forma. Recuerdo aquella canción impresionante en la que dices: “Si alguien roba comida y después da la vida/ ¿qué hacer? / ¿hasta dónde debemos/practicar las verdades?”. Oyendo ese poema —porque te repito que es poesía, sólo que aliada a la magia de la melodía— uno empieza a concatenar fenómenos por asociación, de modo que se desatan una serie de razonamientos, cuestionamientos y sentimientos que me imagino no siempre hayan sido del agrado de los burócratas, pues para ellos todo lo que no entienden es subversivo. Por ejemplo, ¿qué significa: “la belleza nos hacía más pobres, más esclavos de la ronda del reloj”?
SR: Interprétalo como puedas.
RV: A Resumen de noticias se le podría contraponer Canción urgente para Nicaragua.
SR: Resumen de noticias fue una declaración de principios. Canción urgente para Nicaragua es eso: una canción compuesta urgentemente para un país agredido al que yo iba a visitar, e incursioné ocasionalmente, excepcionalmente, en un tipo de canción más directa. Por lo demás te diré que Nicaragua significa mucho para mí. Tanto, que por poco me matan allí. Yo estaba en un pueblecito y la contra cortó por un tiempo todas las posibilidades de salir. Los combates se desarrollaban muy cerca y se esperaba que atacarían el sitio donde yo me encontraba. Pero eso que tú dices que me consideras poeta… Mira chico, te voy a decir una cosa, y no son palabras vanas: eso me honra mucho pues yo siempre lo que he hecho es imitar la poesía. Me he considerado un imitador de los poetas. No sé si todos los poetas se sienten de la misma manera. Yo lo que siempre quise fue decir cosas que no estuvieran dichas de esa manera.
RV: Después del desplome del bloque socialista y de la desintegración de la URSS, la situación de Cuba es sumamente difícil. ¿Cómo ves la situación actual del país?
SR: Con el bloque socialista realizábamos la mayor parte de nuestro comercio, así es que la derechización de esos países constituye un golpe muy fuerte para Cuba ya que se han sumado al bloqueo norteamericano para asfixiarnos. Además, el caos que sufren muchos de esos países no les permite cumplimentar los acuerdos que ya existían. Eso, por un lado. En el terreno ideológico, lo que estamos viendo es un florecimiento del neoliberalismo, que el socialismo como sistema está muerto, que ya llegamos al fin de la historia. Yo creo que eso es algo coyuntural. El socialismo va a sobrevivir. Ahora bien, en el terreno económico… estamos luchando a brazo partido por tener un respiro, por tratar de salir del atolladero en que estamos. Yo veo mucha voluntad aquí, en grandes sectores del pueblo de Cuba, por apoyar la independencia, la soberanía, las conquistas de la Revolución. Y pienso que es muy difícil que aquí se dé un viraje de 180 grados. Porque esto ya no es un problema ni de Fidel, ni del Partido, ni del gobierno ni de los comunistas ni de nadie en particular. Se trata de que las conquistas genuinamente populares no hay quien se las quite al pueblo de Cuba.
RV: Eso es interesante, tú hablas de que no habrá viraje de 180 grados. Pero lo que sí creo es que debe haber un viraje de unos cuantos grados aunque sea, porque aquí hay miles de cosas que simplemente no funcionan, aquí se copió mucho de una aplicación del socialismo que, en efecto, ha agonizado en su propio patetismo, y el descontento es grande en Cuba. ¿Acaso tú no lo ves?
SR: No sólo lo veo sino que lo vivo, lo respiro a diario. Pero es un descontento que proviene que una razón objetiva, que son las limitaciones económicas extremas en las que vivimos, y de una razón subjetiva, que es todo ese fatalismo, ese derrotismo que genera la caída del socialismo. También eso nos está afectando, por más que no querramos reconocerlo. Esto se nota sobre todo en las nuevas generaciones. Pero fíjate que también son las nuevas generaciones las más combativas, la juventud es un sector enorme que apoya a la Revolución y que quiere continuar el proceso revolucionario.
RV: ¿Y tú ves que se están produciendo cambios o todo está inmóvil?
SR: Pienso que las transformaciones se están introduciendo, sólo que no con la espectacularidad que
algunos esperan. Cambios en el terreno político. Por ejemplo, el hecho del voto directo y secreto en nuestro sistema de gobierno constituye un viraje considerable. Eso significa que cualquier persona, independientemente de su historial político, según los parámetros del partido, puede llegar a formar parte del gobierno, escalar allí según su capacidad y el apoyo popular que tenga. Y tendrá que ser escuchado por el gobierno. Eso es una profundización de la democracia.
RV: ¿Y si esa persona elegida tuviera una ideología diferente o incluso contraria a la del partido?
SR: Yo creo que un anticomunista, por ejemplo, jamás sería elegido por este pueblo. O sea, un anticomunista es para nosotros un anti-Che, un anti-Martí, un anti-Fidel, un antirrevolucionario, no solamente un antimarxista. Como está imbricado el fenómeno ideológico dentro de la trayectoria de la revolución, un anticomunista aquí significa todas esas cosas, aunque necesariamente no tenga que ser así. Yo lo que sí pienso es que una persona que no esté de acuerdo con todas las maneras de gobierno que tiene este país, sí puede tener acceso al gobierno.
RV: ¿E introducir ideas nuevas, cambios?
SR: Introducir debate, variedad de opiniones, diversidad de criterios. Pero a destruir no. Porque no sé… destruir es regresarle las tierras a los terratenientes, privatizar la medicina, la salud pública, privatizar la cultura. Pero observa que en el aspecto ideológico se están dando cambios ya, dentro del propio partido. Cambios que se están dando muy poco a poco y que son como bombas de profundidad, que no estallan cuando caen sino que se demoran un tiempo y después hacen explosión. Una de esas bombas es el cambio de concepción en cuanto a la religiosidad en el partido. Eso es un viraje muy rotundo que va a traer muchas consecuencias.
RV: También es un reconocimiento tácito de que fue un error cerrar a los religiosos el único partido que dirige a toda la sociedad cubana. Mucha gente fue perseguida por sus creencias religiosas.
SR: No. Que yo sepa, aquí a nadie se le persiguió por ser religioso, sino por ser contrarrevolucionario. Aquí nunca se cerró una iglesia, a pesar de que la Iglesia católica se alió a la contrarrevolución desde el principio. Y a pesar de que el catolicismo fue siempre la religión oficial, Cuba no fue nunca un país católico. Cuba es un país muy religioso, muy místico. Siempre lo fue. Pero es una religiosidad sincrética, no simplemente católica.
RV: ¿Silvio, tú te sientes como un ser privilegiado en este país?
SR: En muchos sentidos sí. Cada vez que regreso a Cuba de un viaje yo siento una gran seguridad. Me siento protegido. Porque si bien es verdad que hay muchas dificultades, mucha burocracia, que uno choca con muchas incomprensiones, también el ser humano tiene una serie de garantías en este país que no existen en todo el continente. Aquí no hay ningún niño muriéndose de hambre; pese a los enormes problemas económicos aquí nadie se muere de apendicitis ni de ninguna otra enfermedad que pueda curarla un médico. Eso significa mucho para el ser humano. Y yo me pregunto: ¿en qué país del mundo que no sea muy desarrollado se pueden conseguir esas garantías? En América Latina, en ninguno. Y en Estados Unidos, relativamente.
RV: Cuando yo te preguntaba si te sientes privilegiado en Cuba, me refería a tus condiciones de existencia. Por tus viajes, tu calidad artística, etc., vives incomparablemente mejor que la mayoría de los cubanos. Aquí la gente no acepta las diferencias sociales, aquí hay una mentalidad igualitarista.
SR: Yo pienso que el igualitarismo fue un error, siempre fue un error. No lo digo para defender lo que tengo, pues varias veces he demostrado que soy capaz de darle candela a todo, como cuando me fui para Angola en 1976. Yo no tenía ninguna necesidad de irme a Angola, yo me presenté de voluntario. Y estoy dispuesto a todo: si la Revolución cae, caigo yo. Asumo la defensa de los ideales de esta Revolución hasta sus máximas consecuencias. Eso significa que lo que más me importa es el bienestar de mi país por encima de mi propio bienestar. Si tú comparas la diferencia entre el modo de vida del pueblo y el de un artista famoso en un país capitalista, verás que en Cuba es radicalmente diferente. Yo asumo lo que tengo con orgullo porque lo he ganado trabajando para mi pueblo.
RV: ¿Cómo es la aceptación de tu obra en Cuba? He oído que muchos trovadores te imitan. Abriste un surco que otros transitan.
SR: Siempre hay puntos de partida. Yo empecé cantando canciones de Lucho Gatica. Tuve el privilegio de haberme cuajado como artista en un momento único, de ruptura, que fueron los años sesenta. Nunca antes se había armado un ajiaco tal de sazones creativas. Y hay gente que hoy empieza a partir de mis contribuciones.
RV: Esta entrevista se va a publicar en México. Alguna vez has dicho que México es tu segunda patria…
SR: No hay ningún país con el que yo me identifique más, después de Cuba, que con México. Es que no sé lo que es… porque es una cosa de sentimientos. México y Cuba siempre han tenido una relación histórica y afectiva muy estrecha. Yo conocí hace tiempo en México a la familia Vanegas, descendientes de aquel Vanegas en cuya imprenta José Guadalupe Posada hizo sus primeros grabados. Estuve en aquel tallercito donde trabajó José Guadalupe Posada. Toqué aquellos tipos como si fueran sagrados, porque con ellos se imprimieron los primeros textos que Martí publicó en México. Pero ahí no para el asunto. Debajo de las mesas donde están los tipos de esa imprenta, Fidel durmió en un catre cuando andaba fugitivo en México. Entonces, imagínate, uno de los Vanegas, Arzacio Vanegas Arroyo, fue uno de los hombres que entrenó a la gente del
Granma en defensa personal, y es mi amigo. Cuando empecé a hacer esas giras tremendas que yo hago en México, que al terminar quedo desbaratado, ha sido Arzacio el que muchas veces me ha dado masajes para recomponerme. Además, México es el único país de Latinoamérica donde se entienden espontáneamente los códigos cubanos y nosotros entendemos perfectamente los códigos mexicanos. No es como en Argentina, etc., que uno tiene que explicarse. Debe ser por la influencia cultural recíproca, la cantidad de música mexicana que siempre fue parte de nuestro bagaje cultural y viceversa, el mambo que nace en México y lo inventa un cubano, la trova yucateca y la cubana, todas esas canciones que los mexicanos creen que son mexicanas y son cubanas y al revés, porque a nosotros nos pasa lo mismo. Y Benny More, que sigue triunfando en México, y el nexo de Veracruz con La Habana, y el danzón… son muchas las cosas que nos unen… ¡Los bosques de madera fina que había en el valle de mi pueblo, los talaron hacheros mexicanos para ser usados en la construcción de El Escorial en España! Son conexiones… Lo que siento por México es indescriptible.
RV: Para terminar: se me ocurre interpretar aquello de “la belleza nos hacía más pobres” de esta manera: la pobreza en que está sumida Cuba hoy en día, ¿no estará destruyendo su belleza?
SR: No. Tú verás que esta pobreza nos va a hacer más bellos que nunca. EP
* Texto publicado en 1992.
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