Descifrar por qué el reguetón nos gusta tiene que ver con lo que hace con el cuerpo: lo deja ser, lo libera, lo pone en un estado de trance que eleva la temperatura y nos enfrenta con lo que, a veces, solemos callar. La escritora Brenda Ríos se hunde por completo en algunos versos reguetoneros para hablar del erotismo con el que nos topamos de frente cuando perreamos.
Donde no pega el sol. Notas sobre erotismo y reguetón
Descifrar por qué el reguetón nos gusta tiene que ver con lo que hace con el cuerpo: lo deja ser, lo libera, lo pone en un estado de trance que eleva la temperatura y nos enfrenta con lo que, a veces, solemos callar. La escritora Brenda Ríos se hunde por completo en algunos versos reguetoneros para hablar del erotismo con el que nos topamos de frente cuando perreamos.
Texto de Brenda Ríos 25/10/21
No ha habido un fenómeno más impresionante para la difusión (para bien y para mal que al cabo esos conceptos son ligerezas que responden a una moral determinada a un espacio y tiempo) de la cultura latinoamericana y caribeña desde Carmen Miranda que el reguetón. Sin olvidar sus orígenes panameños y puertorriqueños, se volvió un producto de exportación y de celebración en el mundo. Nacido de las favelas, villas miseria o las orillas pobres de las ciudades, se colocó como la música protagónica de los lugares más sofisticados en ciudades como Nueva York o París o Roma. Hace unos años su sola mención causaba resquemor entre los conocedores de la música “verdadera”, la de “cámara”, incluso la clase media que en un inicio lo despreció sin saber bien a bien por qué, ahora se lo ha apropiado sin saber bien su historia ni de dónde viene. Actualmente ha mostrado su valor ante el capital, es uno de los géneros más redituables de la industria musical, las numerosas reproducciones en YouTube o Spotify de Bad Bunny o J Balvin son prueba de ello sin que por ello, las asociaciones clasistas hayan desaparecido por completo. Se tiene todavía la idea de que es música que escuchan los delincuentes, los vagos, los drogadictos, los migrantes —pobres y desclasados—, el contexto lumpen, vaya.
Sin embargo, ah, sin embargo, a la hora de la fiesta todos son villeros, del bajo fondo, y bailan este ritmo para tocar y ser tocado. Quieren tocar y ser tocados. Ahora que se vive en una nueva pandemia —no podemos olvidar el VIH— que alerta sobre la proximidad de los cuerpos y, sobre todo, de la respiración y la saliva, esto toma un cariz interesante.
El reguetón es heredero del reggae, rock, soul, hip-hop, el funk carioca y ritmos caribeños como calypso trinitense y dancehall jamaiquino con el toque especial que sólo Marley pudo darle. Si el reggae era el góspel con rastas y marihuana, un llamado a la revolución frente a un Estado totalitario y abusivo, el reguetón sería su hijo fiestero y lúbrico. Desvelado. Es el Catrín de la Fachenda: cínico, pícaro y conocedor como nadie de la ciudad donde se sabe excluido. La noche es su himno y refugio. La atención se vuelca hacia las afueras, hacia el rincón escondido de los barrios que han dicho “son peligrosos” o “controlados por las pandillas”. Aun si hay alusiones en el género al tráfico de drogas y armas, el ritmo se concentra en el precepto budista del aquí y el ahora con los excesos: drogas, alcohol, sexo. Todo comienza ahí. El inicio del mundo, del tiempo, está en el tacto.
Dice que no pare cuando me riega la rosa
Dice que no pare, con cuidaito la toca
Ay no vayas a parar, que quiero gritar
y la última vez la poli me vino a buscar
desde donde estoy, no te voy a negar
El número uno se fue con do
en el cuarto eran tre, en cuatro la partió
A mí sin cojone lo que diga la ley
soy la ficha, el tranque, el doble sei
No fuimo al garete hasta las siete
pero si dan las ocho recoge los motete
hoy vamo a perrear como se debe
El enorme tema será el cuerpo que posee una maquinaria extraña: a veces se despierta con lo menos pensado y a veces toma tiempo conocer su sueño, su paseo, su lascivia. Se vive entre la sequedad, lo húmedo, lo erizado y lo que pone de punta. Los boleros hablan del amor ideal, hermoso, monógamo, imposible, la salsa es el homenaje al adulterio, al triángulo amoroso, a la mujer o el hombre prohibido; el reguetón se dedica a una sola cosa: el cuerpo sexuado, el placer explícito, el goce. Todos son protagonistas de una novela simple: un bar, un cuarto, la disco, un hotel y listo. El romance puede estar, el amor puede estar, nada estorba, pero el elemento principal sin dilaciones y sin dobles discursos es el sexo, el deseo, la aproximación corpórea. Dar placer y ostentar ser el mejor en ello. Ser el o la mejor. Acusan al reguetón de letras misóginas y al perreo de ser hipersexualizado, la distinción de género en donde los hombres cantan y admiran a las mujeres, mientras ellas mueven el culo o son simples adornos. Pero artistas femeninas como Karol G también retoman temas como el éxito en la industria y el dinero, más allá del sexo.
Ando en un Lamborghini
que en la alfombra dice diablo
Pa arriba la puerta si la abro baby
comparenmen con la que sea yo la parto
Mi hijo va a hacer millonario desde el parto
De mis babys ninguna le baja
las Jordans nuevas de caja
y la cuenta nadie me la paga
Olvidan, convenientemente, que ya desde tiempos de Daddy Yankee, Ivy Queen establecía límites claros entre el baile del perreo y un consentimiento sexual.
Yo quiero bailar
Tú quieres sudar
y pegarte a mí
El cuerpo rozar
yo te digo sí, tú me puedes provocar
Eso no quiere decir que pa’ la cama voy
El reguetón posee un lenguaje sexual explícito, directo y cuyas letras “vulgares” y analogías cuasi pornográficas no son aceptadas por la moral cristiana, prohibitiva. Después del auge de El General y su “Mami, quiero decirte que te ves buena”, no imaginé lo que vendría casi treinta años después: de la música “arrabalera” y “pobre” que escuchaban las masas “marginadas” en países empobrecidos como Puerto Rico, Panamá y Jamaica surgiría un fenómeno cultural de resignificación de dicho producto, por parte de las grandes productoras millonarias que producen álbumes en tiempo récord, cuyas reproducciones generan cuantiosas ganancias. Tanto así que los más exitosos cantantes de pop como Nicki Minaj, Dua Lipa, Drake, Lil Wayne, Ricky Martin, Juanes, Pharrel Williams, Cardi B o Madonna se subieron a ese tren.
El sexo oral y anal son también temas a tratar en estas canciones de antro, en el cachondeo. Ahora, si son los jóvenes quienes escuchan esto, podemos suponer por la misma composición demográfica de América Latina, que la enorme mayoría proviene de familias tradicionales, católicas, de clase trabajadora. Por lo que hay varios tabúes que se rompen o al menos se exponen.
Mami, yo quiero agarrarte por el pelo
mientras te tiro mi lenguaje obsceno
Yo soy el master, tú quisiera que tu cuerpo aplaste
con esta bambua siempre hago desastre
(Pa que retozen, Tego Calderón)
Soy la reina no te hagas el chulo
sé que quieres pero disimulo
Te haces el boludo pero sé que solo quieres culo
Garchar, culiar, coger, pinchar, tirar, curtir, chingar, chingar, chingar
Solo quiere garchar, culiar, coger, pinchar, tirar, curtir, chingar, chingar, chingar
No me chupo el dedo
no eres el primero
Yo inventé este juego
Dame un cariñito y hasta luego
Mi bicho anda fugao
y yo quiero que tú me lo esconda
Agárralo como bonga
Se mete una pepa que la pone cachonda
Chinga en lo Audi y en lo Honda ey (tra)
Si te lo meto no me llame (tra tra)
que esto no e pa que me ame
Si tu novio no te mama el culo
pa eso que no mame
Baja pa casa que yo te lambo toa mami,
yo te lambo toa
Baja pa casa que yo te rompo toa
que yo te rompo toa
(Safaera, Bad Bunny y Jowell & Randy)
La rebeldía de la juventud posterior a las revoluciones fracasadas de América Latina no continuaron con el discurso marxista de la lucha de clases. Sin embargo, el reguetón sí ha sido utilizado en contextos de protesta, como lo fue el caso de Te Boté, la famosa canción de varios cantantes que se escuchó en las manifestaciones del 2019 en Puerto Rico —en las que artistas de reguetón como Residente, Bad Bunny participaron activamente— y que culminaron en la renuncia del gobernador de Puerto Rico. La celebración también es manifestación. Ya lo decía Daddy Yankee: “Demostré que ni el gobierno pudo ponerme censura, la palabra reggaeton la hice parte de la cultura”.
En la música popular —boleros o rancheras— el dinero es tan trascendente como el amor e incluso un factor para su ejercicio: hombres abandonados por su pobreza, hombres enamorados de mujeres ricas, la clase es fundamental para que ese amor se lleve a cabo o no. Música de cantina. La que el trabajador escucha mientras bebe y llora, por lo general solo. El hombre acompañado celebra. El reguetón es una música que apuesta un sentido otro: lo único que queda es el goce, el dinero es también uno de los principales tópicos en el reguetón, pero especialmente en lo que se refiere al despilfarro y vivir una buena —buenísima— vida.
I’m gonna buy my new ass
with the money de la putería
I’m gonna fake my pussy is so wet
for the money de la putería
(Putería, Lizz y Tomasa del Real)
Yo soy Donald Trump y estos cabrones Soleimani (brr)
Baby y a 300 milla activo en el Ferrari (en el Ferrari)
(Ferrari, Anuel AA y Lil Wayne)
Toy en un nivel donde mi pijama es Dolce Gabbana
El cuello me brilla sin usar cubana
Tengo putas nuevas to los fines de semana
(Po encima, Arcangel y Myke Towers)
Sucedió en las afueras de la Ciudad de México, en las llamadas ciudades dormitorio, con la salsa como expresión obrera por excelencia. El reguetón va más allá de eso. Explora la única posibilidad, frente a la adversidad y la falta de esperanza, de tener un resquicio propio. Una salvación del aquí y el ahora. Pone el cuerpo, que es bandera y es cruzada.
Soy tu sicaria
me pongo fina, échale agua
no hablo de la planta, hablo de la nalga.
Me tira besos
como bazooka
Tremendo culazo
ay, qué culazo, ay qué calor
Bajo hasta el suelo y no pido perdón, papi
quítame el short
Tremenda fritanga
por si tiene hambre
Quiere mi amor
Era mi reina, ahora e mi diosa
y hace lucirla a las demá como envidiosas
Pelinegra y peligrosa
al seducirla ella se me pone nerviosa
Otra cosa, tú ere otra cosa
Se ve que en la cama tú ere talentosa
Esos son los motores de la noche: el goce puro y simple. La fiesta eterna. Ser latinoamericano es gozar, incluso si eso nos lleva a tirar la casa por la ventana, mañana lo reconstruimos todo, no nos importa, no hay colombiano, panameño, puertorriqueño que no mueva el culo. Y de eso se trata. El lenguaje es claro, cargado de diminutivos. Es un lenguaje casi de bebé replicando la charla de cama, lo íntimo del lenguaje en el acto más real y honesto, incluso más que el amor mismo, el sexo. Baby, papi, mami, reina. La idea es seducir e ir más allá, el lenguaje hace lo que el cuerpo hará a continuación: es el calentamiento lo que importa, el foreplay, el juego previo al sexo. Hablar para que el cuerpo aumente la temperatura. El acto sexual no es penetrar o ser penetrado con un órgano sexual, los dedos, juguetes o la lengua, sino con lenguaje. Ahí comienza todo. Una especie de pornocultura en un campo de acción fuera de lo privado: el faje y el cachondeo exigen la exhibición, el lance, ser el macho-alfa-hembra-alfa que seduce y gana, es el poder. El flirteo es estrategia, dinámica y acción.
Cuando dos cuerpos o más ocupan el espacio el mundo vuelve a ser mundo y la pista, la cama, la barra, la playa o la calle, el espacio rebasa lo político, la pertenencia, el idioma. El cuerpo es uno solo frente a otro y esa vulnerabilidad de la desnudez que nos hace disfrutar, vuelve valiente a quien se deje. EP
Con el inicio de la pandemia, Este País se volvió un medio 100% digital: todos nuestros contenidos se volvieron libres y abiertos.
Actualmente, México enfrenta retos urgentes que necesitan abordarse en un marco de libertades y respeto. Por ello, te pedimos apoyar nuestro trabajo para seguir abriendo espacios que fomenten el análisis y la crítica. Tu aportación nos permitirá seguir compartiendo contenido independiente y de calidad.