A partir de datos estadísticos y sopesados estudios, Ricardo de la Peña analiza el crecimiento del autoritarismo y la intolerancia política entre los mexicanos.
La personalidad autoritaria de los mexicanos. Un primer nivel de lectura
A partir de datos estadísticos y sopesados estudios, Ricardo de la Peña analiza el crecimiento del autoritarismo y la intolerancia política entre los mexicanos.
Texto de Ricardo de la Peña 08/01/25
"La medida del autoritarismo no radica solo en las estructuras de poder, sino en las disposiciones psicológicas que perpetúan la sumisión y el control." Theodor W. Adorno et al., The authoritarian personality1
La “escala F” es una prueba de personalidad creada apenas finalizada la Segunda Guerra Mundial por Theodor Adorno, N. R. Sanford, E. Frenkel-Brunswik y D. J. Levinson en la obra citada como epígrafe. La prueba tiene como propósito, en su versión original, medir la predisposición al fascismo o la “personalidad autoritaria” de los individuos, llamada así por estos autores. La letra F en el nombre de la prueba proviene de la palabra ‘fascismo’. Esta prueba psicológica tiene dos objetivos principales expresos e imbricados: medir prejuicios y medir tendencias antidemocráticas como producto de un tipo de personalidad.
La personalidad autoritaria, desde la perspectiva de los creadores de la escala F, corresponde a un conjunto de características individuales que son adquiridas durante la infancia y que predisponen a un individuo a aceptar o adoptar creencias políticas contrarias a los principios democráticos, aceptando o incluso satisfaciéndose con la sumisión a la autoridad e inclinándose a agredir a personas pertenecientes a minorías sociales o étnicas, o a grupos socialmente marginados.
Así, la personalidad que pretende medir esta escala se caracteriza por la presencia de actitudes intolerantes como la xenofobia, el racismo o la discriminación social. También se caracteriza por una forma de pensar rígida, que se califica como estereotipada, con abundancia de prejuicios y de actitudes conservadoras e intolerantes.
Concebida de esta manera, la escala F sería un constructo psicológico que refiere a un conjunto de características psíquicas de una persona que determinan su manera de actuar en circunstancias particulares. Se asume que estas características, como conjunto, tienen cierta persistencia y estabilidad a lo largo de la vida de una persona. De este modo, se posibilita la predictibilidad de la actuación de un sujeto dada la presencia de ese patrón que se califica como autoritario.
Esta distinción y persistencia tienen una fuerte vinculación con la construcción de la identidad de los individuos, la cual es modelada con características definitorias denominadas rasgos; estos se integran, en consonancia con otros aspectos del comportamiento, en una unidad coherente que finalmente describe a la persona.
Hoy en día, el principal argumento a favor del empleo de esta escala es que, en sí, constituye un hito en la metodología científica, al intentar operacionalizar constructos psicológicos complejos, y abrir el camino a otros ejercicios que buscan refinarla2 o que proponen una alternativa, como la “escala D” de dogmatismo de Rokeach & Kerlinger.3 Ergo, hay que partir de esta escala y emplearla, o bien reemplazarla por propuestas que emergen de la revisión crítica de la propia escala.
Esto refleja una solidez histórica del constructo que le permite, luego de décadas, seguir siendo relevante para entender fenómenos más allá del horizonte de lo psicológico, en estudios propiamente politológicos y sociológicos4 y temáticas actuales como el populismo.
La contracara es la crítica a su definición unidimensional, sin permitir distinguir componentes que son sin duda diferenciables, como el sometimiento, la convencionalidad y la agresividad, además de factiblemente tener un sesgo afirmativo en su diseño, que sobredimensionaría el fenómeno que intenta medir, lo que pudiera compensarse al adoptar algún modelo más equilibrado desde el punto de vista del espectro izquierda-derecha.5
Otro cuestionamiento es que la métrica resultante del conjunto de ítems que conforman la escala F pudiera capturar algo más de lo que pretende, contaminándose con actitudes sociales y culturales distintas, como el conservadurismo y el conformismo.6 Además, es necesario advertir que la escala debe ser adaptada y validada para estudios en sociedades distintas a la de su origen, la estadounidense, o para estudios transculturales.
Estudiada en estos contextos, el comportamiento de esta escala está menos explorada a lo largo del tiempo en poblaciones específicas. Empero, existen algunos estudios que han empleado esta escala o adaptaciones para observar su permanencia o cambio en el tiempo, por lo general vinculado a cambios sociopolíticos, crisis económicas o transiciones democráticas.
Entre ellos se destaca el análisis longitudinal en Estados Unidos realizado por Hetherington y Weiler,7 que utiliza medidas autoritarias, incluyendo adaptaciones de la escala F, para rastrear cambios desde la década de 1960 hasta principios del presente siglo, detectando incrementos en el autoritarismo como resultado de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Esto resulta sin duda relevante.
Cabría mencionar también el estudio de Huneeus8 que documenta cómo las dictaduras militares en América Latina han dejado una marca generacional en las actitudes autoritarias, pero partiendo del análisis de cohortes en una medición transversal.
En cualquier caso, los estudios referidos y otros más no solo sugieren la necesidad de adaptar y complementar la escala F para abordar cambios contextuales y complejidades de las sociedades contemporáneas, sino que desafían la concepción original de Adorno y sus colegas sobre el autoritarismo como un rasgo esencialmente estable.
Así, detectar cambios significativos en los puntajes de la escala F de autoritarismo en períodos breves de tiempo dentro de una población determinada plantea preguntas teóricas y metodológicas importantes. Lo anterior tiene lugar porque la escala F, al estar diseñada para medir un rasgo de personalidad por definición estable, asume que el autoritarismo, como constructo, no debería cambiar drásticamente en períodos cortos, a menos que haya factores externos muy significativos, dado que no es una actitud maleable influida por factores contextuales.
Es en este marco analítico que se planteó la medición del autoritarismo conforme la escala F en un relativamente corto período de tiempo y en una sociedad específica, sujeta a cambios intensos de naturaleza política, con una versión apenas adecuada de la escala original traducida al español, eliminando solamente los elementos que resultan anacrónicos o cronotópicamente acotados, variaciones del instrumento que ya fueran por demás previamente probadas en sociedades latinoamericanas.
Así, aquí se exponen algunos de los resultados de carácter preliminar de un ejercicio de medición del autoritarismo en la sociedad mexicana para la población con capacidad de votar en las elecciones de 2024 en dos momentos: tres años antes de estas elecciones e inmediatamente después de la misma. Este ejercicio considera dos mediciones homogéneas y por ende comparables:
Lo primero que se detecta, acorde con la gráfica 1, es un aumento del nivel de autoritarismo medido entre la población mexicana hoy mayor de edad entre 2021 y 2024. Y si en 2021 existía cierta menor propensión autoritaria entre las mujeres, la diferencia se ha borrado en el curso del último trienio (gráfica 2).
En el caso de la edad, lo que era una clara tendencia al aumento del autoritarismo a medida que se observaba población más vieja, se modifica cuando la cohorte de mayor edad registra menor autoritarismo que otros grupos y un descenso significativo en su nivel propio de autoritarismo, de cinco por ciento (gráfica 3).
Llama la atención que, ante el aumento medio del autoritarismo de los mexicanos, esto haya afectado más a quienes cuentan con educación media básica o superior, mientras quienes alcanzan educación superior muestran un marcado descenso en su nivel de autoritarismo (gráfica 4), siendo un grupo con un comportamiento peculiar que, sin embargo, no necesariamente se refleja en otras variables.
Lo mismo ocurre en el caso de la satisfacción declarada con respecto a la democracia en México: aumenta el autoritarismo de quienes comparten una determinada opinión, sin importar cuál sea (gráfica 6).
Es claramente mayor el autoritarismo reportado conforme a la escala F de quienes simpatizan con los partidos que forman el bloque mayoritario y menor entre quienes se identifican con los opositores. Sin embargo, la brecha de cinco puntos en 2021 se estrechó a tres puntos en 2024 (gráfica 7), siendo hoy mayor el autoritarismo detectado entre opositores que aquel que se observaba entre quienes estaban con la mayoría apenas hace tres años.
Algo ocurrió que motivo un aumento del autoritarismo entre todos los mexicanos. Eso, sin duda, es lo que hay que buscar entender y pronto. El presente recorrido es solo un primer bosquejo de una amplísima información sobre el tema con la que contamos y que intentaremos, poco o poco y con procedimientos novedosos, ir presentado en futuras colaboraciones. EP
- Adorno, T. W., Frenkel-Brunswik, E., Levinson, D. J., & Sanford, R. N. (1950). The authoritarian personality. Harper & Brothers. Disponible en: Horkheimer, M. & Floweman, S. H. [Eds.]. Studies in Prejudice. Sponsored by The American Jewish Committee. Social Studies Series: Publication No. III. https://archive.org/details/THEAUTHORITARIANPERSONALITY.Adorno [↩]
- Altemeyer, B. (1981). Right-Wing Authoritarianism. Winnipeg: University of Manitoba Press. [↩]
- Kerlinger, Fred; Rokeach, Milton (1966). The factorial nature of the F and D Scales. Journal of Personality and Social Psychology 4 (4): 391-399. https://doi.org/10.1037/h0023731 [↩]
- Van Hiel, A., Cornelis, I., & Roets, A. (2007). Intervention role of social worldviews in the relationship between the Five-Factor Model of personality and social attitudes. European Journal of Personality, 21(2), 131–148. https://doi.org/10.1002/per.618 [↩]
- Conway, L. G. III, Houck, S. C., Gornick, L. J., & Repke, M. A. (2018). Left-Wing Authoritarianism Scale (LWA) [Database record]. APA PsycTests. https://doi.org/10.1037/t74367-000 [↩]
- Christie, R. (1991). Authoritarianism and related constructs. In J. P. Robinson, P. R. Shaver, & L. S. Wrightsman (Eds.), Measures of personality and social psychological attitudes (pp. 501–571). Academic Press. https://doi.org/10.1016/B978-0-12-590241-0.50014-9 [↩]
- Hetherington M.J., Weiler J.D. (2009). Authoritarianism and Polarization in American Politics. Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/CBO9780511802331 [↩]
- Huneeus, C. (2000). El régimen de Pinochet. Santiago: Editorial Sudamericana, 670 pp. [↩]
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