#Tablerointernacional: Aranceles, seguridad y cambio en la OEA

Este mes, la reflexión del Grupo México en el Mundo analiza tres temas relevantes en el panorama internacional.

Texto de , and 24/03/25

Este mes, la reflexión del Grupo México en el Mundo analiza tres temas relevantes en el panorama internacional.

La “amenaza existencial” de Trump al mundo

Mélanie Joly, Ministra de Relaciones Exteriores de Canadá y que continuará en el cargo en la nueva administración de Mark Carney, etiquetó como “amenaza existencial” para su país la imposición de aranceles por parte de Trump. Esto lo planteó en la víspera de que el mandatario estadounidense impusiera aranceles generalizados del 25 % tanto a Canadá como a México a partir del 4 de marzo, so pretexto que ambos países no habían hecho lo suficiente para asegurar sus respectivas fronteras con su país. Como es sabido, los aranceles estuvieron vigentes sólo unos días para ser reconsiderados en abril próximo. Sin embargo, dicha amenaza existencial se hizo efectiva, pero esta vez para todo el mundo, cuando Trump decidió imponer el 12 de marzo aranceles del 25 % a todas las importaciones de acero y aluminio, metales básicos para una serie de industrias, entre ellas, la automotriz.  

Los principales afectados son, por supuesto, Canadá y México, pero también varios países europeos y asiáticos, como Corea del Sur, Japón y Taiwán. China, afectada más por el lado del aluminio, es la que más ha tenido que absorber la guerra arancelaria que Trump le declaró desde su primera administración. A partir de su regreso, dichos aranceles se han incrementado en un 20 % adicional, además de la imposición de una serie de prohibiciones y restricciones a las inversiones provenientes de dicho país.

Hasta ahora, Canadá es el país que ha encabezado la respuesta más severa a la guerra comercial iniciada por Trump, al imponer aranceles por el mismo monto a las importaciones de acero, aluminio y otros productos provenientes de Estados Unidos. Adicionalmente, Joly se ha encargado de articular una coalición entre los que se consideraban los principales aliados comerciales de Estados Unidos —México y la Unión Europea— para hacer frente a la amenaza existencial que se ha extendido al resto del mundo. Hasta ahora, Bruselas ha respondido al llamado canadiense y ha anunciado medidas de represalia, similares a las canadienses, a tener efecto a partir del 1° de abril. Por su parte, Claudia Sheinbaum ha decidido anunciar la respuesta de México el 2 de abril, día en que también Trump podría reconsiderar si aplica el 25 % de aranceles generalizados si sus vecinos no cumplen con lo que él espera en materia de seguridad fronteriza. En dicho día, además, Trump nivelará los aranceles de su país, con respecto a los vigentes con el resto del mundo. En otras palabras, si la Unión Europea u otra región o país tienen aranceles promedio más altos con respecto a los vigentes en los Estados Unidos, dichos aranceles se nivelarán, incluyendo todos aquellos que se eleven como represalia a las medidas tomadas por Trump.

La primera semana de abril será, pues, clave para entender hasta dónde Trump está dispuesto a escalar su amenaza existencial contra sus propios aliados y rivales. Será clave para calibrar hasta qué punto está dispuesto a mantener o quebrar la alianza comercial que otrora mantenía con sus dos vecinos y la Unión Europea, a la que ha llegado a denostar como “ruinosa” para su país.

China, por su parte, tiene muchas más fichas para responder por sí misma al desafío de Trump. A la cabeza del bloque comercial más importante que existe en la actualidad y que agrupa a 15 economías de Asia y el Pacífico, la Asociación Económica Integral Regional, el dragón asiático ha respondido con aranceles que afectan las exportaciones agrícolas provenientes de los Estados Unidos; además, ha puesto en la mira a varias de sus compañías por considerarlas “no fiables”, lo que podría derivar en restricciones comerciales, similar a lo que ha hecho Washington con las compañías chinas. Sin embargo, en un nuevo giro que ha cobrado la rivalidad entre las dos potencias, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores llegó a subrayar la resolución de Pekín de seguir enfrentando la guerra comercial, o cualquier otro tipo de guerra, si Washington se empeñaba en ello.

Quebrar la confianza entre los aliados comerciales a la par de escalar los conflictos con China, en un momento en que se arrincona a Ucrania para pactar una tregua desfavorable con Rusia, podría hacer que la amenaza existencial que se cierne sobre el mundo se torne en decisiones existenciales para muchos países, que tendrán que optar entre someterse a los caprichos de Trump o realinear sus alianzas con polos alternativos de poder. 

Seguridad: amenaza para México 

El juego de los aranceles de Trump ha tenido diferentes respuestas en el mundo y particularmente en los países afectados como Canadá y Europa. El caso mexicano es un tanto distinto. Hasta ahora se ha decidido no responder hasta abril que es la fecha límite planteada por la Casa Blanca. Claudia Sheinbaum optó por no contestar como lo hizo su socio canadiense o la misma Unión Europea. Esto puede responder a varios factores. El más evidente es evitar una confrontación con Estados Unidos. No obstante, se desconoce una estrategia del gobierno de México en materia de política exterior. Posiblemente se desconozca realmente qué hacer con el exterior y en especial con la relación bilateral con los estadounidenses. De ahí que se prefiera esperar, nadar de muertito o bien tener una política del avestruz en la que preferentemente se esconde la cabeza antes que plantear intereses claros con el mundo. Esto es lo que se ha hecho hasta ahora. Sorpresivamente, diversos medios internacionales hablan muy bien de la presidenta mexicana. Mencionan que es la única que ha logrado frenar y domar a Trump; alrededor de este hecho aparece en primeras planas de medios como The New York Times, Washington Post o The Economist. Para ellos, Trump se pelea con Trudeau, pero “respeta” a Sheinbaum. Al tener una actitud de espera, se ha dado tiempo para que dentro del mismo Estados Unidos empiecen a cuestionar a Trump tanto los empresarios, la bolsa norteamericana, la economía local y evitar así, tener que resolver como presidenta, la situación interna de México y su relación bilateral.

Sin embargo, la realidad demuestra que se ha hecho mucho ruido al respecto y que justamente eso ha permitido no hablar de los principales problemas del país. La situación interna en México es crítica. Pareciera ser que todo está a todo dar en materia de salud, seguridad, desaparecidos, educación, economía, energía y PEMEX, por mencionar sólo algunos temas. Todos y cada uno de los anteriores representan bombas de tiempo que más temprano que tarde, tendrán graves consecuencias para el devenir de los mexicanos. De todo lo anterior, nada se menciona en los medios internacionales. Eso no existe para ellos. La nula respuesta de la presidenta es lo único que enfatizan como un gran logro.

En la relación con Estados Unidos, el gobierno de Trump ha dejado muy en claro que el principal problema es el tema de la seguridad. El tema seguirá latente hasta que se tomen medidas mucho más contundentes que el haber mandado 29 criminales a EUA como regalo a Trump. Él lo que busca es que se acabe la relación existente e intolerable entre los altos funcionarios mexicanos y el crimen organizado. Así como desde diciembre del año pasado hay una denuncia en cortes de Nueva York en contra de Rocha, Villarreal y abiertamente también en contra de López Obrador por su relación con los criminales, la presión de la Casa Blanca en contra de Palacio Nacional no parará hasta que se entreguen a alguno de estos personajes. Las listas que tienen de funcionarios en todos los niveles, en lo local, en lo gubernamental y en lo federal vinculados con el crimen son largas y precisas. Ahora bien, al hacer pública la existencia de campos de exterminio como el de Jalisco, no pueden seguir escondiendo la protección que los funcionarios han dado, particularmente en el sexenio pasado, pero también en este, a los criminales para que operen como mejor les convenga. No sólo tienen el control del territorio, sino también el control presupuestal de muchos gobiernos estatales. Posiblemente un Teuchitlán al ser considerado como el “nuevo Ayotzinapa”, obligue a cambiar el rumbo y a reducir así, las presiones estadounidenses.

Un nuevo liderazgo en la OEA

Contra todo pronóstico, el proceso de reemplazo del secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) llegó a buen puerto y sin tropiezos el 10 de marzo, aunque el futuro de la organización es sumamente incierto. El retiro del candidato de Paraguay, el canciller Rubén Ramírez Lezcano, desactivó la anunciada espiral de divisiones en una contienda que parecía polarizada. Se abrió, así, el camino para que, por primera ocasión y por aclamación, se eligiera a un caribeño, el ministro de Relaciones Exteriores de Surinam, Albert Ramdin, con una larga trayectoria diplomática interamericana, para dirigir el rumbo que deberá seguir la OEA tras dos mandatos sumamente polémicos del uruguayo Luis Almagro.

Detrás de este inusitado nivel de consenso interamericano, hubo varios factores que facilitaron la declinación de la postulación del diplomático paraguayo a pesar de ser más cercano a las preferencias estadounidenses que su competidor caribeño. Por una parte, el arribo de Trump a la Casa Blanca y su desdén por el multilateralismo no sólo anunciaba un creciente desinterés hacia la OEA, sino también una eventual política de desfinanciamiento y desmantelamiento de instituciones internacionales. Estados Unidos es el principal contribuyente de la organización con aportaciones de casi el 60 % de su presupuesto ordinario y, ante la perspectiva de recortes, la OEA entraría en una situación inviable. Así pues, la indiferencia y el desdén de Trump permitió la elección de Ramdin, en detrimento de las preferencias de gobiernos latinoamericanos de extrema derecha como los de Milei y Bukele.

Por otra parte, varios países que impulsaron inicialmente la candidatura paraguaya cambiaron de posición. Es el caso, sobre todo, de Brasil, Uruguay y Bolivia (en proceso de adhesión) que rompieron el consenso inicial y expreso de los socios del Mercosur. Trascendió que hubo consultas y acciones diplomáticas concertadas por parte de México y Brasil para modificar la correlación de fuerzas en favor del caribeño a fin de evitar el arribo de un perfil similar al de Almagro. Otros países como Chile y Colombia habían apoyado desde un inicio a Ramdin con el propósito de impulsar a un secretario general que pudiera servir de balance institucional frente a las prioridades estadounidenses. Un equilibrio sumamente difícil de lograr en el contexto de una política exterior tan agresiva y unilateral como la de Trump. 

Este suave relevo ha traído un poco de aire fresco a la OEA. Se trata, sin duda, de un hito y una oportunidad para el Caribe para impulsar su propia visión de las prioridades del sistema interamericano más centrada en temas de desarrollo, cambio climático y seguridad que en la agenda de promoción de la democracia y defensa de los derechos humanos en la que la OEA concentró la mayor parte de sus esfuerzos desde la aprobación de la Carta Democrática Interamericana en 2001. Es previsible, entonces, que el nuevo secretario Ramdin impulse un reequilibrio de la agenda regional con el respaldo activo de los 15 países caribeños. Una reorientación de este tipo exigiría revisar y actualizar los términos de la relación de la OEA con otras agencias e instituciones del sistema interamericano, en particular, el BID. La pregunta obligada es si el nuevo secretario general podrá poner fin a una década de fracturas, la más divisiva en la historia de la organización, y comenzar a recuperar poco a poco la legitimidad, representatividad, relevancia y eficacia perdidas desde 2019 por el deficiente manejo de las crisis políticas venezolana y boliviana. Los desafíos financieros y políticos son mayúsculos y el panorama poco promisorio. La gran incógnita y más importante para la viabilidad de la OEA se refiere al rumbo que tomará Donald Trump. Dentro de su equipo de leales y halcones hay quienes, como Marco Rubio y Claver Carone, aconsejan apuntalar la organización, pero la propia personalidad caprichosa del presidente podría llevar a asestar fuertes golpes financieros. Por lo pronto, Albert Ramdin ha declarado que la OEA “no debe ser parte de un conflicto geopolítico”, en una muestra de cautela. EP

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