A Leonardo Morlino (RIP)

A manera de sincero homenaje a Leonardo Morlino, reputado politólogo, docente e investigador, Leonardo Curzio escribe sobre la situación de la democracia actual a nivel global.

Texto de 26/06/25

Morlino

A manera de sincero homenaje a Leonardo Morlino, reputado politólogo, docente e investigador, Leonardo Curzio escribe sobre la situación de la democracia actual a nivel global.

Ha muerto uno de los grandes politólogos de nuestro tiempo: Leonardo Morlino. No cumple, en la brevedad de este texto, hacer un resumen de su vasta obra, buena parte de la misma disponible en español. Tampoco es preciso que hagamos una apología de su capacidad de investigación, docencia y divulgación. Fue un académico muy completo.

La última Feria del Libro de Guadalajara hizo un homenaje a otro gran politólogo, Giovanni Sartori, y Manuel Alcántara tuvo la feliz idea de preguntar quiénes eran los grandes profesores de ciencia política en los últimos años. Naturalmente el nombre de Sartori figuraba entre los primeros, junto con Linz y por supuesto Bobbio. Yo ubico a Morlino como uno de los profesores que más han marcado a generaciones de politólogos en Europa y en América Latina. No tengo duda de que queda en el top 5 de los grandes.

Tuve ocasión de entrevistarlo un par de veces y participar con él en algún seminario internacional. Era un hombre extraordinario y con una enorme habilidad didáctica. Particularmente influyente fue su libro sobre la forma en que cambian los regímenes políticos. En los últimos tiempos, su trabajo sobre la calidad de las democracias ha merecido una atención planetaria y por ello me detengo en este tema de rabiosa actualidad. La Coordinación de Humanidades, junto con el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), bajo el liderazgo de Miguel Armando López Leyva (primer director del IIS y después coordinador), y la FLACSO, han publicado el número cero de la Revista Latinoamericana sobre Democracia (www.rld.sociales.unam.mx). Uno de los textos de ese número bautismal se lo debemos a Morlino, y versaba sobre las perspectivas de las democracias y el avance de los autoritarismos.

En el texto se recuerda que puede haber una disputa filosófica sobre la definición de democracia. También una utilización espuria de la democracia para socavarla. Algunos de los procesos de autocratización se hacen invocando, ni más ni menos, que a la legitimidad democrática, puesto que movilizan al pueblo para hacer reformas que destruyen instituciones, que minan el equilibrio de poderes, que reducen la competencia política y restringen la libertad de expresión.

Sin embargo, hay que separar el grano de la paja. Existe un consenso entre los académicos sobre la definición mínima de la democracia que no admite esas desviaciones motivadas por populistas y autoritarios de toda laya. Se puede invocar el principio de mayoría para hacer muchas cosas, pero no para mermar el consenso básico de la democracia, inspirado en Schumpeter y en Dahl. Esta queda definida como un régimen en el cual el sufragio universal se garantiza a través de elecciones libres, justas, competidas y recurrentes; la existencia de más de un partido y fuentes alternativas de información. Todos los elementos cuentan y al romperse un eslabón se rompe la esencia democrática. No basta, pues, con que se convoque a elecciones si un partido hegemónico lo controla todo, empezando por los recursos públicos y el manejo de la administración de forma partidista; hace falta que haya libre juego de partidos y una corriente viva de información contrastante para que el electorado tenga acceso a visiones alternativas. Y, por supuesto, autoridades electorales autónomas. La definición básica (o minimalista) de la democracia se complementa con otros componentes estructurales; el principal es que el régimen político no esté determinado por élites no electas, como puede ser el caso de poderes económicos, autoridades militares, religiosas, criminales o potencias externas al propio país que amenazan su independencia.

Con esta definición operativa podemos constatar, siguiendo a Morlino, que las democracias no viven sus mejores tiempos, empezando por México. En este país algunos de los elementos básicos de la institucionalidad democrática están siendo amenazados por reformas que, si bien han sido votadas por la mayoría en el Congreso, propenden a reducir los controles constitucionales del Poder Ejecutivo, a reducir la competitividad del sistema de partidos al establecer una creciente vinculación entre el partido oficial y el gobierno. Hay, además, una amenaza creciente a la libertad de expresión.

México tiene su particularidad, pero forma parte de una inquietante tendencia a lo que podría llamarse una “crisis de hegemonía de la democracia”. Después de una larga etapa de transiciones en Europa del Sur y América Latina, hay un desgaste de la democracia como valor compartido. La corriente populista que hoy domina implementa un proceso de modificación incremental de reglas para reducir espacios democráticos con el apoyo de las mayorías. En otras palabras, se usan los apoyos mayoritarios y el desencanto de algunos sectores no para ampliar el juego democrático y la rendición de cuentas, sino para concentrar el poder, incrementar la autocracia.

A Morlino le gustaba el estudio comparativo y consultaba muchas bases de datos antes de proponer líneas de reflexión. En el texto citado señala que, en 1973, Freedom House identificaba 44 países como libres o democráticos, es decir, el 30 % de los países del mundo. En 2023 el porcentaje había subido a 43 % y se contabilizaban 84 democracias y el 2006 fue el año en el cual se registró el mayor número de democracias. A partir de entonces comenzó la disminución de países plenamente democráticos y ésta no ha cesado hasta la fecha.

La autocratización tiene mucha más tracción que la democratización. Una vez más es interesante ver los números. En 2002, 43 países estaban en proceso de democratización y en 2022 sólo 14. La democracia iba perdiendo ese atractivo enorme que había tenido a finales del siglo XX. Y, en cambio, el mundo iliberal avanzaba. En 2002, 13 países estaban en proceso de autocratización y en 2022 ya eran 42. Tiempos oscuros los que documentó con sus últimos trabajos.

Ya no está Leonardo Morlino entre nosotros, pero queda su fecunda obra y su potente reflexión como legado. EP

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