Un cielo entero para trans*formarnos

Lia García (La Novia Sirena) rememora la identidad de las mujeres trans, activistas y defensoras de los derechos humanos.

Texto de 29/10/21

Lia García (La Novia Sirena) rememora la identidad de las mujeres trans, activistas y defensoras de los derechos humanos.

Tiempo de lectura: 6 minutos

Para mis hermanas trans*.

Ellas, nosotras,

Las otras.

Somos lo que está allá afuera y mucho más.

Esta historia se multiplica por muchas veces, no había una vez. 

Ella era la protagonista de su propia historia.

Su cuerpo era el de una niña que siempre miraba hacia arriba. Insistía cada día en que lo mejor era mantener la frente en alto, mostrando la montaña que se esconde en el corazón de su garganta. Ahí donde yacen todos los gritos que se transforman en ecos de resistencia y ternura.

Sus cabellos caían cual raíz que busca lo más profundo de la tierra, por debajo. Su pecho se abría cada vez más, intentando que su corazón encontrara espacio para desplegar sus alas entre sus costillas llenas de palabras. Sus lágrimas corrían por las pendientes de sus pliegues. Deslizándose entre la memoria viva de su piel cual río desbordado.

De sus cicatrices, habían salido finas raíces que se extendían cada vez que la mirada se enfocaba en el misterio del azul. Su respiración dejaba salir diminutas e imperceptibles palabras en cada exhalación que subían y subían y subían. Cada vez más alto hasta evaporarse.

¿Por qué aquella niña había dejado de mirar hacia el frente? 

¿Qué sucedía en sus pensamientos para tomar tal decisión? 

“Ella y su cuerpo anunciaban una transformación más. Había entregado sus ojos al cielo convencida de que ahí se iba a encontrar a sí misma una y otra vez. Amorosamente.”

Ella y su cuerpo anunciaban una transformación más. Había entregado sus ojos al cielo convencida de que ahí se iba a encontrar a sí misma una y otra vez. Amorosamente.

Este cielo, compartía con el misterio de su voz, es tan pequeño, que necesito habitarlo para recordar lo pequeña que soy.

Dejé de mirar hacia el frente porque las miradas que apuntan a mi cuerpo cual cazador, entristecen todos mis poros. Insisten en hacerme su carnada en cada paso que doy y a mí, se me había olvidado que otras miradas son posibles y que los ojos no se pueden reducir a un solo punto. ¡Nos queda tanto por mirar!

Estoy lista para ser testiga del movimiento infinito de las cosas. La casa de las nubes que nos recuerdan lo efímero del momento y la dicha de ser trans*formación.

el deseo de ir más allá, y seguir y seguir,

encontrando espacio.

¿Acaso será que uno de los deseos más tiernos del cielo sea caerse e inundar la tierra de sueños?

El mar está de cabeza por tantas transformaciones que encontraron refugio en nuestros cuerpos: ¿pueden sentirlo?

Las nubes están hechas de pequeñas gotas de agua y de cristales suspendidos en la atmósfera que cuando se derriten, estallan y se convierten en lluvia. Las nubes dejan ir sus infinitas formas cuando entregan su llanto a la tierra y la hacen reverdecer. Vuelven a nacer después de llorar y el cielo siempre está ahí, cobijándolas. Siendo su refugio.

¿Qué formas encuentras en las nubes que te acompañan en este momento?

Nosotras somos como ellas. Siempre en movimiento. Cambiando con la velocidad de un parpadeo y siempre presentes.

Amanecemos,

Atardecemos,

Anochecemos.

Caemos.

Y volvemos a salir.

¿Se imaginan cuánto llanto se necesita para ser nube? ¿Cuántos versos y cartas de amor escribimos para que el cielo fuera tan profundo?

Siempre que pienso en las lágrimas que derramamos las mujeres trans por rabia, por tristeza, por alegría y por placer me devuelvo al cielo. Llorar es uno de los actos más políticos y ancestrales que nos acompañan porque hemos hecho de cada lágrima un mundo posible que se habita con ternura. Una manifestación de la profundidad que nos habita y nos permite sanar colectivamente.

¿Y de dónde viene el llanto?

Se llora cuando se extraña, cuando nos quitan a una de las nuestras, cuando salimos por primera vez al mundo con la valentía entre nuestras pestañas, cuando buscamos a las que nos faltan. También como dejamos de encarnar la imposibilidad y lo inimaginable sucede.

Nuestro llanto trans cruza las fronteras y devela nuestra resistencia, pues en él se encuentra la memoria viva de nuestras heridas que después de ser agua salada se convirtieron en memoria, eco, ternura y una potente resiliencia que hace de nuestro dolor el inicio de esta fuerza colectiva que nos mueve y nos mantiene vivas. Luchando y abriendo los caminos día a día.

Lloro porque soy río,

a contracorriente.

Canto mi llanto y es tanto.

Lloro porque muy dentro de mi,

Todo va a fluir.

No estoy sola,

Estoy conmigo.

Una contrahistoria.

Cuando era pequeña me gustaba mucho acercarme a los libros. Aún si saber leer llamaban mucho mi atención porque parecían puertas que se abrían de par en par y conducían a lugares inhóspitos o alas de extrañas aves dispuestas a volar. Me gustaba mucho imaginar que los libros se escapaban por las ventanas de todas las bibliotecas y casas y que en su amplio vuelo las palabras se iban cayendo, una por una, mientras los libros se emplumaban de múltiples colores y comenzaba a emitir un canto que anunciaba su metamorfosis de libertad. 

Pensaba que a cada persona que caminaba sobre la tierra le caía una palabra encima, se enrollaba sobre su cuerpo suavemente cual serpiente que abraza y que cada ser se convertía en palabra viva, en movimiento, tratando de encontrar a otras palabras para formar un verso, cruzarse con otro verso y otro, hasta ser un poema vivo dispuesto a combatir las fuerzas más oscuras que amenazan nuestros deseos, sueños y anhelos.

Los pájaros multicolores celebraban en las cúspides, los riscos y las pendientes de los montes más altos y floridos que los seres humanos habían dejado de existir y que la tierra ahora estaba poblada por poemas vivientes que se encontraban y se recitaban con el eco que había quedado de las voces que un día estuvieron presentes.

¡Si Alessa viviera con nosotras estuviera!

Grito colectivo.

¡Justicia, memoria y dignidad para las personas trans!

Jessica Marjane.

¡Nuestra venganza es ser felices!

Kenya Cuevas.

¡Somos una mar de sueños!

Natalia Lane.

Cuando alguien habla, solo con la verdad, habla menos que los demás.

Luisa Almaguer.

No estamos solas, estamos juntas.

Siohban Guerrero Mc. Manus.

Así como existe quien odia, estamos las amantes.

Sofia Kowo.

Les amo como amo la vida, como amo el amor, la amistad y la melancolía.

Lo Coletti.

Nos protegemos entre nosotras, ante los momentos más duros. Somos nuestra casa.

Rebeca Garza.

¿Cuantas historias nos han contado con un solo final? ¿Queríamos que esa historia terminara?

¿Cómo hacemos del final el inicio? El inicio de ningún final.

Siempre que pienso en mis hermanas trans, en nosotras, pienso en todas las historias que nos habitan para contarle al mundo. Narrar(nos) en primera persona y con nuestra biografía incrustada en la punta de la lengua es un acto revolucionario que nos acaricia en un mundo que insiste en despojarnos de nuestros archivos de la palabra. Extraer. Lucrar con el dolor.

¿Dónde está el archivo de nuestro dolor?

Nuestras historias no se reducen al relato violento y victimizante de todo lo que vivimos, pues también somos un abecedario infinito de historias plagadas de alegría, placer, picardía, sutileza y pasión. Atraemos los ojos de las personas porque de nuestra carne nacen las preguntas que generan otras preguntas sin ninguna sed de respuesta. Somos tan misteriosas como el cielo al que se entregó aquella niña.

Somos como un diario abierto. Nos reconocemos en todas las historias que nos acompañan y nos cobijan. ¿Recuerdas? Cuando éramos pequeñxs siempre nos decían que contáramos nuestra biografía y esto era algo desconcertante porque nos quedaba la sensación de no poder hacerlo tan fácil. ¿Cuántas hojas se necesitan para escribir una vida?

¿Y si no logro recordarlo todo? Tomabas la pluma y te quedabas en silencio. comenzabas a escribir y de pronto decidías parar. ¡Qué pequeña le queda esta hoja a tantas palabras! Y salías al mundo. 

A seguir transitando. 

Le has preguntado con ternura radical a una mujer trans ¿cuál es tu comida favorita? ¿Qué lugares de la ciudad te agradan? ¿Cuál es tu color favorito? ¿Qué juegos te gustaban cuando eras niña?

¿La has sacado a bailar su canción favorita?

¿Has presenciado un atardecer a su lado?

¿La has arrullado antes de soñar?

¿Le has brindado tus brazos?

¿Cuántas veces habitamos tus pensamientos?

¿Qué hay de nosotras en ti?

Qué necesarias son estas preguntas en nuestras trayectorias de vida cuando compartimos quienes somos y atestiguamos colectivamente nuestras transiciones. Las mujeres trans deseamos más momentos de ternura y menos avisos de muertes anunciadas. La justicia también se hace en la piel y esa también es nuestra búsqueda. Como decía la hermosa Lohana Berkins: Si me quieres, quiéreme trans.

Somos  sobrevivientes de todas las heridas coloniales que nos afectaron la piel y el corazón. 

“Nuestras vidas importan, tanto como nuestro placer y nuestro descanso.”

Nuestras vidas importan, tanto como nuestro placer y nuestro descanso.

¿Por qué cuando las personas buscan información sobre quiénes somos las personas trans casi siempre lo hacen desde la curiosidad que les genera conocer lo que la violencia hace con nuestras vidas? 

Es inevitable recordar que nuestro país es el segundo más peligroso en Abya Yala para trans*formarse. Qué elegir abiertamente quitarse la piel de la imposición patriarcal implica un riesgo. 

¿Cuánto odio puede caber en un corazón para que la libertad sea motivo de muerte?

Me duele, me enoja.

Ese es el único cuento que me gustaría que tuviera un final.

Dice la maravillosa Nina Simone en una parte de su canción Ain’t Got No / I Got Life (No tengo / Tengo vida)

Entonces, ¿qué tengo?

¿Por qué estoy viva entonces?

Sí. 

¿Qué tengo que nadie me puede quitar?

Tengo mi pelo, tengo mi cabeza

Tengo mi cerebro, tengo mis oídos

Tengo mis ojos, tengo mi nariz

Tengo mi boca

Tengo mi sonrisa.

[…] tengo mi vida, tengo mi libertad y nadie me la va a quitar.

Cuánta razón tiene la diva del blues cada vez que nos hace vibrar con su voz.

Vale tanto la pena recordar que tenemos nuestro cuerpo.

Definitivamente esta es una narrativa inconclusa, quizás es solo el inicio de lo que te quiero compartir. No alcanza ningún lienzo en blanco para traducir la grandeza de tu ser, de lo que me inspiras para escribirte. ¡Si! a ti que estás leyendo y a la vez escuchando con tus oídos abiertos como esos libros que dejaron de ser. Nuestros tránsitos son sagrados y la poesía es una manera de honrarlos.

Te dedico estas letras con todo lo que me abraza en este momento: nostalgia, ternura, emoción, profundidad…

Y una sonrisa tan grande con el cielo. EP

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